MUNDOS, ALMAS, Y DIVINIDAD EN LA PARASHÁH

EL ESPACIO DE DIOS

La segunda palabra del segundo versículo es: “en el lugar” במקום, bamakom. Ya hemos mencionado que en este lugar Itzjak fue atado y colocado en el altar y donde eventualmente el rey Shlomóh habría de construir el Templo Sagrado: el monte Moriáh.

Esta palabra במקום aparece tres veces por el principio de nuestra parasháh:

“Él se encontró con el lugar”, ויפגע במקום, vaifgá bamakom.

“Y durmió en ese lugar”, וישכב במקום, vaishcav bamakom.

“Ciertamente, el Eterno está en este lugar”, אכן יש הוי’ במקום הזה, ajen iesh Havaiáh bamakom hazéh.

Estas tres instancias de la palabra “en el lugar” puede ser vistos como que corresponden a uno de los modelos más importantes enseñados por el Baal Shem Tov: Mundos, Almas y Divinidad. El modo más sencillo de entender este modelo, es pensar en él como la descripción de tres diferentes niveles de revelación de Dios en la realidad: “Mundos” denota un estado en el que la naturaleza y las dimensiones físicas sólo son aparentes. En el nivel de los Mundos, existe una pequeña o nula revelación de Dios. “Almas” ya revelan a Dios, pero en un alto grado esta experiencia de revelación es aun subjetiva y no puede ser compartida por todos de forma igual. La “Divinidad” es una revelación completa de Dios, que puede ser experimentada de forma objetiva por todos.

En el primer ejemplo en el que aparece la palabra, no existe aún una conexión real entre Iaacov y el lugar. De hecho, lo opuesto es verdad. El verbo que significa “se encontró”, ויפגע indica una llegada repentina. El Midrash explica que Iaacov experimentó un cambio espacio-temporal similar a lo que hoy es llamado un pliegue en el entramado del espacio, al dejar Beer Sheba y llegar al Monte Moriáh (el lugar) el mismo día. Esto es claramente una experiencia en la dimensión de los Mundos (espacio y tiempo), una experiencia que no involucra al alma, al intelecto subjetivo y a las emociones del que lo experimenta.

En el segundo ejemplo en donde aparece esta palabra, Iaacov es hallado acostado allí listo para dormir. Para prepararse para eso, Iaacov toma de las piedras del lugar y las coloca alrededor de su cabeza. Existe una planificación e intención en estas acciones, indicando un más elevado nivel de contacto con el lugar. Las palabras exactas de la Torá en este segundo ejemplo son: “y se recostó en ese lugar”. El pronombre relativo “ese” precede a “lugar”, e indica una familiaridad con el lugar. 

EL MONTE DE DIOS

La primera vez que aparece la palabra “en el lugar”, Rashi escribe: La escritura no menciona qué lugar, pero (esto significa) el lugar mencionado en otra parte, que es el Monte Moriáh, concerniente a lo que dice: “Y vio el lugar desde lejos”. La visión inicial del Monte Moriáh –el lugar– fue desde lejos. Pero Iaacov ya tenía consciencia de esta ubicación y conscientemente se prepara para dormir allí. El conocimiento del lugar que tiene Iaacov, indica una relación en el nivel de las almas y la revelación de ese lugar –lo que será la casa de Dios– con el alma de Iaacov.

El tercer y último ejemplo de esta palabra aparece en el versículo: “Iaacov despertó de su sueño y dijo: ‘Ciertamente el Eterno está en este lugar, y yo no lo sabía’”. Es una revelación simple y clara de Divinidad, indicando una revelación en esa dimensión. Y que haya dicho “y yo no lo sabía” indica que esta revelación lo afecta a un nivel supra-consciente, relativo a un nivel consciente, que podría indicar una revelación que puede ser contenida por un alma. Ahora Iaacov llama al lugar “este lugar”, no solamente “el lugar” o “ese lugar”. Este lugar alude a las profecías de Moshé Rabeinu, que comienzan con la palabra “este” (o “esto” es lo que Dios ordenó), que los sabios describen como el nivel más alto de profecía, comparado a mirar a través de un cristal completamente traslúcido; una vez más, el nivel más alto de revelación Divina. Iaacov usa el pronombre “éste” dos veces más: “Éste no es otro lugar que la casa de Dios, y este, es el portal del cielo”.

En esta dimensión sumamente elevada de Divinidad, la opacidad normal de la dimensión física que vela su esencia interior se disuelve y lo físico se vuelve translucido, permitiendo que pueda ser observado su aspecto espiritual interior –como viendo a través de un cristal. Los sabios relatan que la relación entre Dios y el espacio-tiempo es tal que “Él es el espacio del mundo, pero el mundo no está en Su espacio”. Así, cuando lo físico se vuelve translúcido, Dios puede ser visto como su realidad subyacente (su espacio-lugar). Pero aun así, no podemos identificar la realidad física con Dios, porque Dios no puede ser contenido solamente en lo físico.

Matemáticamente, el valor de “Él es su espacio” הוא מקומו, hu mekemó, es igual a “tzadik” צדיק, o “Él” הוא veces “bueno” טוב (12 x 17). “Del mundo” של עולם, shel olam, es igual a 2 veces “Rajel” רחל, o “poder” כח, coaj veces “bueno” טוב, tov (28 x 17)

LA REVELACIÓN DE DIOS

Ya mencionamos que los sabios interpretan la palabra “Y se encontró” ויפגע, vaifgá, como un rezo íntimo. También ya hemos notado que rezar en Cabalá es considerado el ejemplo más importante del trabajo de unificación, creando una unión entre el hombre y Dios, y entre varios partzufim, que sólo puede ser comparada a la unión entre esposo y esposa. Hasta ahora hemos descrito cómo estos tres ejemplos de la palabra “lugar”, forman una progresión en la revelación de la santidad de Dios, desde Mundos, a Almas, a Divinidad, relacionando esta revelación al individuo. Ahora, veamos cómo esta progresión puede ser vista en el contexto de la relación entre el marido y su mujer. Esto preparará el camino para nuestra siguiente exploración del establecimiento de Iaacov del rezo de la tarde.

LAS TRES ETAPAS DE LA PROCREACIÓN

Desde una perspectiva más amplia, las tres dimensiones de Mundo, Alma, y Divinidad, corresponden a las tres etapas de la procreación entre el marido y la esposa descritos en la Cabalá. La primera involucra la entrega de la esposa a su marido. El Talmud establece que una mujer no cierra un pacto, o sea no pertenece a un hombre, a menos que ella “se haya convertido en un recipiente”, un eufemismo para describir la primera copulación, cumpliendo un precepto de la Torá. 

La segunda etapa es la segunda copulación. Los sabios estipulan que una mujer no puede quedar embarazada en la primera copulación. El Arizal explica que esto es porque su propósito en la primera vez es manifestar la alianza entre ella y su esposo. Así, sólo durante la segunda etapa se produce generalmente la oportunidad del embarazo. La tercera etapa involucra el embarazo en sí mismo, cuando el óvulo es inseminado y se forma el feto. Claramente, estas tres etapas están descritas en la Cabalá desde su perspectiva espiritual tal como se corresponden uno a uno con las tres dimensiones de Mundos, Alamas, y Divinidad. Ahora, veamos cómo los encontramos referidos en los versículos.

UN SALTO EN EL ESPACIO-TIEMPO

Como mencionamos anteriormente, Iaacov experimentó un pliegue de tiempo-espacio, que en hebreo es llamado קפיצת הארץ, kfitzat haaretz, literalmente un salto de la tierra. La tierra (Monte Moriáh), como si fuera, saltó hacia él permitiéndole completar su viaje en un tiempo milagroso. Este es un ejemplo del vínculo inicial que se forma entre la esposa, simbolizada por la tierra, que necesita dar un salto de fe para crear un pacto con su esposo, simbolizado por Iaacov. El vínculo de esta alianza es más bien algo instintivo, en el sentido de que es una decisión no consciente porque un pacto no es una expresión del intelecto o las emociones de la persona. Es descrito en Jasidut como un vínculo que está por encima de la razón y es inconsciente, y por lo tanto es independiente de todas las circunstancias. En cierto sentido, la primera etapa de la relación de una pareja sana no puede ser experimentada de forma consciente.

Entonces Iaacov se prepara conscientemente a dormir en el lugar. Esto corresponde a la segunda etapa de la relación, donde la pareja puede ocuparse de las diferentes preparaciones espirituales que incrementan la sacralidad y la presencia de Dios entre ellos. Como es explicado en Cabalá, la intención y el propósito que tiene la pareja en su acto de procreación define el tipo de alma que bajarán a este mundo en el cuerpo de su hijo (correspondiendo así a la dimensión del Alma, como vimos antes).

EL HIERRO DE DIOS

En la tercera etapa, Iaacov llega a una completa conciencia de Dios, particularmente de Su Nombre esencial Havaiáh. El significado de este Nombre proviene de la palabra “ser” o “venir a ser”, como volverse algo a partir de la nada. En nuestra experiencia diaria, el ejemplo más fuerte de llegar a ser/Havaiáh es la inseminación del óvulo y la formación del niño en el útero. La exclamación de Iaacov “está Havaiáh” en este lugar, alude al tercer socio, Dios, quien consuma la unión del óvulo y el esperma. 

Iaacov comienza su exclamación con la palabra “ciertamente” אכן, ajén, cuyo valor numérico en hebreo es 71. Esta palabra insinúa el futuro descenso de Iaacov y 70 de sus descendientes a Egipto, el hoyo de la tierra, también llamado el pozo de hierro. Hierro en hebreo es ברזל, barzel, un acrónimo también para los nombres de las 4 mujeres de Iaacov: Bilhah בלהה, Rajel רחל, Zilpah זלפה y Leah לאה.

EL PACTO DE DIOS

Las letras de “ciertamente” son también las letras primarias del Nombre sagrado אנכי, Anoji, que significa “yo”, que aparece en el versículo en donde Dios (אנכי) promete a Iaacov que lo acompañará y lo redimirá sin peligro de Egipto: “descenderé contigo a Egipto y también te sacaré”. El Nombre Havaiáh y los 70 de la progenie de Iaacov también están insinuados en las dos primeras letras “de Iaacov” יעקב. La letra, י (iud) es la primera letra de Havaiáh, el Nombre esencial de Dios. La segunda letra es ע (ain) cuyo valor numérico es 70!.

La guematria de la frase entera “el Eterno está presente en este lugar”,יש יהוה במקום הזה  es 541, también el valor numérico “de Israel”, ישראל, el nombre que indica la revelación de Dios en el propio Iaacov y en sus descendientes, el pueblo judío. 

“Ciertamente el Eterno está presente en este lugar” אכן יש יהוה במקום הזה, ajén iesh Havaiáh bamakom hazéh, es exactamente igual a la palabra “pacto” ברית; brit, y a la frase “y yo no sabía”, ¡ואנכי לא ידעתי!, ¡veanoji lo iadati!

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