TRES ALMAS Y TRES FORMAS DE FE

SERIE EMUNÁ Parte 2. Mira la primera parte aquí.

Las Tres Almas

Está escrito al principio del Tania[1] que una persona tiene dos almas: un alma divina y un alma animal. Al profundizar en la literatura jasídica descubrimos un alma adicional que media entre el alma Divina y el alma animal: el alma intelectual.[2]

Todo judío desde Abraham nuestro patriarca en adelante posee un alma divina además de las almas intelectual y animal. Por otro lado, un no judío tiene dos almas, la intelectual y la animal. Dentro de un no judío la dinámica psicológica se genera entre estas dos almas, creando tensión y conflicto interno que requiere una resolución. El alma intelectual de un judío tiene una naturaleza diferente a la de un no judío, además de poseer un intelecto humano está combinado con un carácter judío único.

Cada una de estas tres almas posee un conjunto completo de facultades. Según el principio de que “Dios hizo una cosa opuesta a la otra”[3], todo lo que existe en el alma divina existe también en las almas intelectual y animal. En correspondencia con estas tres almas hay tres tipos de fe. Cada alma tiene su propia fe única (su propia Cabeza Incognoscible de la corona[4]), y todas sus facultades están moldeadas conforme la forma de ese tipo de fe.

La fe absoluta del alma Divina rectifica todas las facultades del alma transformándolas en facultades Divinas. Abraham mereció su alma Divina al esclarecer y rectificar su verdadera fe, por lo tanto, adquirió un nuevo conjunto de facultades del alma a las que nos referimos como el “alma divina”. Abraham se identificó y se hizo uno con su alma Divina hasta el punto en que se convirtió en un fenómeno “genético” inherente en él. A continuación transmite estos “genes” espirituales a sus descendientes del mismo modo que los genes físicos son heredados por la descendencia. Este es el significado espiritual de las palabras “Porque en Itzjak será llamada tu simiente.”[5]

Es importante enfatizar que cuando un individuo adopta una forma de fe verdadera y clarificada, todas las demás variantes de fe pasan a ser secundarias. Aun así, es importante darse cuenta de que incluso una forma secundaria de fe, incluso una que sea supersticiosa y no esté basada en la verdad, actuará para elaborar un conjunto completo de facultades del alma que dependen de ella. Cada fe da lugar a un alma completa, por así decirlo, que finalmente encontrará expresión en una forma particular de hacer. Cada persona, sea judía o no, tiene una fe específica que se expresa característicamente a través de sus acciones.

La fe del alma Divina es la creencia en el Dios único, unificado y singular, y se revela a la persona cuando alcanza el nivel de soledad existencial[6]. Es cuando alcanzan esta soledad que la luz de Dios se extiende, desciende e impregna todas las manifestaciones de su vida. Al principio, la luz es completamente abstracta, y luego se inviste en todas las vestimentas del alma.

El alma intelectual pone su fe en la razón y el conocimiento (o la ciencia). Una persona que cree en el intelecto siempre busca la sabiduría y se esfuerza por aprender más y más. Un individuo así no cree en su propia vanidad y emociones iniciales, sino en las conclusiones intelectuales que publica el mundo académico. Naturalmente, se postra ante cualquiera que crea que tiene más conocimiento o sabiduría y defiende la máxima: “Acepta la verdad de cualquier persona que la proclame”.

En contraste, la fe del alma animal es la creencia del individuo en sí mismo, siguiendo el verso, “Mi destreza y el poder de mi mano han cosechado el éxito que he alcanzado.”[7] En el contexto de la salud mental, cuando una persona pasa por una crisis en la vida, todo terapeuta y psicólogo se centrará en la necesidad de fortalecer y sanar su fe – es decir, su fe en sí mismo. El psicólogo del alma animal tendrá como objetivo reforzar la fe del individuo en sí mismo. Esta es precisamente la fe del alma animal.

Aquí no hay Cancelaciones

Es importante recalcar que el alma Divina saludable no cancela ni anula la existencia de las otras dos almas – la intelectual y la animal – ni su fe. La fe en la sabiduría de la Torá y la aspiración a conocerla están incluidas en la creencia en Dios, el dador de la Torá, y así sucesivamente. En cuanto a la fe en el intelecto humano, nuestros sabios decían: “Creed que hay sabiduría entre las naciones” (aunque, al mismo tiempo, “no creáis que hay Torá entre las naciones”). Asimismo, la creencia de una persona en sí misma y en sus capacidades, que lleva a la auto confianza (cualidad necesaria para la vida y un pilar fundamental de la salud mental, como se explica en Jasidut[8]), puede ser positiva, siempre que la persona sea consciente de la fuente de su éxito; que sepa que todo lo que posee y todo lo que ha logrado proviene de Dios, “porque es Él quien te da la fuerza necesaria para el éxito”[9].

Así como ciertas cosas se captan mejor usando una descripción positiva (es decir, describiendo lo que son), otras necesitan ser descritas por negación (es decir, describiendo lo que no son).[10] La fe pura puede captarse principalmente a través del enfoque negador, y si uno quiere intuir un poco lo que es la fe en Dios, debe despojarse de la esencia de otros credos: la fe en Dios no es de la misma naturaleza que la fe que se traduce en autoconfianza  ni es del mismo tipo que la fe en el conocimiento científico. La autoconfianza pertenece a las facultades emocionales (bondad a través de reinado). La fe en la razón (o ciencia), por supuesto, pertenece a las facultades intelectuales (sabiduría, entendimiento y conocimiento). Por el contrario, la fe en Dios no se basa ni en el intelecto ni en las emociones, sino que las trasciende. La fe en Dios reside más arriba, en las facultades supra conscientes que se encuentran en la corona – en el verdadero Radla, la Cabeza Incognoscible.

Niveles de Fe en el Alma Divina

En general, según la Cabalá y el Jasidut, en un estado rectificado, dondequiera que haya elementos múltiples, debe haber inter-inclusión, hitcalelut (הִתְכַּלְּלוּת), entre ellos. Lo que esto significa es que cada elemento contiene un aspecto de todos los demás elementos. Para ilustrar, comencemos con los tres aspectos de la fe dentro del alma Divina:

Como se mencionó,[11] la fe del alma Divina es la fe en el Dios Uno, Singular y Único, por medio de la soledad existencial ya comentada. Esa es la esencia de la fe del alma Divina.

El aspecto intelectual de la fe en el alma Divina (el alma intelectual dentro del alma Divina) es la fe en la Torá. El Zohar dice,[12] “La Torá surgió de la sabiduría”, oraita mejojmá nafkat (אוֹרָיְתָא מֵחָכְמָה נָפְקַת). La Torá, como la sabiduría, se revela y progresa, como se afirma en numerosas ocasiones en el Zohar: “Rabí Shimón abrió…”. En cada generación, el sabio de la generación abre nuevos canales de abundancia, de una nueva Torá. Por supuesto, uno no puede comparar la sabiduría de la Torá con ninguna otra sabiduría y, de la misma manera, uno no puede comparar la fe en la sabiduría de la Torá con la fe en el intelecto humano y sus logros. Por otro lado, el carácter único de la Torá radica precisamente en el hecho de que a pesar de que su esencia es divina, también es absorbida por el intelecto humano. Lo que tienen en común la fe en la Torá y la fe en la razón es que incluso el judío, desde la perspectiva de su alma Divina, cree en la sabiduría (la sabiduría de la Torá) y la persigue, tratando de conocerla.

Volviendo a la fe del alma animal dentro de la fe del alma Divina, podemos asociarla claramente con un nivel elevado del alma animal descrita como la sagrada “behemot” (בְּהֵמוֹת). En el Tania,[13] este nivel de alma animal se describe como “el animal que precede [al Mundo] de Emanación”. La fe que está por encima del intelecto es llamada behemot por el rey David cuando dice:

“Soy un ignorante, no sé; soy [como] un behemot conTigo. Sin embargo, estoy constantemente conTigo; Me has tomado de mi mano derecha”[14]

(וַאֲנִי בַעַר וְלֹא אֵדָע בְּהֵמוֹת הָיִיתִי עִמָּךְ. וַאֲ נִי תָמִיד עִמָּךְ אָחַזְתָּ בְּיַד יְמִינִי)

El rey David describe su fe como si estuviera siguiendo a Dios como un behemot [bestia], con el poder de una fe sincera que se encuentra en las almas de los judíos más simples. En contraste con la conciencia Divina o la sabiduría de la Torá que se encuentra en las personas de gran estatura, dentro de cada judío (tan inculto como sea) está grabada una fe sincera e innata en Dios.

De hecho, el Baal Shem Tov enseñó que, así como uno debe creer en Dios, que Él está presente aquí, en todas partes y en todo momento, uno debe creer en cada judío en cada situación en la que se encuentre. La fe en cada judío es diferente de lo que se conoce como “fe en los justos”, emunat tzadikim (אֱמוּנַת צַדִּיקִים). Este tipo de fe pertenece a la confianza depositada en los Tzadikim que tienen almas elevadas y se les conoce como “la simiente de los hombres”.[15] La fe en cada judío pertenece a cada uno de los judíos, incluso a aquellos con almas más bajas, la gente común, conocida como “la simiente de las bestias”.[16] A un judío no sólo se le exige que ame a todos los que forman parte del pueblo judío, sino también que tenga fe en ellos, que crea en la dimensión oculta en cada individuo.

La fe, en general, es lo que capta la dimensión oculta que es invisible a los ojos; el corolario es, por supuesto, que cuando algo es visible, no hay necesidad de fe. La fe en sí misma es un secreto, y un secreto es intrínsecamente incierto. Aun así, la fe nos brinda un sentido interno de certeza en su existencia y veracidad. Creer en el secreto del prójimo significa en realidad creer en la parte de Dios que reside en ellos. Es obvio que hay que creer en el pueblo judío en su conjunto, en el poder de la comunidad, en la Congregación de Israel. La novedosa propuesta del Baal Shem Tov es la fe otorgada a cada individuo del pueblo judío, en cada situación en la que se encuentre. Esto se enlaza fuertemente con la innovación del Baal Shem Tov con respecto a la Divina Providencia personal (en contraste con anteriores concepciones de la Providencia de Dios, que limitaba su alcance al mundo en su conjunto).

Pero es importante enfatizar que la fe en cada miembro individual del pueblo judío se basa precisamente en el así llamado nivel de behemot de fe dentro del alma Divina. En efecto, la fe simple del alma Divina en mí resuena con la misma fe simple que se encuentra dentro del alma Divina de cada judío. Es esta resonancia la que produce la melodía del “amor a Israel” que une a todos los judíos. Incluso las personas elevadas reconocen la melodía formada por la unión de dos almas judías a través de la virtud de la fe simple y se esfuerzan por conectarse con ella y contribuir a ella.

Así, uno de los fundamentos centrales del Jasidut es la creencia tripartita del alma Divina en Dios, en la Torá y en cada judío. Este pilar de la vida jasídica se repite en las palabras citadas con frecuencia del Zohar: “Tres nudos están entrelazados: Israel, la Torá y el Santo Bendito Es”.[17] Otra cita muy conocida del Zohar reitera este principio: “Israel, la Torá y el Santo Bendito Es son todos uno”.[18] Ambas citas se refieren a la inter-inclusión de las marcas de fe del alma intelectual y animal dentro del alma Divina: la fe del alma Divina en Dios, la fe del alma intelectual en la Torá, y la fe del alma animal en cada judío, en cualquier estado en que se encuentre.

Niveles de Fe en el Alma Intelectual

¿Cuáles son las tres formas de fe inter-incluidas que se encuentran en el alma intelectual?

Una suposición obvia es que cada facultad o atributo que existe conscientemente en el alma debe originarse en la parte supra-consciente del alma. Por ejemplo, la inteligencia aparece en la mente como un relámpago que emana de un cielo oscuro y golpea el suelo (el cielo oscuro representa la super-conciencia y el suelo nuestra conciencia).

La mayoría de los físicos de hoy entienden que para que exista el Universo, debe haber algo de conciencia. Lo que queda por investigar es si esta conciencia es la del individuo que observa un fenómeno específico, si es la conciencia colectiva de la humanidad como un todo, o si es una conciencia totalmente abstracta. Cuanto más reconozcamos que la conciencia en cuestión es en realidad la conciencia del Creador, más claro tendremos que los objetos existen incluso antes de que una conciencia particular llegue a saberlo. O como dice la Torá: “En el principio, Dios creó los cielos y la tierra”, revela que las leyes de la naturaleza tienen una existencia independiente, seamos o no conscientes de ellas.

Todo científico quiere descubrir más y más conocimiento. Sin embargo, más allá de todo el conocimiento que se puede descubrir, existe sin duda un tesoro infinito de conocimiento que aún se puede descubrir. Llamemos a este tesoro la “inconsciencia de la consciencia general del Universo”. Quien reconoce este manantial infinito de conocimiento se ha sintonizado con la inteligencia del Universo. Creer en la inteligencia del Universo está muy cerca de creer en Dios, una correlación que queda plasmada en la famosa equivalencia numérica (guematria) de la palabra hebrea para “la naturaleza”, hateva (הַטֶּבַע) y el Nombre de Dios, Elokim (אֱ-לֹהִים).

Esta creencia es definitivamente compartida tanto por judíos como por no judíos. Incluso el Faraón, el rey de Egipto, creía en Elokim (nuevamente, equivalente a “la naturaleza”), pero no creía en el Nombre esencial de Dios, Havaiá, como dice: “No reconozco a Havaiá”.[19] El Faraón no reconoció a Havaiá porque este conocimiento es exclusivo del pueblo judío que dice dos veces al día: “Escucha, oh Israel, Havaiá es nuestro Dios, Havaiá es uno”.[20] Aun así, la creencia en la inteligencia del Universo constituye la inter-inclusión del alma Divina dentro de la fe del alma Intelectual.

Sin embargo, hay quienes, aunque no creen en esta inteligencia Universal pero sí creen en la veracidad de nuestro conocimiento actual, el conocimiento recopilado hoy por científicos, médicos, etc. Un individuo así no necesariamente niega que el Universo sea inteligente y que el conocimiento que podemos recopilar sea ilimitado, pero todo lo que está más allá de lo que sabemos actualmente se considera irrelevante. Tal es el aspecto esencial de la fe intelectual ejercida por el alma intelectual.

Por último, están aquellos que creen en las suposiciones y convenciones de la cultura en la que viven. El individuo con este aspecto de fe intelectual, construye su vida en base a la fe en la moral existente dictada por la cultura. Lo principal para él en la vida es ser un servidor de la sociedad y la cultura. Invierte toda su fe en vivir de acuerdo con sus semejantes y ser aceptado por la sociedad. Él cree que esta moralidad es la verdad y que no hay nada superior a ella. La fe de esta naturaleza constituye la inter-inclusión del alma animal en la fe del alma intelectual.

Niveles de Fe en el Alma Animal

Así como hemos visto los tres aspectos de la fe del alma Divina y la fe del alma intelectual que representa su inter-inclusión con cada una de las otras almas, podemos identificar tres aspectos distintos de la fe en el alma animal.

La ley judía distingue entre los animales domésticos más toscos, como el buey, y los más delicados, como las cabras y las ovejas. Entonces, primero, consideremos a aquellas personas con un alma animal más refinada, que se asemejan a los animales más delicados. Estos individuos creerán en su capacidad para acceder a poderes superiores, guías espirituales y mentores extraterrestres, etc.; tienen una fuerte creencia en la existencia de lo sobrenatural. Aunque estos poderes aparentemente trascienden el intelecto de esta persona, él o ella los considerará parte de sí mismos. Lo consideran como la dimensión superintelectual de su personalidad. Tales individuos creen que tienen una conexión superintelectual de la extraen inspiración, y según la cual viven sus vidas. Esta es la corona de la fe del alma animal, o la inter-inclusión del alma Divina dentro de la fe del alma animal.

Un segundo tipo de individuo pone su fe en su propia sabiduría y en su capacidad para triunfar gracias a su virtud. Él cree que con su sabiduría puede lograr todo lo que quiere en la vida. Cuando una persona cree en su propio intelecto, no procede del alma intelectual sino del alma animal; identifica su intelecto consigo mismo y cree en sí mismo. No se anula ante nadie que sea más sabio que él. Este es puro ego procedente del alma animal, pero el objeto de la fe del ego es su propio intelecto.

Por último, hay una persona cuya fe está en su cuerpo. Esto no se refiere solo a su cuerpo físico y su fuerza o habilidades físicas (aunque existen tales individuos; piense en una estrella del fútbol tipo quarterback), sino también a su carácter y fortalezas emocionales. Esta es la fe esencial del alma animal, descrita en la Torá como fe en, “mi fuerza y el poder de mi mano”.[21]

En conclusión, incluso en el alma animal, hay una integración de los tres aspectos de la fe – fe en los poderes supra-conscientes propios, fe en el intelecto propio y fe en el cuerpo y las emociones propias.

Resumamos todo lo que hemos visto en un gráfico:

 Aspecto divinoAspecto intelectualAspecto animal
del alma divinaFe absoluta en Dios como Uno, Singular y ÚnicoFe en la ToráFe en lo que está por encima del intelecto y la razón. Fe en un judío
del alma intelectualFe en una fuente de conocimiento incognoscible, universal e infinitaFe en el conocimiento actualLa fe en la cultura humana
de alma animalFe en lo espiritual y sobrenaturalFe en las propias capacidades intelectualesFe en los rasgos emocionales y el carácter propio

[1] Caps. 1 y 2
[2] Likutei Torá Vaikra 43c y sig.
[3] Eclesiastés 7:14.
[4] Véase la primera parte de esta serie
[5] Génesis 21:12. Véase Nedarim 31a, “‘En Itzjak [parte de Itzjak] y no todo ‘Itzjak”, porque solo Iaacov y sus descendientes llevan el nombre de Abraham.
[6] Consulte la primera parte de esta serie para obtener más información sobre la soledad existencial.
[7] Deuteronomio 8:18
[8]Veáse Klalei Hajinuj VeHaHadrajá de Rabi Iosef Itzjak Schneersohn, Addendum al Sefer HaSijot 5703, cap. 10.
[9] Deuteronomio 8:17
[10] El conocimiento por negación cuando se relaciona con lo Divino se llama teología apofática. Maimónides y la literatura Zohárica utilizan este tipo de descripción, cuando dicen que “Dios es sabio, pero no con la sabiduría de la que somos conscientes”.
[11] En la parte 1 de esta serie.
[12] Zohar 2:85a.
[13] Cáp. 46
[14] Salmos 73:22-23
[15] Jeremias 31:26
[16] Ibid
[17] Veáse Zohar 3:73a
[18] Zohar 1:24a, 2:60a; Tania cáp. 3.
[19] Éxodo 5:2
[20] Deuteronomio 6:4
[21] Deuteronomio 8:17

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