MEDIR UNA MEDIDA

Una vez al mes, el día anterior a Rosh Jodesh, uno de los grandes líderes jasídicos y rabino de la ciudad, Rabi Menajem Mendel de Rimminov, tenía la costumbre de enviar a dos supervisores rabínicos a hacer las rondas de todas las tiendas de la ciudad para comprobar la exactitud de sus pesos y medidas (ver Deut. 25:13-16 en cuanto a la importancia de esto). 

De vez en cuando delegaba esta tarea en su ayudante fiel y brillante (¡y eventual sucesor!) rabino Tzvi-Hirsh Kohen.

Una vez, R. Tzvi Hirsh, junto con su compañero, encontraron una medida inválida en la tienda de un hombre muy rico, que también tenía cierta base de estudio de la Torá y fantaseaba ser algo erudito. Cuando R. Tzvi Hirsh le increpó poseer tal medida, respondió fríamente que no tenía importancia, porque no utilizaba esa medida en particular para comprar o vender.

R. Tzvi Hirsh respondió rápidamente con una cita del Talmud (Baba Batra) que está prohibido tener un peso o medida incorrecto en la propia casa, incluso si sólo se utiliza como recipiente para la orina! A lo que el hombre rico comentó con desdén: “¿Shaul está también entre los profetas?” (ver Shmuel I 10:11) – “¿Acaso Hershel es legislador en la ley judía?”.

Rabi Tzvi Hirsh permaneció en silencio, sólo se limitó a tomar la medida e cuestión y la aplastó con su bota.

Cuando los emisarios regresaron al Rebe, le preguntó a Rev Tzvi Hirsh si había encontrado exactos los pesos y las medidas. Rev Tzvi Hirsh respondió brevemente: “Sí. Todo está como tiene que ser”, ocultando al Rebe lo que había pasado en la tienda del comerciante rico, para evitar cualquier sufrimiento que pueda ocurrirle como consecuencia de la desaprobación del Rebe.

Pero entonces el Rebe preguntó al otro rabino también su informe, y le contó todo lo ocurrido con el rico comerciante.

Inmediatamente el Rebe llamó a uno de sus otros ayudantes, y le ordenó que anunciara a cierta hora que el Rebe estaría dando una lección especial en la sinagoga y que todos debían asistir. Le dio instrucciones de llamar a las puertas de todos los jefes de familia para informarles, a excepción de la puerta de este hombre rico en particular.

Una vez que toda la comunidad estaba debidamente reunida en la sinagoga, y el Rimminover les habló largo y tendido sobre la importancia del precepto de tener y mantener los pesos y medidas exactos.

La voz llegó rápidamente al comerciante rico de lo que estaba teniendo lugar en la sinagoga donde estaban todos menos a él, y fue dominado por el miedo cuando se dio cuenta de que la razón por la que el Rebe estaba levantando este furor era únicamente por él. Corrió a la sinagoga y de inmediato al entrar se quitó los zapatos, en señal de sumisión y remordimiento. Le rogó al Rabino Mendel lo perdone.

El rabino aceptó perdonarlo, con la condición de que done cincuenta monedas de ducados de oro para una causa benéfica digna. También añadió: “Has menospreciado los conocimientos de Torá de Rev Tzvi Hirsh. ¡Yo te digo que quién sabe si incluso el director de la ieshivá Celestial a la que asistirás después de 120 será capaz de igualarlo!”

Curiosamente, mientras el Rebe estaba dando su discurso, antes de que el rico comerciante llegase, la gente notó que los labios de Rev Tzví Hirsh se movían sin cesar, aunque nadie podía oír sus palabras. Después que el incidente hubo terminado le preguntaron lo que había estado diciendo. Él respondió que había estado orando una y otra vez que el comerciante llegue para apaciguar al Rebe a tiempo para evitar el castigo

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