PARTE 2 EDUCACIÓN: PERFECCIONAR LA COMUNIDAD HUMANA

Las ideas básicas presentadas aquí provienen de “Una Guía”, escrito en 1898 por el Rabino Iosef Itzjak Shneersohn, el sexto Rebe de Jabad Lubavitch. Este discurso fue escrito inicialmente como un “manual de entrenamiento” para mashpiim, aquellos rabinos responsables del desarrollo del carácter espiritual de los estudiantes de ieshiva. En 1943, el Rebe liberó estas enseñanzas para que lleguen al público en general. Razonó que por cuanto estamos viviendo en la era mesiánica, con su ritmo acelerado de crecimiento y cambio, todo encuentro interpersonal debe ser utilizado como una oportunidad para el crecimiento mutuo.


Además de los principios básicos de educación, este trabajo presenta también las siete cualidades de buen educador y consejero espiritual del Rabi Iosef Itzjak. Estas pueden parecer engañosamente simples, pero en verdad, cada una se adquiere sólo con práctica y arduo trabajo. Pero no es suficiente leer acerca del tema. Obviamente, se puede leer este material para obtener la técnica y conseguir una invalorable perspectiva acerca del sistema psicológico y educativo de la Torá. Sin embargo, la persona que desee realmente desarrollar sus habilidades de maestro y consejero debe encontrar las formas de experimentar y aplicar la información en su vida.


¿Puede una persona aprender a tocar el violín estudiando libros de teoría, acordes y las posiciones de los dedos? Por supuesto que no. La verdadera destreza se adquiere por medio de la práctica, y el progreso será un reflejo del tiempo invertido en el esfuerzo puesto en entrenar las manos para que respondan a las órdenes de la mente, y así tocar el instrumento de acuerdo a la música.


Este es el requisito necesario para la internalización o integración, cuando el conocimiento intelectual se “corporiza” a nivel físico del ser, de tal manera que nuestro comportamiento habitual expresa automáticamente esas verdades. Y para esto no hay atajos, el progreso se consigue sólo por medio de la práctica tediosa y el trabajo duro.
Este trabajo duro no sólo es importante, sino esencial para todos, porque la educación, en el sentido profundo de la palabra, es una responsabilidad de cada uno. Debemos ayudar a cada uno y uno. Cuanto más nos familiaricemos con los principios básicos de la educación, más exitosos serán nuestros esfuerzos al luchar por el perfeccionamiento de la comunidad humana y así llevar a cabo el propósito de la creación.

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