QUÍMICA

TORÁ Y CIENCIA

Universidad de la Torá

QUÍMICA

QUÍMICA

La Torá y la Tabla Periódica 3

2. La contrapartida cabalística de la Tabla Periódica 4

3. Acerca de la relación entre la espiritualidad y lo mundano en la Torá 6

4. La Naturaleza y la Divinidad 8

5. 92 Elementos Naturales. 8

Elementos inertes y no inertes. 8

7. ‘Integridad’ Espiritualidad 9

8. La Integridad de los Patriarcas. 11

9. La Periodicidad Inerte Históricamente 12

10. Llenado de los Orbitales de los 6 Gases Inertes. 12

Tabla 2 13

11. Patrones Matemáticos en los Elementos Inertes. 16

Tabla 3 16

Tabla 4 17

Tabla 5 18

12. Metales y No-Metales 18

Tabla 6 19

13. Metales e Hidrógeno 21

Tabla 7 21

Elokim como una Conciencia Creativa 23

MEDITACIONES JASÍDICAS 25

Año 5783 25

“Saltando y Pasando por Alto: Dios, los electrones y nosotros 25

Saltando y pasando por alto en el servicio de Dios 26

La Torá y la Tabla Periódica

1. ANTECEDENTES TEÓRICOS

Uno de los símbolos más conocidos y universales de la ciencia moderna en general y de la química en particular es la Tabla Periódica de los Elementos . La que conocemos en la actualidad fue construida durante al menos 300 años. Las tablas de Geoffroy (1718) y Lavoisier (1787) fueron primeros esfuerzos por agrupar los elementos. La teoría atómica formulada por Dalton en los comienzos de 1800 brindó a los químicos una base sólida para clasificar los elementos y estimuló vigorosamente la experimentación que culminó con el desarrollo de forma moderna de la tabla periódica en 1869 (ver figura 1).

TABLA

Figure 1

Desde los primeros agrupamientos rudimentarios de los compuestos químicos hasta nuestra clasificación moderna que reconoce la periodicidad de los elementos atómicos, las tablas químicas están basadas usualmente en una teoría implícita de la composición de la materia, que comparten un axioma en común: toda la materia del universo está compuesta por una variedad finita de elementos básicos. Estos “ladrillos” han sido conocidos desde la antigua Grecia hasta el presente como átomos .

En la tabla moderna de los elementos químicos, los diferentes átomos están identificados y ordenados por su número atómico. El átomo se define como la unidad más pequeña de un elemento que se puede combinar con otro elemento. Según la teoría atómica están compuestos por un núcleo, hecho de protones y neutrones, y electrones girando a su alrededor. El número atómico identifica la cantidad de protones en el núcleo del elemento. Los átomos pueden ganar o perder electrones y la facilidad con que lo hacen es una medida de su reactividad.

Los elementos están ordenados en la tabla en columnas y filas o períodos. Como su nombre lo implica es de naturaleza periódica , o sea que los elementos están ubicados en base a sus características compartidas y recurrentes (periódicas). Se observa que la periodicidad de las propiedades de los elementos es más fuerte bajando por las columnas de la tabla. El ejemplo más evidente de este fenómeno está en la última columna de la derecha ocupada por los 6 gases nobles o inertes, que comparten la característica de la falta de reactividad, resultante de su incapacidad de ganar o perder electrones.

Otro ejemplo: el primer elemento de la tabla, el gas Hidrógeno (H), el segundo el gas noble Helio (He) y el tercero, el Litio (Li) un metal liviano reactivo. En la fila inmediata inferior encontramos con un intervalo de 8 elementos desde el H al Fluor (F), Neón (Ne) y Sodio (Na), un gas, un gas noble y un metal liviano reactivo. Otra fila más abajo o sea 8 elementos más adelante hallamos al Cloro (Cl), Argón (Ar) y Potasio (K), con las mismas características respectivamente.

Esta notable predictibilidad de las propiedades de los elementos de la tabla periódica permitió a los químicos “describir” a los elementos aun no identificados según su supuesta ubicación en la tabla. Ese fue el caso cuando en 1871 Dimitry Mendeleyev, el químico ruso que formuló inicialmente la ley periódica, describió correctamente las propiedades del elemento entre el Silicio (Si, 14) y el Estaño Sn (50) que llamó ekasilicio. El elemento en cuestión no fue identificado hasta 1886 por un químico Alemán que lo llamó Germanio.

2. La contrapartida cabalística de la Tabla Periódica

En este artículo nuestro objetivo es presentar una analogía completa y exacta de la moderna tabla periódica con la Torá. El motivo está explicado en los capítulos precedentes, cuando hablamos de la Universidad de la Torah y la Ciencia. Para hacerlo de una manera metodológica, primero debemos cerciorarnos de que la Torá contiene ejemplos de los dos conceptos centrales en que se basa el contenido y la forma de la Tabla Periódica: los átomos (1) y la periodicidad (2) .

La noción de que la toda creación está construida a partir de una variedad limitada de “ ladrillos ” es algo central en el primer documento cabalístico conocido (e incidentalmente el primer libro de gramática hebrea) el Libro de la Formación Sefer Ietzirá . De allí esta noción asume un rol central a través de la tradición cabalística y esotérica dentro de la Torá.

Este libro se refiere específicamente a Génesis y, siguiendo una perspectiva lingüística espiritual, identifica 32 elementos no corpóreos o átomos. Son las 10 sefirot [que corresponden a las 10 aserciones maamarim , מאמרים ) dichas por Dios cuando creó el mundo] y las 22 letras del alfabeto hebreo [con las cuales se construyeron las aserciones]. Juntos, estos 32 átomos forman la base del lenguaje y el habla, los canales del proceso creativo.

Sin embargo, a pesar que el Libro de la Formación nos provee la noción de los bloques básicos para la construcción del universo, los átomos que identifica no

No obstante, aunque el Libro de la Creación nos provee la noción de la construcción del Universo por medio de bloques básicos, los átomos que identifica no se ajustan para nuestros propósitos de correspondencia. En primer término, porque son de dos categorías diferentes: una (las acersiones), claramente se encuentran en una jerarqu ía claramente por encima de la otra, (las letras). En segundo término, porque estamos procurando una correspondencia uno a uno entre los átomos de la tabla periódica y alguna unidad correspondiente en la Torá.

Sin embargo, una pieza de invaluable valor dentro del Libro de la Creación es la idea de que si encontrásemos los elementos equivalentes a los átomos en la Torá, debería estar contenida en el Génesis, en donde se describe el acto de la creación. ¿En que mejor lugar deberíamos buscar los átomos de la Torá , sino en donde la misma Creación fue construida?

* * *

Para explicar la correspondencia que hemos encontrado, mencionemos en primer término, que de los 100 o más elementos descriptos, solo 92 de ellos ocurren en forma natural. Los átomos de elementos cuyo número atómico es mayor a 92 pueden ser sintetizados artificialmente, aunque son generalmente inestables y sufren reacomodaciones en sus núcleos, resultando ser de corta vida ya que su radioactividad decae en muy corto tiempo, luego de ser sintetizados.

Y ahora ocupémonos de nuestra correspondencia: una de las más importantes contribuciones realizadas al pensamiento Judío, en el pasado reciente, ha sido el trabajo del Rav Zalman Pinjas Horowitz. Hasta donde llega nuestro conocimiento, fue el primero que enumeró correctamente el número de veces que el Tetragrama ( Iud-Hei-Vav-Hei ) aparece en el Pentateuco: 1820 veces. Más sorprendente aún es la innovadora forma de catalogar las palabras distintas que contiene el Pentateuco, que asombrosamente encontró que eran exactamente el número 1820.

Esta igualdad numérica requiere todavía mucha investigación, pero aquí vamos a destacar un hecho relacionado con nuestro tema en particular: del total de 1820 palabras únicas contenidas en el Pentateuco, la sección que describe la Creación (Génesis 1:1 al 2:3 inclusive) contiene exactamente 92 palabras únicas o distintas.

Ciertamente, como ya lo hemos mencionado, esta sección de la Torah describe literalmente la creación de la materia en el Universo, y encaja aquí con la correspondencia que procurábamos encontrar: el paralelismo con los 92 elementos naturales descriptos e identificados por la ciencia moderna.

Antes de continuar, procedamos a incorporar a la conocida tabla periódica de elementos, las 92 palabras diferentes o únicas del Génesis, puestas en orden:

1
H
בראשית
2
He
ברא
3
Li
אלהים
4
Be
את
5
B
השמים
6
C
הארץ
7
N
היתה
8
O
תהו
9
F
ובהו
10
Ne
וחשך
11
Na
על
12
Mg
פני
13
Al
תהום
14
Si
ורוח
15
P
מרחפת
16
S
המים
17
Cl
ויאמר
18
Ar
אור
19
K
וירא
20
Ca
כי
21
Sc
טוב
22
Ti
ויבדל
23
V
בין
24
Cr
ויקרא
25
Mn
יום
26
Fe
לילה
27
Co
ערב
28
Ni
בקר
29
Cu
אחד
30
Zn
רקיע
31
Ga
בתוך
32
Ge
ויעש
33
As
אשר
34
Se
מתחת
35
Gr
כן
36
Kr
שני
37
Rb
יקוו
38
Sr
אל
39
Y
מקום
40
Zr
היבשה
41
Nb
ימים
42
Mo
תדשא
43
Tc
עשב
44
Ru
מזריע
45
Rh
עץ
46
Pd
פרי
47
Ag
למינו
48
Cd
בו
49
In
ותוצא
50
Sn
שלישי
51
Sb
לאותות
52
Te
ולמועדים
53
I
ושנים
54
Xe
הגדולים
55
Cs
לממשלת
56
Ba
הקטן
57
La
הכוכבים
72
Hf
בהמה
73
Ta
האדמה
74
W
בצלמנו
75
Re
כדמותנו
76
Os
וירדו
77
Ir
בדגת
78
Pt
זכר
79
Au
ונקבה
80
Hg
להם
81
Tl
וכבשה
82
Pb
הנה
83
Bi
לאכלה
84
Po
ירק
85
At
מאד
86
Rn
הששי
87
Fr
ויכלו
88
Ra
צבאם
89
Ac
השביעי
58
Ce
ויתן
59
Pr
רביעי
60
Nd
ישרצו
61
Pm
נפש
62
Sm
חיה
63
Eu
ועוף
64
Gd
התנינים
65
Tb
כל
66
Dy
הרמשת
67
Ho
כנף
68
Er
ויברך
69
Tm
ורבו
70
Yb
ומלאו
71
Lu
חמישי
90
Th
מלאכתו
91
Pa
וישבת
92
U
ויקדש
93
Np
94
Pu
95
Am
96
Cm
97
Bk
98
Cf
99
Es
100
Fm
101
Md
102
No
103
Lr

Siguiendo nuestra metodología, debemos ahora buscar la periodicidad, el segundo principio organizador mencionado anteriormente. A tales efectos, examinemos y entendamos primero, en profundidad, la naturaleza, la estructura y la forma de los períodos en la tabla de elementos, y el modelo usado para explicar esta periodicidad. Exploraremos luego modelos espirituales paralelos encontrados en Cabalá y Jasidut. En próximos artículos utilizaremos nuestros hallazgos para examinar la periodicidad inherente en nuestra tabla de elementos paralelos contenidos en la Torá, de acuerdo al cuadro presentado anterior .

3. Acerca de la relación entre la espiritualidad y lo mundano en la Torá

Antes de comenzar nuestro análisis, volvamos unos pasos para atrás para decir algunas palabras acerca de la lógica para buscar en la Torá modelos que puedan describir (directa o indirectamente) los fenómenos naturales.

El mundo físico y sus atributos son generalmente descriptos como un reflejo o una manifestación de la esfera espiritual, y como tal, estudiando el mundo físico podremos llegar a conocer más acerca de los mundos espirituales, y en definitiva a nuestro Creador.

La tradición Judía explica que existen dos maneras de describir la relación entre la Torá y la realidad del mundo físico:

La primera y más comúnmente aceptada es que la Torá trata de asuntos cotidianos, (por ejemplo las leyes de comercio, obligaciones, etc.) pero estos asuntos cotidianos se deben encontrar reflejados, por así decirlo, también en las dimensiones superiores (o internas) del universo. Es así que podemos decir que la Torá puede ser interpretada como que dice algo acerca del mundo espiritual, además de lo mundano. Esta interpretación puede ser tan simple como hablar del espíritu de la ley (en oposición a la letra de la ley). O puede formar la base para un complejo e intrincado (antropomórfico) análisis de la Divinidad , basado en la Torá.

La segunda aproximación, sustentada por el jasidismo, sostiene que el principal asunto que trata Torá son las dimensiones espirituales elevadas (o internas) del universo, y son ellas las que también son reflejadas o imitadas en las dimensiones materiales cotidianas inferiores. Por lo tanto, podemos decir que el significado literal de la Torá es espiritual, y que una interpretación no literal o alegórica nos enseña acerca del mundo físico cotidiano.

La segunda aproximación puede parecer problemática, ya que la Torá no parece emplear un lenguaje “espiritual” (nótese la falta de mención de ángeles o algún otro artefacto “celestial”). De hecho, parece que se trata de lo contrario, ya que las historias que relatadas y los mandamientos de Dios que encontramos en el texto bíblico, parecen hablar directamente de un mundo real, tal como era hace algunos miles de años. La respuesta a este punto la encontramos en la conocida sentencia Talmúdica que dice “la Torá habla el lenguaje de los hombres”. En otras palabras, a pesar que los asuntos que trata la Torá son ciertamente espirituales, su lenguaje es cotidiano- “el lenguaje de los hombres”- tal como el lenguaje que emplea para referirse a objetos y asuntos familiares de los seres humanos.

Armados con estas dos nociones básicas respecto los asuntos que trata y el lenguaje de la Torá, sostenemos que estudiando el mundo físico usando métodos científicos (que debería darnos una clara imagen de los fenómenos físicos) deberíamos encontrar paralelismos entre la terminología “física” de la Torá, y los descubrimientos de la ciencia experimental en lo que a estos fenómenos se refiere. Relacionar nuestro conocimiento de los fenómenos físicos con el vocabulario de la Torá (u otra forma no lingüística de comunicación, como se explicará luego), nos llevará a su vez, a un mejor entendimiento de los asuntos “espirituales”, que son los asuntos “reales” subyacentes. Es así que llegamos a comprender más del reino espiritual utilizando el conocimiento científico.

La Torá contiene distintas clases de información comunicable, como está insinuado en el conocido acrónimo PaRDeS, acróstico que sintetiza los cuatro tipos de análisis textuales, tradicionalmente utilizados para explorar la Torá, a fin de rescatar la información que contiene. Ellos son: pshat (análisis literal), remez (análisis numérico o simbólico), drash (análisis hermenéutico) y sod (análisis basado en modelos asociativos). Con el fin de orientar rápidamente al lector, les hacemos notar que el drash (el análisis hermenéutico) fue utilizado para el estudio de la Halajá ( La Ley Judía ); el Sod (el análisis basado en modelos asociativos) fue desarrollado en su mayoría en la Cabalá de la escuela del Arizal . El presente estudio hará uso de los cuatro tipos de análisis de los textos. Algunas veces, nos referimos al conocimiento que nos llega analizando el remez y el sod como “la sabiduría interna (o esotérica) de la Torá”.

4. La Naturaleza y la Divinidad

Uno de los hallazgos más básicos en la Torá utilizando el análisis del remez (numérico, en este caso) es que el valor numérico de la palabra en hebreo para “la naturaleza” ( הטבע , hateva ) = 86. Este es el valor numérico del nombre de Dios asociado con la creación del mundo natural: Elokim ( א־להים ) = 86. Esta equivalencia numérica se entiende como una indicación de que existe un aspecto de la Divinidad que se encuentra investida en el mundo natural.

Como veremos, esta equivalencia básica sustentará mucho de la presente discusión.

5. 92 Elementos Naturales.

La primera posibilidad de análisis sería ubicar cada elemento con su correspondiente raíz Hebrea, simplemente basándonos en el orden de aparición como en la tabla anterior en el punto A. Una reflexión más profunda nos revelará una alternativa. Las 92 raíces distintas de la historia de la creación están divididas de tal manera que las primeras 86 aparecen en los versículos que se relacionan con los primeros seis días de la creación (Génesis 1:1 al 2:3), en cambio las últimas 6 raíces se encuentran en los versículos que se relacionan con el Shabat (ibid 2:1 a 2:3). Ello nos motiva a buscar la correlación de los 6 gases nobles con las 6 distintas raíces encontradas en el capítulo que se refiere al Shabat, en el Génesis. Por su lado, los restantes 86 elementos se corresponderán ordenadamente con las distintas raíces encontradas en los capítulos relacionados con los 6 días de la creación del Génesis.

Mencionamos esta segunda posibilidad de mapeo, ya que nos interesamos en los gases inertes, como veremos a continuación.

LA TABLA PERIÓDICA DE LOS ELEMENTOS (PARTE 2)

Elementos inertes y no inertes.

Hablando en términos científicos, existen diversas maneras en los cuales los elementos químicos pueden ser acomodados, con el fin de acentuar los diferentes atributos de su periodicidad. Brevemente, cuando observamos la tabla periódica, los elementos son presentados por su nombre, su número atómico, y a veces con la configuración de su valencia electrónica. La tabla periódica de elementos que hallamos normalmente, nos enseña que hay varios tipos de periodicidad, siendo uno de las principales aquella que se basa en los gases nobles o inertes.

Uno de los rasgos más importantes y sobresalientes de los 92 elementos que se encuentran en la naturaleza, es que se pueden dividir en dos grupos, basándonos en la capacidad de formar compuestos: hay 6 que no forman compuestos, llamados gases inertes (o nobles), mientras que los otros 86, sí forman compuestos con otros elementos.

En la tabla periódica de la Figura 1, los gases inertes los hallamos en la columna de la extrema derecha. Gráficamente, la versión moderna de la tabla de los elementos está estructurada de tal manera que la periodicidad de los gases nobles se encuentra acentuada. Sin embargo, como veremos más adelante, la tabla puede ser acomodada (y lo fue históricamente) enteramente alrededor de esta periodicidad.

Esta división básica entre 6 y 86 que observamos en los elementos que ocurren en la naturaleza, ya la encontramos (nuevamente, usando el análisis no literal del texto de la Torá), en el primer versículo de la Torá:

בראשית ברא אלקים את השמים ואת הארץ

Bereshit Bará Elokim et hashamaim veet haaretz

(usualmente traducido como)

“En el comienzo Dios creó los cielos y la tierra.”

Este primer capítulo de la Torá nos narra el acto de la creación del mundo natural. Es importante destacar que aquí se nombra a Dios sólo como Elokim y no por sus otros Nombres, llevándonos a asociar de este Nombre con la “naturaleza”. Las 6 letras de la primera palabra, Bereshit ( בראשית , “en el comienzo” ) puede ser descompuesta en 2 palabras separadas, cada una de 3 letras, y leerse ‘ bará shit’ ( ברא שית ), cuyo significado es “se crearon 6” ( en arameo, la lingua franca del cercano medio oriente). Las siguientes dos palabras del versículo son ‘ bará Elokim’ .

Como lo señalamos anteriormente, el valor numérico de Elokim , uno de los Nombres de Dios, es 86. Tenemos, entonces, que las primeras 3 palabras pueden ser entendidas como que dicen: “fueron creados 6” (‘ bará shit’ ) y “fueron creados 86” (‘ bará Elokim’ ). La suma de estos dos actos de creación es 86 más 6 = 92, el número de los elementos naturales.

Como se ha mencionado anteriormente, 86, el valor de Elokim , es también el valor numérico de la palabra hateva en Hebreo, o “la naturaleza”. Por tanto, ‘ bará Elokim’ puede ser leído también como “la naturaleza creada”. Existe aún otra aparición del nombre Elokim , con respecto a los 6 gases inertes: El número atómico de los gases inertes son 2,10,18,36,54,86. El gas inerte más pesado, el radón (Rn), posee un número atómico de 86 = Elokim .

7. ‘Integridad’ Espiritualidad

Nos referiremos ahora al paralelo espiritual que refleja la presencia de los elementos inertes y no inertes en el mundo natural. La contrapartida espiritual (o sicológica) de lo inerte en los elementos físicos, la podemos encontrar en la Torá en la descripción de la relación de trabajo que tenían Iaakov y Laván, su suegro. En lo que concierne a los haberes que recibió nuestro patriarca por atender los rebaños de Laván, escribe la Torá ( Génesis 30:42 ):

והיֻה העטֻפים ללבן והקשֻרים ליעקב

Veihiú haatufim leLabán vehakshurim leIaakov

Esto se traduce usualmente en forma literal como:

“Los [rebaños] más débiles ( atufim ) serán para Laván

y los [rebaños] más robustos ( kshurim ) para Iaakov.”

El sentido literal del versículo es que las ovejas fueron caracterizadas como fuertes o débiles; las débiles permanecieron como propiedad de Laván, y las fuertes fueron dadas a Iaakov como haberes.

Sin embargo, Rashi, el comentarista medieval básico (literal) de la Torá, interpreta el significado del término atufim de un modo diferente. Esta palabra hebrea puede ser analizada como derivada de la raíz atf ( עטף ), que en su forma de verbo infinitivo laatof , se traduce como “envolver”. De donde su significado real se traduce como “los que están envueltos”.

De la misma manera, la palabra kshurim que se utiliza para describir el tipo de rebaños que le fueron entregados a Iaakov, puede ser analizada como derivada de la raíz kshr ( קשר ) y su infinitivo likshor , “atar”. Su significado sería entonces “los que están atados”.

Si estas características de las ovejas son vistas como metáforas para dos tipos diferentes de personalidad, entonces un atuf describe una persona que está envuelta en lana, manteniéndose caliente por sí mismo, en tanto que un kashur simboliza a una persona que se siente incompleta si no forma enlaces con otras personas fuera de sí mismo. Un individuo “envuelto” ( atuf ) no necesita pareja y encuentra suficiente calor consigo mismo. Este individuo no necesita dar ni recibir. Por el otro lado, una persona con una personalidad “atada” ( kashur ), procura complementarse a través del relacionarse con los demás, algunas veces dando y otras veces recibiendo.

En honor al rigor, debemos aclarar que, espiritualmente hablando, estos dos tipos de personalidades están generalmente asociadas con cualidades negativas y positivas, respectivamente. Una actitud atuf (especialmente en el presente caso en donde se aclara que estos rebaños son propiedad de Laván) es considerada análoga a aquella encontrada en la Sodoma Bíblica : “Lo mío es mío y lo tuyo es tuyo”. En cambio una actitud kashur está normalmente asociada con lo sagrado (aunque a veces puede conducir a una forma extrema de perversión, que por supuesto es negativa).

Sin embargo, en escritos jasídicos está explicado que un individuo verdaderamente íntegro es aquel que posee ambas cualidades. Para comprender mejor el motivo de esto, podemos tomar el principio cabalístico enunciado por Rav Abraham Abulafia (1240-c.1291), filósofo y místico del siglo 13: “ser íntegro es ser uno y medio ”. O en las famosas palabras del Rav Nachman de Brezlov: “nada es más íntegro que un corazón quebrado ”. Acuñamos el término íntegro y medio ( שלם וחצי , shalem vajetzi ) para designar a esta cualidad especial de integridad.

Una persona verdaderamente íntegra (y sagrada) no se siente autosuficiente o que no necesita a los demás, sino más bien, hablando existencialmente, está completo e incompleto al mismo tiempo. En virtud de sentir que le falta una mitad necesita conectarse o unirse con otros, y en virtud a sentirse completo es capaz de ofrecer sustento y ayuda a los demás. La verdadera integridad (y sacralidad) proviene de un sentimiento existencial de ser incompleto –de sentirse ineficiente e inadecuado para prevalecer por sí mismo, y alentado y fortalecido por un sentido de integridad que lo salva a uno del sentimiento de incapacidad de salir enfrentarse con la tarea que tiene entre manos.

Hablando científicamente, podemos percibir inmediatamente la analogía entre estas dos definiciones básicas de atuf kashur y la distinción entre elementos inertes y no inertes.

La formación del enlace es solo posible cuando la órbita de un electrón está mitad completa o incompleta. Pero cuando una órbita está completa, íntegra o llena, el elemento en cuestión no está necesitado de aceptar o recibir electrones, y por tanto no formará enlaces. Ambos elementos existen en la Naturaleza. La Naturaleza refleja estas dos cualidades básicas.

Los gases inertes son también gases nobles. El sello de nobleza es el aire de integridad que lo rodea. La “nobleza” de los elementos es que no reaccionan con ningún otro elemento. Sólo 86 elementos pueden reaccionar con otros, solo Elokim elementos pueden hacerlo. Sin embargo, los seis gases nobles forman una suerte de eje en donde giran los otros 86 elementos.

8. La Integridad de los Patriarcas.

El atributo de formar enlaces lo encontramos asociado también de otra manera con el Nombre Elokim Elokim es el Nombre de Dios que se encuentra más estrechamente relacionado con los Patriarcas Izjak, ya que ambos manifiestan la cualidad de juicio (o din – דין ). Cuando se despide de Laván, su suegro, dice Iaakov:

לולי אלקי אבי אברהם ופחד יצחק היה לי, כי עתה ריקם שלחתני …

Lulei Elokei aví Abraham ufajad Itzjak haiá li, ki atá reikam shelajtani .

“Si no hubiera sido por el Dios de mi padre Abraham y el miedo de Itzjak no hubiera estado en mí, porque ahora me has enviado con las manos vacías…”

Iaakov se refiere al modo en que Itzjak (su padre) conoció a Dios como “el miedo de Itzjak” ( pa jad Itzjak , פחד יצחק ). El valor numérico de pajad o miedo es 92, que de nuevo es Elokim (86) más 6- el número total de elementos que ocurre en la naturaleza.

Asimismo, Itzjak no fue siempre íntegro en el sentido de poseer ambas cualidades, íntegro mitad al mismo tiempo. Los sabios nos dicen que tenía 37 años de edad cuando Abraham (su padre) fue instruido para que lo sacrifique en ofrenda a Dios (ver Génesis 22), hecho conocido como la “prueba de la Akeidá ” –la prueba atar a Itzjak. El Zohar, el texto básico de las enseñanzas internas de la Torá, relaciona el hecho que Itzjak era completamente íntegro, de un carácter exclusivamente “noble” inerte, y por tanto no estaba apto para el casamiento, para atarse a otros. Fue la Akeidá –literalmente, “la atadura” –que lo llevó a completar su carácter con la cualidad de medio. Sólo e ntonces se volvió apto para el matrimonio, para unirse con una esposa. Por tanto, pajad (= 92) Itzjak puede ser entendido como el atributo de Elokim (86) más otros 6, agregar algo para completar la propia integridad de Itzjak.

Del mismo modo, el Zohar explica que Abraham tampoco no era verdaderamente íntegro , ya que no poseía la cualidad del Temor Juicio . Fue el acto de la Akeidá – la atadura de Itzjak- realizada con temor y respeto a Dios (como se ve de cuando el ángel le habló luego de haberlo atado: “porque ahora sé que eres realmente temeroso de Dios” (Génesis 22:12), hecho que complementó su esencia con esta cualidad.

9. La Periodicidad Inerte Históricamente

Ahora que nos hemos tomado un tiempo estudiado la periodicidad de los elementos inertes, ahondemos un poco en su historia. Utilizar la periodicidad de los elementos inertes como base para confeccionar la tabla de elementos fue propuesta por primera vez por J. Thomsen en 1895, basado en un modelo anterior elaborado por T. Bayley, en 1882. En la Figura 2 tenemos una tabla similar a la de Thomsen. Nótese que las mayores desventajas de esta tabla eran el gran espacio requerido para el período de 32 elementos, y la dificultad de trazar una secuencia de elementos cercanos similares (a los efectos de la ilustración, los elementos inertes han sido marcados en azul, y los no metales marcados en verde. En la tabla contemporánea toman una forma triangular, pero acá no se alinean de manera similar).

Tabla 1

                              1
H
2
He
                             
                        3
Li
4
Be
5
B
6
C
7
N
8
O
9
F
10 Ne                        
                        11 Na 12 Mg 13 Al 14 Si 15 P 16 S 17 Cl 18 Ar                        
              19 K 20 Ca 21 Sc 22 Ti 23 V 24 Cr 25 Mn 26 Fe 27 Co 28 Ni 2
Cu
30 Zn 31 Ga 32 Ge 33 As 34 Se 35 Gr 36 Kr              
              37 Rb 38 Sr 39 Y 40 Zr 41 Nb 42 Mo 43 Tc 44 Ru 45 Rh 46 Pd 47 Ag 48 Cd 49 In 50 Sn 51 Sb 52 Te 53 I 54 Xe              
55 Cs 56 Ba 57 La 58 Ce 59 Pr 60 Nd 61 Pm 62 Sm 63 Eu 64 Gd 65 Tb 66 Dy 67 Ho 68 Er 69 Tm 70 Yb 71 Lu 72 Hf 73 Ta 74 W 75 Re 76 Os 77 Ir 78 Pt 79 Au 80 Hg 81 Tl 82 Pb 83 Bi 84 Po 85 At 86 Rn
87 Fr 88 Ra 89 Ac 90 Th 91 Pa 92 U                                                    

10. Llenado de los Orbitales de los 6 Gases Inertes.

Recién a partir de 1922 Niels Bohr propuso el modelo teórico-cuántico que conforma la base de la comprensión moderna de la construcción subatómica de los elementos, y da una explicación a la periodicidad observada en los gases inertes. De acuerdo al modelo de Bohr, la estructura de cada átomo puede ser descripta usando 4 números cuánticos, con el fin de identificar los “orbitales” en los cuales se organizan los electrones alrededor del núcleo del átomo. Las órbitas (hay quien las llama sub-capas) están agrupadas en capas, las cuales están designadas con las letras: K, L, M, N,…, o simplemente 1,2,3,4,….

Cada órbita está clasificada por dos números cuánticos: el número cuántico primario y el número cuántico del momento angular . El número cuántico del momento angular se representa por las letras s, p, ó d. Otros dos números cuánticos- el número cuántico magnético y el número cuántico del spin – determina el número de electrones que pueden “encajar” en una órbita.

Observando la tabla periódica usando el modelo de Bohr, encontramos que los elementos naturales pueden ser perfectamente descriptos utilizando 7 capas y 4 órbitas, es decir (designando las capas por su número, no por su letra): 1s, 2s, 2p, 3s, 3p, 3d, 4s, 4p, 4d, 4f , 5s, 5p, 5d, 5f , 6s, 6p, 7s. El número de electrones que pueden encajar en cada órbita son: 2 en las órbitas “s”, 6 en las órbitas “p”, 10 en las órbitas “d” y 14 en las órbitas “f”. No es de nuestro interés comprender realmente la base teórica del modelo de Bohr. Sin embargo, miremos con más detenimiento las regularidades matemáticas que este modelo produce.

Permítasenos ordenar los elementos en una tabla que nos mostrará de que manera los electrones “llenan” las distintas capas y órbitas

Tabla 2

Capas 1 1 2
(2) H He
2 3 4 5 6 7 8 9 10
(8) Li Be B C N O F Ne
3 11 12 13 14 15 16 17 18 21 al 30
(18) Na Mg Al Si P S Cl Ar Sc Zn
4 19 20 31 32 33 34 35 36 39 al 48 57 al 70
(32) K Ca Ga Ge As Se Br Kr Y Cd La Yb
5 37 38 49 50 51 52 53 54 71 al 80 89 al 92
(50) Rb Sr In Sn Sb Te I Xe Lu Hg Ac U
6 55 56 81 82 83 84 85 86
(72) Cs Ba Tl Pb Bi Po At Rn
7 87 88
(98) Fr Ra
Orbitas s(2) p(6) d(10) f(14) g(18) h(22) i(26)

Las capas están ordenadas en filas y las órbitas de cada capa están ordenadas en columnas. Es así, que por ejemplo, la capa 1 (K) puede acomodar hasta 2 electrones y por tanto, posee espacio para 2 elementos. La capa 2 (L) puede acomodar 8 electrones, y por tanto, posee espacio para 8 elementos, y así sucesivamente. En la capa 2, todos los electrones están disponibles solamente en la órbita “s”. En la capa 3, los lugares donde se pueden ubicar electrones o “spots” están disponibles en ambas órbitas, la “s” y la “p”.

Nótese que las capas no se llenan completamente antes de comenzar a llenar la siguiente capa. Ello se debe a que los electrones en los elementos químicos siempre procuran ubicarse en el lugar de más baja energía. Esto resulta claro si seguimos el orden numérico de los elementos en esta tabla. Hasta el Argón (Ar), en la primera capa (K) y la segunda capa (L) están llenas completamente.

Asimismo la órbita “s” de la capa 3 (M) está llena, seguida de la órbita “p” que también está completamente llena. Por tanto, el Argón es el 18 vo elemento en la tabla con electrones llenando totalmente el orbital 3p [3ª capa (M), orbital p]. Pero, el elemento siguiente, el Potasio (cuyo símbolo es ) no continúa llenando la 3 a órbita de la capa, y prefiere saltearse a la 4ª órbita de la capa (N), ya que los electrones en esa órbita poseen, en efecto, un nivel más bajo de energía que los electrones de la órbita 3d. Ello se debe a la interacción entre los mismos electrones, un efecto “escudo” (“shielding”). Es así que los electrones “extra” del Potasio, no se ubican en la órbita 3d, sino en la órbita 4s de menor energía. El resto de la tabla sigue la tendencia general, con electrones siempre rivalizando por la órbita de menor nivel de energía.

Existen dos factores interesantes acerca de esta tabla que debemos hacer notar:

1) el número de “spots” o espacios habilitados para ubicar elementos en cada orbital (ver las columnas de la tabla) es igual a la diferencia que hay entre el número de elementos que pueden poblar una capa y el número de la siguiente (2, 8, 18, etc.)

2) todas las órbitas utilizadas están “llenas” o “pobladas” en su máxima capacidad, excepto en la órbita de la 5 a capa. A pesar de que 5f tiene espacio para 14 electrones, solo 4 “spots” son usados por los elementos naturales más pesados, desde el Actinio (89) al Uranio (92).

El primero de los dos hechos mencionados, es la razón de que hayamos armado la tabla de 7 x 7, a pesar de que las órbitas completas “g”, “h”, e “i”, quedan en blanco. Permítasenos escribir explícitamente este hecho: El número total de electrones en las capas son (los designaremos conjunto A):

A = {2, 8, 18, 32, 50, 72, 98}

El número de electrones en cada órbita son (los designaremos conjunto B):

B = {2, 6, 10, 14, 18, 22, 26}

Nótese ahora que los números en el conjunto B son las diferencias entre los números del conjunto A.

Esto puede ser claramente ilustrado escribiendo A y B uno debajo del otro como el cuadro que sigue:

Total de electrones en las capas 2   8   18   32   50   72   98
electrones en los orbitales   6   10   14   18   22   26

Esta es una de las propiedades matemáticas más asombrosa de la tabla periódica.

Pero, al acomodar los elementos en la tabla anterior, se revela también una propiedad interesante de los gases inertes, y es que un gas inerte es formado cada vez que se llena una órbita “p”. La órbita “p” de cada capa tiene espacio para 6 electrones. Esto quiere decir, que cada vez que 6 electrones llenan la órbita “p” se crea un gas inerte (excluyendo el Helio, que no utiliza la órbita p).

Recordando lo que habíamos notado en la historia de la creación, que la primera palabra de la Torá, Bereshit , se puede entender como que significa “creó 6”, se puede ver como una correspondencia con la formación de los 6 gases inertes!!. De hecho, el gas Helio excluido, está insinuado en la letra bet de palabra Bereshit , ya que esta primera letra de la primera palabra del rollo de la Torá, está escrita como una bet grande ( בית רבתי , bet rabatí ), y su valor numérico es 2. Sigue parte 3

LA TABLA PERIÓDICA DE LOS ELEMENTOS (PARTE 3)

11. Patrones Matemáticos en los Elementos Inertes.

Veamos ahora los números de los gases inertes desde otra perspectiva. Si tomamos los números atómicos de los elementos inertes y observamos las diferencias entre ellos , podemos construir la siguiente tabla:

elemento número atómico diferencia en el número atómico n ( donde la diferencia = 2n 2 )
He (Helio) 2 2 1
Ne (Neón) 10 8 2
Ar (Argón) 18 8 2
Kr (Kriptón) 36 18 3
Xe (Xenón) 54 18 3
Rn (Radón) 86 32 4

Tabla 3

La columna que está más a la derecha, muestra que las diferencias entre los elementos son todos valores ordenados, de la serie matemática f[n] = 2n 2 (n comenzando de 0).

Estos números son conocidos en las enseñanzas místicas de la Torá como dobles cuadrados ( רבועים כפולים , ribuím kfulim ). Su significado está relacionado con los 32 senderos de Sabiduría ( ל”ב נתיבות חכמה , lamed bet netivot joj má ). El Libro de la Creación , anteriormente mencionado, comienza:

ב-לב נתיבות פליאות חכמה חקק י-ה הוי’ צבאות וברא את עולמו בשלשה ספרים בסופר וספר וסיפור

Belev netivot pliot jojmá jaqaq Kiá Havaiá Zevakot ubará et olamó Beshloshá sefarim, besofer vesefer vesipur .
” Con 32 senderos maravillosos de sabiduría gravó Kiá Havaiá [Dios] Señor de las Huestes y creó Su mundo con tres libros: con autor, y el libro y el cuento.”

Es sabido que la fuente del texto en la Torá para estos 32 senderos de Sabiduría , se encuentra en las 32 veces que el nombre Elokim es mencionado en los versículos que describen los seis días de creación. Este, nuevamente, es el Nombre que hemos reconocido como central en nuestra discusión de la tabla periódica. Es de hacer notar que no hay otro Nombre del Todopoderoso que aparezca en la historia de la creación, y lo hace exactamente 32 veces. Entonces, es el Nombre asociado con Sabiduría jojmá ).

En las enseñanzas interiores de la Torá, encontramos el número 50 asociado con Entendimiento: 50 portales de Entendimiento ( חמשים שערי בינה , jamishim shaarei biná ). Existe también otro concepto menos conocido de los 72 Puentes ( ע”ב גשרים , ain bet guesharim ).

De hecho, estos tres conceptos están muy estrechamente relacionados, y son parte de cuadro más amplio. Este esquema conceptual básico identifica el tipo de energía relacionada con cada sefirá y el tipo de conducto por el cual fluye:

De tal manera que la energía de la Sabiduría se la identifica como “mente” que fluye a través de un sendero ( נתיב , nativ ), la energía del Entendimiento es identificada como “entendimiento” que fluye a través de un portal ( שער , shaar ) y finalmente la energía del Conocimiento se la denomina “psiquis” y fluye a través de un puente ( גשר , guesher ).

Este modelo está resumido en la Tabla 2

sefirá tipo de energía tipo de conducto número de conductos
Sabiduría mente Sendero 32
Entendimiento inteligencia Puerta 50
Conocimiento psiquis Puente 72

Tabla 4

Por supuesto, 72 es un cuadrado doble (específicamente, 72 = 2 . 6 2 ). Encontramos entonces hasta ahora el significado mental de los cuadrado dobles para n= 4, n=5 y n=6. Para completar nuestra comprensión del significado de los cuadrados dobles necesitamos completar las series comenzando con n=1.

El modelo básico de las sefirot de la Cabalá indica que por encima de La Sabiduría reside La Corona ( כתר , keter ) que, según explica el Zohar, consiste de tres cabezas ( תלת רישין שבכתר , tlat reishin shebaketer ). En nuestro modelo mapearemos estas 3 partes de La Corona como que se corresponden a los primeros 3 valores de n.

Continuando nuestro previo estudio respecto a los diversos poderes mentales, notamos que Sabiduría marca el primer poder mental consciente. Así, La Corona – que reside, figurativamente y en el modelo Cabalístico, sobre la cabeza – se corresponde con las facultades supra-conscientes. Las tres cabezas de la Corona , o los 3 poderes mentales supra-conscientes se conocen como: Fe ( אמונה , emuná ), Placer ( תענוג , taanug ) y Voluntad (רצון, ratzón).

La Tabla 3 ilustra los cuadrados dobles para valores de n = 1 al 6 con sus correspondientes facultades mentales.

sefirá facultad mental n f[n] = 2n2
Corona fe 1 2
placer 2 8
voluntad 3 18
Sabiduría mente 4 32
Entendimiento inteligencia 5 50
Conocimiento psiquis 6 72

Tabla 5

Usando las sefirot como modelo para las series de cuadrados dobles, podríamos continuar las series hasta n=13. Por ejemplo, correspondiendo con el cuadrado doble 128 (n=8), tendríamos la sefirá Poder ( גבורה , guevurá ). Para 338 (n=13) tendríamos la sefirá de Reinado ( מלכות , maljut ).

Hemos puesto, ahora, una mirada a las series de los cuadrados dobles, que son las diferencias de los números atómicos de los diferentes gases inertes. Esta serie es la esencia y la columna vertebral de toda la tabla periódica de los elementos.

Extrapolando nuestro conocimiento de cuadrados dobles en la periodicidad de los elementos inertes, podemos pronosticar el próximo elemento inerte con un número atómico determinado:

86 (Radón) + 32 = 118. Este elemento ha sido ordenado como el Uuo (Ununoctium) por la International Union of Applied Chemists (IUPAC), hasta tanto su existencia sea probada, en cuyo momento sus propiedades serán cercioradas. Podremos pronosticar ahora, encontrar el próximo elemento inerte con un número determinado: 118+50=168. Este elemento ha sido ordenado como el Uho (Unhexoctium).

12. Metales y No-Metales

Otra importante periodicidad representada en la tabla periódica es la de los elementos no metálicos. Puesto que la periodicidad de los elementos inertes ha sido definida por medio de los cuadrados dobles (como se explicó anteriormente), la periodicidad de los no metales es reconocida por la forma triangular que forman en la tabla periódica, como se destaca en la tabla 1 (los no metales están sombreados en color verde).

1
H
2
He
3
Li
4
Be
5
B
6
C
7
N
8
O
9
F
10
Ne
11
Na
12
Mg
13
Al
14
Si
15
P
16
S
17
Cl
18
Ar
19
K
20
Ca
21
Sc
22
Ti
23
V
24
Cr
25
Mn
26
Fe
27
Co
28
Ni
29
Cu
30
Zn
31
Ga
32
Ge
33
As
34
Se
35
Gr
36
Kr
37
Rb
38
Sr
39
Y
40
Zr
41
Nb
42
Mo
43
Tc
44
Ru
45
Rh
46
Pd
47
Ag
48
Cd
49
In
50
Sn
51
Sb
52
Te
53
I
54
Xe
55
Cs
56
Ba
57
La
72
Hf
73
Ta
74
W
75
Re
76
Os
77
Ir
78
Pt
79
Au
80
Hg
81
Tl
82
Pb
83
Bi
84
Po
85
At
86
Rn
87
Fr
88
Ra
89
Ac
58
Ce
59
Pr
60
Nd
61
Pm
62
Sm
63
Eu
64
Gd
65
Tb
66
Dy
67
Ho
68
Er
69
Tm
70
Yb
71
Lu
90
Th
91
Pa
92
U
93
Np
94
Pu
95
Am
96
Cm
97
Bk
98
Cf
99
Es
100
Fm
101
Md
102
No
103
Lr

Tabla 6

De los 86 elementos no inertes, 15 son clasificados como no metales. Los otros 71 elementos son clasificados como metales. Notamos que el hidrógeno es colocado algunas veces en una clase por si misma, cosa que veremos luego. Generalmente, aunque no siempre, los metales actúan como dadores de electrones y los no metales como receptores de electrones en los compuestos químicos.

Como se ha mencionado anteriormente, los no metales forman un triángulo en el lado derecho de la tabla periódica: 5 elementos en la primera del triángulo, 4 en la segunda, 3 en la tercera, 2 en la cuarta y finalmente 1 en la última.

5
B
6
C
7
N
8
O
9
F
  14
Si
15
P
16
S
17
Cl
    33
As
34
Se
35
Gr
      52
Te
53
I
        85
At

15 es un número triangular. La función que genera números triangulares es :

f[n] = n(n+1) / 2

Representamos a los números triangulares por el símbolo Δ n . Es así que, Δ 5 =15. Otra manera para definir en número n triangular es sumando los números de 1 a n. Por consiguiente, es cierto que : Δ n= n + Δ (n-1)

Por lo tanto, Δ 5 = 5 + Δ 4

Y como Δ 4 =10, es así que Δ 5= 5+10.

Por tanto, el 5º. número triangular posee la propiedad de entero y medio que hemos visto anteriormente (Item 5). El número 10, el 4º número triangular (y la parte entera de Δ 5), posee una designación especial en la enseñanza interior de la Torá. Es algunas veces designado como:

שיר פשוט, שיר כפול, שיר משולש, שיר מרובע

Shir pashut, shir caful, shir meshulash y shir meruvá

“canto simple, canto doble, canto triple, canto cuadrado”

Esta expresión alude al número 10 como la suma de 1 (simple), 2 (doble), 3 (triple) y 4 (cuádruple).

En nuestro caso particular, tenemos 5 elementos sobre 10, o en letras hebreas tenemos una hei ( ה = 5) sobre una iud ( י = 10). Recuerden que 86 – el número de elementos en la naturaleza, excluyendo los gases inertes – es numéricamente equivalente al nombre Divino Elokim ( אלהים ). Este nombre posee cinco letras, cuyos valores numéricos son :


letter
in hebrew value
aleph א 1
lamed ל 30
heh ה 5
yud י 10
mem ם 40

Los 15 elementos no-metales se corresponden así, con las dos letras hei ( ה , 5) y iud ( י , 10) de las cinco letras del nombre Elokim , el nombre seminal de la tabla periódica.

13. Metales e Hidrógeno

Luego de contabilizar los 15 elementos no metálicos, nos restan 71 elementos, conocidos como metales. Sin embargo, en muchas interpretaciones de la tabla periódica, el hidrógeno, el elemento con número atómico 1, se clasifica a sí mismo, lo cual implica por diversas razones , que el mismo no se le pueda atribuir categoría alguna, como metal o no-metal.

¿Cómo debemos comprender el rol del hidrógeno entre los demás elementos? Para contestar esta pregunta, debemos primeramente reintroducir el modelo clásico de los cuatro elementos de la antigüedad y su correspondencia con la modernidad de hoy día. Como se ha explicado en extenso en alguna parte, cada uno de los cuatro “elementos” clásicos — fuego, aire, agua, y tierra— se corresponden con un elemento químico moderno. (vea la tabla 6).

“elemento” clásico Elemento moderno número atómico sefirá
aire oxígeno 8 Corona ( כתר , keter )
agua hidrógeno 1 Sabiduría ( חכמה , jojmá )
fuego carbono 6 Entendimiento ( בינה , biná )
tierra nitrógeno 7 Conocimiento ( דעת , daat )

Tabla 7

Esta correspondencia está basada en la “esencia” que cada uno de los “elementos” clásicos debía representar y el papel prioritario que juegan cada uno de los elementos modernos de hoy día en la naturaleza. Es así que el oxígeno es el componente más importante del Aire, para los seres humanos; el hidrógeno, nuestro tema de interés (junto con el oxígeno, del que ya encontramos la correspondencia con el Aire), ambos forman agua, tema sobre el cual elaboraremos enseguida; el nitrógeno es el nutriente más importante de la tierra usado por la vida vegetal y el ser humano más primitivo realiza el fuego con la quema de carbón.

Observando los números atómicos de estos elementos , notamos que la suma de sus números “triangulares” = 86:

∆1 + ∆6 + ∆7 + ∆8 = 1 + 21 + 28 + 36 = 86!

Que como ya vimos es el valor numérico del Nombre Elokim con el que se creó “la naturaleza” (en hebreo Hateva = 86 ).

El elemento clásico “agua” naturalmente se corresponde con el hidrógeno (e.g. en la nomenclatura moderna, el prefijo “hidro” denota una característica “acuosa”). En el período en que fue desarrollada la Cabalá, los análisis químicos aceptados estaban basados en estos 4 elementos clásicos. Como el agua se la consideró relacionada con la sefirá de Sabiduría. Así, como en el análisis químico moderno el hidrógeno corresponde clásicamente al agua, también se correspondería con la sefirá de Sabiduría. En relación a Sabiduría encontramos un verso importante (Salmos 104:24):

כולם בחכמה עשית

Kulam vejojmá asita

“A todos has hecho con Sabiduría”

Analizando a través del sod , en donde Sabiduría es la sefirá del hidrógeno, podemos afirmar que todos los elementos químicos comienzan con el hidrógeno, aunque este permanece en una categoría aparte, por sí misma. Es así que el hidrógeno sería el paralelo de la primera letra alef , en el Nombre de Elokim (86), el Nombre esencial de la Tabla Periódica. Asimismo, el valor numérico de alef es 1, como el número atómico del hidrógeno, fortaleciendo nuestra identificación.

Hemos explicado ya las letras alef hei iud del nombre Elokim y nos restan dos: lamed mem . También dejamos atrás 70 elementos que todavía no hemos considerado. El valor numérico de la lamed es 30 y el de la mem es 40, cuya suma es igual a 70. Es así que podemos completar nuestra correspondencia de los elementos con el nombre Elokim , haciendo notar que el número de metales es igual a lamed más mem . Este análisis está presentado en la Tabla 8.

letra(s) del Nombre Elokim en hebreo valor numérico elemento(s) correspondientes
alef א 1 hidrógeno
hei iud ה, י 15 no-metales
lamed mem ל, ם 70 metales

Tabla 8

Elokim como una Conciencia Creativa

Nuestro análisis del nombre Elokim como eje central de la tabla periódica, no estaría completo si no le dedicamos algunos instantes a la observación del significado espiritual de este fenómeno.

A pesar de que el uso frecuente de la palabra Elokim es como el Nombre “natural” de Dios, tiene otros empleos en la Biblia. En los pasajes en que se alude a discusiones sobre demandas civiles, la Torá hace referencia a la corte o al juez como un ‘ Elokim’ (Éxodo 22:8, 22:27). En el libro de los Salmos (82:6) encontramos otro uso del Nombre Elokim , refiriéndose a Adam, el primer ser humano:

אני אמרתי אלהים אתם ובני עליון כלכם

Aní amarte Elokim atem ubnei Elión kuljem

“Yo dije, Ustedes son Elokim y todos ustedes son hijos del Supremo”

Este versículo sirve como la fuente de la cual el Arizal nos enseña que todo Judío literalmente, posee un elemento Divino dentro suyo. Acá, el verbo “dije” ( אמרתי , amarti ) no significa que Dios literalmente ordenó a Adam ser ‘un Elokim’ , sino que, como es utilizado a veces en el Hebreo Bíblico, significa que Dios ha “querido” o ha “esperado” que el hombre ascendiese a las alturas de ser un Elokim — “hijos del Supremo”.

La serpiente del Edén, que fue el hecho catalizador de la caída y trasgresión de Adam y Javá (Eva), claramente anunció este ‘destino’ de la humanidad, como una razón para que coman del Árbol del Conocimiento (Génesis 3:4-5):

ויאמר הנחש אל האשה לא מות תמתון.

כי ידע אלהים כי ביום אכלתם ממנו ונפקחו עיניכם והייתם כאלהים ידעי טוב ורע

“Y la serpiente le dijo a la mujer: Morir no morirán. Ya que Dios sabe que en el día que comieres de ella y se abran sus ojos, y seréis como Elokim , conocedores del bien y del mal.”

Sin extendernos acerca de la diferencia entre lo que espera Dios para la humanidad, y la descripción de la serpiente de su destino, digamos simplemente que a raíz del pecado de Adam, este deseo del Sagrado Bendito Sea todavía no se ha hecho realidad, y tendremos que esperar hasta los tiempos del Mashíaj para que, con la Voluntad de Dios, se cumpla.

Pero ¿Cómo describiríamos el estado de la humanidad deseado por Dios y denominado “ Elokim ”. Hasta ahora, durante todas las generaciones, hemos estudiado el mundo natural (material) como un reflejo de los mundos espirituales de la Divinidad. Pero aquí encontramos que un elemento del mundo material, aunque espiritual —el alma— comparte el mismo nombre — Elokim — como Nombre en el que se basa la Tabla Periódica. Entonces, si hasta ahora hemos visto la Tabla Periódica como reflejo de la Divinidad , ahora entendemos que también refleja el elemento espiritual que se encuentra dentro del hombre. Esto no nos debe sorprender, ya que sabemos que el alma en sí, es “parte” de la Divinidad.

Así como el nombre Elokim es la base para la construcción de la Tabla Periódica de los elementos físicos, así también decimos que dentro del hombre, el nombre Elokim es el instrumento en la expansión y desarrollo de la conciencia. La Conciencia es para la humanidad lo que el mundo físico es para Dios, y ambos están construidos utilizando el Nombre esencial Elokim . Este es el significado del dicho de los sabios: “Yo creé mundos, tu también crearás mundos. Yo quise que, as í como Yo creo, tu crearás.”

La serpiente engañó a Eva (Javá), haciéndola creer que podría alcanzar este nivel de consciencia creativa por medio del robo, pero esto sólo puede conducir al fracaso. Sin embargo, el Creador desea que nosotros sí alcancemos una conciencia creativa. Tal es así, que toda nuestra meditación del Nombre Elokim , trata realmente acerca de nuestras almas ( נשמה , neshamá ). Cada nivel, el alef , la hei , la iud , la lamed-mem y el eje de los seis alrededor del cual giran los 86 elementos (86 = Elokim ), pertenecen al alma de un judío. Estudiando la tabla periódica, estamos estudiando aspectos de nuestras propias almas.

MEDITACIONES JASÍDICAS

Año 5783

UNIVERSIDAD DE LA TORÁ.

LA TABLA PERIÓDICA Y PESAJ

“Saltando y Pasando por Alto: Dios, los electrones y nosotros

Qué gran alegría – ¡Llegó la primavera, Pesaj ya está aquí!

Como explica Rashi en el Pentateuco, el nombre Pesaj proviene de la expresión de saltar y pasar por alto: Dios pasó por alto las casas de los israelitas en Egipto cuando golpeó a los egipcios con la plaga de los primogénitos.

Uno de los fascinantes fenómenos de los saltos en la naturaleza aparece en la tabla periódica, tal y como la descubrió la mecánica cuántica cuando se enseña la tabla periódica en las escuelas se explica que cada átomo tiene ‘capas’ de átomos o niveles de energía: en los primeros elementos las ‘capas’ más cercanas al núcleo del átomo están llenas de electrones y a medida que avanza en la tabla el núcleo del átomo es más grande y los electrones son más numerosos, por lo que llenan más capas exteriores, y es más grande cada capa que contiene más y más electrones.

Aunque según la mecánica cuántica el asunto es más complejo: los electrones no giran de manera simple en forma circular en cada capa de energía. Cada electrón tiene una ‘pista’ especial donde se puede encontrar: ciertas áreas donde se puede encontrar y otras áreas donde no (y la transición de un área a otra es un salto milagroso inexplicable). Estas órbitas se llaman orbitales y tienen diferentes formas (creadas por las ecuaciones matemáticas que describen las posiciones de los electrones).

El descubrimiento de los orbitales reveló un fenómeno inusual e interesante: resulta que el principio simple según el cual los electrones llenan las capas de energía de adentro hacia afuera, primero las capas más cercanas al núcleo y luego las capas externas, no es absoluto. Hay un orbital (‘órbita’) en la tercera capa (la tercera fila de la tabla) que los electrones la ‘saltan’, y proceden a llenar la cuarta capa antes de que se llene la anterior. Solo después de llenar un orbital en la cuarta capa, se llena el orbital vacío en la tercera capa al igual que las capas siguientes. El fenómeno es especialmente notable en la sexta capa, donde se llena un orbital de la cuarta capa (¡dos capas ‘abajo’!). elementos conocidos como ‘lantánidos’. Es decir que los electrones ‘saltan’ la órbita más cercana a ellos y ‘saltan’ directamente a la capa superior.

La explicación física de esto es que los electrones ‘apuntan’ a la energía mínima y por lo tanto prefieren capas más cercanas que requieren menos energía. Aunque, cuando un determinado orbital en una capa requiere más energía que otro orbital en una capa superior, existe una preferencia por el orbital superior (este es el principio absoluto, que explica todo el llenado de las capas).

¿Qué se puede aprender de esto en el servicio a Dios?

Saltando y pasando por alto en el servicio de Dios

Incluso en el servicio de Dios hay situaciones en las que es necesario ‘saltar’: ir más allá del orden normal y lógico y hacer cosas un poco más elevadas y alejadas de nuestra situación real. De hecho, un buen ejemplo de ello es el propio éxodo de Egipto: en el jasidismo se explica que el pueblo de Israel huyó de Egipto (como dice el verso, “y el pueblo huyó”) porque se encontraba en un estado impuro y degradado y la única forma de salvarse era escapar de Egipto y del mal saltando y pasando por alto más allá del paso apropiado y lógico [de hecho, en el desierto más de una vez los israelitas se quejaron y ‘soñaron’ con Egipto]. Por supuesto, después del salto y la fuga se requiere un largo trabajo de corrección y trascendencia para corregir y ajustar al pueblo de Israel al nivel al que saltó (y este es el trabajo de contar el Omer), pero en el primer momento se requiere un salto y escape.

Incluso en la obra de Dios en el presente sucede que una persona se ‘atasca’ y no logra avanzar hacia la meta que es lógica y apropiada para él y luego se le exige que se salte a un orden superior de trabajo, a través del cual llegarán las fuerzas para completar lo requerido en el nivel más simple y básico.

Por lo tanto, en la festividad de Pesaj reflexionamos sobre Dios y saltamos: vamos más allá de los límites y estrecheces del orden fijo y vinculante hacia lo que es cada vez más alto y así recibimos poderes renovados y frescos como también podemos aprender de los electrones. en la tabla periódica.

¡Y un Pesaj casher y sameaj, feliz y kosher!

Shabat Shalom

El Equipo de Gal Einai en español

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