EL HOMBRE Y LA BÚSQUEDA DE LA MUJER PERFECTA

Nos encontramos en nuestra parashá con la historia de la concertación de la pareja ( shiduj ) de Itzjak y Rivká. De este shiduj está dicho a la vista de todos, incluso de los malvados Betuel y Labán, “De Dios salió esta cosa”.

De este y otros versos de la Torá aprenden los sabios: “Encontramos en la Torá, los Profetas y las Escrituras que la pareja del hombre proviene de Dios. De la Torá en [Bereshit -Génesis 24:50] ‘y discurrieron Labán y Betuel y dijeron de Dios salió esta cosa’. De los Profetas [ Shoftim -Jueces 14:4]: ‘Y su padre y su madre no sabían que esta venía de Dios [refiriéndose al shiduj ]’. De las Escrituras [ Mishle -Proverbios 14:19] ‘y de Dios la mujer inteligente’”

Literalmente, el matrimonio de Itzjak y Rivká era sumamente elevado, “De Dios salió esta cosa”, el casamiento de Shimshón y la plishtit (Sansón y Dalila la filistea) surge como algo no muy deseado: “Y su padre y su madre…”, y acaso el del libro de Proverbios es el más preciso: “de Dios [proviene] la mujer inteligente”. Sin embargo, si lo analizamos desde el punto de vista de la dimensión interior, se revela en el orden de los shidujim un ascenso en la condición de la mujer”: primero la formación de la pareja en la Torá se califica como “cosa”, sin referirse para nada a la mujer; en los Profetas se califica de “esta”, insinuando aquí también a la mujer y en Proverbios se nombra a la mujer explícitamente y con honor como una “mujer inteligente”.

Hay Padres y Hay Padres

Profundicemos un poco: En el matrimonio de Itzjak y Rivká, los padres de ella aceptan aunque obligados, al contrario de los de Itzjak que estaban muy interesados en este shiduj (Abraham envió a Eliezer para encontrar una novia que concuerde con las condiciones que justamente encontró en Rivká, e incluso el consentimiento de Sará, que había muerto al enterarse del sacrificio de Itzjak, se reveló en este mundo cuando Rivká ingresó a la tienda de Sará y ocupó su lugar a la perfección). En el casamiento de Shimshón con la filistea los padres reconocen el compromiso, que se realizó ante su asombro y contra su consentimiento (“¿acaso – le dijeron- no hay una mujer entre las hijas de tu hermano y en todo mi pueblo que has de tomar una mujer de los filisteos incircuncisos? …y su padre y su madre no sabían que de Dios era “esa” que pretendía él pedir de los filisteos.”) Por último, En el matrimonio que encontramos en Proverbios los padres no están en este mundo, por eso se califica al hijo como heredero: casa y riqueza es herencia de los padres, y de Dios ‘una mujer inteligente’”.

En Cabalá, padre y madre son una apelativo de las sefirot intelectuales de sabiduría y entendimiento, jojmá biná . De acuerdo con esto, cuando los padres se ocupan de la pareja de su hija, se refiere a la intervención del intelecto en el proceso del shiduj , por lo tanto el casamiento de Itzjak y Rivká va de acuerdo a la lógica y el sentido común verdadero. La mente exterior o superficial (los padres de Rivká) se sometió contra su voluntad, y la mente sagrada interior (los padres de Itzjak) apoya a la nueva pareja.

La pareja de Shimshón y la filistea no concuerda con la lógica y el sentido común, los padres del hombre se sorprenden, pero a pesar de eso participan aún sin dar su consentimiento. El shiduj de Proverbios se conduce evidentemente de forma Divina, completamente por encima del entendimiento y la lógica (cuando ya los padres se habían ido de este mundo). Surge de todo esto, que cuando la pareja se forma desde más allá del entendimiento y la lógica, se enfatiza y sobresale la identidad de la mujer y sus méritos.

Dos Mentalidades y Tres Mujeres

Vemos así que en el hombre se producen estas tres clases de shidujim , en tres momentos sucesivos de su matrimonio, en todas las parejas:

Cuando el acuerdo para la formación de la pareja está guiado por la mentalidad de la Torá, se concentra en las buenas cualidades de la pareja propuesta. En el caso de la mentalidad de las klipot , de las cáscaras que cubren la Verdad y son contrarias de la santidad, se pone el ojo en los aspectos secundarios y superficiales, y esta mentalidad se somete al comprender que “de Dios salió esta cosa”. En esta situación, la mente no reconoce verdaderamente a la mujer, sólo a las características que se revelan exteriormente y que “revisten” la personalidad. La mujer en sí misma se encuentra en un estado de “desconocida”, refiriéndose a ella como “la cosa”.

En esta clase de encuentro se revela la providencia de Dios en la realidad exterior, tal como sucede con los milagros que sucedieron alrededor del encuentro de Itzjak y Sará. La persona percibe con sus sentidos la Providencia Divina a “nivel de lo profundo de su alma” en el hecho de que Hashem supervisa los acontecimientos de su vida, cuida y dirige sus pasos. A pesar de esto, todavía no percibe conscientemente que también su existencia interior, sus pensamientos y sus sentimientos, vienen a él de Dios.

Esa Intrusa

Luego del casamiento el hombre descubre a “esta” que no conoció hasta ahora, porque “…de Dios vino esta”. Repentinamente aparece frente suyo una personalidad que estaba fuera de sus expectativas previas, y si lo que descubre no encuentra “gracia a sus ojos”, (a tal punto que la mujer le parece una “filistea” ( plishtit ) que invade y se inmiscuye como una intrusa ( poleshet , de la misma raíz) en su dominio en contra de su voluntad) tiene que recibir a la novia tal como es. En este caso el hombre sorprendido siente inconscientemente que lo estafaron.

Efectivamente, cuando el hombre está inmerso en esta sensación, tiene que pensar “que de Dios es esto. Así como Shimshón se casó con ella porque Dios “…está buscando un pretexto [para ir contra los filisteos]”, debe comprender que su mujer es la ‘enmienda’ que Hashem le envía en contra de su voluntad. Las carencias de la mujer que molestan al marido vienen “contra él” [ kenegdó ], para “luchar contra él” y refinarlo, hasta que logre deshacerse de las “cáscaras intrusas” [ klipot haplishtim ] que tiene dentro suyo. Como sabemos de nuestro maestro el Baal Shem Tov, toda imperfección que uno ve en el prójimo refleja un defecto que él mismo tiene en su interior.

Esta meditación le revela al hombre la presencia de Hashem en los aspectos sentimentales o cualidades de su alma. Siente que “Hashem puso esto en su corazón”, y que la transformación de sus sentimientos de amor en odio (como los cambios que sucedieron en Shimshón a lo largo de ese matrimonio) están controlados por el Creador. Entonces comprende que él mismo se encuentra en un estado femenino (“porque de Hashem es esta”), que está influenciado y recibe sus sentimientos de Hashem” (“porque un pretexto está buscando”).

La Esposa Virtuosa

Sólo cuando el marido deja de fijarse en los cálculos y especulaciones que lo llevaron a casarse y se dirige a su esposa verdadera y honestamente, ella se revela frente a sus ojos todas sus virtudes. Interiormente, esas virtudes maduran y se descubren sólo cuando la mujer siente que su marido se dirige a ella y la acepta tal como es de verdad.

Cuando deja de prestar atención a los aspectos y consideraciones secundarias del matrimonio y se concentra en su mujer, sólo entonces el hombre comprende que le fue concedido un matrimonio que está más allá de su comprensión, fuera de la lógica y supera por mucho sus expectativas. Descubre que si le hubiera caído en suerte esa mujer que imagina, de acuerdo a su mente, deseos y especulaciones superficiales, no hubiera recibido un regalo tan maravilloso como este. Ahora el hombre puede reconocer que Dios lo guio a lo largo del camino, pero no de acuerdo a su gusto y elección, y que el Eterno bendito sea le concedió una “mujer inteligente”.

La Revelación de la Providencia Divina en la Conciencia

Aquí se le revela al hombre la Providencia Divina también en cuanto al aspecto racional del alma; entiende que los cálculos conscientes de su mente fueron establecidos totalmente por la mano de Dios. Descubre incluso que hay una inspiración Divina interior en la mente de la “mujer inteligente”, “esa” mujer que se le concedió por sobre su entendimiento y comprensión.

Al final de este proceso se llega a percibir una renovación del vínculo matrimonial y una elevación de su calidad a un nivel de “vínculo esencial”, una conexión profunda que está por encima de la lógica y la comprensión.

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