EL REBE IOSEF ITZJAK SCHNEERSON, EL RAIATZ

El Rebe Raiatz

Rabí Iosef Itzjak Schneersohn, el sexto Rebe de Lubavitch nació el día 12 de Tamuz, 5640 (1880) y desapareció el día 10 de Shevat 5710 (1950). Se le conoce comúnmente con el acrónimo de su nombre completo, el Raiatz. Fue el único hijo del quinto Rebe de Lubavitcher, Rabí Shalom Dovber, conocido como Rashab. A continuación les presentamos dos historias sobre él y algunas palabras que podemos extraer de ellas.

Atracción Magnética

Nuestra primera historia requiere una pequeña introducción. Rabi Israel de Ruzhin heredó un tesoro de escritos y objetos que pertenecieron al Baal Shem Tov y sus discípulos conocidos como el Archivo de Jarsón. Entre los objetos en este precioso archivo estaba el sidur del Baal Shem Tov (libro de oraciones) y su menorá (el candelabro de Janucá). Después que el Ruzhiner murió, un hombre muy rico compró el archivo, Rabi Shmuel Gur-Arié, uno de los jasidim de Jabad, y lo dio como regalo al padre de Rabi Iosef Itzjak, el Rashab.

Hoy en día, el sidur del Baal Shem Tov está en la biblioteca del Rebe de Lubavitcher y después de la inmersión en la mikve (baño ritual), a algunos jóvenes se les da la oportunidad de verlo. En el sidur, regado con las huellas de las lágrimas del Baal Shem Tov, aparecen en las páginas de la Amidá los nombres de los discípulos del Baal Shem Tov por quienes él rezó.

En cualquier caso, cuando Rabi Gur-Arié trajo el archivo al Rashab, este lo examinó detenidamente, letra por letra, tema por tema. Había cientos si no miles y sobre cada uno, el Rashab declaró si era auténticamente del Ba’al Shem Tov o no, clasificando todo el archivo. Mientras tanto, el jasid lo observaba sorprendido en silencio, preguntándose cómo sabía el Rebe si era auténtico o no. Cuando el Rashab terminó de seleccionar el archivo, le regresó todo al jasid y le dijo que fuera a donde su hijo, Rabi Iosef Itzjak, y se lo mostrara.

El jasid llevó el archivo al Raiatz y para su permanente sorpresa, el Raiatz empezó a hacer exactamente lo mismo que había hecho su padre. Revisó todo el archivo de igual modo proclamando qué era autentico y qué no. Sorprendentemente, clasificó el archivo exactamente como lo hizo su padre.

Aunque el rico jasid no se atrevió a preguntar al padre, sí le preguntó al hijo: ¿Cómo sabes qué es auténtico y qué no? Todas son cartas y objetos muy valiosos y no cualquiera puede notar la diferencia.

El Raiatz contestó que en todo Judío, incluso en un niño, hay santidad (derivada del alma Divina, pero el Raiatz no usó este término). Y le dijo, lo sagrado atrae a lo sagrado. Si un objeto realmente perteneció al Baal Shem Tov, y si una carta es realmente de él o de sus discípulos, entonces están impregnadas de santidad. Tal como un metal es atraído por un imán, todo judío es atraído por lo sagrado.

El Raiatz no dijo que esta habilidad para detectar lo sagrado está limitada a un Rebe, a un maestro espiritual, sino más bien que todo Judío tiene santidad. Si la cuida estudiando Torá y Jasidut será revelada en su corazón. Entonces, en cualquier cosa que encuentre en su vida, inmediatamente sentirá si es sagrada o no. Todos tenemos que ser sensibles a lo sagrado, pero sólo un judío puede serlo realmente, aunque para lograrlo tiene que alimentar la sacralidad que tiene dentro.

Lo que es más, esta historia acerca de que lo sagrado interior atrae y es atraído por la sacralidad externa, aplicada a la habilidad de discernir lo que perteneció al Baal Shem Tov, ilustra otro punto importante. El Baal Shem Tov inició la iluminación del mundo con la luz sagrada del Mashíaj. Dio inicio a la revelación del Mashíaj, a la llegada de la redención, a través de la bondad y la compasión. Por esta razón, la sacralidad del Baal Shem Tov, esa luz sagrada con la cual fue visto por otros y afect ó a su entorno, era la del Mashiaj. Lo sagrado del Judío es atraído a lo sagrado del Mashiaj y de manera similar a la del Ba’al Shem Tov.

Siempre en Su Mente

En nuestra segunda historia, el Rebe de Lubavitcher, Rabi Menajem Mendel Schneersohn, habla sobre su suegro, el Raiatz. En 1947, sólo unos cuantos años antes que el Raiatz desapareciera, el Rebe de Lubavitcher viajó a París (no era todavía el Rebe, pero era el asistente más confiable de su suegro). El Rebe, que había escapado de Europa a los Estados Unidos en 1941, llegó a París a saludar a su madre –después de 15 años de no verla, desde que ella había logrado salir de la Rusia comunista– llevándola a su regreso a los Estados Unidos.

En París conoció a un grupo de jasidim Lubavitch sobrevivientes del Holocausto que tenían muchos deseos de emigrar a los Estados Unidos pero no podían obtener visas. Le pidieron que a su regreso le dijera al Rebe Raiatz de su problema y que despertara compasión y misericordia sobre ellos desde el Cielo. El Rebe de Lubavitcher les explicó que debían ser un poco cándidos para pensar que el Raiatz necesitaba que lo pongan al tanto de sus problemas. Para explicar este punto les contó la siguiente historia.

En ese tiempo, el Raiatz estaba enfermo y requería que se el inyectaran ciertos medicamentos todos los días. Una enfermera privada venía a su estudio en 770 (de Eastern Parkway, New York) a determinada hora para administrarle la inyección. Un día, la enfermera llegó unos minutos tarde, y cuando tocó a la puerta de su estudio no hubo respuesta. Usualmente, había Rabinos del secretariado del Raiatz por los alrededores, pero esta vez no había nadie. Así que lentamente abrió la puerta del estudio y al entrar lo vio sentado en su escritorio, sus ojos perdidos en la distancia, obviamente sin darse cuenta que ella había entrado. Tenía la apariencia de alguien que no estaba en este mundo.

Ella nunca había visto nada como esto y estaba segura de que algo le había sucedido, tal vez hasta había perdido la conciencia. Salió corriendo a buscar a alguien de la familia. El Rebe de Lubavitcher vino rápidamente al cuarto y se acercó a la boca de su suegro para escuchar lo que estaba murmurando y escuchó que el Rebe Raiatz estaba recitando de corazón y con la melodía de las palabras de Torah las palabras de la Canción del Mar, Az Iashir. (Éxodo 15) Era como si estuviera rezando. Entonces, inmediatamente se dio cuenta que estaba en un estado de comunión (con Dios) y no que estaba enfermo.

Este estado se conoce como haber salido del cuerpo y la persona parece haber perdido contacto con la realidad (la verdad es por mucho lo opuesto, como veremos en un momento). De hecho, después de unos cuantos minutos pareció salir de ese estado. Pero, el Rebe sintió que había una razón para todo esto, así que hizo una investigación y descubrió que durante esos momentos que el Raiatz estaba en estado de comunión y fuera del cuerpo, a miles de millas de distancia, un pequeño grupo de jasidim había tratado de cruzar ilegalmente la frontera Ruso-Polaca. Si hubieran sido capturados, podrían haber sido ejecutados sumariamente. Durante esos momentos críticos, el Rebe Raiatz había despertado la misericordia del Cielo para que ellos tuvieran éxito.

Entonces, el futuro Rebe de Lubavitcher le dijo a los jasidim en París que después de esta historia deben entender que el Rebe Raiatz no necesita que nadie le diga cuando despertar misericordia sobre sus discípulos. Todo jasid está siempre en su mente, ve y sabe exactamente lo que está pasando con él, y continuamente se sacrifica y reza por todos y cada uno de ellos. Esta es una importante historia para hacernos reflexionar que el Rebe está por cierto pensando en todos y cada uno de nosotros, y despertando continuamente la misericordia del Cielo sobre nosotros.

Un punto más que podemos llevarnos de esta historia es que hay una poderosa conexión entre el recitado del Canto del Mar y el despertar misericordia desde el Cielo. Si el Rebe notó esto (pudo haber contado la historia sin aclarar nada de lo que el Raiatz había estado diciendo durante su separación del cuerpo), significa que debemos estar concientes de ello. Si piensa en alguien que necesita misericordia del Cielo y recita el Canto del Mar con sinceridad y con la intención correcta, estará actuando sobre los Cielos para que tengan Misericordia con él. Esto es verdad tanto para un individuo como para todo el pueblo Judío y para todos los momentos. La Canción del Mar aparece en la parshat Beshalaj, la lectura de la Torá de la semana que usualmente cae el 10 de Shevat—el iohrzeit del Raiatz— por lo que esta historia y sus enseñanzas son particularmente apropiadas para esta fecha.

(Basado en una charla del Rav Ginsburgh en una reunión para niños el 11 Shevat, 5767 – Ramat Aviv)

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