RABI IEHOSHÚA BEN ALAM

Una Reserva de Residencia en el Cielo

A la cariñosa memoria de Moshe Iaacov ben Zeidl z»l , dedicada por su hija Silvia Rothschild.  

El sabio de la Mishná, el rabino Yehoshúa ben Alam, una vez le fue dicho en un sueño, «Alégrate, porque tú y Nanas el carnicero se sentarán juntos en el Gan Eden en el Cielo.» 

Rabino Iehoshúa despertó alarmado: «¡Ay de mí, toda mi vida siempre he estado en un estado de temor de los Cielos, he trabajado sólo en la Torá, no caminé cuatro codos (2 metros) sin tzitzis o tefilín, y tengo ochenta dignos estudiantes! ¿Y din embargo todos mis logros sólo son iguales a los de este carnicero?»

 Envió rápidamente un mensaje a sus alumnos que no iba a entrar a la sala de estudios hasta que compruebe quien era este carnicero. Fue de pueblo en pueblo preguntando por Nanas el carnicero, hasta que finalmente llegó a su ciudad. Los habitantes de las ciudades se sorprendieron de que el tzadik se interesara por este individuo ordinario.

 De todas maneras estaban dispuestos a traerlo, aunque él se negaba a venir, incapaz de creer que el gran sabio estuviera realmente pidiendo encontrarse con él. Rabi Iehoshúa no tuvo más remedio que ir a visitar el carnicero a su tienda.

 Cuando llegó, el carnicero cayó sobre su rostro y exclamó: «¿Por qué hoy es un día tan especial que la Corona de Israel ha venido a visitar a su siervo?»

 Rabino Iehoshúa le dijo que quería oír hablar de su conducta.

 El hombre respondió: «Mi señor, yo trabajo de carnicero. Además, tengo dos padres ancianos que no pueden cuidar de sí mismos, por lo que cada día los visto, los alimento y los baño yo mismo.»

 Al oír esto, Rabí Iehoshúa lo besó en la frente y le dijo: «¡Hijo mío! ¡Afortunado eres tú y afortunada es tu suerte! ¡Y qué afortunada es mi suerte que se me ha encontrado digno de ser su pareja en el Cielo!»

Fuente: Lmaan Ishmeu #230 – basado en  Seder HaDorot

Sobre la Lectura Semanal: «Honrarás a tu padre y a tu madre» (Deut. 5:16) 

Nota del editor: 

Mucho tiempo después, más de 1600 años o menos en la década de 1970: 

En Flatbush, Brooklyn, escuché a un joven judío sefardí de ascendencia siria decirle a su amigo que había ido al experto local en la ley rabínica y le hizo una pregunta. Durante varias semanas fue responsable exclusiva de su anciana madre incapacitada, y él le estaba dando de comer regularmente y la bañaba. Le dijo al rabino que se sentía avergonzado y un poco culpable por desnudar su madre para bañarla. ¿Está realmente permitido hacerlo?

El rabino se levantó de su silla y le dijo: «Me paro ante usted porque usted es ben Olam Haba; Declaro que usted tiene un lugar garantizado en las más altos cámaras celestiales. (después de los 120)».

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