QUIEN RIE ÚLTIMO RIE MEJOR

En la parashá Jaiei Sará, “La Vida de Sará”, se produce la primera muerte en el pueblo de Israel, la muerte de Sará nuestra madre al principio de la Parashá, y a continuación también la muerte de nuestro padre Abraham. Teóricamente se podría decir irónicamente: es muy triste que hayan muerto, pero no sorprende demasiado… desde Adam el primer hombre, todos morimos al final del camino, y de hecho desde el momento en que nacemos ya nos dirigimos hacia la muerte (aunque no sea muy agradable reconocerlo). ¿Entonces qué novedad es esta? Sin embargo, parece que hay algo especial en la muerte de Sará. La muerte fue el final de la historia, terminó y a otra cosa, “punto final del verso” también literalmente, porque siempre que se cuenta acerca de alguien que muere está escrito al final de la oración, comenzando por Adam el primer hombre:

ויהיו כל ימי אדם אשר חי… וימת”

“Y fueron todos los días de Adam que vivió…, y murió.”,

y pasamos a la siguiente generación… Por el contrario, la muerte de Sará abre un todo un tema que se ocupa de Sará después de su muerte, se la despide y se la llora y se le da sepultura. Notemos que hasta ahora no escuchamos para nada qué se hace con los muertos, quizás se entierran, quizás se incineran, no parecería ser algo interesante. Pero aquí nos encontramos por primera vez con el concepto de “sepultura”, קבורה , y ese lugar de sepultura se transforma en algo importante, en ese momento y para las siguientes generaciones, con la compra de la Cueva de las Parejas, “Maarat Hamajpelá”, מערת המכפלה – , donde están en ella enterrados los padres de la nación.

El tratamiento especial de la muerte de Sará está insinuado en el primer verso, que resalta dos veces la “vida”:

ויהיו חיי שרה… שני חיי שרה”

“Y fue la vida de Sará… los años de la vida de Sará”

y por supuesto también el nombre de la parashá “Jaiei Sará”, “La vida de Sará”, todo al revés teóricamente del contenido de la parashá que se ocupa de su muerte (al igual que la parashá Vaiejí, “Y Vivió”, que se ocupa de la muerte de Iaacov Avinu). ¿Acaso puede ser que la muerte de Sará no es simplemente el fin de la historia?

Cuatro Compañeros en la Vida y en la Muerte

El secreto de la muerte de Sará se cuenta en el Zohar sobre las palabras

ותמת שרה בקרית ארבע היא חברון בארץ כנען

“Y murió Sará en Kiriat Arba que es Jevrón, en la Tierra de Canaán”.

Como introducción recordemos que los sabios dividieron la realidad en cuatro elementos componentes de todo: fuego, aire, agua, tierra. Mientras la persona vive, los diferentes elementos que lo componen están integrados en esta mezcla especial, y con la muerte comienza inmediatamente el proceso de desintegración, donde lo que era una unidad orgánica se disgrega en los elementos originales. Esa es la suerte de toda criatura viviente, y de hecho de todas las cosas sobre la tierra, e incluso de todo el universo, como dice el dicho “todo viene del polvo y al polvo volverá”. Y dijeron los sabios de bendita memoria “incluso la esfera solar” “Todo presente es efímero”. En términos de la ciencia moderna esta es la ley de la entropía, que determina que todo objeto ordenado tiende al desorden, hasta que se espera que todo el cosmos será nada y caos. Y he aquí, dice la Cabalá, la sabiduría secreta, que con la muerte de Sará sucede algo diferente: el cuerpo de Sará, compuesto de los cuatro elementos, no se desintegró como se suponía, sino que continúa estando “conectado”. “Kiriat Arba [“la Comunidad de los Cuatro”, el cuerpo de cuatro elementos] es Jevrón [connato de jibur, “conexión”]”. Aunque muerta y sepultada, Sará tuvo una “muerte judía” especial. Digamos que si pensamos que el cuerpo del hombre es simplemente como el cuerpo del animal, inevitablemente se dirige hacia el abadón, la destrucción, pero de repente descubrimos ahora el alma y entonces el cuadro cambia radicalmente. Hay vida después de la muerte. Hay un mundo de almas, y la muerte ya no es un “pozo negro” hacia la nada, sino un pasaje hacia otra vida. Pero la novedad principal es que la vida del alma continúa estando conectada al cuerpo, el mismo cuerpo muerto y sepultado en la tierra.

Así, el judaísmo no se ocupa de los muertos y la sepultura por una añoranza sin sentido en lo que fue y ya no es, sino en la formación de una conexión con otra vida. Es cierto que en general nuestros ojos ven al cuerpo como efímero y sin valor, “porque le sucede al hombre y le sucede a la bestia, y le sucede lo mismo, como uno muere el otro muere”. Como judíos tenemos que saber que la diferencia entre el hombre y el animal existe al morir, pero también después, en la permanencia del alma. Esto se encuentra en forma oculta para todos, pero entre aquellos elegidos –comenzando con Sará Imeinu- esto se presenta de forma más revelada, y a veces se puede percibir, como en muchos casos de los tzadikim y los mártires, ¡cuyos cuerpos se conservan enteros incluso después de muchos años de sepulcro! En pocas palabras: en nuestra vida se encuentra el pulso del Ein Sof, el Infinito. Al morir parecería que llegamos por fin al final, pero la muerte de Sará nos trae la novedad que también ¡después de la muerte continúa estando la fuerza del Ein Sof! Aunque es sólo un roshem, un resabio, una débil gota de vitalidad “kista dejaiuta”, tan oculta y escondida que es imposible percibirla, aunque en algún lugar, allí en las profundidades de la Maarat Hamajpelá, existe ese punto, la vida después de la vida.

“Mi Alma como el polvo será”

Jasidut profundiza más para explicar el secreto de la vida de Sará después de su muerte, diciendo que la clave se encuentra en el concepto עפר , afar, “polvo”. No por nada Abraham compra la Cueva de las Parejas de manos de עפרון , Efrón el jití, cuyo nombre es una conjugación de la raíz עפר , “polvo”.

Volvamos al principio: el hombre fue creado “del polvo de la tierra”, y después de su pecado lo condenó: “porque eres polvo y al polvo volverás”.

Pero con respecto a Abraham Avinu el “polvo” conlleva un significado adicional. Dijo: “yo soy polvo y ceniza”, una expresión de hajnaá y shiflut, “sumisión” y “humildad”. La cualidad de sumisión también en nuestro verso: “y murió Sará en Kiriat Arba, que es Jebrón en la tierra de Canaán”, los cuatro elementos unidos [jevrón] por el mérito de la “tierra de Canaán”, כנען , la cualidad de hajnaá, הכנעה , la sumisión como el polvo de la tierra.

Por supuesto hay una sumisión negativa, hacerse el humilde y pobrecito fuera de lugar, falto de firmeza, pero la sumisión positiva es una buena cualidad como no hay otra, la sumisión propia frente a todas las personas, reconociendo que en cada una de las personas del mundo hay algo especial que no hay en mí, y por eso soy como el polvo debajo de la planta de sus pies. “¿Quién es sabio? Quien aprende de toda persona”. La sumisión es también una sensación de hepsed, הפסד , “pérdida”, no de ser perdedor por pereza, sino cuando me han vencido de verdad y lo se reconocer, להודות , lehodot, reconozco que estoy abajo.

El polvo representa a la muerte, el nivel de דומם , domem, “inanimado”, sin vida, y así también en la cualidad psicológica de la sumisión como el polvo hay algo de muerte. Pero ¿cuándo llega el sumiso al máximo de su sumisión? ¡En instante de la muerte misma! En el transcurso de la vida logro triunfar en toda clase de batallas, y en especial triunfo constantemente sobre la muerte, pero he aquí que llego al final, al lugar donde se pierde todo, me pierdo a mi mismo. En este punto, la persona experimenta en su propia carne la ley de la entropía, que recordamos antes, y se identifica totalmente con ella.

Abraham fue toda su vida “polvo y ceniza”, pero Sará se le adelantó y llegó a la máxima sumisión con la muerte misma. Frente a una sumisión como esta no se puede argumentar. Así se cuenta acerca del Baal Shem Tov, que dijo de sí mismo antes de su muerte: “podría subir al cielo en una tempestad como Eliahu, pero yo quiero probar el verso “porque eres polvo y al polvo volverás” Probar el polvo insípido es la sensación de completa sumisión y humillación, “sé muy muy bajo de espíritu, porque la esperanza del ser humano es el gusano”.

El Canto de lo Inanimado

¿Cómo está conectada toda esta hajnaá con “la vida de Sará”? ¡Tanto someterse y someterse llegamos a morir!

Pero cuando nos consustanciamos completamente con la sensación de perder, cuando llegamos a la completa sumisión, como el Baal Shem Tov que no trata de vencer a la muerte o evitarla, sino morir conscientemente y por propia decisión (a pesar de que siempre trató de “y elegirás por la vida”, y vivirás con ellas”) Justamente entonces llegamos a la otra vida. Después de que “fluimos” con la ley de la entropía hasta el final, de repente nos elevamos por encima de ella.

¿Qué significa? Para nosotros, comprendemos la vida en función del calor y el movimiento. Por lo tanto, el polvo y lo inanimado, frío y silente, es la muerte. En la psiquis del hombre, cuanto se somete y pierde, más muerto está. Pero en verdad hay una vida diferente, más elevada, más silenciosa y sutil donde no se percibe movimiento, parece fría y silenciosa pero donde hay una profunda vitalidad, como el placer que no se puede percibir. Es el nivel de lo aparentemente inanimado, se nos presenta como muerto, pero hay en ella una vida diferente, en el secreto de “el silencio te alabará” –lo inanimado elogia y alaba. Para llegar a esa vida, primero hay que someterse ante la muerte, y entonces el alma entona un canto muy especial: “‘porque frente a Mí doblará toda rodilla’, ese es el día de la muerte”.

Por eso cuando Sará llega a la sumisión completa, cuando pierde todo y muere, entonces la vida de Sará se transforma en una vida inanimada de un nivel superior, la vida continúa y penetra dentro de la sepultura, Sara llega por fin adentro de la “tierra de Canaán”, la tierra de la hajnaá, la sumisión que es la tierra de la vida. Y en este momento, mirando hacia atrás, se entiendo que hay una rectificación del defecto del pecado original que trajo la muerte al mundo. Así hay una maravillosa descripción de los sabios del encuentro que tuvo lugar dentro de la Cueva de las Parejas, Maarat Hamajpelá, entre Abraham y Sará con Adam y Javá. Aquí comienza la rectificación del castigo de “y al polvo volverás”, cuando el polvo se torna en ser polvo de un nivel superior, “y mi alma como el polvo será para todos”, y de esta manera hay un pasaje en paz entre los mundos. La cueva es redimida de las manos de Efrón, עפרון , que significa “polvo menor”, y se transforma en el polvo positivo y floreciente. Toda la muerte que hubo en el mundo hasta Sará Imeinu, recibe ahora una explicación nueva.

Yo creo en la resurrección de los muertos

Luego de haber explicado un poco que la vida de Sará no se interrumpe con su muerte, se puede sentir quizás el secreto de la resurrección de los muertos. En cada plegaria silenciosa, shemoná ezré, recordamos en la segunda bendición la guevurá de Hashem: “Tú resucitas a los muertos… y eres confiable en resucitar a los muertos” La resurrección de los muertos es la etapa siguiente, en la cual el nivel de la vida superior de lo inanimado, “a Ti alabará lo inanimado”, vuelve y se revela en la realidad inferior. Entonces se comprende retrospectivamente que todo el tiempo la muerte y la sepultura no es sino un sueño, “y cumple su fe con los que duermen en el polvo”, hasta que los muertos se despiertan de su sueño en el קץ הימין , ketz haiamín, “el final de los días”.

Pero como dijimos, también antes de la resurrección de los muertos, si nos preguntamos ahora si Sará nuestra madre vive, la respuesta no es clara. Porque ella pasó a una dimensión distinta donde las definiciones normales de la vida y la muerte no se aplican. La vida inanimada que elogia a Dios con una voz silenciosa y fina, quizás se considera como muerte en relación a nosotros ¿Pero acaso es quizás más correcto llamarla vida? Esta paradoja la encontramos también en la haftará de la semana, al principio del libro de los Reyes. El rey David ya anciano no se puede calentar, ya está con un pie afuera del mundo, dificultosamente vive, no se interesa por la guerra, y toda la historia es cómo vuelve a la vida. He aquí que la haftará termina con la famosa proclama de su esposa Bat Sheva:

יְחִי אֲדנִֹי הַמֶּלֶּךְ דָּוִד לְעלָֹּם”

Iejí adoní Hamelej David Leolam  “Viva mi señor el rey David por siempre

¿Cuál es la finalidad de proclamar esto cuando está claro que después de todo David está al final del camino? La respuesta es que David va tras Sará, y al morir se acerca a ese nivel de la vida que continua también después de la muerte. Por eso “David el rey de Israel está vivo y existente”, David melej Israel jai vekaiam. Y verdaderamente no es una alegoría ni un sueño.

nosotros de entre los vivos su nombre es David, y también si es de los muertos su nombre es David, es decir que el Mashíaj es el propio David, dando a entender que en él no está claro el límite entre la vida y la muerte. Y he aquí una alusión muy bella:

יחי אדני המלך דוד לעלם” ,

Iejí Adoní Hamelej David Leolam,

“Viva mi señor el rey David por siempre”

Tiene la misma guematria de דוד más משיח , David más Mashíaj Entonces “Viva mi señor el rey por siempre”, suma Mashíaj. Sobra toda explicación.

Anexo 

El tema de la belleza: יפי , iofi. La muerte y la entropía se reconoce al principio por la pérdida de la belleza y la gracia. Como dice el verso, “a los … para el pecado no es derrotada por la muerte, más todavía la muerte salva del pecado y expía por él. Pero los sabios lloraron por la belleza que en el futuro sería tragada por la muerte y la tumba, de aquí que la “pérdida” principal de la muerte es la belleza física (la belleza se relaciona en esencia con lo físico, el cuerpo). Los años de la vida de Sará todos se equiparán para bien, los espirituales como los materiales y los materiales como los espirituales, y entonces murió Sará, etc., significa que permanece una conexión entre lo espiritual y lo físico, tal como los unificó en la doble vida. Y de aquí la conexión entre la belleza y el reino, el rey en su belleza, la más bella de todas las personas. Y de aquí la sucesión de Sará, Abishag, Abshalom, Adoniá, hay belleza y hay belleza, “mentira es la gracia y vana es la belleza, pero la mujer temerosa de Hashem será alabada, o sea Sará Imeinu, el fundamento del reinado de “no hay rey sin pueblo” que se emociona con la belleza de sus reyes y por eso se anulan a ellos. Hay también una versión de que “a los cien años era como de veinte en cuanto a la belleza”. יפי , iofi suma 100, iud peamim iud, י פעמים י , sus iniciales es יפי , iofi, belleza. Surge que hay una belleza de los 100 años, una belleza de los 20 y una belleza de los 7, la principal virtud de la raíz, la vida de Sará, está en su belleza. En Egipto se momificaban a los reyes en un intento de preservar su belleza después de la muerte, pero en el lado de lo sagrado el sepulcro en la Cueva de las Parejas, Maarat Hamajpelá, preserva la belleza por siempre.

Salvo Rajel Imeinu, que por un motivo especial está enterrada en otro lugar. 

Por supuesto es una división diferente según la definición de “elementos químicos” de la ciencia moderna, pero no se contradicen.

Bereshit Rabá 12:11

Una linda alusión: חיים לאחר מות , vida después de la muerte, suma de guematria אברהם שרה  Abraham Sará.

Kohelet 3:19

La Cabalá define a la hajnaá, la sumisión, como perteneciendo a la sefirá de Hod, “reconocimiento”, frente a la sefirá de Netzaj, “triunfo” que la complementa. Netzaj es el triunfo por supuesto, y Hod la derrota. Netzaj y Hod se llaman “los platillos de la balanza” (en la conocida enseñanza de “Pataj Eliahu”). Está el platillo del mérito a la derecha, el triunfo, y el platillo de la deuda a la izquierda, la pérdida, (el mérito significa triunfar y la deuda es la pérdida, como la expresión de los sabios “zutano eres inocente [triunfante] y mengano eres culpable [perdedor]”, y la cualidad de Hod correcta significa reconocer que he perdido de forma, por un juicio de verdad.

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