DESPOSA A TU ESPOSA CADA DÍA

Meditación diaria del Rabino Itzjak Ginsburgh

La Torá junta el tema del casamiento y la convivencia con el tema del divorcio: 

“Cuando un hombre tome a una mujer (kidushín-consagración, la desposa)

y convive con ella (nisuín, convivencia)

y después deja de agradarle por haber encontrado en ella una actitud inmoral, le escribirá un Acta de Divorcio, se la entregará en su mano y la despedirá de su casa. (guet-divorcio)

Cuando haya abandonado su casa podrá casarse nuevamente con otro hombre. (Segundo casamiento y matrimonio) Devarim 24:1-2

כִּי יִקַּח אִישׁ אִשָּׁה וּבְעָלָה וְהָיָה אִם לֹא תִמְצָא חֵן בְּעֵינָיו כִּי מָצָא בָהּ עֶרְוַת דָּבָר וְכָתַב לָהּ סֵפֶר כְּרִיתֻת וְנָתַן בְּיָדָהּ וְשִׁלְּחָהּ מִבֵּיתוֹ וְיָצְאָה מִבֵּיתוֹ וְהָלְכָה וְהָיְתָה לְאִישׁ אַחֵר

“Ki ikaj ish ishá ubealá, vehaiá im lo timzá jen ki matzá ba ervat davar, vejatav la sefer critut, venatán veiadá veshiljá mibeitó. Veiatzá mibeitó vehaljá vehaitá leish ajer.”

Más aún, de hecho, todas las leyes matrimoniales, kidushínnisuin, se aprenden a partir de los versículos que tratan sobre el divorcio (como la analogía conocida en la Guemará-Talmud de “y salió y estuvo”).

Incluso en los seis Sidrei Mishná, (órdenes de la ley oral) el Masejet Guitín, el Tratado de Divorcios, precede al Masejet Kidushín, el Tratado de Casamientos. ¿Cuál es el motivo?

 La Torá quiere enseñarnos que la principal innovación de kidushín, la consagración de la esposa, es el poder de comenzar de nuevo incluso después de una gran crisis como el divorcio.

 “Nada está perdido” y “No hay desesperación en el mundo en absoluto”. Les deseamos a todos una vida feliz en el primer matrimonio, pero aun así debe haber esta conciencia que “nada está perdido”, como la fuerza de la renovación y el constante rejuvenecimiento en el matrimonio.

En virtud de esto, incluso si hay algún resentimiento entre los cónyuges, es posible reparar y restaurar la armonía de la casa, shalom bait, a través de la renovación inherente al kidushin, hacer algo sagrado, “privado”. Kadesh es jadesh, Consagrar es renovar. La renovación del matrimonio conyugal se destaca en el ciclo mensual de impureza y pureza femenina. Esta es una especie de danza doble en la que hay un movimiento constante de distancia y cercanía, “entonces se alegrará la virgen en la danza”, dice el profeta Irmiahu, porque toda distancia conduce a una mayor cercanía.

Así, el círculo de la danza se convierte en una espiral que se eleva y eleva, como una escalera caracol dice el Baal Shem Tov, y la mujer siempre sigue siendo como una nueva virgen (recuerden que estamos en el mes de Elul, mazal betulá, Signo del zodíaco Virgo). La santidad y la pureza son conceptos que van de la mano (como los tratados de kidushín y taharot, “casamiento” y “purificaciones” en los seis Órdenes de la Mishná): la pureza de la mujer renueva la santidad de la vida matrimonial. Según el secreto, la Cabalá, la santidad pertenece a la sefirá de jojmá, sabiduría y la pureza a la sefirá de biná, entendimiento. La sabiduría tiene un carácter masculino (“Aba-padre”), estabilidad constante, y el entendimiento es de carácter femenino-maternal (“Ima-madre”), como la mujer que tiene un “entendimiento extra” para cuidar la pureza y renovarse siempre.

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