UNA CERCA EN EL TECHO

Meditación diaria del Rabino Itzjak Ginsburgh

“Cuando construyas una casa nueva, harás una baranda en el techo, y no pondrás sangre en tu casa, porque puede caer alguien de él”.

כִּי תִבְנֶה בַּיִת חָדָשׁ וְעָשִׂיתָ מַעֲקֶה לְגַגֶּךָ וְלֹא תָשִׂים דָּמִים בְּבֵיתֶךָ כִּי יִפֹּל הַנֹּפֵל מִמֶּנּוּ”.

Ki tivné bait jadash veasita maaqué legagueja, veló tasim damim bebeiteja ki ipol hanofel mimenu.”

Interpretaremos este precepto como la historia que tiene lugar en el alma humana: cada uno tiene una casa, el lugar habitual donde transcurre su vida, donde se encuentra con otras personas y vive con ellas, sigue determinadas costumbres dentro de un ámbito en común. Esto representa el lugar revelado del alma, la planta baja afirmada en la tierra y más estable. Pero está el techo del alma, la aspiración de subir alto, al lugar oculto donde el hombre está solitario consigo mismo.

En las palabras del rey David: [Tehilim 102:8]

“Huí precipitadamente y fui como un ave solitaria sobre el tejado”.

“שָׁקַדְתִּי וָאֶהְיֶה כְּצִפּוֹר בּוֹדֵד עַל גָּג”.

“Shakadti vaeheié ketzipor boded al gag”.

Cuando la persona sube al techo corre el riesgo de caerse. La ambición puede ser peligrosa. Incluso cuando la persona se aisla al servicio de Dios, puede llegar a caerse de allí. ¿Por qué? Porque cuando el alma se expresa sin vestimentas y sin convenciones, puede arremeter desde su interior algo salvaje y romper los límites. La persona se siente “arriba”, su imagen personal se infla, y de repente tropieza y cae.

Otra razón de la caída: cuando una persona “despega” y vuela por sobre la vida cotidiana, por encima de las pequeñas ocupaciones cotidianas, en efecto está respirando el aire prístino de las alturas, pero por otro lado siente vértigo porque siente que no es su verdadero lugar, y entonces se siente tentado a saltar y caer…

Esto le sucedió al Rey David, que era como un pájaro solitario en un tejado, y efectivamente en otro lugar dice que David caminaba sobre el techo y desde allí vio a Batsheva cayendo en el pecado.

Entonces, ¿cuál es la rectificación-tikún? “¡Y harás una baranda para tu techo!” La barandilla-maaké-מעקה, insinúa la angustia, moaká-מועקה. Tomar conciencia de que puedo caer es la mejor defensa para no caerme. Cuando asciendas, tengas aspiraciones elevadas y te aísles a meditar, sé consciente de que eres un alma dentro de un cuerpo, toma conciencia de tu bajeza y nulidad, no eres un ángel sino un ser de carne y hueso. Si sigues este consejo no te “hincharás” y no te engañarás a ti mismo/a cuando asciendas, en cambio sabe que Dios te elevó al techo y solo Dios te mantendrá allí. Esa angustia existencial de saberte falible y limitado es tu baranda.

Después de que David rectificó su pecado que comenzó simplemente caminando por el techo “mató a su inclinación al mal” (como él mismo dice “y mi corazón está vacío dentro de mí”, la inclinación al mal cayó al vació). David mismo no mereció construir el Templo porque era un “hombre de guerra”, la guerra contra los enemigos exteriores de Israel y la guerra contra su ietzer-inclinación dentro de él. Pero después de que mató a instinto despuntó el alba de una etapa pacífica, el período de la construcción del Templo (que en realidad fue construido por su hijo Shlomó, un hombre de paz).

David vuelve a nosotros en la persona del Rey Mashíaj, que ganará la guerra y construirá el Templo, y sobre él dijo el Midrash que “está parado sobre el techo del Templo diciendo: Humildes llegó el tiempo de vuestra redención”. El Mashíaj está sobre el alto techo sin caerse, porque tiene la barandilla-angustia de su sentido de modestia y la humildad. Por lo tanto, es posible ascender al pico más alto y permanecer allí sin miedo, y decir:

ענוים הגיע זמן גאולתכם

“Anavim, higuía zman gueulatjem.”

“Humildes, han llegado el tiempo de su redención”.

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