EL FLUIR DE LA PARADOJA: ELEVARSE

Nasó significa “alzar” o “elevar”, y como lo sugiere el nombre de la porción de esta semana, esta palabra y este concepto aparece en una proporción más elevada que el resto. La primera aparición de nasó se produce en el contexto donde se ordena alzar las cabezas de los levitas, para censarlos y comisionarlos a cumplir con el servicio en el Tabernáculo.

La Bendición Sacerdotal

El segundo significado de la raíz nasó en nuestra perashá está en conexión con la bendición sacerdotal, birkat cohanim, también llamada nesiat (de la raíz nasókapaim, “elevar las palmas”.

Cuando el sacerdote pronuncia la bendición eleva las palmas y los dedos se extienden de una manera precisa y determinada. Con su corazón abierto a Di-s y sus palmas alzadas hacia el cielo, el sacerdote se transforma en un conducto para la energía y la abundancia Divina.

La bendición fluye desde el corazón del sacerdote hacia sus manos, palmas y dedos. Esta bendición está compuesta de tres partes:

  • La primera bendición “Que Di-s te bendiga y te proteja”, es la bendición física de Di-s sobre Israel.
  • La segunda bendición: “Que Di-s ilumine Su semblante sobre ti y te conceda gracia”, es la inspiración de Di-s a Israel.
  • En la bendición culminante, “Que Di-s alce Su rostro hacia ti y te conceda paz”, tenemos nuevamente la raíz nasó. En este contexto, nasó se refiere a alzar el semblante de Di-s.

Alzar el Semblante: Perdonar

Explican nuestros sabios que elevar el semblante es perdonar. En los Trece Atributos de Misericordia encontramos también la raíz nasó en conexión con el perdón del pecado.

Cuando perdonamos (alzamos nuestro rostro) a los demás y tratamos de aclarar las buenas intenciones que motivaron sus actos negativos, Di-s a su vez hace lo mismo por nosotros. Eleva Su rostro, como si fuera, y eleva nuestras transgresiones para verlas bajo una luz positiva.

Una vez aclarada la motivación positiva en nuestras transgresiones, Di-s nos perdona e incluso incorpora nuestras transgresiones dentro de El. De esta manera, Di-s está tomando verdaderamente la responsabilidad por nuestra maldad.

Esta dinámica, que puede ser aplicada a nosotros mismos y en nuestras relaciones con los demás, es el punto culminante de la Bendición Sacerdotal.

 El Príncipe en Nuestras Almas

Al final de la perashá, la Torá detalla el sacrificio ofrendado por cada príncipe de las doce tribus en honor a la inauguración del Tabernáculo. Estos príncipes son llamados nasí, también de la raíz nasó.

Cada uno de ellos ya ha sido designado como líder de su tribu y como tal ha sido elevado a una posición más elevada. Cuando el Mashíaj alcanza su nivel más elevado, se vuelve el nasí absoluto y más elevado.

El Tabernáculo fue dedicado durante los primeros doce días del mes de Nisán. En cada uno de esos días leemos los versos de la Torá del nasí cuya ofrenda fue entregada en cada día en particular. A continuación de la lectura, pedimos que las luces espirituales de la tribu de ese día brillen sobre nosotros y nuestros descendientes.

De esta manera, la Torá nos ofrece la oportunidad de identificarnos con cada tribu y su nasí. Cada uno tiene una misión en la vida, su propia chispa del Mashíaj. Cuando nos elevamos para conectarnos con el nasí de la tribu, nos estamos conectando con la chispa del Mashíaj que tenemos dentro.

 Elevar los Opuestos

La paradoja es un concepto básico para la cabalá. La paradoja básica es la de Di-s Mismo. La expresión en hebreo para “paradoja” es nesiat afajim, de la raíz nasó, que significa literalmente “elevar los opuestos”. Esta es la habilidad de superar los opuestos aparentes, unirlos y sintetizarlos.

Por esta razón, la palabra para matrimonio es nisuim, de la raíz nasó. El secreto del matrimonio y de todo lo relacionado con la raíz nasó es el secreto de superar, de elevar y sintetizar dos opuestos para manifestar una unión santa y profunda basada en la paradoja.

 El Flujo de Nasó

El primer paso en pos de la habilidad de manifestar la paradoja es la voluntad de elevar nuestras cabezas para ser designados para nuestro propósito o misión en la vida. Entonces debemos esforzarnos por elevar nuestras manos –nuestras acciones- para ser un conducto para que la energía Divina de Di-s fluya a través nuestro y salga al mundo. El siguiente paso es perdonarnos a nosotros y a los demás, tomando la responsabilidad completa por nuestras transgresiones. Llevado a cabo esto, seremos dignos de manifestar nuestro aspecto de príncipe, la chispa mesiánica que llevamos adentro.

  El Secreto de Nasó 

Qué elevarAcción
La CabezaAceptar la designación para la misión
Las PalmasVolverse un conducto de la bendición Divina
El SemblantePerdonar y aceptar la responsabilidad por las transgresiones
El PríncipeDespertar la chispa del Mashíaj
Los OpuestosManifestar la síntesis de la paradoja

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