ECONOMÍA

TORÁ Y CIENCIA

Universidad de la Torá

ECONOMÍA

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LA CORPORACIÓN DINÁMICA 3

Participación, Calidad y Flujo 3

Participación sin Interferencia 6

Donde rige la Calidad 9

Crecer con el Flujo 11

LA CORPORACIÓN DINÁMICA

Participación, Calidad y Flujo

Por el Rabino Itzjak Guinsburgh

INTRODUCCIÓN

Una aproximación desde el punto de vista judío a la gestión de negocios basado en la Cabalá y el Jasidismo. Una perspectiva de las interrelaciones dinámicas entre empleados, mercados e inversores, y como la corporación “rectificada” y refinada es un modelo para la corporación del mundo.

Este ensayo es una traducción y elaboración de una conferencia brindada por el rabino Itzjak Ginsburgh el 28 de Tishrei de 5753 (Octubre 25 de 1992) en Savión, Israel, a una audiencia de profesionales de negocios y gerencia de empresas.

La siguiente es una versión resumida preparada para internet. Próximamente saldrá a la venta el libro completo “la Corporación Dinámica” en castellano.

CAPÍTULO 1 SINERGIA ENTRE ECONOMÍA Y RELIGIÓN

Esta exposición se referirá a temas que conciernen al mundo de la empresa corporativa, a la luz de las enseñanzas del Jasidismo y la Cabalá, la tradición mística judía. Con este objetivo emplearemos el método expositivo tradicional del discurso Jasidico, como un medio para llegar a ideas y comprensiones profundas, relevantes a estas cuestiones contemporáneas.

El retorno de nuestro pueblo a su tierra histórica natal, nos desafía como nación a planear una estrategia para la renovación social y económica que pueda garantizar nuestro bienestar material, mientras que al mismo tiempo refleje el carácter espiritual único de la tierra y su pueblo. De hecho, la antigua tradición mística judía tiene mucho que aportar a la inspiración de tal estrategia. Siempre ha sido uno de sus principios básicos, que el reino material que Di-s trajo a la existencia posee grandes posibilidades espirituales, que deben ser aprovechadas si el Deseo Divino que hay detrás de la Creación es que se vuelva completamente revelado. Habiendo sido repatriados al lugar donde cielo y tierra han mantenido un diálogo eterno, debemos esforzarnos para liberar el reino material de su claro carácter secular y así restablecer el propósito Divino ligado a toda experiencia, tanto mundana como sacra.

Encontramos a menudo en la Biblia, que antes de asignar a alguien una misión específica Di-s se dirige a él por su nombre, con el fin de despertar su irremplazable individualidad tan apropiada para la tarea en cuestión. Pero cuando el llamado profético ya no es audible para el hombre, este debe ser inferido según la forma en que cada uno ha sido tocado espiritualmente por la Creación de Di-s – las maravillas de la naturaleza y los milagros de la Divina Providencia. Las sensibilidades incomparables que se despiertan de nuestro encuentro con Su mundo, sirven para guiarnos en la tarea de mediar entre el cielo y la tierra y así cumplir nuestra misión Divina.

El peculiar apego del hombre moderno a las fuerzas materialistas que juegan en la Creación, nos incita a explorar, entre otras cosas, las oportunidades inherentes en la búsqueda del incremento del capital y los dividendos. A pesar de que esto podría ser rechazado por aquellos que buscan en la religión un respiro para las obsesiones materiales de la vida moderna, nuestra tradición nos enseña que no debemos ignorar la experiencia colectiva de nuestra generación, sino más bien revelar la chispa de divinidad que anima las fuerzas históricas que hay detrás de ella, y no hay nada que caracterice tanto la vida contemporánea como la dinámica del crecimiento económico. Cualquier intento de legitimar la inclinación del hombre hacia la búsqueda material, debe ofrecer primero alguna justificación para reducir al mundo y todo lo que contiene a una mera variedad de objetos cuantificables. Esta lógica puede derivar de la tendencia “cuantificadora”, de ver relaciones de volúmenes y evolución numérica entre objetos diversos y no relacionados. El propio acto de contar genera en sí mismo una conformidad en la relación, al reducir todas las cosas a un valor único de “uno”. Esta forma de encarar la experiencia a través de un “mínimo común denominador”, puede servir para confirmar la fuerza centrípeta en la Creación, que une todos los elementos discretos de este mundo a una fuente individual en la Divinidad. Tal reduccionismo nos ayuda a descubrir la unidad fundamental subyacente e interconectada de todas las cosas.

A la inversa, el que mide la realidad en términos puramente cualitativos puede en cambio perder esta percepción. Enfatizando la única e intangible esencia de las cosas, la mentalidad propensa a evaluar sólo la calidad puede desarrollar un idealismo de tipo pagano, con lo cual todos los elementos de la Creación están aislados dentro de su propia inviolable y apartada individualidad. La orientación cuantitativa del pensamiento económico, es la que acomoda la calidad dentro de un sistema que también está interesado en el beneficio, siempre en expansión, de la Creación.

CAPÍTULO 2 PARTICIPACIÓN, CALIDAD Y FLUJO

Exploremos ahora un aspecto de la vida económica moderna: el campo de la empresa corporativa, sugiriendo un fórmula particular para el éxito que proviene del pensamiento jasídico, como así también basado en declaraciones de la Biblia.

Los tres escenarios principales de interacción que caracterizan el ámbito empresarial son:

1. Interacción entre la compañía y sus empleados.

2. Interacción entre la compañía y sus mercados.

3. Interacción entre la compañía y sus inversores.

Cualquier estrategia clara para el éxito de la empresa, debe estar dirigida a la gobernación dinámica de cada una de estas tres esferas.

La estrategia fundamental que aspiramos a poner en marcha está basada sobre los tres principios de Participación (en hebreo, meuravut), Calidad (en hebreo, ijut), y Flujo (en hebreo, zerimá). Se verá claramente de la siguiente discusión, cómo cada uno de estos tres principios pueden servir para guiar a una empresa en la negociación de sus diversas actividades, y ayudar conjuntamente a maximizar la rentabilidad y el éxito.

Las tres dimensiones de la actividad corporativa identificadas anteriormente, se centran alrededor del personal (los empleados), el producto (mercado) y el capital (inversores). Entonces, nuestra fórmula se puede resumir fácilmente como consistente en: la participación del personal, la calidad del producto y el flujo del capital. Antes de proceder a dilucidar cada uno de estos componentes a la luz del pensamiento jasídico, debemos considerar dos lugares en la Torá en donde está indicado el significado de estos tres principios.

El primero es una frase que aparece en el libro de Proverbios (8:22), donde la Torá se refiere sí misma con las siguientes palabras:

Di-s me creó en el principio de Su camino,
el primero (en hebreo, kedem)
de Sus trabajos (en hebreo, mifal [av])
desde el principio del tiempo (en hebreo, meaz)
.

Las palabras kedem (“primero) y mifal (“trabajo”) poseen connotaciones que las vuelven de particular relevancia en la discusión de la administración empresarial. Kedem, que literalmente significa “anterior”, denota también el concepto de “progreso” y “avance”. Mifal implica cualquier emprendimiento creativo, y en hebreo moderno es usado específicamente para referirse a una planta industrial. Estas dos palabras juntas del versículo anterior evocan la siguiente asociación: “Para hacer prosperar una empresa, promueve meaz (cuyas letras en hebreo son: mem, alef, zain), que podemos tomar como un acrónimo de los tres principios mencionados: Participación (meuravut), Calidad (ijut) y Flujo (zerimá).

Se puede encontrar otra cita bíblica para esta fórmula en el versículo:

Y Iacob dijo cuando vió [a los ángeles aproximarse],
“Este (en hebreo, 
ze) es un campamento (en hebreo, majané) de Di-s (en hebreo, Elokim).”

Como podemos ver, las iniciales de la frase “este es un campamento de Di-s” también forma el acrónimo meaz.

La imagen del “campamento de Di-s” sirve como un símbolo adecuado, para lo que cualquier compañía judía debería esforzarse por ser. El “campamento” era la estructura organizativa básica que definió la primera fase de desarrollo de Israel como pueblo. Acompañando su desplazamiento y asentamiento durante los cuarenta años de su permanencia por el desierto, el “campamento de Di-s” se convirtió en el primer paradigma de la actividad grupal constructiva en la comunidad Israelita.

Analizando estas tres palabras (majané Elokim ze, “este es un campamento de Di-s), es posible arribar a una correspondencia más exacta de los principios corporativos enumerados arriba. El “campamento” es un arquetipo organizacional, apuntando a la participación/conducción del grupo/estructura que uno se esfuerza por alcanzar dentro de una compañía. Ser “de Di-s”, indica el ideal Divino de Calidad al que debe aspirar toda organización en su vida activa. Finalmente, “este es” sugiere en nuestro versículo la habilidad de identificar la calidad cuando uno la ve, dirigida hacia el Flujo (zerimá) de la fuerza creativa que inspira el éxito (en hebreo, ze y zerimá comienzan con la letra zain y finalizan con la letra he).

La palabra meaz, que podemos adoptar como el acrónimo para el propósito de este estudio, implica literalmente la idea de escuchar la voz que viene “desde el principio de los tiempos”. Como tal imparte un sentido de lo primordial, como en el caso de la palabra kedem (“primero”) que aparece a su lado en el versículo. La relevancia de las cosas primordiales en el tema de la empresa corporativa, yace en la correlación implícita que uno puede establecer entre el éxito creativo duradero, y la raíz primaria de la que deriva su inspiración.

Uno puede tener confianza en que sus esfuerzos creativos van a encontrar bendición, sólo si la inspiración para esos esfuerzos proviene de una antigua y eterna fuente de sabiduría. Todas las cosas primordiales permanecen eternamente; en hebreo “eternidad” (netzaj) también posee el significado de “victoria” y “éxito”. Si nuestra empresa es establecida sobre una base de conocimiento exclusivamente contemporáneo y temporal, el éxito puede ser alcanzado, pero no será de naturaleza permanente. La creatividad perdurable sólo es posible yendo más allá de los recursos que se disponen, invocando una fuente primordial de energía que infunda en nuestra empresa un carácter eterno y Divino.

La Torá es por supuesto la fuente primaria de sabiduría creativa que desciende a nuestro meaz. Utilicémosla para una más exhaustiva exploración del tema que nos ocupa.

CAPÍTULO 3 DENTRO DE LA FAMILIA CORPORATIVA

Participación sin Interferencia

La gran familia prefigura claramente el “campamento”, como la estructura organizativa básica descripta en la Biblia. Antes de que Israel se convirtiera en una nación, era conocida como la “Casa de Iacob”, una unidad tanto socioeconómica como espiritual, unida por los lazos de un destino y origen común. Consecuentemente, cualquier corporación que aspire a ser un “campamento de Di-s”, primero tiene que tratar de emular este modelo de la gran comunidad familiar.

La palabra en hebreo moderno para “corporación”, jevrá, es usada también para referirse a cualquier sistema de organización social, de los cuales el núcleo familiar es el fundamental. La connotación adicional de jevrá, “amistad o camaradería”, sugiere el espíritu de calidez humana que debería prevalecer en toda forma de jevrá, incluyendo a aquella que se establece por puro interés económico.

La corporación moderna tiene sus raíces en la antigua tradición de la “empresa familiar”. Toda familia posee un patriarca que preside las distintas actividades. El heredero natural para esta posición está usualmente investido de cierta dosis de responsabilidad, como signo de la confianza que el padre tiene en él. Si el heredero es verdaderamente merecedor de esa confianza, actuará como un “hijo que se torna sirviente”, subordinando sus propias necesidades a las de la familia como un todo.

Paradójicamente, esta semi servidumbre es la que, de alguna manera, hace que adquiera el derecho de actuar de acuerdo con su propia iniciativa. Cuanto más reconoce su dependencia esencial de una autoridad superior, el hijo puede ser alentado a desarrollar sus talentos y habilidades propias, para que pueda emerger una nueva generación de líderes.

Por ser uno de los pocos vestigios de autoridad jerárquica que quedan en nuestra cultura obsesivamente democrática, la estructura corporativa demanda una fuerte cabeza predominante. No obstante, sus raíces de tradición familiar demandan que los empleados sientan el enorme amor y respeto que merecen como miembros del clan corporativo. Sólo entonces pueden lograr sentir, aparte de la lealtad y dedicación de un sirviente confiable (eved neemán), la responsabilidad de un exitoso heredero (ben ioresh) que ha internalizado el ideal creativo promovido por sus mayores. Una atmósfera llena de amor y respeto anima a todo el personal a buscar y enriquecer el objetivo del cuerpo corporativo, ejercitando su iniciativa creativa e independencia de pensamiento.

La consigna que guíe la interacción del personal dentro de la compañía debe ser “participación sin interferencia” (heié meorav veal titarev). El balance entre la libertad individual y la disciplina de equipo necesario para el funcionamiento óptimo de una organización, sólo se puede conservar promoviendo este principio, una actitud que permite la iniciativa independiente mientras que preserva el marco responsabilidad grupal. La inventiva por parte de los empleados individuales, es benéfico sólo cuando está acompañada de una fuerte identificación con el esfuerzo general del grupo. Si está motivada o persigue la desvalorización de algún otro miembro de la corporación, esta iniciativa no va a ser tolerada.

Itró, el suegro de Moisés, fue el primero en reconocer el valor de un sistema jerárquico “llano”, donde funcionarios de nivel bajo están investidos con una máxima responsabilidad. Al proponer un sistema más democrático para arbitrar los asuntos diarios de Israel, mostró una gran comprensión de la aplicación eficiente y productiva de sistemas burocráticos. Al sugerir que el poder judicial se construya en forma de pirámide, con predominio de la representación local en su base, demostró tener fé en la habilidad de autoridades subordinadas para gobernar la mayor parte de la vida comunitaria.

Podemos asumir que Moisés dudaba en proponer un modelo como éste, porque sentía que ese máximo compromiso de su parte era esencial para garantizar una decisión cabal y acertada (al ser el único que recibió la Ley directamente de la “boca de Di-s”), basada en la verdad absorbida por su alma.

Itró, por otro lado, creía que no originaría ningún perjuicio delegar ciertas y determinadas responsabilidades a otros individuos que también poseían, aunque no en un nivel tan perfecto, el refinamiento de conocimiento y carácter necesario. Por el contrario, sintió que esta iniciativa sería la cúspide de la benevolencia y el cariño hacia:

1) la comunidad, que estaría provista de un acceso rápido y directo al proceso de justicia adecuado,

2) los oficiales elegidos para ello, quienes se beneficiarían espiritualmente de la oportunidad de ejercitar responsabilidades judiciales,

3) y el más obvio, Moisés, que se aliviaría de la tremenda carga comunitaria, sin comprometer el peso decisivo de su autoridad y opinión.

Al final, la perspectiva de Itró fue aceptada por Moisés, y nació así un nuevo orden jerárquico. El éxito de este modelo depende de la habilidad de la autoridad delegante de inspirar y guiar, incluso cuando no se encuentra físicamente presente en el campo de operaciones real. Como tal, la doctrina de “participación sin interferencia” es tan relevante para la fuerza de la administración de la autoridad como para su personal. La importancia de la doctrina de establecer un estado de liderazgo apropiado, puede ser entendida al ponderar la afirmación de que Di-s Mismo asume la supervisión directa sobre Su Creación, como está descripto en la siguiente declaración del Zohar:

“El aferra todos los mundos, pero ninguno lo aferra a El”.

Aunque se encuentra en rededor nuestro en todo lugar, la presencia de Di-s raramente es sentida como una fuerza invasiva que constriñe nuestra actividad en el mundo. El hombre actúa libremente y se experimenta a sí mismo como tal, mientras la Providencia Divina continúa afectando tácitamente las consecuencias de todos nuestros emprendimientos.

La misteriosa yuxtaposición del libre albedrío, sobre el telón de fondo del cuidado y supervisión Divinos, encierra la paradoja esencial subyacente a todos los esfuerzos humanos por influenciar y rectificar el mundo en que vive.

Esta misma paradoja está ligada a la dirección de todo emprendimiento creativo, donde iniciativas independientes deben ser amalgamadas con la dirección superior. La presencia oculta, aunque influyente, de Di-s en el mundo, suministra un modelo de dirigencia en donde se emplea voluntariamente la auto restricción como un medio de promover un aporte positivo en todos los niveles de la organización.

No obstante, así como la iniciativa independiente puede llevar a la interferencia, a veces la autolimitación resulta en indiferencia e incluso negligencia. En cambio, cuando está aplicada apropiadamente, el autocontrol directivo sirve para enriquecer el ambiente corporativo, al inducir al personal a incrementar su participación y hacer valer su potencial dormido. Una administración con el conocimiento y los recursos para el avance de su plan creativo, es aquella que incentiva la revelación de ese potencial.

El potencial creativo inherente a la propia fuerza laboral es el bien y la fuerza más grande de una compañía. De hecho, la palabra hebrea “coaj” denota tanto “fuerza” como “potencial”, aludiendo a la capacidad que va a restringir los propios poderes cuando el propósito es revelar el potencial en los otros. La expresión utilizada en el hebreo moderno para “personal” (coaj adam) significa literalmente “fuerza humana”, pero también se puede traducir como “potencial humano”. Ese potencial es el mayor recurso administrativo y debe ser cultivado activamente si una compañía desea inspirar el máximo esfuerzo y generar un producto óptimo.

CAPÍTULO 4 MANEJANDO LOS PROPIOS MERCADOS

Donde rige la Calidad

Alentar el espíritu familiar dentro de las filas, con el propósito de crear una atmósfera doméstica dentro de la compañía, debe estar equilibrado por una postura agresiva de cara a los mercados externos que intenta abastecer. Aquí, la postura de elección es asumir la confianza en el propio poder para influenciar y dominar. De momento que un estilo diferenciado puede ayudar a incentivar la cooperación interna y la productividad. Cuando se enfrenta el mercado, se debe aprender a adoptar una actitud de sano orgullo por el servicio o producto que se está ofreciendo.

De todos modos, es crucial que este orgullo corporativo este limitado a una sola cosa: La calidad. Reputación, precio, servicio y hasta la obtención de ganancias, nunca pueden reemplazar a la calidad de un producto como la gema en la corona de la compañía. Exponer el producto a los clientes en mercados tan vastos y extensos como los que enfrenta la manufactura de moda, se convierte una tarea que requiere sumo ingenio. Siendo la mayoría de los consumidores finales nada más que peces anónimos en el gran océano consumidor, la única opción razonable es ” lanza tu pan a las aguas” y dejar que el producto hable por sí mismo.

El carácter impersonal intrínseco de los mercados contemporáneos sirve para propulsar a las corporaciones modernas hacia promociones agresivas, con el objetivo de asegurarse hegemonía de esos mercados. En una economía de masa interactiva, donde el deseo desenfrenado por manejar el mercado puede conducir tanto hacia la prosperidad como a arriesgar todo lo involucrado, una compañía debe justificar sus pretensiones de poder y dominación. Es aquí donde el balance entre un estilo motivador dentro de la compañía y uno agresivo hacia afuera, sirve como seguro contra las tendencias autodestructivas frecuentemente observadas en la vida corporativa.

El objetivo de establecer una hegemonía en el mercado, exige que la compañía diseñe un prototipo de relaciones para interactuar con los mercados que está basado sobre un modelo monárquico. Al contrario de la relación con los empleados, donde un estilo informal y familiar promueve el crecimiento, ganar mercados potenciales requiere una imagen empresarial mucho más formal. Las leyes judías fijan que mientras que el padre y el maestro están autorizados a declinar el honor que normalmente se les concede, a un rey le está completamente prohibido comprometer la dignidad de su cargo, aunque esté motivado por la devoción hacia sus súbditos. El respeto asociado a la realeza no es un mero privilegio del rango, sino que es un aspecto integral de la función real. Para la corporación en crecimiento, esto significa evitar la tendencia a seducir a sus mercados, si hacerlo conlleva comprometer sus niveles de calidad.

El orgullo que uno tiene sobre la calidad de un producto es finalmente el reflejo del respeto por los mercados a los que el producto es dirigido. Si un rey no está habilitado a comprometer el honor de su gestión, es sólo porque esto podría comprometer el honor de su reino y sus súbditos. El riesgo de perder popularidad en el mercado es ciertamente pequeño, si está claro que mantener el estándar de calidad de un producto, refleja la imagen que se tiene de aquellos a los que el producto es dirigido.
Lo que mejor protege al ente corporativo del falso orgullo y la vanidad es una clara dedicación al ideal creativo. Especialmente en cuanto a la salud interna de la compañía, que puede ser puesta en peligro por el ego individual y la ambición, la capacidad de la gerencia de demostrar modestia en su empeño de excelencia empresarial, va a mantener a toda la compañía sin hacer peligrar la dignidad del propio ente ejecutivo.

Esto puede ser visto claramente del ejemplo del Rey Bíblico de Israel, para quien el Reino Celestial sirve de inspiración para su autoridad terrenal. En la descripción bíblica de la celebración que acompañó el ingreso del arca sagrada a Jerusalem, encontramos al rey David bailando desvergonzadamente y saltando frente al arribo del arca. A continuación, es castigado por su esposa Mijal por rebajar la dignidad de su rango, al comportarse tan frívolamente frente a sus súbditos. En la réplica que le hace, encontramos el testimonio de un soberano que entiende que el honor de su cargo no pertenece a su persona, sino al Poder que lo ha investido con la responsabilidad real:

“Y David dijo a Mijal: Fue frente a Di-s, que me eligió por encima de tu padre y toda su casa para ser designado como príncipe sobre el Pueblo de Di-s, sobre Israel, fue frente a Di-s ante quien me alegré. Ojalá pueda humillarme más aún, y ser despreciable ante mis propios ojos; ante los sirvientes de quien has hablado, por ellos seré honrado.

Este incidente junto con la respuesta del Rey David, indica que no siempre necesita ocultarse la humildad única del reinado, cuando su revelación permite a otros compartir la alegría de servir al ideal que legitima el poder real. En nuestro contexto, la gran ventaja de que el ejecutivo adopte ocasionalmente una actitud de discreción y un estilo de administración transparente, es que le permite a los empleados confirmar su autoridad, al exponerlos a la visión creativa en la que está basada.

En el mismo contexto en que la “humillación” de uno mismo delante de los empleados es justificada cuando es para compartir su visión y entusiasmo con los empleados, así también es correcto demostrar ocasionalmente una expresión de orgullo. Esta extraña combinación de orgullo y humildad esencial para el líder judío, es comparada en la Cabalá con el emerger (geiute) y refluir (shefel) del mar. La equivalencia numérica de estas palabras (geiute shefel = 410), que sugiere el movimiento pendular de la marea, sirve para enseñarnos también que la magnitud de la humildad de un líder es la que determina el grado de poder que puede llegar a asumir.

Lo que marca en forma exclusiva la humildad del reinado es el sentido de misión y responsabilidad con que esta imbuido. Refrenando su ego, el rey se asegura que el ideal que quiere promover golpeará profundamente en el corazón de sus súbditos, así como la trayectoria de una flecha es determinada por el grado de restricción ejercido al tirar del arco. Para el “arquero” empresarial, cuyo blanco es el mercado, el desafío de identificarse con la inigualable y digna necesidad de servir, brindará un foco para sus poderes de humildad y restricción. Una vez que tuvo éxito en reconocer esa necesidad externa, pondrá su producto en movimiento y entonces podrá dirigirse hacia el marco pretendido.

La tarea de identificar un objetivo que el mundo necesita y al que uno puede darle una respuesta especial, debe ser la primera preocupación de toda empresa con aspiraciones. Lo que va a determinar el éxito en el cumplimiento del propósito creativo, es la magnitud con la que el poder corporativo puede suprimir su “interés propio”, esto es, que no haya otro objetivo que el “bien común” del mercado.

La calidad de un producto es ponderada por su función y forma distintivas. Pero su verdadera calidad estará determinada por su capacidad de satisfacer la necesidad para la que fue diseñada, y que al mismo tiempo evoque la visión creativa y el poder que la produce. La fuerza que uno está midiendo cuando considera la calidad, es denominada en hebreo como oz (“potencia”), el indicador del impacto que uno produce mediante el acto de la autoexpresión creativa. La marca dejada en un producto es la que lleva un mensaje de excelencia a los futuros mercados, asegurando de ese modo una relevancia duradera y supervivencia de la compañía.

CAPÍTULO 5 MANEJANDO EL CANAL INVERSOR

Crecer con el Flujo

En relación a los empleado y el mercado, una compañía se encuentra a sí misma en interacciones asimétricas: en el trato con el personal, la dirección se esfuerza por actuar con calculada deferencia, mientras que al mismo tiempo, da rienda suelta a campañas de influencia y persuasión sobre sus mercados potenciales. El único escenario empresarial en donde pueden tener lugar las interacciones mutuas es en sala de directorio, donde los ejecutivos en jefe se reúnen con los auspiciantes de la empresa. Estando a cargo de cada uno mantener el crecimiento de la empresa, ambos deben arrivar a un modus vivendi que refleje la reciprocidad de sus relaciones.

El principio que guía sus relaciones debe ser el de la cooperación, con miras al fortalecimiento del signo vital de la salud corporativa, un “flujo” estable de inversión y retorno. Cuanto más grande es el “flujo”, se vuelve más amplio el canal de inversiones, con lo que se fortalece el potencial con que la compañía puede vender sus productos. La garantía segura para el libre flujo del capital es el afianzamiento de la confianza entre la gerencia y los inversores.

A diferencia de la relación de la empresa con los empleados y el mercado, que se centra en las condiciones necesarias para optimizar la producción y la demanda, con respecto a los inversores el tema gira alrededor de la rentabilidad. El dinero es el medio que fluye entre los dos con un movimiento arremolinado que trae capital a la compañía y retoma ganancias para sus titulares. La palabra hebrea que significa confianza es “emuná“, está relacionada con “mamone”, dinero (money), resaltando la importancia de la buena fe para el bienestar de la seguridad financiera. El propio término “share holding”, emprendimiento compartido, expresa el valor de la fe, la confianza y la cooperación para solidificar los lazos entre la dirección y los propietarios.

Además del grupo inversor, hay otro cuerpo esencial en el cual la gerencia debe inspirar fe y confiabilidad para garantizar la base financiera de la compañía: los banqueros. Como financista de la deuda de la empresa, y gran fuente de crédito para la inversión de riesgo y el capital de trabajo, el banco debe ser bienvenido como un socio íntimo en virtualmente todos los aspectos del cometido empresarial. Teniendo el recaudo de elegir un banco con buen conocimiento del negocio de nuestra empresa, y cultivando un buen entendimiento basado en la comprensión, paciencia y amistad, la administración puede encontrar en sus banqueros una fuente indispensable de objetividad en cuanto a la salud de la compañía. En los tiempos de estrés fiscal, y banquero informado e interesado puede ayudar a evaluar cuándo la causa de la dificultad es administrativa o de naturaleza puramente financiera. Establecer una relación bancaria abierta y confiable garantizará un máximo de beneficio para todos.

Uno de los objetivos de la gestión administrativa debe ser mantener creciendo la espiral de confianza hacia nuestra compañía hasta llegar a todas las inversiones potenciales, llevando incluso a los propios clientes hasta su vórtice. Mientras que la fuerza del mercado está caracterizada por estimular en forma agresiva el ritmo de las ventas, la fortaleza del capital de la compañía lo está por el patrón más estable y seguro de la expansión en espiral, que conduce a más y más gente a una coparticipación de acuerdo recíproco. La demostración fundamental de confianza que puede mostrar un mercado en el producto de una compañía es ingresar en la corriente inversora y por lo tanto reforzar su progreso. A medida que se incrementa el “flujo” y se ensanchan los canales, todo el beneficio del incremento deviene en el crecimiento corporativo.

El término en hebreo para la fuerza del capital es “jail“, una palabra que implica poder y riqueza. A diferencia de los sinónimos de “fuerza” que se mencionaron antes, coaj y oz, que denotan “potencial” y “potencia” inherente a los bienes y a quien los produce, jail es una medida del éxito que se logra con esos bienes, expresado primariamente por el capital que generan

En la raíz de la palabra jail está implícita una connotación de movimiento circular en expansión permanente (mejol) alcanzando órbitas más y más amplias donde expandir su influencia. El éxito “contagioso” es lo que toda empresa desea para si misma, sus productos y los mercados que sirve. Permítasenos concluir con la conocida bendición que se le da a aquellos que se embarcan en el camino de tal éxito: “Qun=”center”

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