PARTE 14    EL PODER DE RENOVAR Y LA FUERZA DE PERDURAR

Hasta ahora hemos discutido acerca de la inspiración y la integración como dos etapas separadas y consecutivas en el proceso de la educación. Esta simplificación algo exagerada fue necesaria para comunicar el carácter único de cada una y presentar el modelo básico de su interacción. En realidad, cada una es un proceso progresivo por si misma. Pueden verse como temas paralelos que forman juntos la columna vertebral de la educación y el desarrollo del carácter.

El estado de iniciación/inspiración se afirma y expresa a través del tiempo como un sentido continuo de renacimiento y renovación: “cada día debe ser a tus ojos como un nuevo comienzo”. La Cabalá enseña que el secreto de la longevidad es la habilidad de reconocer cada momento como una creación original.

Un educador debe adiestrar a sus estudiantes para que corroboren esta verdad en tres niveles diferentes de la realidad:

1. a nivel del mundo

2. a nivel personal

3. a nivel de la Torá

A nivel del mundo el maestro busca que sus estudiantes estén permanentemente concientes de la renovación continua del universo; sensibilizándolos a la luz y el amor de Di-s que irradia desde lo alto y re-crea todo el universo, desde la nada absoluta, en cada instante.

¿Cómo pueden creer los estudiantes (y mucho menos verificar) una noción como esta, especialmente porque aparentemente no tiene ninguna relación con la experiencia diaria?

Una vez que comienzan a estudiar realmente el mundo que los rodea y extienden sus leyes para abarcar la totalidad de la creación, confirman al menos la posibilidad de la existencia de tal premisa. Ven que el universo necesita un suministro constante de energía para mantener su existencia, de la misma manera que una lamparilla electrica necesita un flujo continuo de electricidad para mantener su incandescencia. No obstante, aquí termina la comparación, porque cuando se jala de la perilla y la electricidad cesa de fluir, el bulbo continúa existiendo, la única diferencia es que ya no brilla.

La dependencia de su Creador que tiene la creación es más profunda que esto. Si Di-s desconectara el enchufe no solamente todo dejaría de brillar sino que también dejaría de existir. La creación entera, no sólo su energía y su fuerza, depende permanente y completamente del deseo de Di-s, renovado constantemente, de que siga existiendo.

Este nivel del mundo es el más importante por fijar el escenario de los otros dos.

En el nivel del ser, el maestro requiere de sus estudiantes que experimenten el renacimiento continuo de su propio ser y se regocijen con el despliegue de las infinitas posibilidades de crecimiento personal y espiritual que se presentan en cada momento. Cada instante ofrece el desafío y la oportunidad de escoger el bien. A través de este privilegio de elegir que los seres humanos transforman sus vidas en vehículos de Divinidad.

En el nivel de la Torá, el maestro quiere que sus estudiante experimenten nuevamente la revelación de la Torá, de acuerdo con las necesidades del estudiante y en concordancia con esas verdades y símbolos que le son más relevantes en ese momento. Por eso es posible leer la misma Torá semana tras semana, año tras año, una y otra vez y extraer una comprensión nueva y oportuna que “por coincidencia” se aplica al problema o asunto que tenemos entre manos.

Estos tres niveles de percepción se relacionan entre si. Como parte de un universo recreado continuamente todos participan en su renovación progresiva. A su vez, esto inspira un sentido de juventud y entusiasmo perpetuo que colorea cada experiencia, particularmente en relación con la ley de Di-s tal como está expresada en la Torá.

Los sabios enseñan que “la Torá es revelada nuevamente cada día”, pero si somos rígidos y rancios, fatigados y cansados de la vida, no podemos apreciar su frescura. ¿Cómo podemos, aquellos que estudiamos el mismo tema año tras año, mantener un sentido de bien nuestro aprendizaje? Podemos, pero sólo si comprendemos que cada día nos volvemos personas diferentes, con nuevas necesidades e interrogantes más profundos.

Así probamos y descubrimos las dimensiones de la Torá que pueden satisfacer a este nuevo “ser”. Esto requiere de nosotros leer nuevos materiales que no hayamos estudiado previamente, como también descubrir profundidades adicionales en lo que ya nos es familiar. Di-s revela Su Torá una y otra vez, día tras día, centuria tras centuria y también nosotros debemos renovarnos continuamente para apreciar la verdad única y singular de cada momento.

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