PARTE 7   LA VOLUNTAD DE APRENDER

Tomaremos ahora la metáfora de ingresar y asentarse en la Tierra de Israel, explayándonos sobre ella para descubrir el gran secreto concerniente al rol de la voluntad en la educación. Este es uno de los secretos más profundos y a la vez más prácticos de la Torá, de acuerdo con la Cabalá. El entendimiento de la voluntad de aprender es esencial, ya que este aspecto del ser es una extensión de nuestra verdadera capacidad de aprender.

La voluntad es el nivel supraracional (o keter, “corona”) del alma. Es la fuente primaria de energía y motivación para nuestra personalidad y el origen de toda actividad conciente, ya sea pensar, hablar o hacer. Es semejante a lo que los psicólogos seculares llaman “impulso”. Aunque algunos identifican al impulso primario como sexual, otros sostienen que es el instinto de supervivencia, mientras que otros lo describen como un deseo de unirse a Di-s. Este último es el más cercano al modelo cabalístico de la personalidad, aunque todos son verdaderos desde una cierta perspectiva siempre y cuando la motivación subyacente sea sagrada.

La Cabalá enseña que “no hay nada más poderoso en el alma que la voluntad” y “nada se puede oponer frente a la voluntad”. Esto implica que la voluntad es la fuerza más potente en el universo, tanto dentro de una personalidad individual como en el mundo como un todo. No obstante, cuando es vaga y generalizada, no tiene un verdadero poder operativo. Sólo puede manifestar su fuerza cuando está focalizada y concentrada sobre un punto u objetivo.

Tendemos a pensar acerca de la “atención” como un concepto abstracto e intangible. Pero de hecho, es la concentración de verdaderas unidades de energía enfocada sobre un punto en particular, por ello su poder es real en el sentido físico y en el espiritual. De la misma manera que una lupa puede concentrar la luz del sol sobre una hoja seca y quemarla, también la mente y las emociones deben atraer la voluntad (el deseo innato por el bien y el crecimiento que inicialmente es vago e indefinido en la naturaleza) y canalizarla hacia el pensamiento y la acción. Sólo de esta manera puede comenzar a alterar realmente el mundo físico.

Cuando analizamos a la voluntad según el significado de la educación que planteamos (iniciación/inspiración e integración), vemos que la inspiración es el acto de despertar deseo y dirección en la voluntad, pudiendo catalizar este proceso a través de la mente (por medio de una bella idea, por ejemplo), o del corazón (con una experiencia especial). Pero si la propia voluntad no es tocada, el intelecto y las emociones son impotentes e incapaces de efectuar la iniciación por si mismos. Muchos maestros pueden enviar información que excita el intelecto e incluso provocar una respuesta emocional en sus alumnos, pero para inspirar la voluntad de tal manera que los discípulos se comprometan al trabajo y el sacrificio que implica incorporar ese conocimiento en su vida, es otro desafío por si mismo. De todas maneras, si no se produce un cambio en los estudiantes por medio de la experiencia, la educación no ha tenido lugar.

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