PARTE 17    PREPARANDO EL FUTURO

En Cabalá, futuro (atid) significa “lo que está preparado pero aún no revelado”, en contraposición a la definición más corriente “algo que no existe en absoluto en el presente”. Esta es la rectificación requerida por la educación, descubrir que incluso nuestro futuro es una realidad presente.

¿De dónde viene este futuro, quién lo prepara y cómo?

Cuando Di-s creó el mundo, comenzó proyectando una visión de la finalización y la perfección de todo el proceso creativo (en general y en todos sus detalles). Esta visión imaginaria es la que inspiró y guió de hecho los actos subsiguientes de la creación. Esto es similar para nuestro propio proceso creativo, donde primero visualizamos el producto final, lo fijamos con los ojos de nuestra mente y luego tratamos de reproducir esa visión en el mundo físico. Similarmente, así como la visión que tuvo Di-s de su universo perfecto precedió al trabajo real de la creación, así será su futuro inevitable y su punto final. El canto que entonamos cada semana para recibir al Shabat expresa esta misma idea en el pasaje que dice: “Lo último en la acción es lo primero que surge en el pensamiento”. Como esta perfección es la voluntad del Creador y Di-s es la fuerza singular de la creación, nada se puede oponer a Su deseo en sentido absoluto, Su voluntad será cumplida. Entonces, vemos que Di-s “preparó el futuro” incluso antes del inicio, un destino que es irrevocable y existe, incluso ahora, en Sus “pensamientos”.

La fe en el bien absoluto que está por venir está basada realmente en un conocimiento íntimo y profundo y a veces inconciente de que Di-s es el único amo de todos los mundos y dirige hacia el bien cada detalle de cada momento, lo que quiere decir, hacia la realización de Su visión de su perfección. Así, la fe trae ese futuro al presente, al afirmar que ese bien y esa perfección son el destino irrevocable de la creación. Cuando luchamos en el presente motivados por la fe, para penetrar a través de las capas exteriores de nuestros problemas y descubrimos ese punto oculto de bondad que está destinado a ser revelado, entonces ese futuro realmente asume una existencia concreta en el presente, en nuestras mentes y nuestros corazones.

Este principio tiene una aplicación práctica en los ámbitos personal y colectivo. Significa que una técnica verdaderamente potente para liberarse de los patrones negativos de la personalidad, para sobreponerse a la inercia del hábito y realizar cambios positivos en la vida, es hacer contacto con lo trascendente a través de la plegaria. Para hacer esto, debemos utilizar un amplio espectro de expresión, debemos implorar, prometer o discutir mientras combinamos nuestra plegaria con visualizaciones concretas del futuro rectificado. La premisa subyacente es que todo deseo de crecer en concordancia con la voluntad de Di-s es buscar esa realidad que es un futuro inevitable e infinitamente bueno.

La plegaria es el medio ideal y más completo de aplicar estos principios teóricos para traer el futuro a es presente. Es la expresión práctica de la fe interior que a su vez cataliza una profundización aún mayor de la fe. Cuando le pedimos a Di-s que apoye nuestros esfuerzos para servirLo de una forma más perfecta (de cualquier manera, que imaginemos nuestro próximo paso en esa dirección) debemos agregar que sólo buscamos ese respaldo si nuestro objetivo expresa en la acción la suprema y verdadera voluntad de Di-s de que nos perfeccionemos. Si no, Di-s nos corregirá lo más gentilmente que se pueda.

Todo esto es reforzado con el entendimiento de los principios involucrados, porque el conocimiento afirma la fe más sólida y profundamente en nuestros corazones. Cuando cumplimos estos requerimientos, necesariamente tendremos nuestro propósito, porque así permitimos que se revele el destino.

En resumen, vemos entonces que la educación es una amalgama de dos procesos paralelos. El educador debe enseñar a sus estudiantes a encarar la vida con excitación y entusiasmo, reconociendo cada momento como un nuevo comienzo. Este no es sólo un prerrequisito sino un requerimiento continuo, porque sólo cuando los estudiantes sienten pasión por la vida pueden afrontar en el camino cualquier desafío con alegría y vitalidad de tal manera que puedan afirmar el crecimiento.

El educador debe enseñar simultáneamente a sus discípulos a aplicar su creciente conocimiento de la unidad Di-s a los problemas prácticos que surgen en sus vidas. Deben aprender que Di-s es el comienzo, el final y la sustancia esencial de la creación. Nada existe aparte de El y no sucede nada que no acerque al mundo a Su visión y deseo de su perfección. Cada experiencia, incluso el sufrimiento, sirve para este fin de atraer más divinidad al mundo. Cuando los estudiantes llegan a saber esto con fe perfecta, entonces tienen los elementos para extraer las lecciones de cada adversidad que ocurra.

El educador enseña a sus estudiantes a facilitar el proceso de crecimiento a través de desarrollar una conexión con la plegaria. Cuando planean concientemente un sendero para el cambio positivo que refleje de forma cierta los planes supremos de Di-s para su perfección, entonces podrán progresar hacia ese objetivo lo más rápido y eficientemente posible. Por eso deben mantener constantemente en el ojo de sus mentes una visión de la finalidad a la que aspiran, pidiendo a Di-s que corrija las equivocaciones y llene los espacios en blanco, recordando constantemente, por supuesto, que el resultado final es conforme al arbitrio TodoPoderoso.

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