MEDICINA

TORÁ Y CIENCIA

Universidad de la Torá

MEDICINA

MEDICINA

SEIS NIVELES DE CURACIÓN 4

LA CURACIÓN DEL CUERPO Y EL ALMA La Clave para la Salud Espiritual 10

La Imagen de Di-s 11

Los Tres Modelos Básicos 16

NOTAS 22

El Equipo de Tres 38

Moisés y Aarón 39

<> Curación a nivel de Nefesh (“fuerza de vida innata”) <> 49

<> Curación a Nivel de Ruaj (“espíritu”) <> 49

Curación a nivel de Jaiá (el viviente) 51

Etzem HaNeshamá (“la esencia del alma”) 52

Los Tres Focos del Miedo 62

El Lobo 65

Sensibilidad 79

Ingratitud 80

El Proceso Curativo 81

LAS CUATRO MEDICINAS 81

INTRODUCCIÓN 82

1. HOMEOPATÍA 82

2. ALOPATÍA (MEDICINA CONVENCIONAL) 82

3. OSTEOPATÍA 82

4. NATUROPATÍA 82

LOS CUATRO MÉTODOS COMO UNO 84

NOTAS 85

MEDITACIÓN SOBRE LA BENDICIÓN PARA REFUÁ 85

Elevando las chispas 86

“Grande es la teshuvá, que trae curación al mundo” 86

288 Chispas Sagradas 87

Las 100 Bendiciones 87

Un Cuadro de Salud 88

Salud y Bondad 89

Notas 89

MEDITACIONES JASÍDICAS 90

Muerte – la esencia de Amalek 90

Rectificación de la medicina moderna. 91

SEIS NIVELES DE CURACIÓN

Basado en un discurso jasídico de
Rabi Aizik de Homel

Una discusión acerca de las seis modalidades únicas de curación correspondientes a las distintas dimensiones del alma judía

NIVEL UNO

El primer nivel de verdadera curación, el más bajo pero fundamental, sobre el que vamos a construir esta escalera de seis escalones es el de un médico experto.

El practicante experto y consumado conoce la medicina apropiada que debe prescribir para tratar los padecimientos específicos del cuerpo.

Su experiencia para prescribir la medicina se relaciona con el nivel natural del cuerpo, en el cual el cuerpo “vive” (la fuerza de vida del alma que está investida en su interior.

El poder de elegir la medicina correcta se concreta conectándose con este nivel inferior del alma y conduciéndolo hacia su fuente Infinita, estando la conciencia del médico primariamente, sino únicamente, dirigida hacia el cuerpo y sus dolencias.

Este nivel corresponde al nivel más bajo del alma, el nefesh, cuya función es conectar el alma al cuerpo por medio del “intermediario conector”, la sangre, como está dicho: “La sangre es el nefesh“.

La palabra hebrea para “sangre” es “dam” y tiene la misma raíz que la palabra “similar”. Este nivel de curación se relaciona con la similitud Divina con la que el hombre fue creado.

Adam, cuyo nombre significa “Me convertiré en sangre” (como se enseña en jasidut), representa el secreto del médico experto.

Eva es la paciente, la serpiente primordial es tanto la enfermedad como el secreto de la medicina.

NIVEL DOS

El segundo nivel de curación es a través del poder del “encanto”. Aunque en sus orígenes era una ciencia de las más auténticas, a través de las generaciones se fue degenerando en gran manera y se fue identificando con distintas prácticas supersticiosas.

Con el poder del “encanto”, se puede dibujar la forma de un hombre en una pared de manera que todo lo que se haga a la figura, le sucederá realmente al cuerpo de la persona que se quiere curar. La sabiduría empleada aquí es sugestiva por naturaleza.

El encanto toca el segundo nivel del alma, el espíritu o ruaj, que está por encima del aspecto del alma asociada directamente con el cuerpo, el nefesh.

El acto es “espiritualista” por naturaleza. El evento espiritual tiene lugar a nivel de ruaj (el nivel del alma asociada con los poder emotivos del hombre, sus pasiones, enojos, etc.) y cuando son positivos (constructivos) el ruaj se vuelve sufucientemente energizado p

NIVEL TRES

El tercer nivel de curación se manifiesta a través del poder de los Nombres Sagrados, tales como los que se escriben en un amuleto que se lleva en el cuerpo o se coloca en algún lugar visible.

El Nombre tiene el poder de provocar un influjo Divino hacia los aspectos suprarracionales del alma, produciendo una experiencia Divina celestial que fortalece el alma y le provee poder suficiente como para sanar el cuerpo.

Este tipo de curación se relaciona en particular con el tercer nivel del alma, la neshamá, que en principio es supraconciente, ya que la conciencia inicial del hombre es su nefesh (conciencia material, física) y su ruaj (conciencia espiritual), como se enseña en cabalá.

También podemos llegar merecer atraer el nivel de neshamá a nuestra conciencia en un estado de inteligencia abstracta, que es la percepción pura de los Nombres Sagrados.

NIVEL CUATRO

El cuarto nivel de curación es el citado por nuestros sabios: “Si hay una dolencia en la cabeza debes profundizar en la Torá… si todo el cuerpo te duele debes profundizar en la Torá”.

Similarmente dicen nuestros sabios: “Quien ahonda en la luz de la Torá, la luz de la Torá lo fortalece”.

Para producir vitalidad física a partir de esta luz, debemos estar en un estado de verdadera conexión del alma con la Torá, que es la Palabra de Di-s. Así entra espontáneamente en el alma una fortaleza trascendente, que la impregna con el poder de curar el cuerpo.

Aquí el alma no experimenta Divinidad (incluso en sus niveles más sublimes) como una entidad separada, sino que más bien se fusiona en la Divinidad de la Torá (“La Torá y Di-s son uno”).

Esto es análogo a la ley que dice que una masa de agua impura (enferma) se vuelve instantáneamente pura cuando se la hace “besar” las aguas de una mikve pura. De la misma manera, cuando el alma toca (“besa”) la luz de Di-s en la Torá, se “fusiona” en sus aguas vivientes recibiendo suficiente fuerza de vida para sanar al cuerpo.

No obstante, en lo citado arriba el término “dolencia” implica que los órganos internos permanecen intactos a pesar de que una dolencia o una afección menor se apodere de algún órgano sano. El “problema” se debe a la influencia espiritual impura de las “cáscaras” (klipot) que atacan y luego se adhieren al cuerpo. Entonces, la “luz” de la Torá ciega los ojos de las “cáscaras” y las anulan.

Este tipo de curación se relaciona con el cuarto nivel del alma, jaiá, “viviente”, identificado con el origen de la sabiduría, incluso por encima de la conciencia pura del intelecto descripta arriba.

“La sabiduría (de la Torá) da vida a su dueño”.

Jaiá reside en el “fluido aéreo” por encima del cerebro, debajo del cráneo. Esto corresponde en el servicio Divino al verdadero estado de auto anulación (relacionado con el secreto de la inmersión en una mikve pura) imbuido de un sentido de infinita serenidad.

Pero cuando los órganos internos están deteriorados mortalmente esta luz no alcanza para sanarlos milagrosamente (es decir, devolverlos a su anterior estado completo de ser).

NIVEL CINCO

El quinto nivel es un nivel superior al anterior. A pesar de que pueda ser físicamente imposible curar a una persona enferma mortalmente, incluso con la luz Divina de la Torá, sin embargo, es posible para nuestra alma “encargarse” del cuerpo y “reemplazarlo” desempeñando todas sus funciones físicas.

El cuerpo permanece mortalmente enfermo como antes (a tal grado que la ley de la Torá lo define como “traif“, por morir), pero permanece vivo de alguna manera.

Sobre este nivel está dicho: “Como si fuera que El Santo mora en sus entrañas”. “El Santo” en nuestras entrañas hace aparecer al cuerpo como funcionando normalmente aunque esté virtualmente muerto.

La santidad trascendente de “El Santo” está separado y desprendido existencialmente del cuerpo físico, por lo que el cuerpo no es afectado de ninguna manera por Su presencia habitando en su interior y “viviendo” por él.

Este nivel se relaciona con el quinto nivel del alma, el “único”, iejidá.

Aquí, su “singularidad” esencial se refleja en la habilidad de funcionar independientemente (es decir por si mismo) como “otro” (es decir, el cuerpo).

“El tzadik (el justo) en su fe vivirá”. Iejidá, el poder de la fe de los tzadikim “vive en si mismo” (en contraste con jaiá que “da vida”), aunque espontáneamente “vive” para otro (es decir, en lugar del cuerpo).

NIVEL SEIS

El sexto nivel de curación es al cual se le reserva la palabra “milagro” en su verdadero sentido.

A pesar de que los niveles antes mencionados (desde el segundo en adelante) aparentan ser sobrenaturales, es en este nivel en que el cuerpo mortalmente enfermo experimenta una metamorfosis milagrosa y existencial y el cuerpo físico renace.

Nuestro sabios enseñan que en el tiempo de la resurrección de los muertos, los cuerpos volverán a la vida desde las sepulturas exactamente en el mismo estado de ser y condición física y psicológica que cuando murieron, entonces serán curados instantáneamente.

El estado de este primer momento de resurrección corresponde al quinto nivel de curación explicado anteriormente.

El segundo momento de resurrección corresponde al sexto nivel. Un ejemplo de esto es el milagro de Jananiá, Mishael y Azariá relatado en el libro de Daniel. Cuando fueron arrojados al horno por orden del rey de Babilonia, el fuego no quemó sus cuerpos, a pesar de que sí lo hizo con el de los que estaban a su alrededor.

El estado del cuerpo en el fuego es un ejemplo de una enfermedad terminal. Sobrevivir y emerger sin daño físico ejemplifica el poder existencial de renacer, el “Santa Sanctorum” Divino imbuyendo al alma del mártir potencial con el poder de producir la metamorfosis de su cuerpo.

Este nivel corresponde a la “chispa de Di-s” dentro de iejidá del alma judía. Esta chispa deriva de la esencia de la Luz Infinita que está por encima (“precediendo”) la “contracción primordial” (tzimtzum).

Desde la perspectiva de la creación, el secreto del tzimtzum excluye la posibilidad de un milagro absoluto como se describió antes, pero la “chispa de Di-s” investida dentro de cada alma judía da cabida a la manifestación de ese milagro.

Este es en definitiva el secreto y el propósito de la presencia del alma judía en el mundo.

LA CURACIÓN DEL CUERPO Y EL ALMA
La Clave para la Salud Espiritual

Parte 1 Introducción

Las cuestiones de salud y curación eran estudiadas en las generaciones pasadas principalmente por aquellos que pertenecían al mundo de la medicina. Sin embargo vemos en nuestros días, más que en cualquier otra época, que el conocimiento dentro de estos campos se ha extendido al público en general, y por otro lado, han surgido también nuevas ideas en el mundo de la medicina y dentro del ámbito y la naturaleza de la curación misma, tanto en cuanto a la técnica aplicada como en cuanto a la discusión teórica.

La medicina convencional, que se dirigía en otras épocas a encontrar las causas inmediatas de una enfermedad observando empíricamente sus síntomas, se abrió hoy a la investigación de los orígenes psicológicos y espirituales de las enfermedades y nuestra capacidad de recuperarnos de ellas. Ha comenzado a cambiar lo que fue antes una predisposición médica de separar el cuerpo y sus sistemas físicos de lo que es la persona interiormente. La gran popularidad de las nuevas alternativas médicas ha creado un vasto mercado de nuevos tratamientos que están desafiando constantemente nuestras ideas acerca de la naturaleza de la salud y la curación.

En vista de todo esto, consideramos muy apropiado plantear la antigua tradición de curación y prácticas médicas existente dentro del judaísmo en general y de la cabalá en particular. Este trabajo ha sido escrito por una persona que desea comenzar a desarrollar la comprensión de la grandeza de esta tradición y su sabiduría respecto de la naturaleza del cuerpo y sus raíces espirituales. Por otro lado, demostramos aquí la aptitud especial de la Cabalá para interpretar sistemáticamente todos los métodos seculares de curación y sus correlaciones espirituales.

La Imagen de Di-s

Y Di-s dijo, Hagamos un hombre a nuestra imagen y semejanza”.

Una de las enseñanzas fundamentales de la Cabalá es el sistema de las diez sefirot o canales de fuerza de vida Divina. Como principio básico, se debe prestar suma atención al término sefirot, ya que su significado varía de acuerdo con el contexto en que se lo usa.

a) Cuando hablamos de nuestra percepción de la Divinidad, o sea la manera en que se percibe lo relativo a Di-s (cómo Di-s se expresa), las diez sefirot son entendidas como las diez manifestaciones de la Divinidad. Encontramos este fenómeno reflejado en los diez Nombres esenciales de Di-s, cada uno correspondiendo a una sefirá determinada.

b) Cuando se reflexiona acerca de la manera en que este despliegue de Divinidad es proyectado en la experiencia de vida del ser humano, las sefirot se entienden como los diez poderes del alma. De esta manera, podemos correlacionar todas las facetas de la condición humana con estas diez propiedades básicas. Ellas a su vez se vuelven las herramientas conceptuales para la contemplación y el análisis de nosotros mismos y de nuestro servicio de Di-s.

c) Finalmente, encontramos que las sefirot también se desempeñan como las fuerzas estructurales básicas orquestadas para moldear nuestra realidad externa. Todos los mundos que habitamos, tanto espirituales como físicos, presentan el mismo orden de características supremas.

En pocas palabras, podemos entender cada sefirá o canal como un modo de manifestación de Di-s con respecto a nuestra percepción de la Divinidad, una fuerza creativa que trabaja por detrás del escenario de los mundos creados, o más personalmente, las propiedades básicas o poderes de las almas.

PARTE 2 ANATOMÍA HUMANA

La siguiente etapa de reflexión sobre los poderes del alma es meditar acerca de cómo la cabalá clásica relaciona estos poderes con distintos aspectos de la anatomía humana. Esta identificación de poderes espirituales con miembros del cuerpo ilustra la idea cabalística de hitlabshut (“investidura”), donde una realidad más elevada se inviste dentro de una inferior. En esta instancia, un poder del alma es la realidad superior que se inviste y se expresa a través de una inferior, tal como un recipiente físico como por ejemplo un miembro o un órgano del cuerpo.

Es importante notar que en la literatura tradicional de la cabalá se pone gran énfasis en la correlación entre la sefirot supremas y los miembros y órganos del cuerpo humano, saltando directamente desde el plano de lo Divino al de lo físico. El Baal Shem Tov y sus discípulos revelaron y describieron en detalle las correlaciones psicológicas entre las supremas sefirot y sus paralelos físicos, pero sólo en una etapa tardía del desarrollo histórico de la revelación de la sabiduría oculta de la Torá. Estas asociaciones psicológicas sirven como intermediarios espirituales por medio de los cuales las sefirot Divinas pueden investirse de hecho y reflejarse en los miembros físicos del cuerpo.

Estas correspondencias pueden sintetizarse como sigue:

Sefirá Parte correspondiente del cuerpo
keter Corona Cráneo
Jojmá Sabiduría Cerebro (en particular el hemisferio derecho)
Biná Entendimiento Corazón (asociado con el hemisferio izquierdo del cerebro)
Daat Conocimiento Parte posterior del cerebro
Jesed Bondad Brazo derecho
Guevurá Poder Brazo izquierdo
Tiferet Belleza Torso
Netzaj Victoria Pierna derecha
Hod Agradecimiento Pierna izquierda
Iesod Fundamento Órgano reproductivo
Maljut Reinado Boca (también asociado con la corona en el extremo del órgano reproductivo)

Keter se manifiesta en el cuerpo como el cráneo. Así como la corona rodea la cabeza, el cráneo es la corona, relativamente abarcadora, que se halla en el cuerpo. El cráneo sugiere la idea de poner un horizonte en nuestro campo de la experiencia conciente. Dando una definición a la mente y límites a su habilidad de expansión e inflarse, la conciencia está siempre rodeada de un borde de experiencia inconciente que en si mismo da forma a la conciencia.

De todos los poderes mentales, se considera a Jojmá como la mente esencial o la “mente dentro de la mente”. Consecuentemente, biná asociada a jojmá, a parte de referirse al corazón mismo (el asiento físico de la experiencia emotiva nacida del entendimiento de la mente), puede ser vista como el “corazón dentro de la mente”. Esta distinción también funciona en el cuerpo, donde jojmá es ubicada en el hemisferio derecho y biná en el izquierdo. El tercer elemento adicional, daat, se localiza en el lóbulo posterior del cerebro en el punto donde el cerebro se junta con la médula espinal, la posición del lóbulo occipital.

Con respecto a los tres atributos emotivos del corazón, encontramos que el brazo derecho corporiza a jesed y el izquierdo a guevurá. Esto es aludido por el versículo: “Su brazo izquierdo está bajo mi cabeza y el derecho me abraza”, y según el dicho de nuestros sabios: “el brazo izquierdo aleja y el derecho acerca”. En este contexto, “alejar” significa desconectar o dejar libre, confiriendo a la otra parte un sentido de independencia (antes de acercarlo). En forma similar, la metáfora de “su brazo izquierdo está bajo mi cabeza” significa que alimenta mi conciencia de auto independencia (antes de abrazarme con su brazo derecho). La posición equilibrante de belleza es el torso, que está ligado a todas las partes del cuerpo en general y está centrado en particular entre los brazos.

De las propiedades de comportamiento del alma, las de netzaj y hod corresponden a las piernas. Estas representan el primer contacto y el más continuo con la realidad exterior. Por otra parte, las piernas facilitan el movimiento del cuerpo como un todo, llevando a la persona a donde quiera ir. Netzaj es la cualidad de poner “nuestro mejor pie primero” en una postura firme y asertiva. Hod es la pierna izquierda, que mantiene el curso del movimiento de la persona monitoreando y validando su enérgico empuje. Finalmente, la propiedad de iesod es conocida como la “señal del Pacto Sagrado”, que corresponde a los órganos reproductivos masculino y femenino. Conocido como “la finalización del cuerpo”, iesod es la manifestación física del cuerpo de su propia habilidad de realizarse y cumplimentarse, como también de conectarse y comunicarse con otros.

El último poder del alma se manifiesta en la boca. Maljut, reinado, es el área de influencia de la persona. Como está escrito: “La palabra del rey rige”, significando que el alcance de la autoridad del rey está señalada, por cuán lejos pueden viajar sus palabras. La capacidad de hablar que tiene la boca, de generar la autoexpresión, es el poder de afectar nuestro entorno, nuestro mundo.

PARTE 3 TRES VECES TRES

Vimos en nuestro análisis previo que los poderes del alma están divididos en tres niveles generales de conciencia, intelecto, emoción y características de comportamiento, cada uno de los cuales se divide a su vez en tres, derecha, izquierda y centro.

Por encima del intelecto está el supraconciente keter, que en cabalá es considerado como asociado al intelecto. Se entiende por intelecto a todo estado de percepción directa de la realidad (al contrario de las emociones que son reacciones subjetivas a nuestras vivencias de la realidad). Todos los niveles inherentes a keter son en realidad niveles supraracionales del intelecto que, por medio del servicio Divino, pueden ser traídos a la percepción directa de la conciencia del alma (como inspiración Divina). En cabalá, el triplete intelectual (que implica “el tres inicial”), se lo considera a veces compuesto de las tres sefirot keterjojmá y biná (sin tomar en cuenta daat).

Maljut, la última sefirá, está asociada a las características de comportamiento del alma, que a menudo se consideran cuatro cuando se suma maljut a netzaj, hod y iesod. Como tal, maljut es nuestra manera o estilo natural de hablar. A través del habla nos relacionamos con los demás y “dirigimos” su comportamiento.

La división básica de los poderes del alma en tres unidades, y a su vez tres dentro de tres, se refleja de varias maneras en el cuerpo humano. Describiremos ahora brevemente dos de ellas:

1. Hemos estudiado en cabalá que el cuerpo humano en general y cada uno de sus miembros en particular se dividen en tres segmentos o articulaciones.

En cuanto al cuerpo humano completo se refiere, estos son la cabeza, el cuerpo y los pies. Se refleja aqui claramente los tres niveles generales del alma: el intelecto, las emociones y las características de comportamiento. Además cada uno de ellos se divide en tres partes: tres lóbulos del cerebro, dos brazos y el torso, las dos piernas y el órgano procreativo (considerado en cabalá como una “tercera pierna”. También es así respecto de cada miembro en particular: cada brazo, cada pierna e incluso cada dedo está dividido en tres partes o articulaciones. Y así es también respecto de cada una de las más pequeñas partes del cuerpo.

Se entiende en cabalá que este fenómeno general indica que cada parte del cuerpo posee un comienzo, un medio y un final o en otros términos cabeza, cuerpo y pies. Este fenómeno es uno de los más importante índices del holismo intrínseco del cuerpo humano. Esto significa espiritualmente que cada miembro posee intelecto (cabeza), emociones (cuerpo) y características innatas de comportamiento (pies).

2. Si visualizamos al cuerpo humano como una esfera se puede apreciar tres grandes círculos, definiendo cada uno un plano circular de la esfera y una dinámica de movimiento circular alrededor de los ejes que corren a través del plano. Los tres planos de la cabeza continúan reflejándose en las partes inferiores del cuerpo.

Movimiento, la dinámica más básica de la vida, es primero y ante todo una propiedad de los ojos, que definen el primero y más alto de los planos de la cabeza. A medida que los tres planos van descendiendo en el cuerpo hasta llegar al plano de las piernas, el movimiento físico se vuelve más pronunciado. En la cabeza, los ojos definen el plano horizontal, los oidos el plano vertical de izquierda a derecha y la nariz y la boca el plano vertical desde el frente hacia atrás.

Estos tres planos corresponden en general a las tres sefirot del intelecto: jojmábiná y daat. Los ojos, por medio de los cuales se manifiesta el sentido de la vista corresponden a jojmá -la sabiduria interna del alma es la visión espiritual. Los oidos, a través de las cuales se manifiesta el sentido de la audición corresponden a biná -el entendimiento interno del alma es la audición espiritual. La nariz y la boca, por los que se manifiesta los sentidos del olfato y el gusto, corresponden a daat – el conocimiento interno del alma es el olfato y el gusto espiritual.

Estos tres planos circulares se manifiestan en otros dos lugares del cuerpo humano:

a. En la boca, los dientes definen el plano horizontal, el plano de la sabiduría; los labios (visualizar el círculo que se forma cuando se abren los labios) define el plano vertical de derecha a izquierda, el plano del entendimiento; la lengua (visualizar el círculo que se forma cuando se dobla la lengua hacia la garganta) define el plano vertical desde adelante hacia atrás, el plano del conocimiento.

b. En el cuerpo mismo, el torso, girando sobre su eje, define el plano horizontal, el plano de la sabiduría; los brazos, subiendo y bajando, definen el plano vertical de derecha a izquierda, el plano del entendimiento; las piernas, caminando y andando en bicicleta, definen el plano vertical desde adelante hacia atrás, el plano del conocimiento.

PARTE 4 LAS CUATRO LETRAS DEL NOMBRE DE DI-S

Posiblemente, el modelo fundamental de la cabalá es el que está basado en las cuatro letras del Nombre esencial de Di-s, Havaiá. Las diez sefirot mismas no son sino manifestaciones del proceso divino representado por estas cuatro letras sagradas.

Si bien la esencia del Nombre Havaiá está por encima de todo significado, etimológicamente deriva de la raíz hebrea que significa “existencia”, y puede ser entendida como “Aquel que trae continuamente (la realidad) a la existencia” (más apropiadamente, el apelativo del Nombre Havaiá formado por la reacomodación de sus letras significa la palabra: “existencia”). Esto nos enseña que podemos concebir la “existencia” o la “vida” en términos de una estructura que se desarrolla en cuatro etapas.

La sefirá trascendental de keter es aludida por el pico superior de la iud, la primera letra del Nombre. La iud completa, un “punto con forma”, corresponde a la sefirá seminal de jojmá y la primera hei a la comprensión expansiva de biná. La vav (cuyo valor numérico es seis) corresponde a los seis atributos emocionales desde jesed a iesod. La hei final corresponde al dominio de la sefirá de maljut.

Los Tres Modelos Básicos

La palabra “cabalá” deriva de la raíz hebrea cuyo significado original en la Biblia es “paralelizar” o “aparejar”. La cabalá, entonces, analiza lo concerniente a la realidad en “paralelo” a modelos básicos o marcos de referencia.

Hemos discutido anteriormente dos modelos básicos: a) los diez niveles o etapas de desarrollo, las diez sefirot, y b) el aún más fundamental marco de referencia conocido como “el sello de toda la creación”, las cuatro letras del Nombre esencial de Di-s. Hemos visto también que este último modelo abarca a su vez al primero.

Existe, por otra parte, un tercer modelo básico o marco de referencia en la Torá, las veintidos letras del alfabeto hebreo. Las sefirot se conocen como “luces” en relación a las letras que son llamadas “recipientes” o “instrumentos”. Juntas forman los “treinta y dos caminos de sabiduría” por medio de los cuales Di-s creó el mundo (Sefer Ietzirá, Mishná 1).

Las veintidos letras se subdividen en tres categorias de 3, 7 y 12 letras cada una. Así como vimos respecto de las sefirot (llamadas “luces”, pero en cierto sentido se percibe más aún con los “recipientes”), las letras también corresponden a miembros y órganos del cuerpo.

Las tres letras “madre“, alef, mem y shin, corresponden a los tres “elementos” primarios de la creación: aire, agua y fuego, y las tres divisiones generales del cuerpo: el pecho (aire), el abdomen (agua) y la cabeza (fuego [rosh = cabeza, está incluido eish = fuego dentro de la palabra]) respectivamente.

[Ver Tania, Shaar HaIjud VeHaEmuná, cap 4] .

letra elemento de la creación parte del cuerpo
shin fuego cabeza
alef aire pecho
mem agua abdomen

Las siete letras “dobles“, beitguimeldaletkafpeireish y tav corresponden en el cuerpo a los siete aberturas o “portales” de la cabeza (sirviendo cada uno como una puerta de comunicación para los sentidos de la vista, la audición, el olfato y el gusto, la sensación de la realidad exterior para entrar a la conciencia del alma). Cada portal, cuando está santificado (utilizado con santidad), sirve de entrada para recibir la dádiva o bendición Divina:

letra dádiva portal de la cabeza
beit sabiduría ojo derecho
guimel salud oido derecho
dalet hijos fosa nasal derecha
kaf vida ojo izquierdo
pei autoridad oido izquierdo
reish paz fosa nasal izquierda
tav favor boca

Las doce letras “simples, hei, vav, zain, jet, tet, iud, lamed, nun, samej, ain, tzadik y kuf corresponden a los doce miembros y órganos básicos del cuerpo. Cada uno de estos “controla” o “regula” (a veces de manera sumamente misteriosa, ya que no se percibe una relación clara) un sentido espiritual o talento del alma (el talento particular de cada una de las tribus de Israel):

letra sentido o talento miembro-órgano
hei habla, expresión pierna derecha
vav pensamiento, contemplación riñón derecho
zain caminar, progreso pierna izquierda
jet vista, percepción mano derecha
tet audición, entendimiento riñón izquierdo
iud acción, rectificación mano izquierda
lamed tacto, sexualidad vesícula biliar
nun olfato, sensibilidad intestinos
samej dormir, sueño vientre inferior
ain ira, indignación hígado
tzadik comer, gusto vientre superior
kuf risa, exuberancia bazo

PARTE 5 LAS DIEZ SEFIROT DENTRO DE LA BOCA

Basándose en el principio de interinclusión, la cabalá ve en cada uno de los miembros del cuerpo un reflejo y una manifestación del cuerpo entero con cada uno de sus miembros. (A esto se infiere claramente el fenómeno biológico descubierto hace pocas décadas de que los genes de cada célula contienen la codificación para todo el cuerpo).

Vamos a analizar ahora, según este principio, algunos de los miembros primarios del cuerpo comenzando por la boca.

El paladar corresponde en la boca a la sefirá de jojmá, sabiduría. Así como el ojo interno de la sabiduría experimenta constantemente destellos nuevos de ideas y comprensiones, también las papilas gustativas del paladar experimentan nuevos sabores de la verdad, en el plano espiritual íntimo. Leemos en los Salmos: “Prueba y ve que Di-s es bueno”. La propia palabra jojmá se lee en cabalá como jeij-má, “el paladar (o sea que paladea) de lo sublime”.

Así como el paladar es la prolongación hacia abajo o el reflejo del cerebro y en general está identificado con jojmá (en las palabras del Zohar, “jojmá es el cerebro”), la garganta se considera la prolongación o reflejo del corazón, que generalmente identificado con biná (“biná es el corazón”). Por lo tanto, la garganta se considera la biná de la boca. En cabalá se habla de la unión del paladar y la garganta como un reflejo de la unión celestial en la boca entre jojmá y biná (denominados “padre” y “madre”).

La lengua, que corresponde en la boca al eje central del árbol de la vida, tiene tres “centros de energía” correspondientes a las tres sefirot ubicadas en ese eje central: daat, tiferet y iesod.

El punto donde la lengua se conecta con la garganta es el punto de daat, el poder de conectar que se halla en la boca. Aquí se asienta el poder del “lenguaje” o “lengua” (utilizado en este doble sentido tanto en hebreo como en castellano y otros idiomas). En ella recae la belleza de la auto expresión, la elocuente amalgama de un vocabulario rico (tiferet significa “belleza”).

La punta de la lengua corresponde a la sefirá de iesod, el pacto sagrado en la boca. Está dicho de este centro de energía oral: “el pacto de la lengua corresponde al pacto de la carne” [es decir el órgano reproductivo]”.

Allí en su punta, la lengua toca, por así decirlo, la cavidad vacía de la boca. Esta cavidad es por cierto la esencia de la boca, porque esta corresponde en general a la sefirá de maljut –el recipiente vacío que recibe la luz de las sefirot superiores– entonces, en un análisis detallado, la cavidad es a su vez su propio nivel particular de maljut, el verdadero final del eje central de las sefirot. El contacto entre la punta de la lengua y la cavidad bucal es análogo a la unión sexual entre masculino y femenino, iesod y maljut.

Las mandíbulas superior e inferior con sus correspondientes hileras de dientes corresponden a las sefirot de jesed y guevurá. Masticar la comida es como procesar una idea para hacerla digerible; este proceso depende de los dos poderes emotivos primarios del alma. Amor, jesed, motiva el deseo del alma de “incorporar” las chispas presentes en la realidad exterior. Poder, guevurá, representa la real molienda de los dientes rompiendo la comida en partes digeribles, como está dicho: “maljut [la boca, en nuestro contexto] está hecho [es decir, capaz de ejecutar su función de comer] a partir de [el estado de] guevurá“.

Al igual que las mandíbulas y los dientes, los labios corresponden en la boca a las sefirot de netzaj y hod. Estos “guardan” la entrada a la boca de lo exterior (estas dos sefirot son descriptas en cabalá como que están “fuera del cuerpo”. Además, los labios sirven para transmitir una expresión del alma más profunda que las palabras, el beso, donde se asocicon la punta de la lengua para formar el triplete netzaj-hod-iesod. Así como “lengua” significa “lenguaje”, “labio” (safá) también tiene el mismo significado en hebreo, aludiendo al lenguaje del beso.

Así hemos completado el análisis de la interinclusión de las diez sefirot dentro de la boca.

sefirá parte de la boca
jojmá paladar
biná garganta
daat punto de contacto entre la lengua y la garganta
jesed mandíbula superior y sus dientes
guevurá mandíbula inferior y sus dientes
tiferet cuerpo de la lengua
netzaj labio superior
hod labio inferior
iesod la punta de la lengua
maljut cavidad de la boca

PARTE 6 LOS COLORES DEL OJO I

Se enseña en cabalá que el ojo es un espejo en miniatura donde se refleja el hombre entero en cuerpo y alma, tal como fue creado a imagen de Di-s. El ojo tiene cuatro colores que corresponden a las cuatro letras del Nombre esencial de Di-s Havaiá, como así también a las cuatro patas del trono Divino y la carroza.

El blanco del ojo corresponde a la iud del Nombre Divino y a la facultad de sabiduría, perspicacia Divina, y la bondad, su derivado emocional (a lo largo del eje derecho del árbol de la vida de las sefirot). Estos son los atributos espirituales de nuestro primer patriarca Abraham.

Rodeando y penetrando en el “mar” blanco (de sabiduría) del ojo hay una delicada pero visible red de vasos sanguíneos. Cuando Iaacov bendice a sus hijos le da a Iehudá la bendición de que sus ojos se vuelvan rojos de buen vino. De aquí entendemos que el vino -que es rojo y es llamado a menudo en la Torá “la sangre de las uvas”- da color rojo a los ojos. Este color refleja en los ojos la primera hei del Nombre Havaiá y corresponde a la capacidad de entendimiento (el poder intelectual izquierdo) -la capacidad del alma de meditar acerca de lo Divino (el servicio espiritual referido metafóricamente en la Torá como “beber vino”)- y su emoción derivada, la facultad del poder (junto con su propiedad interior, la facultad de temor). Estos son los atributos de nuestro segundo patriarca Itzjak.

En general, cuando hablamos del color de los ojos, que distinguen a un individuo del otro, nos referimos al color del iris. Hay individuos de ojos azules, marrones o verdes, con distinos tonos entre ellos. En la terminología de la Torá, todos estos colores son considerados matices de un color general conocido como “amarillo verdoso”, iarok.

El color particular de los ojos de cada persona corresponde a la vav del Nombre de Di-s y a la facultad central de la mente, el conocimiento o daat. Enseñan nuestros sabios que hay un daat individual que distingue una personalidad de la otra: “Así como cada rostro individual es diferente de los otros, también es diferente cada daat“. De aquí que el color del ojo varíe de un individuo a otro.

Daat es conocido como la “llave” que abre las recámaras del corazón, que son las siete facultades emocionales desde jesed (“bondad”) hasta iesod (“verdad”,”lealtad” y “devoción”). Esto a su vez corresponde el espectro completo de los colores del arco iris. Con respecto a cada color de ojo en particular, los matices del azul corresponden al eje derecho del corazón, jesed (“bondad”) y netzaj (“victoria”, “confianza”); los matices del marrón corresponden al eje izquierdo del corazón, guevurá (“poder”, “temor”) y hod (“reconocimiento”, “gloria”); los matices de amarillo verdoso corresponden al eje central del corazón, tiferet (“belleza”, “misericordia”) y iesod (1).

Aunque, como ya dijimos, daat abre todas las recámaras del corazón, su derivado principal -su manifestación primaria en las emociones- es la facultad de tiferet (amarillo) y su derivado inmediatamente consecutivo es iesod (verde). Amariles el color del sol y verde el de la vegetación que se nutre de los rayos de luz del sol (por el proceso de fotosíntesis). De esta manera comprendemos por qué, en la terminología de la Torá, se elige el amarillo verdoso para representar el color general, cuyos matices varían en cada persona.

Tiferet significa “belleza”, y es definida en cabalá y jasidut como la combinación armoniosa de muchos colores juntos. La belleza del ojo está en su color individual, que en cierto sentido sugiere el espectro completo del arco iris.

Los atributos espirituales que corresponden al color del ojo para daat son los de Iaacov, el tercer patriarca. Está dicho de Iakov que “su cama es completa”, por haber procreado a doce hijos santos, los padres de las doce tribus de Israel. Cada tribu tiene su color propio, el del la piedra preciosa que le corresponde en el pectoral del sumo sacerdote y el que colorea su bandera (que señalaba el sitio que ocupaba en el campamento del desierto).

Finalmente llegamos a la pupila del ojo, cuyo color -o mejor dicho su ausencia de color- es el negro. Es conocida en la Torá como la “hija” del ojo. En cabalá la figura de la “hija” siempre es asociada con la facultad de maljut (“reinado”), la última de las sefirot y que “no posee nada de si” (sólo lo que recibe de arriba), corresponde al negro (la experiencia de la humildad existencial y alejamiento de Di-s, la propiedad interior de maljut).

Esta es la característica del Rey David, quien dijo: “y siempre seré despreciable ante mis ojos”, aludiendo muy claramente al estado intrínseco de humildad en el ojo, la negra pupila.

El sentido de la vista emana del punto interior de la pupila, como en el principio de la creación la luz brilla desde la oscuridad -“la oscuridad precede a la luz”. Declara el profeta: “desde la distancia Di-s se aparece ante mi”; desde el lugar más íntimo del estado existencial de sentirse “distante” de Di-s (el punto íntimo de la pupila) la luz de Di-s brilla a los ojos del hombre.

NOTAS

(1) En general, los tres patriarcas son asociados con los tres poderes emotivos primarios –jesedguevurátiferet– con normalmente corresponden a los tres colores primarios azul, rojo y amarillo verdoso, respectivamente. La raíz espiritual de estas tres almas arquetípicas son los tres poderes de la mente que aparecen por encima de las tres emociones primarias, en los ejes derecho, izquierdo y central, jojmá, biná y daat. Son aludidas frecuentemente (según la cabalá) en nuestras plegarias como “el Di-s de Abraham, el Di-s de Izjak y el Di-s de Iaacob” respectivamente. En nuestro análisis del ojo y sus colores, los patriarcas aparecen en el lugar de sus orígenes espirituales. Con respecto a sus posiciones normales, en el corazón, el rojo es reemplazado por el marrón (derivado del rojo), correspondiente a Izjak, que es rojo a nivel de su origen en la mente, la sefirá de biná.

PARTE 7 LOS COLORES DEL OJOS (II)

De acuerdo al análisis cabalístico de los “huesos secos” de la visión de Ezequiel, los cuatro componentes constituyentes del cuerpo humano –huesos, vasos sanguíneos, carne (músculo) y piel– se corresponden con las cuatro letras del Nombre Havaiá. El nivel quinto que le da vida al cuerpo, el espíritu (“Desde las cuatro direcciones, ven, Oh espíritu, y sopla dentro de estos cuerpos, para que puedan vivir”), corresponde al trascendente quinto nivel del Nombre Havaiá, ubicado en el pico superior de la iud.

En forma similar, los cuatro colores del ojo –el cuerpo físico y el espíritu de vida están encapsulados en el ojo– corresponden a las cuatro letras del Nombre Havaiá así como los cuatro componentes generales del cuerpo humano: el color blanco del ojo corresponde a los huesos y a la iud; el rojo a los vasos sanguíneos y a la primera hei; el color del iris al músculo y a la vav; el negro de la pupila a la piel y a la segunda hei.

El sentido de la vista que se asienta en los ojos corresponde al espíritu que de vida en el cuerpo y al quinto nivel del Nombre Havaiá, el ápice de la iud. Este mismo pico de la iud aparece en el punto interno de la segunda hei, según el secreto de “el final está incluido en el comienzo y el comienzo en el final”.

Nuestros sabios establecieron la correspondencia entre el espíritu de vida y la vista, con el padre (jojmá) y el color blanco del ojo y la madre (biná) y el color rojo del ojo, en la siguiente descripción de la creación del hombre:

Hay tres socios en [la creación de] el hombre: El Santo, bendito Sea, el padre y la madre. El padre contribuye con la blancura que se transforma en los huesos, los nervios y tendones, las uñas, el cerebro en la cabeza y el blanco del ojo. La madre aporta el rojo, que deviene en la sangre, la piel, la carne, el pelo, y el negro del ojo. Y el Santo, bendito Sea, brinda el espíritu [de vida], el alma, la forma de la cara, la visión del ojo, la audición de los oídos, el habla de la boca, el elevarse de las manos, el caminar de las piernas, el entendimiento y el intelecto.

En el Zohar, el secreto del ojo –el secreto de la vista– se relaciona con el día sagrado de Shabat. En hebreo esta palabra está compuesta por tres letras: shinbet y tav.

La letra shin está formada por tres líneas (tres vav, cada una con una cabeza, una iud en la cúspide) que se elevan desde una base común, aludiendo a los patriarcas del pueblo judío, Abraham, Itzjak y Iaakov y por eso es conocida como “la letra de los patriarcas”.

Las dos letras restantes, bet y tav, forman la palabra bat, “hija”. Así, la shin de shabat alude a los tres colores que rodean la pupila, mientras que la bet y la tav se refieren a la pupila misma.

En este día, que alude a la revelación del mundo por venir, el ojo humano rectificado –reflejo de los tres patriarcas junto con el rey David– es meritorio de visualizar la luz Divina de Shabat insinuada en la palabra misma (que en el Zohar es considerada como un Nombre de Di-s), cuya forma completa manifiesta una luz que trasciende infinitamente a la de sus letras componentes.

En síntesis:

Nombre de Di-s sefirá aspecto del ojo arquetipo Shabat
ápice de la iud keter vista Divinidad Shabbat
iud jojmá blanco Abraham
hei biná Rojo (vasos sanguíneos) Itzjak shin
vav daat y las midot color del iris Iaakov
hei maljut Negro de la pupila David beit – tav

PARTE 8 LOS DIEZ DEDOS, LA LENGUA Y EL ORGANO REPRODUCTOR

Los diez dedos de las manos y los pies son la más clara alusión a las diez sefirot. Esta correspondencia aparece en el comienzo del Sefer Ietzirá, el más antiguo texto cabalístico, cuyas tres primeras mishnaiot (estudios) dicen:

  1. Con treinta y dos maravillosos caminos de sabiduría, Di-s … creó Su mundo con tres libros: “escribe”, “libro” y “cuento”.
  2. [Existen] diez sefirot inefables y veintidos letras fundamentales: tres madres, siete dobles y doce simples.
  3. [Existen] diez sefirot inefables correspondientes a los diez dedos, cinco opuestos a cinco, y el pacto está ubicado en el medio, en la palabra de la lengua y en la circuncisión del órgano reproductivo.

En esta tercer mishná del primer capítulo, encontramos el primer modelo o reón explícita de las diez sefirot en cabalá.

La primer mishná presenta los treinta y dos caminos de sabiduría en general, la segunda los divide en dos grupos generales de las 10 sefirot y las 22 letras (que a su vez se subdivide en tres grupos de 3, 7 y 12 letras). En la tercer mishná el texto comienza a tratar explícitamente las diez sefirot y continúa así hasta el final del capítulo).

Estas tres primeras mishnaiot siguen el orden de las tres sefirot intelectuales: jojmá (sabiduría), biná (entendimiento) y daat (comprensión). La primer mishná comienza con los 32 caminos de jojmá (el hemisferio cerebral derecho); la segunda las analiza y las divide en grupos, proceso depende de la facultad intelectual de biná (el lado izquierdo del cerebro); la tercera presenta un modelo físico y concreto para las diez sefirot empleando la facultad de daat (la parte media, posterior del cerebro) que sirve para concretar el conocimiento intelectual abstracto de jojmá y biná.

Además, esta mishná presenta el principio fundamental en cabalá: el tikún (rectificación) -balance y equilibrio. El balance entre los ejes derecho e izquierdo de las sefirot depende de su eje central, en general, y de la facultad de daat, en particular. Cuando daat no es contada como una de las 10 sefirot (es decir, cuando se cuenta desde keter), sirve como el punto medio de balance entre los dos grupos simétricos de cinco (derecho e izquierdo). Daat tiene la capacidad de balancear y regular estos dos grupos porque ella misma se subdivide en dos categorías internas de cinco cada una: cinco jasadim (poderes “positivos” de atracción) y cinco guevurot (poderes “negativos” de repulsión). Estos dos sets de cinco inherentes a daat prevalecen a través de la creación. Deben estar regulados y balanceados apropiadamente para servir a su propósito en el proceso de rectificación de la realidad.

En la Torá, el principio de “cinco opuesto a cinco” encuentra su primera expresión en las dos tablas del pacto dadas a Moisés en el Sinaí, sobre las que fueron inscriptos los Diez Mandamientos –“cinco opuestos a cinco”.

En general, las cinco fuerzas “positivas” de kedushá (santidad) lleva al cumplimiento de las 248 mitzvot positivas de la Torá, mientras que las cinco fuerzas “negativas” de kedushá fortifican el alma para refrenarse y así observar las 365 mitzvot negativas. De aquí la enseñanza general de nuestros sabios: “la mano izquierda siempre rechaza y la derecha acerca”.

El secreto del “pacto” (o el “pacto del Unico”) que aparece a dos niveles –en la lengua (para balancear los diez dedos de las manos) y en el órgano reproductivo (para balancear los diez dedos de los pies)– es así la manifestación del poder de daat “arriba” y “abajo”.

Daat de “arriba” —daat elión en cabalá– es la perspectiva rectificada y concreta de la realidad “desde arriba”: el Creador en Si es la verdadera esencia de todo ser, mientras que la “realidad virtual” de la creación, vista como existiendo independientemente, es de hecho “nada”. Daat de “abajo” —daat tajtón“– es la perspectiva que tiene la creación de su Creador como un “dador” absoluto, y al mismo tiempo totalmente “desconocido”.

Moisés, el más grande de todos los hombres, es llamado “el hombre de Di-s”, que es interpretado por nuestros sabios como: “desde su ‘punto medio’ hacia arriba [era] Di-s, desde su ‘punto medio’ hacia abajo [era] hombre”. Moisés une e integra completamente los dos niveles de daat (como será explicado), la capacidad de percibir la realidad a través de los “ojos de Di-s” (siendo este el significado de “desde su ‘punto medio’ hacia arriba [era] Di-s”), como así también la capacidad de conocer “humildemente” a Di-s, nuestro Creador, con los ojos del hombre (el significado de “desde su ‘punto medio’ hacia abajo [era] hombre”).

La expresión externa del daat inferior es a través de la unión de marido y mujer (para procrear), como se referido en la unión original del hombre y la mujer: “y Adam conoció a Javá, su esposa”. (Las relaciones maritales son llamadas “conocer” sólo cuando el órgano reproductivo está circuncidado, y por cierto, se nos enseñó que Adam fue creado ya circuncidado).

La modestia presente en la sagrada unión de marido y mujer refleja la “incognosibilidad” de la esencia del Creador por parte de Su creación, especialmente en el principal momento en que la creación emula a su Creador –el momento de la procreación– apegándose a Su existencia cierta. Este es el momento que el “hombre” alcanza su epítome (cumpliendo el primero y único mandamiento que le fue dado por Di-s en el momento de su creación: “fructificad y multiplicaos…”).

De lo anterior aprendemos que la “lengua” y el órgano reproductor” (las dos manifestaciones del “pacto”, la unión de Di-s y el hombre) están interrelacionados en esencia, por lo que podemos inferir que también su “rectificación” lo está. La “corrección” de nuestra facultad del habla (hablar sólo palabras buenas y “dulces”) y el “cuidado” del pacto de nuestro órgano procreativo (expresar nuestro verdadero amor por nuestra esposa en las relaciones maritales en santidad) depende e influencia uno al otro. Por esta razón, la palabra hebrea milá significa tanto “la palabra de la lengua” y “la circuncisión del órgano procreativo”.

El modelo básico por excelencia de servicio Divino, como fue enseñado por el Baal Shem Tov, es el proceso de tres etapas jash, mal, mal –“silencio, circuncisión y habla” (equivalente a “sumisión, separación y dulcificación”). Las dos últimas etapas corresponden a los dos niveles mencionados en nuestra mishná: “la circuncisión del órgano reproductivo” y “la palabra de la boca”.

La primera etapa del servicio Divino —jash o silencio– también aparece en la frase de apertura de la mishná: “diez inefables sefirot“. La palabra “inefable” —blimá— aparece subsecuentemente en el texto como “cierra tu boca de hablar”, refiriéndose al servicio de jash (que precede a los de malmal). Así, hallamos que el orden del servicio Divino debe ser que primero debemos meditar, en silencio, sobre los misterios de las “diez inefables sefirot” y luego realizar el potencial de su daat inferior (humano) y su daat superior (Divino).

PARTE 9 DAAT SUPERIOR Y DAAT INFERIOR

Continuando con nuestro estudio de la tercer mishná del Sefer Ietzirá, vemos que comprende veintidos elementos:

  1. Los diez dedos de las manos, correspondientes a las diez sefirot del mundo de Atzilut, el mundo de la conciencia exclusiva de daat elión;
  2. Los diez dedos de los pies, correspondientes a las diez sefirot del mundo de Briá (y los otros mundos inferiores), cuya conciencia es la de daat tajtón y
  3. Los dos puntos de balance: la lengua y el órgano reproductor.

Podemos asociar estos veintidós elementos del cuerpo físico con las veintidós letras hebreas, de acuerdo con el siguiente esquema (la lengua encima de los diez dedos de las manos y el órgano reproductor por sobre los diez dedos de los pies):

          alef          
                     
caf iud tet jet zain   vav hei dalet guimel bet
           lamed          
                     
tav shin reish kuf tzadik   pei ain samej nun mem

Vemos que según este diagrama las dos letras que corresponden al “pacto único” (manifestado en sus dos niveles) —alef y lamed— se combinan para formar el Nombre Divino Kel, que aparece en el versículo:

Di-s [Havaiá] es un Di-s [Kel] de dos [niveles de] conocimientos.

Este versículo, que pertenece al cántico de agradecimiento que Jana canta en el nacimiento de su hijo Shmuel, es la referencia bíblica de la existencia de dos niveles de daat, como se describe en el capítulo 8. Vemos así que esto está aludido en el Nombre Kel, las dos letras que aparecen en el lugar de las dos manifestaciones del “pacto único” del diagrama anterior:

  1. Alef corresponde a la sabiduría y percepción intuitiva de la mente, como está dicho: “Voy a enseñarte [alef] sabiduría”.
  2. Lamed corresponde al poder emotivo del corazón, ya que esta letra representa al “corazón” (lev) en la Torá.

Así aprendemos que la percepción interna de la mente (la conciencia de daat elión) halla su expresión interna en la lengua, mientras que la emoción interna (amor) del corazón (daat tajtón) tiene su expresión externa en el órgano reproductor.

Cuando se elevan las manos, como cuando los sacerdotes bendicen al pueblo, la lengua (que bendice) está entre los dedos; mientras que cuando las manos bajan, el órgano reproductivo está entre ellos. A la inversa, encontramos en la Biblia que el idioma de la lengua “camina”, como los pies.

Aunque se explicó arriba que el daat superior de la alef sirve para balancear los diez dedos de las manos —las diez sefirot del mundo de Aztilut— y el daat inferior de la lamed sirve para balancear los diez dedos de los pies —las diez sefirot de Briá y los mundos inferiores—, vemos aquí que hay una relación entre el daat superior (la lengua) y los mundos inferiores (los dedos de los pies), y entre el daat inferior (el órgano reproductor) y los mundos superiores (los dedos de las manos).

La unión de las sefirot supremas de Atzilut da origen a la conciencia del daat inferior desde Briá para abajo. El servicio del alma en los mundos inferiores revela, en definitiva, el daat superior en la tierra.

Más aún, la alef y la lamed, o sea el daat superior y el daat inferior, de la lengua y el órgano reproductor a veces se invierten. Así, las emociones del corazón encuentran su expresión en las palabras, y la esencia seminal de la mente “se contrae” en la semilla del órgano reproductor.

Podemos entender ahora el motivo del orden de las dos manifestaciones del “pacto único” que presenta la mishná es: primero “la palabra de la lengua” y luego “la circuncisión del órgano reproductor” (aunque según el servicio Divino de jash-mal-mal, descripto anteriormente, el orden es inverso). En definitiva, la revelación de la esencia Divina (en la tierra) depende de la rectificación y santificación de “la circuncisión del órgano reproductor”.

PARTE 10 LOS CENTROS DE ENERGÍA O PUNTOS DE CONTACTO DEL CUERPO

En la sección anterior vimos que “el pacto único” está ubicado en la línea media: la palabra de la boca y la circuncisión del órgano reproductor”. Estos dos puntos —la lengua y el órgano reproductor, que son de hecho los dos puntos esenciales de la “relación sexual”— son los dos centros primarios de energía o puntos de contacto, situados a lo largo de la línea media del cuerpo.

En cabalá, la energía que emana de estos centros está asociada con la de nuestra alma gemela para procrear. El poder de procrear físicamente emana del punto inferior, mientras que el poder de procrear espiritualmente surge del punto superior, la boca y la lengua. Sabemos que los humanos (seres materiales) son creados de la unión inferior de los órganos reproductores, mientras que los ángeles (seres espirituales) son creados de la unión superior de “boca a boca”, con el poder del beso (la expresión más profunda de “la palabra de la lengua”).

Adicionalmente hemos estudiado en cabalá que existe otro centro de energía/punto de contacto —el punto medio del pecho, el punto de contacto del “abrazo”. Este punto, relacionado con los otros dos, representa un nivel intermedio de energía conectiva, más material que la del punto que está por encima y más espiritual que la que se encuentra debajo suyo. Aquí es a donde el ángel desciende para investirse en un cuerpo de forma terrenal.

En la práctica meditativa —que es el intento del alma por contactarse y volverse uno con Di-s— la cabalá y el jasidut enseñan que, al igual que la unión de las almas de la pareja, debemos empezar por el punto medio, el punto del abrazo, para luego ascender al punto superior, el beso, y finalmente descender al punto inferior, literalmente el estado de acoplamiento con el ser amado volviéndose uno con él (como está dicho en Génesis: “y se unirá a su esposa y se volverán una sóla carne”).

Para continuar con nuestra travesía cabalística, cada mundo o cada estado integral de realidad independiente posee cinco semblantes de semejanza humana (partzufim): El Anciano, el padre, la madre, el hijo (o novio) y la hija (o novia). Como cada uno posee los tres centros de energía que descienden a lo largo su línea media, cada mundo tiene quince centros de energía o puntos de contacto.

Cada uno de nosotros, creados a imagen de Di-s, refleja efectivamente en cuerpo y alma estas cinco figuras Divinas, por lo que cada judío es considerado como “un mundo completo”. De esta manera podemos identificar quince centros de energía o puntos de contacto en particular a lo largo de la línea media del cuerpo humano.

En cabalá, todo estado meditativo y cada esfuerzo espiritual en aras de despertar energías y crear uniones se relaciona con una plegaria específica a Di-s. La meditación en los quince puntos de contacto es la “intención” de la plegaria que sigue al recitado del Shemá cada mañana. El texto de la plegaria —confirmando la absoluta veracidad de nuestra fe judía, que halla su expresión en el recitado del Shemá— comienza con la palabra emet (“verdad”) y es seguida de quince palabras que son sinónimos o variaciones del concepto “verdad”, estando cada una precedida por la letra vav (“y” en castellano, que implica energía conectiva; como palabra, vav significa “gancho”).

La línea media del cuerpo o el eje central de las sefirot supremas es conocido en general como emet. La verdad última y definitiva no es derecha ni izquierda, es el poder de unirlos para volverlos uno. Deriva del origen del “medio” que trasciende ambos estados opuestos de derecha e izquierda y contiene el espectro completo de los quince matices que se reflejan en el cuerpo humano, como los quince puntos que se encuentran en esta línea media.

Estos quince puntos se dividen en cinco grupos de tres, correspondiendo cada grupo a una de las cinco figuras del “mundo” humano completo. El primer grupo de tres está compuesto por: (1) el punto en la parte superior del cráneo, (2) el punto donde el cabello se encuentra con la frente (por encima del cual se colocan los tefilin de la cabeza) y (3) el punto central de la frente (conocido como el punto esencial de “la voluntad de la frente”). Estos tres puntos encarnan la energía supraracional y están por encima de los ojos, que es donde comienza la percepción conciente. Corresponden a los tres puntos (figurativamente: boca, pecho y órgano reproductor) del Anciano (por encima del padre y la madre —jojmá y biná, la mente racional).

El siguiente grupo de tres consiste en: (1) el punto entre los ojos (la “boca” de la sabiduría), (2) el punto de la nariz y (3) la marca sobre el labio superior (el punto donde el ángel golpea antes del nacimiento causando el olvido de toda la Torá que aprendió en el vientre materno). Estos son los tres puntos (boca, pecho y órgano reproductor) del padre.

A continuación: (1) la punta de la lengua en la boca, (2) el punto de la barbilla y (3) el punto medio de la garganta. Estos son los tres puntos de la madre.

Luego: (1) el punto entre los hombros, (2) el punto medio de la parte superior del pecho (conocido como “el pájaro del alma”) y (3) el punto medio de la parte inferior del pecho (el punto principal del pecho, el lugar del abrazo descripto anteriormente). Estos son los tres puntos del hijo.

Finalmente (1) el punto del ombligo (la “boca” durante el embarazo), (2) el punto de la parte inferior del abdomen (el del útero) y (3) el punto del órgano reproductor masculino. Estos son los tres puntos correspondientes a la hija.

Las palabras hebreas para estos quince puntos son: (1) veiatziv (“firme”), (2) venajón (“fundamentado”), (3) vekaiam (“perdurable”), (4) veiashar (“recto”), (5) veneemán (“confiable”), (6) veahuv (“amado”), (7) vejaviv (“querido”), (8) venejmad (“preciado”), (9) venaim (“agradable”), (10) venorá (“terrible”), (11) veadir (“poderoso”), (12) umetukán (“correcto”), (13) umekubal (“aceptable”), (14) vetov (“bueno”), y (15) veiafeh (“hermoso”).

palabra partzuf parte del cuerpo
Veiatziv firme El Anciano boca la cima de la cabeza
Venajon Fundamentado pecho unión del cabello y la frente
Vekaiam Perdurable órgano reproductor el medio de la frente
Veiashar Recto El Padre boca entre los ojos
Veneemán Confiable pecho la nariz
Veahuv Amado órgano reproductor la marca sobre el labio superior
Vejaviv Querido La Madre boca la punta de la lengua
Venejmad Preciado pecho la barbilla
Venaim Agradable órgano reproductor el punto medio de la garganta
Venorá Terrible El Hijo boca entre los hombros
Veadir Poderoso pecho el punto medio de la parte superior del pecho
Umetukán Correcto órgano reproductor el punto medio de la parte inferior del pecho
Umekubal Aceptable La Hija boca el ombligo
Vetov Bueno pecho abdomen inferior (útero)
Veiafeh Hermoso órgano reproductor órgano reproductor masculino

PARTE 11 LOS SISTEMAS FISIOLÓGICOS DE ACUERDO A UN MODELO CABALÍSTICO

…Así dijo Di-s a estos huesos: ‘He aquí, Yo traeré el espíritu dentro de vosotros y viviréis. Y Yo pondré en vosotros vasos sanguíneos y haré crecer carne sobre ustedes y los cubriré con piel. Y les daré espíritu y viviréis, y sabréis que Yo soy Di-s‘.

En el pasaje anterior de Ezekiel 37 encontramos una descripción del cuerpo de cuatro niveles —huesos, vasos sanguíneos, carne y piel— y un quinto nivel espiritual que le da vida al cuerpo, el espíritu. El modelo más apropiado para un análisis comparativo de esta estructura es el nombre esencial de Di-s de cuatro letras, con el ápice de la iud constituyendo el trascendente quinto nivel.

La primera de la cuatro etapas, la iud, alude al punto de conciencia esencial y seminal, por cuanto que la forma de esta letra es la más compacta de todo el alefbet, sirviendo como su núcleo estructural. Tomada a menudo como símbolo de una semilla, en la vida del cuerpo puede ser vista como los huesos (en especial porque la “semilla” del cuerpo está en la médula ósea, como se explicará más adelante). El sistema esquelético, el armazón básico del ser humano, sostiene los otros sistemas fisiológicos que reposan en él. Además de esto, la palabra hebrea para “hueso” (etzem) también significa “sí mismo” o “esencia”, que alude espiritualmente al núcleo de nuestro ser. Físicamente, esto se vuelve evidente por ser el bastidor del cuerpo.

El siguiente nivel de esta meditación continúa con la primera hei del nombre de Di-s. Se puede ver esta letra como tridimensional, con los dos lados pegados proyectando el largo y el ancho, mientras que la tercera dimensión está sugerida en el pie suelto que imaginamos como una línea que corre perpendicular a la página, evidenciando la dimensión de profundidad. En general, la letra hei alude a la expansión, en las tres dimensiones del cuerpo físico, desde el punto de la esencia que aquí es vista como el esqueleto. En términos espirituales, la hei corresponde a biná, el entendimiento del corazón que se extiende para dar vida al cuerpo entero (es decir, para “motivar” sus muchos miles de funciones). Así, la primera hei del Nombre de Di-s refleja el sistema circulatorio —la comunicación básica interna de fuerza vital dentro del cuerpo— el “entendimiento” interno del cuerpo y su autopreservación.

Lvav del Nombre de Di-s alude a las emociones básicas o atributos de carácter, que son seis, así como el valor numérico hebreo de esta letra. Los atributos de carácter de la persona, en relación a su entendimiento, son como la carne que cubre su cuerpo (la vav en particular corresponde a tiferet, que es el torso, el “tronco” del cuerpo) pero que incluye y está relleno con los vasos sanguíneos.

Finalmente, como la capa y vestimenta más externa del cuerpo, la piel exhibe la apariencia superficial que está expuesta y afecta a los demás, sirviendo apropiadamente como el “reinado” de las cuatro divisiones generales del cuerpo.

Como quiera que este sistema de cuatro niveles es utilizado para contemplar “existencia”, hay siempre un quinto nivel todo abarcador que da vida a los otros cuatro. Este nivel es visto como el origen de la existencia, y en el caso del cuerpo es el espíritu de vida que viene a animar a los otros niveles. Como veremos en breve, este nivel corresponde al sistema respiratorio.

El siguiente cuadro resume el modelo general que hemos descripto.

el espíritu de vida [la respiración] keter— corona espina de la iud
los huesos jojmá—sabiduría iud
los vasos sanguíneos biná—entendimiento hei
la carne midot—atributos de carácter vav
la piel maljut—reinado hei

PARTE 12 LOS SISTEMAS FISIOLOGICOS – EL MODELO AMPLIADO

Luego del análisis básico del cuerpo que presentamos en los capítulos anteriores, podemos proceder ahora a un análisis más detallado, en el cual cada una de las diez propiedades del alma es asociada explícitamente a un sistema fisiológico del cuerpo. Del mismo modo que en muchos modelos, cuando se analizan en paralelo al marco de referencia de las diez sefirot de la cabalá, en el curso del análisis también las diez propiedades generales del alma se subdividirán de esta manera, aunque en esta presentación se las distribuyen según doce categorías que corresponden a los sistemas fisiológicos básicos del cuerpo.

La primera propiedad, la corona supraconciente o keter corresponde al sistema respiratorio, el conducto físico por el cual entra al cuerpo el espíritu de vida. Cuando Di-s creó al hombre, “formó al hombre del polvo de la tierra, e insufló en sus narices el aliento de vida”. Este aliento de vida proviene de Di-s en lo alto, la fuente de toda vida. Al respirar internalizamos aquello que es exterior a nosotros, inhalamos de lo que está por encima nuestro. La palabra hebrea para “inhalar” (sheifá) significa también “aspiración”. Así, respirar es una expresión del deseo innato del alma de ascender e ir más allá de su ser conciente, hacia la esfera de su enlace supraconciente con la Divinidad (como es vivenciado en su fe, placer y voluntad supraracional, las tres cabezas de keter).

Jojmá, la iud del Nombre de Di-s, corresponde a la médula ósea. Las investigaciones médicas de avanzada consideran a esta como un sistema por derecho propio. Es responsable de la producción de las células sanguíneas, la unidad biológica más básica del cuerpo. Así como la médula ósea produce estas células, también todo se origina en jojmá, ya que “Tu has hecho todo con sabiduría”.

Biná, que está en el lado izquierdo del árbol de las sefirot, es asociada con la sangre propiamente dicha, considerada también últimamente como un sistema en si misma (en adición al sistema de los vasos sanguíneos). Esta sefirá, que significa “construir”, recibe su materia prima de jojmá, la médula ósea, ampliando su información codificada. En cabalá, biná es denominada la “madre”, cuya contribución primaria a la formación del hijo son los aspectos rojos de su cuerpo, como se establece en el Talmud. Por el contrario, jojmá es llamada el “padre”, que genera las partes blancas del cuerpo, como los huesos.

Estos dos sistemas fisiológicos relativamente abstractos, la médula ósea y la sangre, asumen en el cuerpo los roles generales de “padre” y “madre” y funcionan juntos en perfecta unión. En cabalá, la unión permanente de los principios “padre” y “madre” es responsable de la creación continua de la realidad. En las palabras del Zohar: el padre y la madre (en nuestro contexto la médula ósea y la sangre) son dos “compañeros que nunca se separan”. Su unión, que expresa el poder creativo interior del alma viviente, es continua así como la médula ósea crea continuamente nuevas células de la sangre.

Lsefirá que está directamente por debajo de jojmá en el árbol sefirótico es jesed, que está personificada por el primer judío, Abraham, como se ve en el versículo: “Da bondad a Abraham”. El valor numérico del nombre de Abraham, 248, es equivalente al número de huesos del cuerpo, como está detallado en la Mishná, y al número de mandamientos positivos de la Torá. Consecuentemente, jesed, que es el atributo de Abraham, es identificado con el sistema óseo.

La frase “el Di-s [o la fuente de vida] de Abraham”, es interpretada en cabalá como refiriéndose a la fuerza que enmarca o abarca desde arriba a Abraham, el poder de jojmá localizado por encima de jesed. Los huesos actúan como los recipientes o contenedores de un nivel más abstracto, la médula ósea.

Entonces, “el Di-s de Abraham” alude al sistema de la médula ósea por sobre el sistema óseo.

Mientras que biná alude a la sangre, es la propiedad ubicada por debajo de ella en el eje izquierdo del árbol de las sefirot, guevurá o restricción, que le da “forma” y dirección a la sangre, controlando su circulación a través del cuerpo. El poder de restricción canaliza la sangre y la dirige hacia recipientes específicos que, de acuerdo con la cabalá, son las 365 arterias y venas mayores correspondientes a los 365 días del año solar y los 365 mandamientos negativos de la Torá. A pesar de que en principio podemos ver la sangre y los vasos sanguíneos como un sistema único, como ya mencionamos ahora se consideran dos sistemas separados. En jasidut estudiamos que la fuerza de contracción (guevurá) que los vasos sanguíneos ejercen sobre la sangre misma sirven para fortalecer la fuerza de vida inherente en la sangre.

PARTE 13 LOS SISTEMAS FISIOLOGICOS – EL MODELO AMPLIADO (CONT.)

El tercer poder cognitivo del alma es daat, que corresponde al sistema nervioso. En cabalá y jasidut, se entiende a daat como el asiento de la sensibilidad y los sentimientos en el alma; de manera similar, los nervios son los sensores del cuerpo.

Se explica en cabalá que daat posee dos lados aparentemente contrarios pero que en verdad se complementan. La primera aparición de este término en la Torá es en la frase: “el Arbol del Conocimiento del bien y el mal”. De aquí entendemos que daat es un sentido de polaridad moral o espiritual entre el bien y el mal. La facultad del alma de percibir el bien y ser atraída por él nos es referido como el lado derecho de daat, mientras que el de percibir el mal y repelerlo es conocido como su lado izquierdo. En un alma rectificada, la atracción hacia el bien implica el autoapercibimiento conciente del amor al bien, mientras que el temor al mal encargado de repeler y rechazar el mal opera a nivel subconciente.

Resumiendo y ampliando esta idea, el lado derecho de daat corresponde a todas nuestras sensaciones concientes y reacciones voluntarias, mientras que el izquierdo corresponde a nuestras sensaciones inconcientes y reaciones involuntarias.

En términos de sistema nervioso, el lado “derecho” de daat se asimila al sistema nervioso voluntario, conocido como el sistema nervioso cerebroespinal. Sensación conciente y control corporal implica autopercepción, autoconocimiento. En una personalidad rectificada, conocerse a si mismo tiene por objetivo actuar constructivamente en el mundo y ayudar a los demás. Por esta razón este lado de daat es identificado con la derecha.

El lado izquierdo de daat corresponde al sistema nervioso autónomo, involuntario, que a su vez se divide en simpático y parasimpático. El sistema parasimpático reduce la velocidad del corazón, dilata los vasos sanguíneos, incrementa la actividad glandular, contrae la pupila de los ojos, etc., mientras que el simpático actúa en forma opuesta.

Al funcionar como el lado inconciente de daat, este sistema permite que todas las funciones vitales del cuerpo se ejecuten automáticamente, realizándose naturalmente procesos tales como las funciones digestiva y la respiración sin que la persona se involucre concientemente con ellas. Este tipo de funciones son básicas para el mantenimiento de la persona, preservando la vida del cuerpo propio (sin preocuparse por el del otro). Este es el motivo de que este lado de daat se identifique con la izquierda.

Directamente por debajo de daat, en el eje central del árbol de las sefirot, encontramos a tiferet que corresponde a la carne (como ya comentamos en nuestra descripción general de los cuatro sistemas fisiológicos fundamentales, donde vimos que la carne corresponde a la vav del Nombre de Di-s en general y a la sefirá de tiferet en particular) y al sistema muscular. El corazón, que pertenece tanto al sistema muscular como al de los vasos sanguíneos, se inclina hacia el lado izquierdo, aludiendo a las fuerzas combinadas de guevurá y tiferet.

Iesod, la continuación y extensión de tiferet en el eje central de las sefirot es el poder de autorealización en el alma. En el plano físico se manifiesta como el sistema reproductor, la capacidad innata de reproducirse o recrearse a si mismo a través de la progenie.

Si reflexionamos más profundamente, podremos ver que existe otra propiedad del alma y otro sistema fisiológico que corresponden al Pacto Sagrado, el Brit Milá (el órgano reproductor masculino). El acto de la circuncisión es un proceso doble realizado sobre la piel de este órgano: remover el prepucio y desprender la membrana mucosa para revelar la corona del órgano. Este proceso refina su naturaleza original, la piel física, permitiéndole reflejar luz espiritual. Esto está aludido en la similitud fonética de la palabra “piel” en hebreo (or, escrita con ain) y “luz” (también or, pero escrita con alef). Más aún, cuando el brit milá (el órgano masculino) es puro y rectificado, resplandece y toda nuestra piel comienza a irradiar luz, como fue el caso de Adán y Eva antes del pecado original. Por lo tanto, el brit milá, especialmente la manifestación de la corona del órgano masculino (en hebreo ateret haiesod), se puede considerar como el origen del sistema fisiológico de la piel.

Maljut, que es la sefirá final del árbol sefirótico (y la última de las sefirot del eje central, debajo de iesod), como keter, que es la primera, se vincula con la incorporación de un componente de vida necesario desde el mundo exterior. Extrayendo las “chispas” nutritivas espirituales y físicas de nuestro entorno —las áreas inferiores de la realidad, o sea los reinos mineral, vegetal y animal— e ingiriéndolas, se las transforman en energía vital humana. La digestión también actúa como un proceso de depuración por medio del cual los elementos útiles son asimilados dentro del cuerpo y se expulsan los productos de desecho. En cabalá, el rey es quien desciende desde el trono (en general por medio de palabras y órdenes) hacia las esferas inferiores de la realidad para extraer de ellas los elementos provechosos para su pueblo.

Al contrario de keter —el sistema respiratorio, que funciona con una dinámica de descenso de la energía vital (el oxígeno) al interior del cuerpo— maljut, que representa la digestión, implica la dinámica opuesta, la elevación de las “chispas caídas” de energía (nutrientes) dentro del cuerpo. Como imagen femenina en cabalá, maljut alude al sistema digestivo, como en la descripción bíblica de la “mujer de valor” quien “trae alimento a su hogar [el cuerpo]”.

Regresamos ahora a las dos sefirot restantes, netzaj (la última del eje derecho) y hod (la última del eje izquierdo). Como sistemas fisiólogicos, la primera de ellas corresponde al sistema endocrino, que incluye a las glándulas y las hormonas, y hod representa al sistema inmunológico. De todos los sistemas del cuerpo, estos son los dos de más reciente comprensión en el mundo de la medicina, y de hecho están muy interrelacionados. En las palabras de la cabalá: “netzaj y iesod son dos mitades de un mismo cuerpo”, o, coloquialmente, “dos lados de la misma moneda”.

Situada debajo de jesed en el eje derecho de las sefirotnetzaj significa “victoria” y “eternidad”. Es la capacidad de sobreponerse a los obstáculos que se paran en el camino de los procesos de crecimiento y desarrollo corporal, y aquellos que aseguran la buena salud y longevidad, proveyéndolos con sus hormonas vitales. Con su función de generar nuevas células y estructuras, las hormonas perpetúan la vida del cuerpo y lo ayudan a superar los obstáculos del tiempo. Como una ramificación de jesednetzaj se conoce en cabalá como la “leche” que nutre el crecimiento y desarrollo motivados por jesed.

Finalmente nos referiremos al sistema fisiológico que lucha contra las enfermedades, el sistema inmunológico, relacionado con hod. Monitorea permanentemente para determinar qué pertenece verdaderamente al cuerpo y qué es un invasor foráneo, aniquilando las intrusiones exteriores destructivas dentro del cuerpo. Más adelante nos referiremos en particular a este sistema.

En resumen:

keter

corona, fuerza vital supraconciente

sistema respiratorio

biná

entendimiento, alegría

sangre

jojmá

sabiduría, autoanulación

médula ósea

daat

conocimiento, unidad

sistema nervioso

guevurá

poder, temor

vasos sanguíneos

jesed

bondad

esqueleto

tiferet

belleza, misericordia

carne, sistema muscular

hod

reconocimiento, sinceridad

sistema inmunológico

netzaj

victoria, confianza

sistema endocrino

iesod

fundamento, devoción

sistema reproductivo

ateret haiesod (origen de maljut)

realeza, dignidad

piel

maljut

reinado, humildad

sistema digestivo

PARTE 14 EL PODER DEL PENSAMIENTO

En nuestro análisis de las funciones corporales, aún no hemos considerado los factores psicológicos.

Desde tiempo inmemorial, la interrelación e interdependencia entre la mente/alma y el cuerpo, la naturaleza holística de la condición humana, era conocida intuitivamente y dada por sobreentendida. Hoy la ciencia reconoce plenamente y ha establecido perfectamente con experimentos esta verdad fundamental. En el mundo de la medicina crece continuamente el interés en la psiconeuroinmunología (que definimos y discutimos en nuestro presente trabajo), estimulado por percepción generalizada de que el modo en que uno piensa tiene un efecto significatico en la salud del individuo.

Afirma una sentencia jasídica: “Piensa bien e irá bien”.

Con respecto a la tristeza, es sabido que el duelo tiene influencias significativas sobre nuestro estado de salud, pero en general sus efectos negativos desaparecen luego de un período de un año (¡el período de luto de acuerdo con la Torá!).

También se ha demostrado que la imaginación guiada, como por ejemplo visualizarse destruyendo empecinadamente a un enemigo invasor dentro del cuerpo, tiene una influencia detectable en la superación de las enfermedades.

El Equipo de Tres

Hay tres sistemas fisiológicos que están involucrados particularmente en la interacción del cuerpo y el alma manteniendo el bienestar global del individuo: sistemas nervioso, endocrino e inmunológico. Hoy en día hablamos de mecanismos neuro-inmuno-endocrinológicos. Este equipo ayuda al cuerpo a adaptarse frente a los desafíos potencialmente estresantes, proceso conocido como alostasis.

La alostasis procura estabilidad psíquica y fisiológica a través del cambio adaptativo. Este proceso de cambio para producir estabilidad enfrenta tres peligros: el mecanismo de respuesta puede volverse muy frecuente, puede fallar en el corte (cuando cesa la necesidad de cambio) o puede ser en principio inadecuado. Un fenómeno común es que bajo un estrés agudo, impedir las infecciones puede ser un freno del peligro, pero la resistencia puede colapsarse cuando se alivia la presión. Vemos así que el proceso de alostasis demanda el más elevado nivel de equilibrio y sensitividad del estado presente de la mente-cuerpo.

El estrés, una de las mayores causas de enfermedad, es no obstante enigmático y indefinible científicamente. Lo que se sabe es que los efectos psicológicos de la mente sobre la salud son ejercidos por vía de influencias sobre el sistema inmunológico. El sistema nervioso es claramente el sistema fisiológico que está más asociado con la psique misma, por eso cuando decimos que la mente influye sobre el sistema inmunológico queremos denotar que el sistema nervioso se comunica de alguna manera con este. También se sabe ahora que esta comunicación es bidireccional.

El estrés afecta el sistema inmune (en casos extremos un desorden psiquiátrico tiende a crear anormalidades inmunológicas) que se comunican de vuelta al sistema nervioso. De acuerdo con los resultados de muchas investigaciones modernas, el sistema nervioso se comunica con el inmunológico por vía del sistema endocrino. Así se logra un círculo completo de comunicación de doble sentido.

En pocas palabras, un buen estado de salud depende de un pensamiento positivo, especialmente en los tiempos de estrés, y del esfuerzo combinado de estos tres sistemas fisiológicos.

PARTE 15 EL MODELO CABALÍSTICO

Encontramos aquí un hermoso ejemplo de cómo un modelo cabalístico permite profundizar en un complejo mecanismo físico y obtener nuevos conocimientos. De acuerdo con nuestro cuadro que relaciona las sefirot con los sistemas fisiológicos, las tres que corresponden a los sistemas nervioso, endocrino e inmunológico son daatnetzaj y hod, respectivamente. Ellas forman el triángulo superior del “maguén David”, cuyo triángulo inferior está formado por jesed, guevurá y iesod, con tiferet en el centro.

Hemos visto que como miembros del cuerpo daatnetzaj y hod corresponden al lóbulo posterior del cerebro y las piernas derecha e izquierda respectivamente. El cerebro percibe y dirige al cuerpo para que camine por la vida con cautela, agradeciendo sinceramente a la Divina Providencia por cada paso exitoso (hod, el sistema inmunológico) porque “todo camino puede ser peligroso”, y confianza (netzaj, el sistema endocrino). Según el libro de Proverbios “aquel que anda con sinceridad puede caminar confiadamente”.

Hemos visto que el proceso alostático demanda un máximo grado de equilibrio y sensibilidad del estado presente de la mente-cuerpo. Pero la sensibilidad propiamente dicha es la propiedad de daat, el lóbulo posterior del cerebro, y equilibrio se asienta en netzaj y hod, las dos piernas sobre las que se para el cuerpo.

Moisés y Aarón

En cabalá, cada sefirá es identificada con un alma arquetípica. Las dos sefirot compañeras hod y netzaj son identificadas con las almas de los sagrados hermanos Moisés y Aarón, de los que está dicho: “Mira, qué bueno y placentero es que los hermanos moren juntos”. El origen de estas dos almas es en daat (el poder de estar “juntos”), de tal manera el secreto del triángulo superior del maguén David es de hecho el “nacimiento” de las almas de Moisés y Aarón desde su origen común.

Al actuar juntos, los dos hermanos merecieron ser los emisarios de Di-s para sacar a los judíos de Egipto. En los próximos capítulos veremos que todas las enfermedades se asocian con el estado de exilio espiritual en general y con el exilio de Egipto en particular. La liberación de Egipto es la liberación de la enfermedad. Luego de la separación del Mar Rojo, que constituye la culminación del éxodo, y la canción de agradecimiento que Moisés y el pueblo judío cantó a Di-s, Este prometió:

Todas las enfermedades que he puesto en Egipto

no pondré sobre ti,

porque Yo soy Di-s tu curador.

Luego del éxodo, Moisés se convirtió en el conductor Divino a través de quien Di-s entregó la Torá al pueblo de Israel, y Aarón fue el sumo sacerdote de Israel, representando el epítome de nuestro servicio a Di-s.

Moisés y Aarón son los dos curadores de Israel, el primero a través del poder de la Torá y Aarón con el de la bendición sacerdotal. Conectándonos a la Torá y dedicando nuestras vidas al servicio a Di-s, atraemos el poder de curación Divino a nuestras almas.

PARTE 16 EL PODER DE LA PLEGARIA

La investigación científica moderna ha verificado algo que la humanidad conoce desde hace tiempo: la plegaria a Di-s es potente, tiene el poder de curar o, expresado en palabras de fe, una plegaria de corazón trae desde lo Alto el poder de curar.

Hemos estudiado en cabalá y jasidut que hay cinco niveles de plegaria para el enfermo, que corresponden a la cuatro letras del Nombre esencial de Di-s Havaiá, y un quinto nivel trascendental aludido por el pico superior de la iud.

A continuación describiremos estos niveles en orden ascendente:

Enseñan los sabios que “la plegaria que reza una persona enferma para si misma es más potente que la que otros realizan para él”. ¿Quién otro que la propia persona enferma puede identificarse con sus sufrimientos y padecimientos? Su plegaria sale de las profundidades del corazón, se dirige hacia Di-s con toda su alma como única esperanza de recuperación.

Estudiamos en cabalá que el alma sufriente y afligida —que está en un estado espiritual de exilio existencial— corresponde a la sefirá de maljut, que a su vez corresponde a la hei final del Nombre de Di-s Havaiá. Cuanto más se identifica la persona con el atributo de maljut —identificando su sufrimiento personal con el de la Presencia Divina y la “congregación de Israel” como un todo (ambas apelaciones de maljut)— más potente es la plegaria para él.

Por otro lado, nuestros sabios enseñan que “si hay una persona enferma en nuestra casa, debe dirigirse a un sabio y pedirle que implore [a Di-s] que tenga misericordia de él”. Vemos aquí que la plegaria de un verdadero sabio tiene, más que cualquier otro, el pode despertar la misericordia de Di-s por el enfermo (incluida la misma persona enferma y sus allegados, su familia).

La habilidad de despertar misericordia depende de nuestra conección con la sefirá de tiferet, cuya experiencia interior es de misericordia y compasión por los demás. Esta sefirá corresponde a la vav del Nombre de Di-s. El alma arquetípica que le corresponde según la cabalá es la de nuestro patriarca Iaacob. Es el que despierta misericordia por la “congregación de Israel” (representada por su esposa Rajel). Iaacov representa también el arquetipo del sabio de la Torá.

Desde la perspectiva de tiferet, el sufrimiento de maljut es visto bajo una luz diferente y profunda, de aquí su habilidad de despertar más misericordia por maljut que esta misma.

De todas maneras, incluso esta elevada perspectiva de la realidad y la plegaria que inspira son consideradas parte de los niveles “revelados” de Divinidad (las letras vav y la hei final del Nombre de Di-s) en contraste con los niveles “ocultos” de Divinidad (las letras iud y la primera hei) a los que nos referiremos a continuación.

Enseña jasidut que el tzadik verdadero, con el sólo poder de su mente (sin necesidad de expresar verbalmente sus pensamientos y emociones en la plegaria) puede, milagrosamente, curar por gracia Divina la enfermedad y liberar al prisionero.

Al concentrar su pensamiento en el alma sufriente, el verdadero tzadik conecta su alma con la del otro, extiende su mano hacia él y lo saca —lo redime— de su enfermedad.

Este poder redentor deriva de la sefirá de biná, que corresponde a la primera hei del Nombre de Di-s. El Zohar se refiere a biná como “el mundo de la libertad”, el summum de la redención espiritual (el secreto del año de Jubileo, el año cincuenta), que corresponde al portal cincuenta del entendimiento, cuando los esclavos son liberados y las tierras retornan a sus propietarios originales).

En general, el pensamiento, al contrario del habla, corresponde al “mundo oculto” de biná, la primera hei, y por eso el poder del pensamiento del tzadik está a este nivel oculto. Como todo judío tiene el potencial interior de volverse un tzadik —del futuro, está dicho que “Tu pueblo son todos justos [tzadikim]”— en cierto sentido este nivel pertenece a cada uno de los judíos, en relación a su prójimo judío o incluso en relación a si mismo. Es especialmente importante la enseñanza del jasidut con respecto al poder del pensamiento en relación a uno mismo (o a aquellos por los que está preocupado profundamente): “piensa bien e irá bien”.

Por encima de este nivel se encuentra la bendición sacerdotal. Aquí, la voluntad explícita de Di-s —la bendición sacerdotal es un mandamiento de la Torá— atrae energía Divina y poder de curación desde un más alto nivel que el que es inherente al pensamiento del tzadik.

La voluntad de Di-s, expresada a través de los preceptos de la Torá, derivan del nivel de jojmá, la iud del Nombre de Di-s Havaiá. En el Zohar encontramos la sentencia: “la Torá emana desde jojmá”. La experiencia interior de esta sefirá es la verdad y la absoluta autoanulación. Este estado de autoanulación es por cierto la esencia seminal del amor de Israel. La total identificación con nuestro prójimo judío, con la que el sacerdote bendice al pueblo.

La bendición sacerdotal comienza con la letra iud. Tiene quince palabras y las trece primeras contienen esta letra. Estas trece iudim de la bendición sacerdotal se interpretan en cabalá como equivalentes a los trece atributos de misericordia, cuyo origen está en keter pero que son revelados al mundo por el poder de jojmá, la iud —primera letra— del Nombre Havaiá.

En el Templo, cuando bendice al pueblo, el sacerdote debe pronunciar el Nombre de Di-s Havaiá tal como está escrito (en cualquier otro lugar y contexto está prohibido). El poder Divino así evocado deriva del nivel de jojmá, el nivel del mundo de Atzilut —“dominio privado” de Di-s (el Templo Sagrado en lo alto)— conocido en cabalá como “el secreto del Nombre”.

Por encima incluso de los dos niveles ocultos y los dos revelados descriptos, existe un quinto, trascendente nivel. Es el nivel de “infinita paciencia Divina”, correspondiente a la corona suprema (keter) y al extremo superior de la iud del Nombre de Di-s Havaiá.

Aquí uno simplemente espera la salvación de Di-s con infinita paciencia. Ni reza con palabras audibles ni piensa pensamientos concientes. La completa fe en la Divina Providencia —todos los caminos de Di-s son buenos— transforma nuestro estado general de conciencia en un estado de alegría, “felicidad en el sufrimiento”. En completo silencio, uno es conducido hacia las alturas para alcanzar el nivel de “Mi pensamiento, que no es tu pensamiento”. Paradójicamente, aunque a este nivel no hay fin para nuestra paciencia y perseverancia, cuando se alcanza este nivel de perfecta fe en Di-s —uno con el Eterno— “la salvación de Di-s es como el pestañeo del ojo”.

PARTE 17 CINCO NIVELES DE PLEGARIA

En el capítulo anterior nos referimos a los cinco niveles ascendentes de la “plegaria”.

Sólo los dos primeros (que corresponden a los dos niveles revelados del Nombre Havaiá) son efectivamente una plegaria explicita a Di-s en el sentido corriente. Pero en un sentido más amplio, todo estado espiritual que despierta miscericordia Divina para curar a un enfermo (o satisfacer alguna otra carencia humana), es considerada también como una forma de plegaria.

En particular, los dos primeros niveles son una plegaria explicita a Di-s, el tercero es pensar, el cuarto es bendecir y el quinto el silencio. Estudiamos en jasidut que la diferencia general entre rezar (los primeros dos niveles) y bendecir es que rezar es un servicio “ascendente” mientras que bendecir es “descendente”.

Al pararse en plegaria ante Di-s uno se siente situado “debajo”, luchando por alcanzar el cielo. En el primer nivel (la plegaria de la propia persona enferma) nuestros ojos y el corazón se elevan hacia Di-s implorando Su salvación. En el segundo nivel (la plegaria del sabio por la persona enferma) la plegaria asciende a Di-s mientras que, simultáneamente, el sabio, situado por “encima” de la persona enferma, intenta atraer desde lo alto el poder de curación. Así, en relación al primer nivel (sólo ascendente) el segundo es “ascender con el fin de descender”. (En el primer nivel, rezamos a Di-s y El efectua el descenso; la persona sólo es capaz de implorar humildemente, pero no “pulsar las cuerdas”. En el segundo nivel, el sabio se asocia con Di-s, en su rezo de corazón para traer abajo el poder de curación).

En contraste con la plegaria, el acto espiritual de bendecir guarda una dinámica de “descenso” desde lo alto. Aquí uno se “ubica”, por así decirlo, en el origen espiritual desde donde deriva la energía Divina para bendecir. El que bendice “ordena” a la bendición, por así decirlo, que descienda desde lo alto al alma del bendecido. Cuando bendicen al pueblo, los sacerdotes se ubican también físicamente por encima suyo, sobre el estrado.

El poder del pensamiento puede ser entendido entonces como un estadío intermedio entre la plegaria explícita desde abajo y la bendición desde arriba. Es la conexión “telepática” de almas como iguales, “todo Israel son amigos”.

El silencio es un estado aún mayor de “igualdad”, uno no asciende ni desciende. Alcanzamos el nivel de “Yo, Di-s, no cambio”. Este es, paradójicamente, el origen último de toda bendición y poder curativo. Por esta razón, el Nombre esencial de Di-s “Havaiá”, del que está dicho “Yo, Di-s [Havaiá] no cambio”, es conocido como “el Nombre de la Misericordia”.

Al meditar acerca de estos cinco niveles ascendentes de plegaria por el enfermo, observamos además que existe un orden definido: uno mismo – el otro – uno mismo – el otro – uno mismo. Como notamos antes, el nivel de pensamiento (del tzadik) también pertenece al de “uno mismo” (porque, como dijimos antes, a este nivel todo es igual, uno se relaciona con los demás como consigo mismo y viceversa), “piensa bien y estará bien”. Los niveles primero y quinto corresponden explícitamente a nuestro propio servicio espiritual para evocar misericordia Divina. Los niveles segundo y cuarto provienen del poder del alma del otro afin, por “encima” nuestro (el sabio y el sacerdote).

En resumen

el Nombre Havayá sefira nivel de plegaria dinámica
ápice de la iud keter paciencia Divina invariable
iud jojmá bendición sacerdotal descendente
hei biná pensamiento del tzadik horizontal
vav tiferet plegaria del sabio ascendente en aras de un descenso
hei maljut plegaria de la persona enferma ascendente

PARTE 18 ARREPENTIMIENTO Y RETORNO A DI-S

Enseñan nuestros sabios que “es grande el arrepentimiento, porque trae curación al mundo”.

En los capítulos previos vimos que el máximo objetivo de la plegaria a Di-s es alcanzar un estado de silencio interior, nuestros ojos se elevan hacia El y su inminente salvación (que es “como un abrir y cerrar de ojos”) y nuestro corazón se llena de alegría (“alegría en el sufrimiento). Aquí el alma alcanza el nivel de la corona suprema, keter elión.

Más adelante explicaremos que este nivel es aludido en la frase “porque Yo soy Di-s, quien te cura”, cuyas iniciales forman la palabra Arij (literalmente, “el rostro amplio, extendido”, simbolizando la paciencia infinita) que es un apelativo de keter elión, la fuente de la curación (aruká, de la palabra arij).

El summun de la plegaria es el arrepentimiento (teshuvá, “retorno a Di-s”), que es el poder curador del alma. Toda dolencia o enfermedad deriva de un estado espiritual de “carencia” o “vacuidad”. En cabalá, la palabra “enfermo” (jolé), cuyo valor numérico es 49, indica que la persona enferma carece del portal cincuenta del entendimiento (jamishim shaarei biná). Por lo tanto, “curar” es “llenar” o “completar” nuestra conciencia con ese portal.

El poder en el alma de completar todos los estados espirituales y físicos de vacuidad deben derivar de un lugar de “saciedad” consumada, un lugar en el alma donde existe todo (lo que necesitamos), no falta nada. Este es el nivel de keter elión, que al ingresar en la conciencia se denomina quincuagésimo portal de entendimiento. La aspiración conciente del alma de alcanzar este nivel es el servicio espiritual de teshuvá.

El corazón que verdaderamente entiende es el que sabe y desea retornar a Di-s y así ser curado. En las palabras de Isaías:

Y este corazón entenderá,
Y retornará y será curado.

Hemos estudiado en cabalá y jasidut que hay cuatro niveles de carencia espiritual. Cada uno es el resultado de que en el alma se encuentra mancillada una de las cuatro letras del Nombre Havaiá. Por medio de la teshuvá sincera atraemos luz y energía curadora desde keter elión para satisfacer todas las carencias, para rectificar todos los defectos.

La carencia más elevada del alma es la necesidad que tiene nuestra conciencia de estar llena de la luz de los misterios de la Torá, esa luz que resuelve todos los conflictos de la vida, que responde todas las preguntas existenciales: porqué estamos aquí, hacia dónde vamos, porqué el Mashiaj aún no ha llegado.

Paradójicamente, en este caso, la mera preocupación o “angustia” con respecto a las preguntas existenciales de la vida es en si “teshuvá” (“retorno” a Di-s) y nos hace un recipiente para recibir la luz de los misterios de la Torá. (De aquí que, aún más que en los siguiente niveles de vacío espiritual, “[el mero] apercibimiento de la enfermedad es [en si mismo] la mitad de la curación”. En las palabras de nuestros sabios:

“Los misterios de la Torá son concedidos
sólo a aquel cuyo corazón se acongoja dentro de si.”

Este nivel corresponde a la iud del Nombre Havaiá, el de la sabiduría Divina, la penetración dentro de los misterios de la Torá. Aquí, en realidad uno no está “enfermo” sino sólo “preocupado” o “ansioso”. (La letra iud de Havaiá corresponde al mundo de Atzilut, nunca “enfermo” pero continuamente preocupado y ansioso por manifestar todo su potencial Divino para revelar la infinita luz de Di-s y los misterios de la Torá a toda la realidad). La enfermedad real comienza en el segundo nivel de carencia.

El más elevado estado espiritual al que la Torá se refiere como “estar enfermo” es “enfermo de amor”, y así se describe en el Cantar de los Cantares:

Ayúdame con copas de vino,
Revíveme con manzanas,
Porque estoy enfermo de amor.

Es la ansiedad por regresar a nuestro ser amado, de quien nos hemos separado, enemistado y ser uno con él. Esta es la experiencia del exilio espiritual, el origen de las enfermedad, como ya explicaremos.

Aquí, es el “yo” alejado —el “yo” que ansía estar junto a “Ti” — quien está enfermo. Este estado de enfermedad refleja el mancillamiento espiritual de biná, correspondiente a la primera hei del Nombre Havaiá. Es aquí en particular donde la persona enferma es la que carece del portal cincuenta del entendimiento (biná), asociado en cabalá con la experiencia consumada del amor descripta en el Cantar de los Cantares:

¡Qué hermoso y placentero eres, Oh amor de los placeres!

Los dos primeros niveles de carencia corresponden a las primeras dos letras del Nombre de Di-s Havaiá, la iud y la primera hei, conocidas en cabalá como “las cosas ocultas [que] pertenecen a Di-s, nuestro Señor”. Siempre conciente de la Divinidad, aquí uno carece de la revelación Divina. Por el contrario, los dos niveles siguientes de carencia correspondientes a las dos letras finales del Nombre de Di-s Havaiá, la vav y la hei final, que son conocidos en cabalá como “las cosas reveladas [que] pertenecen a nosotros y a nuestros hijos”, son estados de carencia de conciencia Divina propiamente dicho. Como explicaremos ahora, proporcionalmente al incremento de nuestras ansias por los placeres mundanos, vamos perdiendo conciencia Divina.

En el plano espiritual (las dos letras finales del Nombre de Di-s Havaiá son relativamente físicas, en contraste con las dos primeras que son relativamente espirituales), hay dos estados de dolencia o enfermedad; en las palabras de nuestros sabios (términos pertinentes a muchas leyes prácticas de la Torá): “una persona enferma que no está en peligro de muerte” y “una persona enferma que está en peligro de muerte”. Estos dos estados aluden, en el plano físico, a su contraparte espiritual o moral:

Una persona que no está en peligro de muerte” es la que tiene deseos de placeres mundanos que, en principio, son permitidos de acuerdo con la Torá. Aunque la Torá no nos prohíbe participar de estos placeres, el elemento de lujuria que está involucrado en su búsqueda conciente aleja nuestra mente y nuestro corazón de Di-s. Di-s quiere que nosotros, Sus hijos, participemos de todos los placeres que El ha creado en Su mundo para nosotros (dentro de los parámetros definidos por la Torá), pero también quiere que seamos totalmente concientes de Su presencia en todo y experimentemos (y expresemos) una sincera gratitud hacia El por Su benevolencia. La lujuria física deprime nuestro alma y la aleja de Di-s. Mancha en especial a nivel de las emociones del corazón (las seis midot desde jesed hasta iesod), que corresponden a la vav del Nombre Havaiá.

Una persona enferma que está en peligro de muerte” es la que está ansiosa por los placeres mundanos prohibidos por la Torá. Los mandamientos de la Torá son como la prescripción de un doctor. Aquello que la Torá prohíbe es mortalmente peligroso para el alma y el cuerpo. El peligro mortal se encuentra a nivel de maljut (“reinado”; está dicho de los reyes “y reinó y murió”), que corresponde a la hei final del Nombre Havaiá, de la que está dicho: “su pie desciende dentro de la muerte”.

Con la teshuvá llenamos todas las carencias y rectificamos las manchas de las cuatro letras del Nombre Havaiá. Atraemos luz y poder curador desde Arij, la corona suprema. Así como retornamos a Di-s (para “curar”, por así decirlo, las manchas que hemos causado en Su Nombre Sagrado), también El retorna a nosotros (para curar todas nuestras enfermedades espirituales y físicas).

En resumen:

el Nombre Havaiá sefirá categoría experiencia
Kotzó shel iud Punta superior de la iud keter elión “porque Yo soy Di-s quien te cura” paciencia infinita
iud jojmá carencia de percepción Divina ansiedad existencial
hei biná enfermedad de amor Sentimiento de alejamiento de Di-s
vav las seis midot “una persona enferma que noestá en peligro de muerte” lujuria permisible
hei maljut “una persona enferma que está en peligro de muerte” lujuria prohibida

PARTE 19 CUATRO SISTEMAS DE PRÁCTICA MÉDICA

El siguiente es un breve extracto de los cuatro sistemas básicos de la práctica médica contemporánea, viéndolos aquí correspondiendo a las cuatro letras del Nombre de Di-s:

  1. Iud:Homeopatía

El principio que está detrás de este sistema es conocido como la “ley de los semejantes”, donde paradójicamente uno usa como remedio la misma enfermedad o algo similar a ella. Este principio, ampliamente conocido para la humanidad, encuentra su expresión explícita en el idioma de los sabios como curar a través de “semejante por semejante”. Además, enseñan nuestros sabios que este es el método empleado por Di-s Mismo, quien cura (“endulza”) “amargura con amargura”. “Semejante por semejante” implica que la cura está en la propia enfermedad, la enfermedad es una mera “cáscara” de maldad exterior ocultando en su interior una semilla de bien. Esta profundización, de inspiración Divina, dentro de la naturaleza de la realidad en general y de la condición humana en particular, corresponde a la sabiduría investida en el punto de la iud del Nombre de Di-s.

  1. Hei:Alopatía (medicinaconvencional).

Este sistema se basa en la lógica y la razón que indica que el camino para luchar contra la enfermedad es usar una fuerza opuesta que enfrente a la enfermedad directamente. La inteligencia humana procede entonces a emplear métodos científicos para extraer sustancias químicas de la naturaleza, cuyas propiedades son las de contrarrestar los síntomas de una enfermedad dada. El estado patológico inicial del paciente es visto como algo “dado”, que debe ser enfrentado con productos hechos por el hombre que tengan una naturaleza opuesta a la de la enfermedad. La hipótesis es que un estado dado inicial es “incorrecto” (es decir “enfermo”) y debe ser corregido por una línea de razonamiento opuesta, como está expresado por la frase talmúdica: “¡lo muy opuesto es lo que tiene más sentido!”. La práctica médica convencional está basada en el patrón general de lógica y razonamiento innato en la mente humana (en contraste con la visión de inspiración Divina) que corresponde en cabalá a la primera hei del Nombre de Di-s.

  1. Vav: Osteopatía (quiropraxia).

De acuerdo con este sistema, el cuerpo es rectificado sin ninguna intervención medicinal, sólo por las manos del médico que realinea el cuerpo llevándolo a un estado adecuado. Incluyendo tratamientos tales como acupuntura y acupresión, la osteopatía trata los músculos (el sistema fisiológico que corresponde a tiferet) y más profundo aún, penetra en el sistema nervioso (que corresponde a daat) por medio del tratamiento de la columna vertebral. Tiferet -el torso, que corresponde a la vav del Nombre de Di-s- significa “belleza”, en las palabras del Zohar: “belleza [tiferet] es el cuerpo”. Un cuerpo bello es “derecho” o “erguido” (el objetivo del quiropráctico). La cabalá se refiere a daat como el alma de tiferet, indicando que el sistema nervioso (daat) yace en el centro del sistema muscular (tiferet). En la forma de la letra vav, la iud en la parte superior de la vav alude a daat (el sistema nervioso), mientras que la extensión derecha de la vav misma representa a tiferet (el torso y el sistema muscular).

  1. Hei: Naturopatía.

Este sistema de curar a través de hierbas y otros recursos tomados directamente de la naturaleza, refleja la creencia de que Di-s, el Creador, provee seguramente una cura, en Su creación de la naturaleza misma, antes de que haga posible la existencia de una enfermedad. Por eso, debe haber algo en nuestro mundo que pueda servir como una cura natural, algo que no requiera la manipulación humana para alterar su estado. Esta lógica, que refleja una apreciación profunda del gran potencial latente inherente en la tierra, está insinuada en el versículo de los Salmos que declara: “la Verdad brotará de la tierra”. La “Verdad”, en cabalá, es el máximo poder curativo, que abarca incluso la resurrección desde la muerte. Por otra parte, la efectividad del método natural de curar en un ser humano es sugerido por otro versículo que encontramos en Deuteronomio: “el hombre es un árbol del campo”, dando a entender nuestra conexión esencial con la naturaleza y el poder natural de sanar nuestros males. Además de los remedios vegetales, la naturopatía reconoce y enfatiza la importancia una dieta y nutrición apropiadas, ejercicios físicos y un estilo de vida saludable en general. La hei final del Nombre de Di-s hace referencia al nivel de Divinidad inherente en la propia naturaleza, el poder curativo contenido dentro de cada ser creado (tanto para sanarse a si mismo como a los demás).

PARTE 20 SEIS NIVELES DE CURACIÓN

El rabí Itzjak de Homil, uno de los más grandes del jasidismo Jabad, describió en un discurso jasídico seis niveles de curación. Estos seis niveles se pueden interpretar como correspondiendo a las cinco manifestaciones del alma y a la verdadera esencia del alma, como vamos a aclarar a continuación.

La correspondencia de arriba hacia abajo, es como sigue:

Nivel del Alma Nivel de Curación
6 Etzem haneshama
“la esencia del alma”
Poder Divino milagroso
5 Iejidá
“el único”
El Sagrado mora en su interior
4 Jaiá
“el viviente”
La luz de la Torá le da vida
3 Neshamá
“aliento” [de vida]
Los Nombre Sagrados
2 Ruaj
“espíritu”
Encantos
1 Nefesh
“fuerza de vida innata”
Medicinas

Describiremos ahora brevemente estos seis niveles, comenzando por el nivel 1:

<> Curación a nivel de Nefesh (“fuerza de vida innata”) <>

Este es el primer nivel de curación, el inferior pero el fundamental en la escala curativa de seis escalones. Es el empleado por un médico experto, quien conoce la medicina apropiada que hay que prescribir para tratar cualquier dolencia del cuerpo.

La maestría del médico y su prescripción se relacionan con el nivel natural del cuerpo, en el cual este “vive”, es la fuerza de vida del alma que se inviste en su interior.

La medicina apropiada para una determinada enfermedad posee el poder de contactar este nivel inferior del alma, el nefesh, y dirigirlo dentro del cuerpo. Sin embargo, a este nivel la conciencia del médico es dirigida principalmente, si no únicamente, hacia el cuerpo y sus dolencias (sin percatarse concientemente de la conexión del cuerpo con el alma).

La sangre es el “intermediario que conecta”, por medio del cual el alma –el nefesh– se une al cuerpo. En la Torá encontramos explícitamente que “la sangre es el alma [nefesh]”. La palabra hebrea para “sangre” (dam) está conectada con la palabra que significa “semejanza” (demut). Este nivel de curación se relaciona con la semejanza Divina con la que fue creado el hombre.

El mismo nombre del primer hombre, Adam, se relaciona con la palabra sangre (dam). El nombre Adam puede ser leído “Y me volveré sangre”, aludiendo al poder de dirigir el nefesh dentro del cuerpo por medio de la sangre, la función ejercida por un médico experto.

<> Curación a Nivel de Ruaj (“espíritu”) <>

El segundo nivel de curación es a través del poder del encanto (en hebreo: segulot). Aunque en sus orígenes es una ciencia auténtica, a través de las generaciones se ha degenerado en gran medida y se la identificó con varias prácticas supersticiosas.

Un ejemplo de cómo se aplica el poder del encanto, descripta por rabi Itzjak de Homil en su discurso, es dibujando la forma de un hombre en una pared; el maestro de encantamientos puede influenciar espiritualmente y afectar físicamente al hombre dibujado, manipulando o alterando el dibujo. Un buen maestro puede curar de esta manera a un paciente enfermo. La sabiduría empleada a este nivel es de naturaleza “sugestiva”. Un acto hecho aquí “sugiere” que un acto similar suceda allí. El poder de sugestión se relaciona en cabalá y jasidut con los poderes emotivos del alma, el nivel general de ruaj (“espíritu”).

Mientras que en el primer nivel el cuerpo es afectado directamente por el alma -el nivel de nefesh– por medio de la sangre, aquí el encanto toca el nivel de ruaj (por la sugestión), que posteriormente afecta el cuerpo indirectamente.

El maestro de encantamiento es un verdadero “espiritualista” (dirigiéndose al espíritu del hombre, el ruaj). El proceso de curación involucrado aquí es por cierto una experiencia espiritual; trabaja sobre la autoconciencia de las emociones del alma. En cabalá, este nivel de conciencia es identificado con el árbol del conocimiento del bien y del mal. En él, el bien y el mal están mezclados, por cuya razón este nivel de curación es más susceptible (a menudo sin intención) a que se le de un mal uso.

Aquí, son despertados y afectados los poderes emotivos del hombre, sus pasiones, ira, etc. Cuando actúan constructivamente el ruaj se vuelve suficientemente energizado para afectar la salud por sobre el cuerpo con el que se relaciona. Todos los métodos de curación que profesan emplear energías vitales proyectadas desde el curador hacia el paciente pertenecen a este nivel de curación. La base cognitiva para tales metodologías y técnicas se conocen en cabalá como “el poder [intelectual] de asociación”, o más literalmente: “el poder de imaginación”. De aquí se hace claro por qué tantos así llamados hoy en día “curadores”, actúan sólo en la imaginación del sanador y el paciente.

Además, la cabalá y el jasidut nos enseñan que el “poder de imaginación” completamente rectificado roza el poder de profecía. Pero en el tiempo del exilio del pueblo judío el fenómeno profético desaparece, siendo reemplazado por la falsa imaginación que es sólo ilusión. Rápidamente, con la redención del pueblo judío y el mundo entero, la verdadera profecía retornará y Di-s “verterá Su espíritu sobre toda carne”.

PARTE 21 CURACIÓN A NIVEL DE JAIÁ Y IEJIDÁ

El tercer nivel de curación es a través del poder de los Nombres sagrados, tales como los inscriptos en los amuletos que se llevan en el cuerpo o conservado en algún lugar visible.

Un Nombre sagrado tiene el poder de atraer influjo Divino hacia los aspectos supraracionales del alma, produciendo una suprema experiencia Divina que fortalece el alma y le brinda suficiente poder para curar el cuerpo.

Este método de curar, se relaciona en particular con el tercer nivel del alma, la neshamá, que es la habilidad del alma de percibir directamente la presencia de Di-s en el mundo y sentir el aliento de vida Divino entrando en su ser.

El nivel de la neshamá está inicialmente en forma inconciente en la psique del hombre, porque el estado de conciencia inicial innato es exclusivamente el de nefesh (conciencia física, material) y ruaj (conciencia espiritual).

Los Nombre sagrados se dirigen a la neshamá y la traen a un estado de apercibimiento y experiencia concientes. Uno siente que Di-s está siempre dentro de si –“Di-s es tu sombra, del lado de tu mano derecha”. Di-s está siempre allí para protegerte y curar todas tus dolencias espirituales y físicas.

El curador experto que hace uso de los Nombres sagrados debe ser un cabalista “experto”. Debe conocer el exacto matiz y poder de cada uno de estos Nombres, y al escribir un amuleto debe rezar a Di-s, en un estado de sincera humildad y autoanulación, para que su remedio sea efectivo y meditar en todas las intenciones Divinas prescriptas por la cabalá con respecto al Nombre específico (junto con el nombre del paciente).

Dicen que rabí Israel Baal Shem Tov escribió sólo su propio nombre en un amuleto hecho para curar a un paciente enfermo. Con esto produjo, a nivel de la neshamá, que el paciente sea conciente de que el alma del verdadero tzadik está presente junto a él en todo momento. El verdadero tzadik atrae el conocimiento auténtico de la absoluta unidad y bondad de Di-s (para curar toda carne) a la conciencia de todas las almas conectadas a él.

Curación a nivel de Jaiá (el viviente)

Nuestros sabios hacen referencia al cuarto nivel de curación de la siguiente manera: “si nos duele la cabeza, debemos profundizar en el estudio de la Torá… si nos duele todo el cuerpo, debemos profundizar en el estudio de la Torá”.

De manera similar, nuestros sabios enseñan: “aquel que profundiza en la luz de la Torá, la luz de la Torá lo revitaliza”.

Para atraer vitalidad física desde la luz de la Torá, nuestra alma se debe conectar de verdad a la Torá, la palabra de Di-s. La luz de la Torá es la luz trascendente de Di-s, la luz infinita que “rodea todos los mundos”. A este nivel, la experiencia del alma no es la de la presencia de Di-s como algo diferente a esa experiencia del alma (irradiando Su luz Divina dentro del alma y el cuerpo), sino más bien ella se siente como una misma entidad dentro de la presencia de Di-s. Esto es así porque “la Torá y Di-s son uno”.

Esta experiencia es a nivel de jaiá, “el viviente”, la percepción de la luz de la Torá como “nuestra vida y el largo de nuestros días”. El poder del vínculo reforzado del alma hacia la Torá es suficiente para atraer la fuerza de la curación al cuerpo.

Este nivel de curación es análogo a la ley de que un cuerpo de agua impuro (enfermo) se purifica instantáneamente cuando “besa” las aguas de una mikve pura. De la misma manera, cuando el alma toca –“besa”– las aguas puras de la Torá, se “mezcla” con las aguas vivientes, recibiendo así suficiente fuerza de vida para curar el cuerpo.

Sin embargo, en el dicho de nuestros sabios —“si nos duele la cabeza…”— el término “dolor” (en hebreo jash) es usado (más que una palabra fuerte de enfermedad física) implicando que el mal al que se refiere aquí no es que se ha dañado mortalmente un órgano interno vital, sino un simple “dolor” en uno de los miembros del cuerpo (o en todos —“si nos duele todo el cuerpo…”).

Aquí, continuando con la analogía de las aguas puras de la mikve, la luz de la Torá ciega los ojos de las “cáscaras” (kelipot) impuras responsables de la enfermedad. La influencia negativa de las “cáscaras” desaparece y el cuerpo se recupera. No obstante, cuando los órganos internos vitales del cuerpo han sido dañados mortalmente, el “beso” de la luz de la Torá no es suficiente para curarlos milagrosamente (es decir, regresarlos a su estado completo de ser anterior).

El cuarto nivel del alma, jaiá, es identificado en cabalá con el origen de la sabiduría Divina de la Torá. Este es más elevado que la capacidad del alma de percibir la presencia de Di-s en el mundo y experimentar Su aliento de vida penetrando en su ser, el nivel de neshamá, energizado con Nombres sagrados como se describió arriba. De este nivel está dicho: “la sabiduría [de la Torá] da vida a sus poseedores”.

Se nos enseña en cabalá que jaiá del alma reside en el “fluido aéreo” por sobre el cerebro, por debajo del cráneo. Esto corresponde en nuestro servicio Divino a un estado de verdadera autoanulación —como el que experimentamos cuando nos sumergimos en las aguas puras de la mikve— imbuidos con un sentido de infinita serenidad.

Se debe observar que desde este nivel en adelante, el curador y el paciente se vuelven uno. Aquí, con el servicio espiritual del alma doliente logramos curarnos.

PARTE 22 CURACIÓN A NIVEL DE IEJIDÁ
Y DE LA ESENCIA DEL ALMA

A pesar de que pueda ser imposible curar físicamente un cuerpo mortalmente enfermo, incluso con la luz Divina de la Torá, sin embargo es posible para nuestro alma “encargarse” y “reemplazar” el cuerpo desempeñando todas sus funciones físicas en su lugar. El cuerpo permanece mortalmente enfermo como antes (a tal grado que por la ley de la Torá la persona es definida como treif, casi muerta), pero de alguna manera continúa viviendo.

Esto es curación desde el quinto nivel del alma, iejidá, “el uno”. Está dicho de este nivel: “como si fuera que el Santo, bendito Sea, mora en sus vísceras”. “El Santo, bendito Sea, en las vísceras” hace que el cuerpo aparente funcionar normalmente aunque esté virtualmente muerto. La santidad verdaderamente trascendente del Santo, bendito Sea, está separada y removida existencialmente del cuerpo físico, por lo tanto, el cuerpo no es afectado o cambiado de manera alguna por la presencia del Santo, bendito Sea, morando y “viviendo” en él.

Iejidá implica “singularidad” esencial, como es reflejado por su habilidad de funcionar independientemente (aislado) en otro (el cuerpo).

Está dicho de este nivel: “el tzadik vive en su fe”. En jasidut, este es el nivel conocido como “vida esencial” (jai beetzem), en contraste con “vida otorgada” (jaim lehajaiot), la fuerza de vida de jaiá. Más bien que dar vida al cuerpo (cuando esto es posible físicamente), iejidá “vive”, en su estado esencial de vida, para el cuerpo. Esto es así por el poder de la simple fe del tzadik.

Etzem HaNeshamá (“la esencia del alma”)

El sexto nivel de curación es aquel para el cual reservamos la palabra “milagro” en su sentido más auténtico. Aunque los niveles de curación anteriores (desde el segundo) aparenten ser sobrenaturales, es a este nivel en el que el cuerpo mortalmente enfermo experimenta una metamorfosis existencial, milagrosa; el cuerpo físico renace.

Enseñan nuestros sabios que en el tiempo de la resurrección de los muertos, los cuerpo volverán a la vida desde la sepultura exactamente en el mismo estado y condición física en que estaban en el momento de su muerte. Entonces, instantáneamente, serán curados.

El estado del primer momento de la resurrección —vivo pero enfermo como en el momento de su muerte— corresponde al quinto nivel de iejidá ya descripto. Pero en el segundo momento de la resurrección —el renacimiento del cuerpo mismo— corresponde al sexto nivel, la revelación de la esencia del alma (la “chispa de Di-s” investida dentro de iejidá, como se explicará).

A este nivel, todas las manifestaciones del alma (es decir, los cinco niveles anteriores desde nefesh hasta iejidá) son uno con el cuerpo. La vida esencial del alma y la vida eterna del cuerpo son lo mismo.

Un ejemplo de este sexto nivel de curación es al milagro de Jananiá, Mishael y Azaria, relatado en el libro de Daniel. Cuando fueron arrojados al horno por orden del rey de Babilonia, el fuego no quemó sus cuerpos (aunque si los de los que estaban alrededor). El estado del cuerpo en llamas es una analogía física de una enfermedad mortal, terminal. Para el cuerpo, sobrevivir y salir indemne ejemplifica el poder existencial del renacimiento espontáneo.

Esta es la revelación del Divino “kodesh hakodashim” (sagrado de los sagrados) del alma, que está por sobre el nivel de “como si el Santo morara en sus vísceras”, descripto antes respecto de iejidá. El Divino “sagrado de los sagrados” imbuye, impregna el alma de los mártires potenciales (la conciencia de Jananiá, Mishael y Azariá) con el poder de metamorfosear su cuerpo físico.

Este nivel corresponde literalmente a la “chispa de Di-s” dentro de la iejidá del alma judía. Esta chispa deriva de la esencia de la luz infinita superior, que precede a la contracción primordial (tzimtzum). Posterior al tzimtzum, la posibilidad de un milagro absoluto tal como el previamente descripto está excluido de la perspectiva de la creación. No obstante, la “chispa de Di-s” investida dentro de cada alma judía da lugar a la manifestación de dicho mila. Esta manifestación es el secreto y el propósito definitivo de la presencia del alma judía en la creación.

PARTE 23 LA MANOS, LOS OJOS Y LA BOCA DEL MÉDICO

En los Cinco Libros de Moisés hay catorce apariciones de la raíz hebrea que significa curación (refuá. Este es el valor numérico de la palabra “mano” en hebreo (iad). Esto alude a la conección temática entre la curación y la mano, sugiriéndo que hay un poder curador en la mano del médico. La palabra “mano” en hebreo también significa “poder” o “habilidad”.

Además, de acuerdo con la Torá, el proceso general de curación se lleva a cabo a través de la interacción entre las manos, los ojos y la boca del médico:

Como decíamos, las catorce apariciones de la palabra curar representan la mano del médico.

El médico modelo de la Torá es el sacerdote (kohen). En cabalá, el poder innato del alma del sacerdote deriva de la sefirá intelectual de jojmá (sabiduría), que está asociada con el sentido de la vista.

El sacerdote diagnostica la enfermedad con la vista y luego la cura con ella.

Jojmá se correlaciona en las emociones con la sefirá de jesed (bondad), el poder de curar a través del amor (que es despertado, inspirado por la observación del terapeuta y reflejado en el padecimiento del paciente.

La palabra “curar” (refuá está compuesta por las mismas letras que las de la frase “la luz de la boca” (or pé). El consejo comprensivo del médico, el consuelo y la seguridad irradia luz y energía curadora a su paciente.

Como ya se acotó anteriormente, el Baal Shem Tov enseña que todo proceso completo de crecimiento espiritual o, por supuesto, todo acto completo de rectificación (es decir, el cumplimiento de una mitzvá con el pensamiento, la palabra o la acción) debe proceder a través de tres etapas: sumisión, separación y dulcificación. De momento que la curación verdadera es un proceso tanto espiritual como físico, la concientización de un verdadero curador debe atravesar estas tres etapas.

Respecto al prójimo, el sentido del tacto (en la mano del médico) está inicialmente “en la oscuridad”, y trata de localizar, contactar y sentir la dolencia e identificar su origen. En el alma, esto demanda un estado de sumisión. La visión, (el sentido de la vista del médico) arroja luz sobre la enfermedad, diferenciando las áreas afectadas de las que no lo están. Esto corresponde a la etapa de separación. Finalmente, las palabras bondadosas y reconfortantes del médico (la luz de su boca “endulzan” la conciencia del paciente que sufre, llenándolo de esperanza y confianza, el estado psicológico que conduce a la recuperación de la salud.

Por supuesto, los tres sentidos pueden manifestar las tres etapas de sumisión, separación y dulcificación al estar contenidos (según la terminología de la cabalá y el jasidut “interincluidos”) dentro del nivel general de dulcificación. El tacto del médico alivia la herida, la luz de sus ojos brinda energía curadora al área afectada, sus palabras no sólo reconfortan, sino que completan verdaderamente el propio proceso curativo, como si le dictaminarán al paciente “tu estás bien” (y de esta manera, ciertamente, se pone bien).

3. Dulcificación boca—habla
2. separación ojos—vista
1. sumisión manos—tacto

PARTE 24 EL SISTEMA INMUNOLÓGICO. El Sentido Innato del Yo y el no-Yo

Dentro de los sistemas fisiológicos del cuerpo, el sistema inmunológico es el que actúa como el mecanismo de defensa natural del cuerpo en contra de la enfermedad. Monitoreando el status interno del cuerpo para determinar qué le pertenece de verdad y es saludable, el sistema inmune suena la alarma al detectar la presencia de sustancias extrañas, no compatibles o incluso amenazadoras. Al detectar la invasión de alguna sustancia foránea, el sistema inmune determina si su presencia es una amenaza, dañando células sanas. La presencia de sustancias tales como virus, etc., señalará una alerta y demandará una respuesta. En este punto, este sistema crea anticuerpos y células especiales para neutralizar o destruir la sustancia extraña dentro del cuerpo.

El sistema inmunológico es nuestra sensibilidad a materias extrañas y se puede asemejar, extendiéndolo al plano espiritual, al sentido innato de la persona del yo y el no yo, lo que es propio o no. La persona está en su hogar con si mismo, con lo que considera ser parte de él, y naturalmente se repliega frente a lo que siente que no es propio, todo tipo de invasión extranjera tanto a nivel biológico en forma de una enfermedad, o psicosocial en el sentido de influencias extrañas e indeseables.

Por lo tanto, los problemas del sistema inmune están relacionados con el mecanismo de defensa del cuerpo. Un ejemplo extremo es el caso de una enfermedad autoinmune, que ataca la raíz del propio mecanismo de defensa del cuerpo, dejándolo incapaz de distinguir entre elementos sanos e insalubres, confundiendo entre ambos. Más aún, el sistema inmune puede experimentar entonces una confusión tal que percibe erróneamente al propio cuerpo sano del individuo como una amenaza, y el aliado o nuestra propia gente aparentan ser los enemigos. En esos casos, el sistema inmune realmente crea anticuerpos para luchar en contra de las células y órganos sanos del cuerpo mismo.

En las palabras del profeta Isaías (Isaias 5:20):

“Ay de aquellos que llaman al mal bien y al bien mal;

“Que toman a la oscuridad por luz y a la luz por oscuridad;

“Que toman a lo amargo por dulce y a lo dulce por amargo!!”

En las tres equivocaciones psicológicas que caracterizan la naturaleza de la enfermedad, como está esbozado aquí por el profeta —mal versus bien, oscuridad versus luz y amargo versus dulce— el que sufre de una enfermedad ve primero lo negativo como positivo (mal por bien, etc.) y en consecuencia, luego ve lo positivo como negativo. También es así con respecto al cuerpo: en una enfermedad autoinmune, primero malinterpreta a la materia invasora insalubre como algo saludable, y luego continúa luchando en contra de sus propias células sanas, como si fueran invasores externos.

Enseña la cabalá que la palabra “Ay” (oy) con que comienzan estos versos del profeta se refiere a un estado existencial de “desaparición” o desvanecimiento de la luz espiritual y fuerza de vida del cuerpo. En particular, esa fuerza de vida que se expande por medio de la sangre —el sistema fisiológico que corresponde a la sefirá de biná— a todos los órganos del cuerpo (en cabalá: de jesed a hod), retorna y desaparece del cuerpo hacia su origen en el reino inconciente de la mente. Esta ya no es capaz de afectar a los órganos, permeando el cuerpo con la habilidad innata de entender qué es bueno (para mi) y qué es malo (para mi). Como veremos más adelante, todas las enfermedades se relacionan con el bienestar de la sangre y el sistema circulatorio. La sangre tiene la función de llevar “entendimiento” – biná – a todas las células del cuerpo. “Ay” de las disfunciones de la sangre que se reflejan en la mala interpretación del sistema inmunológico.

PARTE 25 LA RAÍZ ETIMOLÓGICA DE “ENFERMEDAD”

La raíz de dos letras que significa “enfermedad” (jaljet lamed) posee varios significados de significados aparentemente opuestos, como es el caso de muchas raíces etimológicas del idioma hebreo (y su lenguaje hermano, el arameo).

Primeramente, esta raíz puede significar tanto “débil” o “fuerte”. En la historia de Samsón y Dalila –cuando Samsón le revela a Dalila el secreto de su fuerza– “enfermarse” significa “debilitarse”:

Le confió todo su corazón, y le dijo:
“Una navaja nunca a pasado sobre mi cabeza,
Porque he sido un nazareno ante Di-s desde el vientre de mi madre.
Si fuera rasurado, entonces mi fuerza se iría de mi,
Y me volveré débil [vejaliti],
Y seré como los demás hombres.

Ejasidut, aprendemos de estos últimos dos versos que el mismo concepto de “enfermedad” es algo relativo en la naturaleza. Lo que para cualquier otro hombre puede ser un estado de buena salud y bienestar, para Samsón es un estado de enfermedad. Perder su fuerza es perder su propio sexo o status masculino; volverse como una mujer, del sexo débil (lo que nosotros consideramos como natural y saludable ciclo menstrual de la mujer, es considerado en la Torá como un estado innato de enfermedad, una de las maldiciones que recibió Eva por su pecado de comer del fruto del Arbol del Conocimiento del bien y el mal).

En contraste, la palabra jail, similar a “enfermo”, significa “fuerza”, como está declarado respecto de los justos en este mundo y el Mundo por Venir:

Ellos van de fortaleza en fortaleza [mijail el jail],
Cada uno de ellos aparecerán ante Di-s en Zión.

Un soldado es un jaial. Una “mujer de valor” es eshet jail.

Otro par de opuestos, de la raíz jal (sobre todo en su acepción aramea) es jal en el sentido de “amargo” o “acre” y jal en el sentido de “dulce”.

La relación entre amargura y enfermedad se hace ostensible en el hecho de que el nombre del órgano físico, que de acuerdo con los sabios es el asiento de todas las enfermedades, significa “amargo”, es lo que conocemos como vesícula biliar, que en hebreo se llama mará (de mar, “amargo”), de la que está dicho: las ochenta y tres enfermedades (el valor numérico de la palabra “enfermedad” en hebreo [majalá], como se explicará) que afligen a la humanidad son dependientes de la vesícula biliar.

La bilis de la glándula biliar fue llamada por los antiguos humor “amarillo” o “verde” en el cuerpo. En cabalá y jasidut es asociado en particular con los deseos naturales del cuerpo de procurar placer físico. Es conocido además como “las aguas inferiores” de la creación, en oposición a las “aguas superiores”, el placer espiritual y Divino. Cuando las dos aguas están separadas y distanciadas una de la otra sobreviene la enfermedad.

Incluso estando prisionera, atrapada en las garras del placer físico, enajenada de su fuente espiritual, aún así la conciencia interior de las aguas inferiores clama a Di-s con existencial amargura: “nosotras también deseamos estar en la presencia de Di-s, experimentar el placer Divino como lo hacen las aguas superiores”. Así, aprendemos en jasidut que la enfermy su remedio dependen de la rectificación o redirección del “principio del placer” del alma, la transformación de lo amargo (la aparente dulzura de los profanos placeres físicos) en (verdaderamente) dulce (placer de lo Divino, la experiencia de la completa unidad Divina subyacente en toda la realidad, tanto física como espiritual).

Basado en estos dos fenómenos –la relación etimológica de “debilidad” con “fuerza” y “amargura” con “dulzura”, en conjunción con la palabra hebrea para “enfermedad”– se nos enseña en jasidut que la “enfermedad” es un estado intermediario del ser, el intermediario entre la vida y la muerte. “Vida” es un estado de santidad (“el que es verdaderamente santo vive para siempre”), mientras que “muerte” es un estado de profanidad (el origen de todas las impurezas). El estado intermedio es el reino de lo “mundano” (julín, de la raíz jal, “enfermedad”). En cabalá es conocido como kelipat noga, “la cáscara transparente”, el intermediario entre transparencia (la revelación clara de la naturaleza Divina de la realidad) y opacidad (encubrimiento, no reconocimiento de la Divinidad).

De esta manera, la enfermedad puede servir como un puente entre dos direcciones: de la vida hacia la muerte o de la muerte hacia la vida. Recuperarse de la enfermedad es renacer, vivir de nuevo. Uno de hecho se enferma para volverse más fuerte y sano que antes. A veces, como en el caso del Mashíaj, para conectarse con almas caídas y asi elevarlas. El Mashíaj sufre una verdadera enfermedad física para redimir –alzar desde el reino de la muerte– al pueblo de Israel y a toda la humanidad.

En las siempre resonantes palabras de Isaías:

…él [Mashíaj] es un hombre de dolor,
familiarizado con la enfermedad [
joli], …
En verdad, él ha soportado nuestra enfermedad [
joloeinu],
Y ha sufrido nuestro dolor.

Como se enseña en jasidut, cada uno de nosotros posee una chispa de Mashíaj. Si una parte esencial de la Divina providencia que actúa en uno se vuelve enferma, es que viene a identificarse con todas las almas sufrientes y, suplicando a Di-s, intenta recuperarse y ser redimida junto con todas ellas.

PARTE 26 EL PODER DE LA PLEGARIA

Enseñan nuestros sabios, que antes del tiempo del profeta Elishá nunca nadie se podía recuperar de una enfermedad mortal. A través del poder de la plegaria, él fue el primer hombre en recobrarse de una enfermedad mortal, y así estableció el camino de la recuperación para todos. Posteriormente, el rey Hezekiá, cuyo nombre significa “fuerza Divina”, estando al borde de la muerte (según la palabra del profeta Isaías), rezó a Di-s desde lo profundo de su corazón y pudo nulificar el decreto profético. Fue meritorio de que se le agregaran cincuenta años más a su vida.

Luego del pecado del becerro de oro —el pecado arquetípico del pueblo judío equivalente al pecado primordial de Adán y Eva— Moisés imploró a Di-s para que los perdone (la palabra en hebreo para “perdón” es mejal que es de origen similar a “enfermedad”, jal), que cure la enfermedad espiritual del pueblo:

Y Moisés imploró [vaiejal] a Di-s, su Di-s, y dijo:
Por qué, Oh Di-s, diriges Tu cólera contra Tu pueblo…

La palabra “implorar” , sinónimo de plegaria, está relacionada aquí a la palabra “enfermedad”. Nuestros sabios aprenden de esta equivalencia etimológica que Moisés rezó a Di-s tan arduamente para que perdone el pecado del pueblo, que enfermó físicamente con fiebre. De esto podemos inferir que en la misma enfermedad yace la habilidad inherente para experimentar una autotransformación, de la enfermedad al bienestar, y todo por el poder de la plegaria.

En conclusión, así como la enfermedad puede servir para la transformar la debilidad en fortaleza, también puede transformar la amargura en dulzura.

PARTE 27 EL COMPROMISO POR ALCANZAR A DI-S

Como se explicó anteriormente, un sistema inmunológico sano es el que protege en todo momento el bienestar del cuerpo. La sefirá espiritual que se relaciona con este sistema es hodHod significa “reconocer”, en nuestro caso qué es verdadero y qué es bueno. En jasidut, esto se entiende como el poder del alma de comprometerse en el logro de una vida de verdad y bondad.

Comprometerse con un ideal implica reconocer algo que trasciende nuestra esfera normal de entendimiento; un verdadero ideal no es el que fue formado y desarrollado en la mente racional, sino más bien el que refleja el más profundo sentido intuitivo del alma de lo que es realmente verdadero y bueno. Hod se ocupa del sumo ideal, comprometiéndose a dedicar la vida para su cumplimiento.

Pero aquí, más que con respecto a cualquier otra sefirá (justamente porque hod está vinculado con el trascendente e indefinido reino del alma y la realidad) es donde recae el peligro de la mala construcción, en este caso, la identificación errónea del verdadero ideal. En lugar de comprometernos a servir a Di-s y dedicar nuestra vida a Su plan Divino para la creación, podemos caer a tal punto de comprometernos para el otro lado…

Con respecto al cuerpo, encontramos en el libro de Daniel un versículo que describe la incapacidad del cuerpo para reconocer adecuadamente qué es (verdadero y buen) “yo y “no yo”:

“Mi agradable apariencia [hodi] fue horriblemente alterada.”

La palabra utilizada para “agradable apariencia” es hodi, literalmente “mi hod”. Cuando hod se escribe al revés tenemos la palabra davah, que significa estar mal dispuesto o enfermo.

Explica la cabalá que la cualidad de hod durante el tiempo del exilio (un estado disfuncional donde desaparecen las condiciones normales y se instala la confusión) es la cualidad de enfermedad, de davah.

En la frase “separación de su dolencia” [nidat devotah], davah (en este caso “dolencia”) se refiere al estado de enfermedad inherente al ciclo menstrual femenino, como se mencionó antes. Todo esto apunta hacia la relación entre hod y la realidad femenina, en las palabras del Zohar: “ella está en hod”, como explicaremos más adelante.

Entonces, se entiende que el sistema inmunológico sea de naturaleza femenina, un sistema fisiológico que –metafóricamente, como una mujer– reconoce su alma gemela y se compromete fielmente a consumar su/sus propósitos en la vida, o se descarría y es infiel a su pareja, incapaz de reconocerlo como el lado complementario de su verdadero ser, sin el cual ella no puede realizarse.

PARTE 28 EXILIO ESPIRITUAL

El concepto/realidad de la enfermedad está fuertemente conectado en la Torá con el del exilio. El pueblo (o individuo) en exilio ha sido desterrado de su origen, de su patria. La separación es equivalente a la enfermedad, tanto en los planos espiritual o físico. En general, la enfermedad –debilitamiento– es el distanciamiento entre el alma y el cuerpo; en la terminología de la cabalá y el jasidut, la separación de la luz de sus recipientes (como en el mundo primordial del caos, una realidad que experimenta disociación y distanciamiento de sus luces respecto a sus recipientes, y por lo tanto se rompen, dicho de otra manera, se vuelven enfermos, y al fin mueren).

Encontramos la yuxtaposición de los conceptos de exilio y enfermedad en la expresión “este exilio enfermo” (utilizado a menudo en jasidut).

EZohar llega hasta decir que la Shejiná misma (la Presencia Divina de Di-s en la creación, Su luz inmanente e infinita que “llena todos los mundos”) está “enferma” durante el exilio (el exilio del pueblo judío). Rabi Shneur Zalman de Liadi explica en extenso este tema en el Tania.

La sangre está asociada con la sefirá de biná, el principio madre (“la madre da el rojo [la sangre] a su hijo”). El último y más largo exilio es llamado por el profeta como: “el exilio enfermo es el exilio de Edom”, de la palabra “rojo” (adom) y “sangre” (dam).

Se explica en jasidut que la rectificación consumada del principio madre en el alma se realiza a través del amor ilimitado por nuestro prójimo judío. De esta manera, uno vivencia a todo el pueblo judío unido, con amor y compañerismo, bajo las alas protectoras de la madre “Divina”. El amar a todos los judíos como a uno mismo conecta todos los órganos del “cuerpo” Divino; el amor en si es la sangre vivificante que une todos los órganos del cuerpo. La palabra dam, “sangre”, está asociada con la palabra adam, “hombre”, connotando en particular al pueblo judío como un todo. Sólo con ahavat jinam, “amor gratuito” por todo Israel rectificamos la causa de “el exilio enfermo”, que es el sinat jinam, el odio gratuito.

Enseñan nuestros sabios que todos los exilios del pueblo judío, incluido el último llamado exilio de Edom, reflejan (diferentes aspectos de) el de Egipto, arquetípico y primero. En cabalá, Egipto corresponde también, en impureza, al útero materno, (el éxodo de Egipto es el nacimiento del pueblo de Israel de este vientre impuro). Por lo tanto, todos los exilios, así como todas las enfermedades, comienzan y terminan con la disfunción de la sangre, lo que resulta en el debilitamiento del sistema inmunológico. En la terminología de la cabalá: “biná se extiende hasta hod”, como explicaremos.

LTorá traza una comparación adicional del estado de exilio (un estado espiritual insano) y su conexión con la característica de hod, una propiedad del sistema inmunológico. Encontramos que el ángel de Esav hirió a Iacov en muslo izquierdo; es esta lesión, en definitiva, la que lo envió junto con sus hijos al exilio, y denota en general la naturaleza del exilio del pueblo judío.

La pierna o muslo izquierdo es identificado con hod. Este es el órgano más vulnerable a las lesiones. Este se asocia también con el sistema del cuerpo (el inmunológico) más susceptible a los desórdenes, confusión e incapacidad para distinguir entre Esav y Iacov. Tras su victoria sobre el ángel de Esav, le fue esencial a Iacov reestablecer y reforzar su verdadera identidad, por lo que forzó al ángel a bendecirlo con su verdadero nombre, no conocido hasta ese momento, Israel.

En conclusión, cuando rectificamos nuestra capacidad de reconocimiento y agradecimiento a Di-s por todo lo que tenemos, nos relacionamos con El por encima de la lógica y la razón y retornamos a El en sumisión (todas características del poder rectificado hod del alma), así seremos curados de la enfermedad del exilio y seremos capaces de experimentar nuestro retorno a la salud y la redención. Encontramos de esta manera que hod es la vulnerabilidad de la enfermedad (por donde atacó el ángel), pero también el punto por donde se supera la enfermedad, donde somos débiles es precisamente por donde nos fortalecemos; por donde nos enfermamos es por donde podemos ser curados. Por eso, en toda enfermedad está incluida la clave para la naturaleza de la cura en si.

PARTE 29 LA INCLUSIÓN DE LA IZQUIERDA EN LA DERECHA

La sangre transporta las células del sistema inmunológico que luchan contra las enfermedades. La sangre está asociada con la sefirá de biná, los vasos sanguíneos con la de guevurá y el sistema inmunológico con hod. Estas son las tres sefirot ubicadas en el lado izquierdo del “Arbol de la Vida”, por lo que podemos inferir que el proceso curativo es de hecho la curación de la izquierda.

En el próximo capítulo veremos que la rectificación y cura de la izquierda, o más específicamente la tendencia o atracción del centro sobre la izquierda, depende de la inclusión voluntaria (o la tendencia) de la izquierda hacia la derecha, caracterizada esta última por su atributo de misericordia. Como hemos visto arriba, el fenómeno de la enfermedad se caracteriza por una separación existencial o enajenamiento (que en general refleja un estado mancillado de hod, la capacidad de reconocer al otro ser verdadero y bueno que nos complementa).

Vemos aquí nuevamente que la enfermedad es el alejamiento de la izquierda respecto de la derecha.

Esto está expresado bellamente en el libro de los Salmos:

Y yo digo: Es mi padecer [jaloti]
Que la mano derecha del Altísimo ha cambiado

En cabalá, el “cambio” en la mano derecha del Altísimo” alude al ocultamiento del principio Divino llamado “derecha”, producido por el alejamiento de la izquierda. Esto es el exilio, la bondad de Di-s se oculta a Sus hijos, a Israel, que es el estado referido aquí como “padecimiento”, que literalmente significa “enfermedad”.

En jasidut, la palabra jaloti que significa “en mi padecer”, es interpretada en 4 sentidos emparentados entre si. Significa también “en mi temblor” (como en la expresión jil uradá, “temblor y sacudida”), síntomas de debilidad y enfermedad; “en mi enfermedad”; “en mi plegaria” (como ya vimos en la plegaria de Moisés luego del pecado del becerro de oro); “en mi capacidad de endulzar lo amargo” (nuevamente, el propósito profundo de la enfermedad).

La derecha del Altísimo” no sólo se refiere al eje derecho de las sefirot, sino también a la corona suprema, keter, de la que está dicho: “no hay izquierda en el Anciano [un apelativo de keter], todo es derecha”. En cabalá, la corona se asocia a Arij Anpín, literalmente “el rostro alargado” [‘o infinitamente extendido’]. La palabra arij (alargado) es semejante a aruká, “cura” o “remedio”. En general, el eje derecho de las sefirot es llamado por el Zohar: “el eje extendido”. La palabra arij la encontramos en las iniciales del versículo:

Ki Ani Havaiá rofeja.
Porque Yo soy Di-s quien te cura.

Y también en las del final de nuestras sentidas plegarias a Di-s para que nos cure:

Amen, ken iehí ratzón.
Amén, que así sea Su voluntad.

La aparente redundancia de la cita del Zohar –“no hay izquierda en el Anciano, todo es derecha”– significa, según la cabalá y jasidut, que el origen espiritual de la “izquierda” está por cierto presente en la corona suprema, pero que allí también es “derecha”, “todo es derecha”. Entonces, la corona es lo que inspira a las sefirot de la izquierda a reconocer la bondad de la derecha y a desear identificarse con ella.

El comienzo de la unión de ambos lados, las de dos sefirot diferentes, está a nivel de la mente: la unión de jojmá y biná, padre y madre; que en el alma es la unión de las experiencias de desinterés y alegría.

Con respecto a la enfermedad que está descripta explícitamente en la Torá, la lepra, y su curación, nos enseña la cabalá y el jasidut que el origen de la enfermedad es la disociación de jojmá y biná. En concordancia con las correspondencias psicológicas descriptas arriba, significa que la médula ósea no produce continuamente células sanguíneas nuevas. La curación depende del poder de keter de reunir a los “dos compañeros” jojmá y biná.

Fisiológicamente, keter corresponde al sistema respiratorio, lo que parecería indicar que una respiración apropiada, profunda (en una atmósfera saludable), puede inundar un flujo adecuado de energía saludable desde la médula ósea hacia las células sanguíneas. La sangre fortificada continuará descendiendo por el eje de las sefirot, hasta alcanzar y fortalecer el sistema inmunológico para sobreponerse a la enfermedad.

PARTE 30 LOS ORÍGENES DE LA ENFERMEDAD

Los Tres Focos del Miedo

Los orígenes de la enfermedad pueden ser rastreados en los tres focos de miedo o traumas centrales en la psique humana, que de acuerdo al Talmud están simbolizados por el lobo, el león y la serpiente. En la conciencia colectiva del pueblo judío el miedo se focaliza en el miedo del exilio, el estado comunitario de enfermedad, como ya se ha explicado en extenso. El Talmud compara los tres exilios principales del pueblo judío –de Egipto, Babilonia y el actual de Edom- a una persona atacada por un lobo, un león y una serpiente respectivamente.

Un hombre realizaba un viaje, lo atacó un lobo, pero escapó ileso. Al continuar con su viaje, narraba la historia del lobo cuando lo atacó un león y escapó ileso. Continuando con su viaje, narraba la historia del león cuando lo atacó una serpiente y escapó ileso. Entonces se olvidó de los dos primeros ataques y contó sólo la historia de la serpiente.
Así es con Israel: las nuevas dificultades le hacen olvidar las pasadas.

Aunque todos estos miedos son en definitiva el miedo a la muerte, cada uno le teme desde otro “ángulo” particular. El primero, el miedo al lobo, es asociado con la violación o con cualquier forma de molestia sexual. En el desierto, el pueblo judío sucumbió a la tentación sexual de la mujer moabita y fue castigado con una plaga que cobró 24.000 vidas. Aquí llegó a su ápice la mala inclinación de la lujuria sexual. Nos enseña la Torá que el castigo Divino refleja la naturaleza del pecado. Nuestros sabios comparan el castigo del pecado a un lobo entrando y devorando un rebaño de ovejas, asociando explícitamente la imagen del lobo con la “prostitución”.

Podemos entender de aquí que la lujuria sexual, como así también el miedo al abuso sexual, se relaciona con la imagen del lobo (amenazando a la oveja).

El miedo a la violación alude en un sentido más amplio a cualquier invasión compulsiva de algo ajeno a uno mismo. Este miedo de otro forzando, imponiéndose sobre uno mismo existe a todo nivel, física y psicológicamente. Aunque en principio es una manifestación femenina de miedo, el temor al lobo y todas sus implicancias, también pueden manifestarse en el hombre, este también puede tener un cierto grado de miedo a la violación. El rótulo de femenino a este miedo sólo se refiere a que es predominante y más pronunciado en la mujer. Por último, la asociación del lobo con el violador no está restringida sólo al Talmud, también se puede encontrar en los medios modernos.

El león se vincula con el temor primario a la muerte. Una persona que se enfrenta al ataque de un león sentirá un pánico intenso en su corazón, temiendo que vaya a ser devorado.

La serpiente representa el miedo a la demencia por cuanto que su veneno se dirige directamente al cerebro. Encontramos que la locura (transitoria) es la causa de todos los pecados –extraviando la mente o perdiendo la atención sobre nuestros actos se abre la posibilidad al pecado, ya que si la persona hubiera sabido verdaderamente lo que iba a hacer, si se hubiera percatado de las implicancias y las consecuencias de sus actos, nunca hubiera pecado. En las palabras de nuestros sabios: “nadie comete un pecado a menos que haya sido afectado por una locura temporaria [literalmente ‘un espíritu de necedad’]”.

Esto es aludido en el pasaje talmúdico referido arriba, en el que durante el viaje el hombre olvida sus traumas anteriores sólo cuando fue atacado por la serpiente (notar que no dice que olvidó la historia del lobo cuando fue atacado por el león), sólo el trauma de la serpiente afecta directamente la mente al extremo de que son borradas sus impresiones anteriores.

En resumen:

serpiente Miedo a la locura
león Miedo a la muerte
lobo Miedo a la violación

PARTE 31 LOS TRES SINDROMES PSICOFISIOLÓGICOS

Los síndromes del lobo, león y la serpiente corresponden a los tres niveles generales del alma. El del “lobo” corresponde al nivel innato o instintivo del alma (las tres sefirot de netzajhod y iesod); el del “león” al nivel emotivo del alma (las tres sefirot de jesedguevurá y tiferet) y el de la “serpiente” al nivel intelectual del alma (las tres sefirot de jojmábiná y daat).

Cada triplete comprende una sefirá derecha, otra izquierda y otra media. “Derecha” implica atracción (amor), “izquierda” implica repulsión (temor) y “medio” implica un sentido o conciencia de “si mismo” que puede tender tanto hacia la derecha como a la izquierda, un “yo” que experimenta tanto afinidad hacia el otro (recibiéndolo con su mano derecha) u hostilidad (rechazándolo con su mano izquierda). En nuestro caso, cada uno de estos tres síndromes de miedo descriptos antes reflejan una tendencia exagerada del medio (el yo) de cada triplete respectivo hacia la izquierda (temor).

El acto de la violación propiamente dicho se asocia con la sefirá de iesod (la sefirá intermedia de los poderes inferiores innatos del alma), el órgano reproductivo del cuerpo. El miedo a la violación ataca, como un lobo, a hod (la sefirá izquierda de este mismo triplete) el mecanismo de defensa del cuerpo contra las invasiones foráneas. Por lo tanto, este síndrome se puede concebir como iesod inclinado hacia hod.

El síndrome del león, el miedo al asesinato, se asocia con la parte media del cuerpo (el torso, que corresponde a la sefirá de tiferet (la sefirá media del triplete emotivo), el lugar donde se ubica el corazón que, no obstante, está ubicado o se inclina hacia el lado izquierdo del cuerpo (guevurá, la sefirá izquierda de este grupo). Como ya dijimos el corazón pertenece a dos sistemas fisiológicos, el de los vasos sanguíneos en la izquierda como guevurá y al medio, el de los músculos principales del cuerpo, como tiferet. Una indicación adicional de la relación del león con guevurá es que en hebreo las dos palabras tienen el mismo valor numérico, 216 = guevurá = león. Por eso este miedo que consume nuestro corazón se puede entender como tiferet inclinado hacia guevurá.

Finalmente, el síndrome de la serpiente, el miedo a la locura, ataca las propiedades intelectuales de la mente. La serpiente (y la susceptibilidad del alma a la serpiente, su archienemigo) corresponde a la sefirá de daat (la sefirá central del triplete intelectual) como en el episodio del árbol del conocimiento (daat) del bien y del mal, donde la serpiente (la personificación del daat malévolo) tienta a Eva (que personifica a biná, a la izquierda de este grupo). Por lo que el miedo a la insanía es daat inclinado hacia biná, el lado izquierdo.

En resumen:

síndrome de miedo a inclinación
la serpiente la locura daat hacia biná
el león el asesinato tiferet hacia guevurá
el lobo la violación iesod hacia hod

PARTE 32 EL ARQUETIPO ESPIRITUAL DEL LOBO

En la Biblia aparecen profusamente las imágenes de estos tres animales y aunque representan fuerzas negativas, cada símbolo tiene también su lado positivo. El lado negativo representa el origen de las enfermedades, mientras que el positivo apunta hacia su curación.

En general, los símbolos son más potentes cuando se los personifica, por eso de acuerdo con la cabalá, una figura o personalidad que vivió en generaciones o eras pasadas puede, en un período posterior de la historia, transformarse en un estado psicológico o físico cuyas ramificaciones afectan a toda la humanidad. Comencemos con el lobo.

El Lobo

Además de simbolizar el exilio de Egipto, como en el pasaje talmúdico citado anteriormente, el malvado “lobo” (zeev) de la Biblia está personificado en el nombre del segundo de los dos ministros de Midián, muerto en la guerra que Guideón peleó contra ese pueblo, según consta en el libro de Jueces. También es siginificativo el nombre del primer ministro, orev (cuervo), animal que como el lobo también simboliza fuertes impulsos sexuales.

Etimológicamente, la palabra orev está asociada a mearev “asechanza”. De manera que el cuervo, la primera fuerza malévola de Midián representa en particular a la asechanza del violador, mientras que el lobo, la fuerza secundaria, representa al asalto violador. El miedo a la violación involucra el miedo al cuervo y al lobo.

Las letras iniciales de los dos ministros, Orev y Zeevain zain, forman la palabra ez (cabra) o az (intrépido, atrevido, con agallas). La cabra malvada simboliza en la Torá a un demonio, de aquí que el origen común del cuervo y el lobo sea la cabra demoníaca. Como se explicó arriba, el miedo a la violación se puede generalizar como refiriéndose al miedo a ser invadido compulsivamente por algo extraño a uno mismo. Por lo tanto la invasión de un dominio privado está simbolizado por la cabra.

La palabra “intrépido” alude aún a otro animal. Enseñan nuestros sabios (y así comienza el Código de Leyes Judías, como se mencionará más adelante respecto del león): “Sé intrépido como el leopardo”. Los comentaristas explican que la diferencia entre la osadía del leopardo y la bravura del león es que mientras que este siente su fuerza física innata y reina sobre todas las criaturas del campo, el leopardo es descaradamente audaz, por encima y más allá de la medida de su fuerza física. Esto es lo que se trata de significar con “intrépido” (y así en el ámbito doméstico, más que cualquiera de los otros animales doméstico, la cabra presenta la particularidad de ser intrepidez, como lo dice su nombre). Por eso el violador es audaz, mientras que el asesino es fuerte.

Esos dos ministros, Zeev y Orev, sirvieron a los dos reyes de MidiánZevaj y Tzalmona. El nombre Zevaj, que significa “degüello” o “sacrificio”, comienza con las dos primeras letras de Zeev (zain-bet). La violación es una forma de “sacrificio”, como explicaremos más adelante. Por su parte, Orev sirvió particularmente a Tzalmona, cuyo nombre significa “una sombra en movimiento” – “las sombras del anochecer” (notar que el nombre Orev deriva de la misma raíz que erev, que significa “noche”). La lujuria sexual como también el miedo al abuso sexual son el compendio del estado psicológico del “poder de imaginación” no rectificado (personificado por Tzalmona y su ministro, “las sombras movedizas del anochecer”) como se explica en extenso en nuestro libro The Mistery of Mariage, “El Misterio del Matrimonio”, de próxima aparición en castellano.

Guideón y sus tropas triunfaron, con la ayuda de Di-s, y lograron erradicar y al fin de cuentas rectificar estas cuatro fuerzas maléficas.

PARTE 33 LA RECTIFICACIÓN DEL LOBO

En la Torá, el aspecto bueno “lobo” es personificado por la tribu de Biniamín. Antes de morir Iaacov bendijo al menor de sus hijos: “Biniamín es un lobo que devora…”. Aquí, Iaacob alude proféticamente al episodio registrado al final del libro de Jueces: “la concubina de Guibá”, donde la tribu de Biniamín peca sexualmente y luego de que la mayoría fueran aniquilados por sus hermanos para vengar el pecado, se le permitió a los que quedaban “arrebatar”, como un lobo, una esposa de entre las doncellas danzantes. La inclinación del lobo fue así elevada y rectificada, el miedo a la violación fue doblegado y dulcificado en su raíz; de esta manera se reincorporó la tribu de Biniamín, a la que perteneció Shaul el primer rey de Israel, quien “arrebató el reinado” como un lobo.

Nuestros sabios enseñan que el lobo de Biniamín simboliza el altar del Templo Sagrado sobre el que se ofrecían los sacrificios animales, ubicado en el territotio de esa tribu. El altar “devora” los sacrificios como el lobo lo hace con su presa. En hebreo la palabra para “altar” es mizbeaj, cuya raíz es zevaj, la misma que la del rey de Midián cuyo ministro era Zeev, el lobo, como ya mencionamos. La imagen del lobo, como así también su inclinación a “degollar” el animal encuentran su rectificación definitiva en el altar:

Biniamín es un lobo que devora:
En la mañana comerá su botín,
Por la noche dividirá los despojos.

Citando a los sabios, Rashi interpreta el segundo verso como una referencia a la “mañana” o “ascenso” del reino judío de Shaul; el tercer verso se refiere a la historia de Mordejai y Ester, de la tribu de Biniamín, que divide los despojos de Hamán en la “noche” o “descenso” de la epopeya bíblica de la ía judía.

La bendición de Biniamín conecta claramente la imagen del lobo con los momentos cambiantes del ciclo diario de la mañana y la noche. Vimos antes que el “compañero del lobo, zeev, es el cuervo, orev. La raíz hebrea del nombre orev significa “anochecer”, como en la frase que se repite como culminación de cada uno de los seis días de la creación: “y fue la noche y fue la mañana…”, la frase original en la Torá donde la noche y la mañana están yuxtapuestos. El cuervo se llama orev porque es negro como la noche; en las Crónicas encontramos la expresión “lobos de la noche”, una clara alusión a la relación entre estos dos animales:

Sus caballos son más rápidos que leopardos,
Y de dientes más afilados que los lobos de la noche…

En otro versículo, encontramos la yuxtaposición de los lobos de la noche con la mañana:

… sus jueces [lo devoran] como lobos nocturnos,
que no dejan hueso hasta la mañana.

Adicionalmente, la palabra orev es análoga en hebreo a “llano”, “yermo”. En los siguientes versos también encontramos la yuxtaposición idiomática de los dos animales:

Por eso el león de la selva los atacará,
Y el lobo de las planicies los despojará.

Como la imagen clásica del violador el lobo ataca en la noche (en inglés “eve”, que no es un juego de palabras entre “Eve” [Eva] y “eve”, sino la conexión entre “conocer [un eufemismo de “relaciones sexuales”] a Eva” y el anochecer o la noche, a que se alude en los Salmos: “y la noche dentro de la noche expresa [yejavé, análogo a Javá, ‘Eva’] conocimiento”!) o en el amanecer (cuando primero puede identificar a su presa). El sitio de su asalto es en el llano, en la “tierra yerma”, como lo describe la Torá:

Porque en el campo la encontró,
la doncella desposada gritó,
pero no había nadie que la salve.

En los versos precedentes la Torá asocia la violación con la muerte, implicando que el miedo al lobo encierra también al del león:

Porque como un hombre se alza contra su vecino
y lo mata,
Así es este asunto.

En contraste, el profeta vislumbra la paz sobre la tierra de la era mesiánica como un tiempo en que “el lobo vivirá junto con el cordero”. (Por cierto, esta es la primera imagen de una serie de metáforas que concluye con “…y el león comerá heno como la vaca. Un lactante jugará en el hoyo de la víbora y un niño pondrá su mano en la guarida de la serpiente”, siguiendo el orden del lobo, el león y la serpiente). Según nuestros sabios, el pueblo judío se asemeja a un cordero rodeado de setenta lobos, las naciones gentiles de la tierra, que desean violarlo y devorarlo. Con la llegada del Mashíaj se establecerá la paz verdadera y definitiva entre Israel y las naciones y en un estadío posterior de la era mesiánica, el orden natural se metamorfoseará en un mundo donde el lobo físico y el cordero reposarán juntos y vivirán en paz.

Dentro del pueblo judío, el “cordero” Biniamín –simbolizado como el “lobo devorador”- es entonces el “lobo dentro del cordero”. En cabalá representa el fértil útero femenino del alma colectiva de Israel (en términos cabalísticos iesod de maljut), el poder espiritual del púeblo judío de alcanzar la paz entre el lobo (en particular, “el cordero dentro del lobo” personificado por los justos gentiles) y el cordero (en particular, “el lobo dentro del cordero”, personificado por Biniamín, el “lobo predador”).

Desde la era mesiánica ingresamos al mundo por venir, “el día que es enteramente Shabat y descanso por toda la vida eternamente”, el Shabat es la imagen de un mundo completamente rectificado. Enseñan nuestros sabios que así como el lobo atrapa “por delante y por detrás de él”, así el Shabat “apresa” y eleva todas las chispas sagradas de la semana que pasó y la que vendrá, atrayendo subsecuentemente bendición Divina hacia la creación “por delante y por detrás de él”.

En la Torá, se ordena dos veces los Diez Mandamientos, en la primera oportunidad, el cuarto mandamiento referido a la observancia del Shabat, comienza así:

Recuerda el día de Shabat, para santificarlo.

La segunda vez dice así:

Guarda el día de Shabat, para santificarlo.

Nuestros sabios dicen que “Recordar…” y “Guardar…” (que Di-s los pronunció simultáneamente al entregar los Diez Mandamientos) se refiere a la influencia Divina de Shabat sobre la realidad, “por delante y por detrás suyo”. Enseña la cabalá que “Recordar…” se refiere a la dimensión masculina del Shabat, el secreto de “por delante …”, “Guardar…” a su dimensión femenina, el secreto de “por detrás…”. El Shabat es el tiempo de la unión de masculino y femenino, el estado consumado de rectificación del lobo, que será el lobo del mundo por venir.

PARTE 34 EL LEÓN

El ataque del león al hombre en su travesía simboliza el exilio babilónico del pueblo judío, como ya se analizó en la parábola del Talmud citada anteriormente, por consecuencia el rol del león malvado en las Escrituras es Nebujadnezar, el rey de Babilonia que destruyó el primer Templo asesinando y dispersando al Pueblo judío. De él está dicho:

El león ha salido de su guarida para destruir las naciones…

El rey babilonio destruyó el Templo Sagrado en el mes de Av, cuyo signo zodiacal es Leo, el león. Este Templo es conocido como “el león” (Ariel, el fuego que descendía del cielo sobre el altar del Templo bajo la forma de un león que consumía los sacrificios). Las Escrituras se refieren también a Di-s como un león: “el león ruje, ¿quién no ha de temer? Di-s ha hablado, ¿quién no profetizará?” Todas estas imágenes del león son reunidas en este críptico dicho de los sabios:

El león ascendió en el signo del león para destruir el león,
para que el León ascienda en el signo del león para reconstruir el león.

Además de la figura de Nebujadnetzar, las Escrituras se refieren también a la nación de Moav como el león del mal (en particular a sus poderosos guerreros):

Benaiá ben Iehoiada… golpeó a los dos Ariel[es] de Moab…

Vimos antes que la imagen del lobo se asocia con la nación de Midián, aquí la del león con la nación de Moab; estas dos naciones emparentadas pertenecen según la cabalá a la sefirá de jojmá, ambas son perversiones de la verdadera sabiduría. Enseña el jasidut que la cualidad interior de jojmá en el alma es bitul (autoanulación), cuyo opuesto es un sentido exagerado de la autopercepción que ocaciona estar en pleito y conflicto permanente con los demás. Esta es la característica de Midián, cuyo nombre significa “conflicto” y “riña”.

La experiencia intelectual de la sabiduría es la de un destello nuevo de entendimiento, una nueva visión intuitiva de la realidad. Si nuestra facultad de sabiduría está rectificada, nuestra percepción será verdadera, sino intuiremos erróneamente. La tendencia innata a errar a nivel de la sabiduría está delineada en la nación de Moab. Estas dos propiedades, la de Midián y de Moab, dependen una de la otra, caracterizándose ambas por la falsa intuición derivada de no poseer bitul.

El lobo da origen al león. Antes de morir Iaacov bendice a todos sus hijos y entre ellos a la tribu real de Iehudá: “Iehudá es un cachorro de león…”. También bendice a Dan que sea como una serpiente: “Dan será una vívora en el camino, una serpiente en el sendero”, insinuando también que Dan se asemeja a la tribu de Iehudá: “Dan juzgará [Dan significa “juzgar”] a su pueblo como la otra [es decir, el rey, Iehudá] de las tribus de Israel”. Así vemos que Dan conecta al león con la serpiente, el reinado de David con el Hijo de David, quien es el Mashíaj [la serpiente sagrada].

El alma que personifica en la Biblia a la unión de estas dos tribus es Daniel, que comienza con el nombre Dan. Proviene del linaje real del Rey David, Daniel fue arrojado a la guarida de los leones y salió ileso porque simboliza al león de santidad, el poder de vencer al león del mal. Dicen nuestros sabios que de todos los personajes bíblicos, este es el más cercano a la personificación del Mashíaj, por lo que Daniel une en santidad el león y la serpiente.

Respecto de nuestro servicio Divino, el Código de Leyes Judía comienza con la orden de ser “intrépido como un león”, interpretado como una alusión a levantarse a la mañana con el ánimo del león que ataca y así doblegar al miedo a la muerte, con renovada vitalidad y confianza en conquistar a todos los enemigos del día que nace.

El libro de Proverbios afirma que el miedo al león, el miedo a la muerte, es lo que nos hace permanecer en la casa (en la cama):

El hombre perezoso dice,
¡Hay un león allí afuera!
¡Seré asesinado en la calle!

Debemos combatir este león psicológico malvado con el león psicológico sagrado, el poder de levantarse, salir afuera y hacer que las cosas se hagan.

PARTE 35 LA SERPIENTE

La serpiente es el archienemigo del pueblo judío, Amalek (el nieto de Esav), que personifica la serpiente primordial del jardín del Eden. El Baal Shem Tov enseña que el valor numérico de Amalek (240) es el mismo que el de la palabra safek (“duda”). Amalek ataca la mente y el punto íntimo de fé en Di-s innato en la inteligencia de inspiración Divina del alma judía, su veneno busca provocar que el alma “pierda la razón”.

Así como Amalek representa el epítome del mal, la serpiente positiva representa el del bien. El Mashíaj es llamado “la serpiente sagrada”, como lo insinúa el fenómeno de que Mashíaj y “najash” (serpiente) tienen el mismo valor numérico: 358. Explica el Zohar que cuando la serpiente sagrada mate a la serpiente del mal (venciendo el miedo a la locura) será meritorio de desposar a la princesa Divina, unirse al origen de las almas de Israel y así traer la redención al mundo.

Otra personificación explícita de la serpiente en la Biblia es Najash, el rey de Amón. Su primera aparición en el relato de las Escrituras es cuando asedió el asentamiento judío de Iavesh-Guilad, amenazando con matarlos ¡si no se sacaban los ojos! El veneno de la serpiente se dirige directamente a los ojos, el asiento del sentido de la vista, que refleja más que los demás la percepción interna de la mente.

Este fue el test inicial de Shaul, el primer rey de Israel. Fundó su reino reclutando a todas las tribus de Israel para luchar contra Amón, saliendo victorioso. El lobo sagrado (en relación a Shaul) mató a la serpiente del mal. Esto apunta a un tema que explicaremos más adelante: en cierto sentido la figura del lobo incluye a las tres: el lobo, el león y la serpiente, ya que corresponde al sistema inmune del cuerpo donde yace a su vez la raíz de todas las enfermedades (entendidas como derivadas en última instancia de la perversión sexual, conciente o no, como se enseña en especial en la homeopatía).

Amón es el hermano paterno de Moab (ambos hijos de Lot, sobrino de Abraham, que nacieron de la relación con sus propias hijas). Como ya se explicó, en cabalá Moab corresponde a jojmá y Amón a biná, el asiento del pensamiento racional o la cordura. El veneno de la serpiente ataca la racionalidad de la mente envenenándola con la duda, la incapacidad de discernir la verdad racionalmente, tratando además de socabar su cordura innata.

Podemos sacar como conclusión que las tres naciones de Midián (un hijo de Abraham), Moab y Amón (los dos hijos de Lot), el lobo, el león y la serpiente respectivamente, corresponden a la dimensión interior de la sabiduría, a su manifestación externa y a la facultad de entendimiento. En aparente paradoja, el enemigo de la salud humana más bajo de los tres (el lobo) es el que se asocia con el poder más elevado de la mente, cuales la dimensión interior de la sabiduría. La perversión sexual comienza con el lobo pero termina con la serpiente, que en cabalá es un símbolo explícito del sexo: la serpiente primordial violó a Eva, como un lobo.

Como se dijo arriba, la tribu de Dan fue bendecida por Iaacov que sea una serpiente: “Dan será una serpiente en el camino, una vívora en el sendero”. (El Mashíaj, el hijo de David, el máximo representante de la figura de la serpiente sagrada, será un descendiente de Iehudá, así, como en el caso del león, somos testigos aquí de la unificación de las dos tribus de Iehudá y Dan, como ya explicamos).

El descendiente de Dan que cumplió con la bendición de Iaacov: “Dan juzgará a su pueblo como la única de las tribus de Israel” fue Shimshón; a él se refería Iaacov cuando dijo: “Dan será una serpiente … Leemos en la Biblia sobre la aparente se Shimshón con el sexo, también enseñan nuestros sabios que nunca nadie tuvo semejante poder seminal como él (ver Talmud, Sotá). Como luego hizo también David, mató al león cuyo esqueleto se convirtió en un panal. En su acertijo a los Pilishtim (Filisteos) dijo: “De la audacia surje lo dulce”. Aquí, una propiedad innata del leopardo está asociada al lobo, como ya se explicó, y la fuerza del león es convertida en dulzura por la serpiente sagrada. Las imágenes de los tres animales convergen en la persona de Shimshón, que de acuerdo con la cabalá es la más prematura figura mesiánica esencial de la Biblia. Este juez de Israel es el precursor espiritual de David, el rey de Israel; la serpiente sagrada se viste de león sagrado, basado en el hecho de que Ishai, el propio padre de David, es conocido como “la serpiente” [Shabat 55b; Bava Batra 17a].

Enseñan nuestros sabios que todo lo que Di-s creó en este mundo, incluso aquellas criaturas que aparentemente no son accesibles a la humanidad, fue con el noble propósito de curar las dolencias humanas (la palabra bará, “creó”, significa “saludable”, implicando que toda criatura posee cierto poder curador). El Talmud trae cinco ejemplos de esto [Shabat 77b]: uno de ellos es que el itush (mosquito) fue creado para curar la mordedura de la serpiente. El valor numérico de itush (716) es el doble que el de najash (358), implicando que en un plano espiritual, hay algo acerca de la picadura del mosquito que es el doble de potente que la de la serpiente. La palabra itush se permuta para deletrear la palabra ishut, “[el exagerado sentido de] autoconciencia”, la mala cualidad de Midián como ya se explicó, una vez más correlacionando el lobo y la serpiente. También se transforma en Vashti, la esposa de Ajashverosh, cuya muerte fue un prerrequisito para que reine Ester y que ocurra el milagro de Purim, como se dijo en la bendición de Biniamín, el lobo, “y en la noche repartirá los despojos”, como ya se explicó.

Uno de los personajes que personifican mejor a la serpiente (un descendiente de Amalek) es Titus, el emperador romano que destruyó el segundo Templo. Cuando entró en él se burló de Di-s y del servicio Divino del pueblo judío, trató de envenenarnos con el veneno de la duda. Relatan nuestros sabios que fue muerto por un mosquito que penetró en su nariz. (Ver el comentario de Rabí Iaacov Emden en el Sidur Beit Iaacov sobre el Perek Shirá, en la palabra serpiente.)

PARTE 36 LÍQUIDOS DE LA TORÁ CORRESPONDIENTES A LOS ATRIBUTOS DEL CORAZÓN

La palabra zeev, “lobo”, proviene de la raíz de dos letras zavzain vav, que significa “flujo”, como así también una enfermedad descripta explícitamente en la Torá: zivá, gonorrea. Aunque puede ser contraída por personas de ambos sexos es más “común” en las mujeres y sus síntomas (su definición en la Ley Judía) es un flujo de sangre similar al de la menstruación pero no en el momento correcto. Como sea, se relaciona claramente la imagen y el síndrome del lobo con la enfermedad sexual.

Del lado positivo, la tierra de Israel es alabada repetidamente en la Torá como “una tierra que mana (zavat) leche y miel”, simboliza la realidad femenina sagrada de la creación.

La Torá habla de siete líquidos: agua, vino, rocío, leche, sangre, aceite de oliva y miel. En cabalá esto corresponde a los siete atributos del corazón, desde jesed hasta maljut:

guevurá

poder, temor

vino

jesed

bondad

agua

tiferet

belleza, miscericordia

rocío

hod

agradecimiento sinceridad

sangre

netzaj

victoria, confianza

leche

iesod

foundamento, devoción

aceite de oliva

maljut

reinado

humildad

miel

Notemos primero que aquí la sangre está asociada con la sefirá de hod. En nuestro análisis anterior de los sistemas fisiológicos, la sangre corresponde a biná, el origen en la mente (cuyos poderes no aparecen en correspondencia con los siete líquidos) de la emoción de hod, como está dicho: “biná se extiende hasta hod”. Hemos visto que la buena salud depende primariamente del flujo de sangre, en el estado circulante conocido como “salir y retornar”, a través de todos los miembros del cuerpo. El hecho de que la sangre corresponda a hod refuerza nuestra identificación de todas las enfermedades y su curación con esta sefirá.

En la expresión “una tierra que mana leche y miel”, la leche alude al sistema endocrino, el sistema fisiológico responsable del crecimiento (la fuerza de la leche materna). Es la sefirá complementaria a la derecha de hod (como ya se explicó, la rectificación de cada una de las sefirot de la izquierda es su inclusión en su correspondiente de la derecha) en este caso la imagen de la unión marital está relacionada explícitamente con las sefirot netzaj y hod (leche y sangre, los sistemas endócrino e inmune): “[en unión marital], él está en netzaj, ella está en hod”.

La miel corresponde a maljut, el sistema digestivo. La sustancia que compone la miel es el producto del sistema digestivo de las abejas; la cantidad adecuada de miel en la dieta (de acuerdo a la edad) ayuda al sistema digestivo del hombre.

En cabalá, se dice que el valor numérico de la palabra dvash (306), miel, equivale al de la palabra ishá, mujer, el símbolo de maljut que asciende en unión marital hasta hod. Así tenemos un ciclo completo: la rectificación de la sangre (hod) depende de la unión con la leche (netzaj), esta se combina con la miel (maljut) que asciende para purificar la sangre (hod). Este proceso de rectificación es una propiedad hereditaria de la tierra santa, la tierra de Israel que mana (insinuando el flujo de la sangre) leche y miel.

PARTE 37 OTRAS ALUSIONES AL LOBO, EL LEÓN Y LA SERPIENTE

Así como la raíz de dos letras zain vav de la palabra zeev (lobo) significa “flujo” (zav), la raíz de dos letras ar de ari (león) significa “recolectar” o “cosechar” (ará) (que aparece en la Torá con el sentido de recolectar o cosechar vegetales, frutas o especias aromáticas) o “luz” (or). Como la palabra “luz” es también usada en la Torá para significar “vegetales”, el significado integral de la raíz ar se considera como una alusión a la capacidad de recolectar o “cosechar” chispas potentes o viables (“luces” que como en el proceso de la fotosíntesis producen alimento en forma de carbohidratos).

La capacidad de recolectar chispas sagradas, referido en la Torá como el poder de purificar o depurar la realidad, es el poder del corazón, del león. El león ataca a su presa, que en cabalá simboliza la acción de identificar y redimir las chispas caídas que al consumir a su presa las eleva a su origen en la santidad.

En el cuerpo, el corazón está en un constante estado de guerra, así encontramos en el Sefer Ietzirá: “el corazón en el cuerpo viviente es como un rey en guerra”. El león es el rey del reino animal, está en un estado constante de guerra para capturar las chispas atrapadas en su enemigo y elevarlas a su fuente; este es el león de santidad. El león profano, que es el foco de temor del síndrome del león descripto arriba, captura las chispas humanas y al consumirlas las derriba un nivel inferior de la realidad.

La raíz de la palabra najash, “serpiente”, significa “adivinar”, práctica prohibida de acuerdo con la Torá, considerada una forma de brujería. “Adivinar” es una distorsión de la mente, como está explicado arriba respecto del veneno de la serpiente que va directo a la mente.

La serpiente de santidad, el “adivino” sagrado, posee el espíritu santo para intuir siempre la verdad y así dijo de si mismo Iosef el justo: “Porque un hombre como yo seguramente adivinará [correctamente]”.

Como ya se explicó, la imagen de la serpiente retorna a la del lobo a tal grado que ambos manifiestan impulsos sexuales. Iosef el justo encarna en la Torá la rectificación de la conducta sexual, es la serpiente sagrada y por lo tanto el adivino de santidad.

En una línea de pensamiento supletoria, podemos agregar que, según vimos antes, así como el lobo se asocia con el “anochecer” ( y el “amanecer”) el león se relaciona con el día, ya que su nombre es análogo a “luz”, como en el principio de la creación cuando: “Di-s llamó a la luz, día”. Las raíz de dos letras jet shin (jash) de najash (serpiente), es la misma que la de joshej (“oscuridad”), por lo que este animal se asocia con la noche (“…y la oscuridad la llamó noche”). Vemos aquí nuevamente cómo el lobo une el león con la serpiente, así como las dos “zonas de penumbra” transicionales de la mañana y el atardecer hacen de puente y acoplan el día con la noche.

El miedo al león o a la muerte es un temor diurno, el miedo a la serpiente o a la demencia (como en la expresión lunático, un fenómeno asociado a la luna) es nocturno y al lobo o miedo a la violación es un miedo de la penumbra.

PARTE 38 CORRESPONDENCIA ENTRE LOS METALES Y LOS TRES ANIMALES

Desde otro punto de vista, la palabra zeev (lobo) se asemeja a zahav, “oro”, ya que comparten ambos la raíz zav.

La palabra najash (serpiente) es la raíz de nejoshet, “cobre”. Siguiendo la palabra de Di-s, Moshé hizo una “serpiente de cobre”, najash hanejoshet, para curar al pueblo de la picadura de la serpiente, por lo que la serpiente de cobre se convirtió en el símbolo universal de la medicina.

Los tres metales primarios de la Torá, con los que fue construído el Tabernáculo del desierto y el Templo Sagrado son “oro, plata y cobre”. Si el oro alude al lobo y el cobre a la serpiente, esto implicaría que el león corresponde a la plata.

Metal puro y blanco con un lustre brillante, mejor conductor de la electricidad que todos los otros metales, la plata brilla como la luz (blanca), asociándose con el león, cuyo nombre en hebreo se similar a “luz”.

Cita el jasidismo y explican las enseñanzas rabínicas que estos tres metales aluden a los tres niveles de salud y enfermedad y a la manera en que el alma doliente da caridad, despertando así la misericordia de Di-s para sanarlo. El nombre de cada metal se puede leer como un acrónimo:

Zahav: ZHanoten Barí

Oro: Este es el que da salud.

Kesef: K’sheié Sakanat Pajad

Plata: Cuando hay un peligro amenazador.

Nejoshet: Netinat Hajolé She’amar T’nu

Cobre: La donación de una persona muy enferma que dice: “dá”!

De esto queda claro que el estado más peligroso de gran temor y pánico es el del cobre, el miedo a la serpiente, a la locura. De acuerdo con los sabios, en los casos de enfermedad aguda el pánico hace perder la cabeza a la persona y se apresura a ordenar a los presentes que entreguen sus bienes según sus exigencias.

El temor al lobo es “oro”, aún sano en comparación con el del león (la plata) y la serpiente (el cobre). En concordancia con los tres síndromes de temor descriptos en los capítulos anteriores y sus rectificaciones, dar “oro” rectifica el triplete de los atributos de conducta innatos del alma (netzaj-hod-iesod) -las buenas acciones son “oro”. Dar “plata” rectifica el triplete de los poderes emotivos del alma (jesed-guevurá-tiferet) –los buenos sentimientos son “plata” (“amor” en cabalá). Dar “cobre” rectifica el triplete de los poderes intelectuales del alma (jojmá-biná-daat) –los pensamientos correctos y buenos son “cobre”. De esta manera, aunque parezca paradógico, el metal más precioso es el que rectifica el miedo más femenino que es el de la violación, y el menos preciado rectifica el miedo agudo a la demencia.

En línea con la teoría de la homeopatía, que da gran relevancia a los metales para la curación de las enfermedades, valdría la pena examinar la eficiencia de estos tres elementos en la curación de los tres síndromes fundamentales de enfermedad.

Finalmente, notemos qué pasa cuando se acomodan en un cuadrado las tres palabras de tres letras zeev, arí y najash:

ב א ז
י ר א
ש ח נ

Una diagonal del cuadrado forma Zeresh, la esposa de Hamán, el arquetipo principal de Amalek en la Biblia. Como figura femenina, Zeresh personifica los tres síndromes de temor del alma, violación, muerte y locura. El milagro de Purim, la victoria sobre Aman Amalek, representa más que cualquier otro milagro o festividad la victoria sobre el miedo; al final de la historia el “miedo de los judíos” o el de “Mordejai” cae sobre todas las naciones. La festividad de Purim alude al banquete del Leviatán en el mundo por venir, cuando sólo se temerá a Di-s, no habrá más enfermedad ni muerte y la causa misma del miedo en el alma será para siempre risa.

PARTE 39 EL LUPUS: LAS DIMENSIONES DE LA ENFERMEDAD

El Lupus es un ejemplo de una enfermedad provocada por el sistema inmunológico y que puede asociarse con el miedo a la violación, al lobo. El médico frances Cazenave llamó Lupus –lobo en latín- a esta enfermedad en 1851 porque pensó que la erupción cutánea que se desarrolla a menudo en esta enfermedad se asemeja a la mordedura del lobo. De acuerdo con la cabalá, el hecho mismo que por providencia Divina se la llame con este nombre se puede ver como una evidencia de su relación con un problema originado en el sistema inmunológico. El problema con el síndrome que nos ocupa (o cualquier otra enfermedad autoinmune) surge del miedo malentendido del cuerpo de que lo que en realidad son elementos sanos pertenezcan a un invasor extranjero. Este temor a ser atacado puede ser asociado al fenómeno de la violación.

El Lupus se presenta en un 90 % de los casos en la mujer, una clara indicación de que es una enfermedad primordialmente femenina. En cabalá, la femineidad es asociada en general con la sefirá de hod (el sistema inmunológico) –“ella está en hod”.

Otra indicación de la relación del Lupus con el “síndrome de la violación” proviene de las investigaciones médicas, en ellas se ha observado que en muchos pacientes el sol puede desencadenar un episodio de la enfermedad, si está en remisión, o intensificar las manifestaciones ya existentes. Psicológicamente, la persona prefiere estar oculta, permanecer en la oscuridad para preservar su privacidad a puertas cerradas o sin comprometerse con otras cosas. La raíz espiritual de esta condición es un miedo subyacente a que la exposición al sol haga que este entre en la persona y la tueste. Esta aversión psicológica a broncearse – similar al miedo a la violación – pone al sol en la posición del lobo.

PARTE 40 EL LUPUS. IDENTIDAD EQUIVOCADA

Como es una enfermedad autoinmune, el Lupus produce que el sistema inmunológico no pueda distinguir entre las células sanas y los agentes invasores nocivos, esto resulta en la producción de “anticuerpos auto reactivos” que atacan a las células sanas del cuerpo.

La propiedad de hod, agradecimiento o reconocimiento, es la que usualmente detecta la presencia de sustancias extrañas, pero en una persona que padece de Lupus esta habilidad está adulterada a tal grado que no puede identificar las cosas adecuadamente, incluyendo esta misma enfermedad, como será discutido en el presente trabajo.

El Lupus es una enfermedad que confunde la identidad, donde uno se convierte en otro, hecho que se manifiesta a distintos niveles. En el pueblo judío, este problema se ve claramente en nuestra generación, cuyo mayor dilema es la confusión de la identidad, donde un judío no sabe qué significa ser judío. La crisis de nuestra época es que además de que no sabemos quiénes somos como pueblo, nos vemos como alguien que no somos, como algo extraño, inaceptable y que hay que rechazar.

A nivel personal, este fenómeno de falla de identidad puede causar que el Lupus sea mal diagnosticado, asemejándose a veces a otras enfermedades, enmascarándose dentro de sus síntomas. En cabalá, los síntomas son considerados como una vestimenta de la enfermedad, actuando como ropajes a través de los cuales se manifiesta. Por esta razón, el Lupus se puede considerar una enfermedad “Purim”, todo está camuflado. De acuerdo con la cabalá esta característica de “vestirse” o “acicalarse” es una cualidad femenina, lo que fortalece la conexión que tiene esta enfermedad con el sexo femenino. De hecho, la padece la mujer durante los años de fertilidad, desde la pubertad hasta la menopausia, asociándose así con el aparato reproductor femenino, que según la cabalá es iesod tendiendo a hod (el miedo a la violación, como ya se explicó).

Por otra parte, el Lupus se disfraza en particular como sífilis, otra conexión con la sexualidad y con el miedo la invasión por un cuerpo extraño o violación.

PARTE 41 EL LUPUS. UN SENTIMIENTO DE DESCONEXIÓN

La investigación médica convencional ha clasificado el Lupus como una enfermedad del colágeno, la estructura proteica básica del tejido conectivo (el tejido que hace las veces de cemento que une los órganos y tejidos entre si), produciendo inflamación y dolor en las articulaciones. Esto es similar a los problemas psicológicos de desconexión, que se manifiestan como un sentimiento de desconexión de Di-s o de las otras personas.

La raíz del problema yace en cómo entendemos la doctrina cabalística del tzimtzum o contracción en el proceso creativo. Esto se refiere al alejamiento aparente de Di-s de Su luz infinita con el fin de crear una realidad finita o limitada. Si se siente que esto es algo literal entonces uno se sentirá consecuentemente desconectado de Di-s. Este fenómeno se manifiesta en el cuerpo como un espacio vacío entre las células y los tejidos, las que quedan desconectadas. Si el cuerpo interpreta este vacío como literal, entonces las coyunturas no están unidas y se producirá dolor e inflamación. En otro nivel, si nos sentimos psicológica y socialmente desconectados, seremos incapaces de formar lazos confortables con los demás.

Por lo tanto, el tratamiento implica penetrar en la comprensión jasídica del tzimzum. Al ver la contracción como “no literal”, resguardaremos el sentimiento de conexión. Nos despertaremos a una conciencia de que en todo nivel de la realidad, no importa cuán desconectados nos podamos sentir, es sólo en nuestra percepción, el nexo siempre estuvo allí y ahora está oculto temporariamente. Comprendiendo esto descubriremos que el dolor de la desconexión desaparecerá.

En los síntomas del Lupus se pueden apreciar otros ejemplos del sentimiento de desconexión o estar fuera de lugar. Esta enfermedad causa que el núcleo celular, que contiene el ADN sea desplazado hacia un costado de la célula. Este fenómeno micro cósmico se puede asimilar a un sentimiento de rechazo por parte de la sociedad. Es descripta como una enfermedad en la cual la persona se vuelve “alérgica” a si misma; psicológicamente, esto se puede correlacionar con un individuo que no se quiere a si mismo y está constantemente insatisfecho con su auto-imagen.

PARTE 42 EL LUPUS. FATIGA, PERSEVERANCIA Y SENSIBILIDAD

El concepto de fatiga, un síntoma muy común del Lupus, se puede ver también como un padecimiento de hodHod, bajo buenas condiciones, puede tener una connotación de perseverancia, como en la persona que está en un andar continuo (hacia un objetivo) sin cansarse. Este aspecto de dicha sefirá se refiere a la capacidad de la persona de transitar por la vida y seguir con sus emprendimientos hasta el final.

A nivel espiritual, la decisión de continuar y perseverar hasta el final, de no abandonar en el camino, es la esencia del proceso de retorno –teshuvá– a Di-s. Este servicio espiritual comienza a nivel de biná, “entendimiento”, y concluye con la curación de hod, como dice el profeta: “Y su corazón entenderá [biná] y retornará y será curado [hod]”.

La fatiga que viene con el Lupus aparece a nivel físico en el embarazo. Una mujer preñada (un símbolo de bina –futura mama- en cabala) con Lupus tiene un alto riesgo de aborto, que es la incapacidad de continuar el proceso de embarazo hasta el final. Una vez más vemos la relación de esta enfermedad y sus síntomas con la mujer.

Sensibilidad

Otro factor regulatorio en el sistema inmunológico es un equilibrio que asegure que no se produzcan demasiados anticuerpos, ya que en este caso, en vez de proteger de la enfermedad, comienzan a luchar en contra.

Psicológicamente, esto se puede asociar a una persona demasiado preocupada y atribulada acerca de las enfermedades; su hipersensibilidad lo hace muy propenso a sentirse –y a menudo volverse- enfermo.

Ehod rectificado se caracteriza, en cabalá y jasidut, por “caminar simple con Di-s”. Esto implica enfocar naturalmente los esfuerzos y pensamientos en el logro de la misión que se tiene en la vida (como está prescripto en la Torá) con fe simple y confianza en que Di-s cuida del bienestar del cuerpo y el alma (para que pueda cumplir con su misión). Tal persona no se preocupa por las enfermedades, sino que está siempre conciente de que Di-s es el “curador de toda carne y el hacedor de maravillas”.

PARTE 43 APRENDER DE LA EXPERIENCIA

La sabiduría innata del sistema inmunológico yace en su adaptabilidad, que le permite experimentar por un proceso de prueba y error hasta que detecta y rechaza las amenazas que acechan al cuerpo. Esto se realiza a través de la creación de anticuerpos que se ponen en contacto con las sustancias extrañas y crean células que las erradican. El proceso de aprendizaje que tiene este sistema se refleja en el dicho de los sabios: “No existe una persona tan sabia como la que tiene experiencia”. Cuando algo invade el cuerpo, el sistema inmunológico lo captura y aprende como reaccionar ante tal amenaza. Esto se alude en el término hod, que también significa hacerse “eco” o reconocer.

El problema con el Lupus es que la persona no sabe cómo reaccionar frente a él; como que a cierto nivel no aprende de la experiencia. Por ejemplo, la persona tropieza debido a que no está familiarizada con cierta experiencia nueva, y por medio de la prueba y error aprende como caminar correctamente (por esa experiencia) sin tropiezos.

Tropiezo se relaciona con la pierna izquierda, el miembro del cuerpo identificado con la sefirá de hod en cabalá. De esta manera aprendemos cómo andar a través de la prueba y el error. Según el Sefer Ietzirá el “sentido de caminar” está controlado también por dicha sefirá, que está asociada con la pierna izquierda en particular.

Por otra parte, la palabra hebrea para las leyes de la Torá, halajá, significa literalmente “andar”. Nuestros sabios dicen que “una persona no aprecia apropiadamente las leyes hasta que no tropieza en ellas”. Incluso de los justos está escrito: “Siete veces un justo [tropieza], cae y se vuelve a levantar”. El justo es alguien que, a pesar de los tropiezos, siempre se levantará habiendo aprendido de la experiencia. Las piernas, nuestro contacto permanente con el suelo, “contacta” o “toca” la experiencia exterior. Las piernas son la extensión física del cuerpo que contacta con la realidad exterior.

Ingratitud

Descubrimientos recientes del mundo médico para el tratamiento del Lupus, nos han regresado aparentemente a nuestro pasado remoto. La plasmaféresis, que no es más que una variación de una de las más antiguas prácticas médicas, ha resurgido como una opción viable para el tratamiento del Lupus. Asemejándose al antiquísimo proceso de la sangría, esta técnica involucra deshacerse de la sangre mala del cuerpo. Como está reflejado en la Torá que el médico era inicialmente un mero practicante de la sangría, está siempre fue conocida como un método de curación. Las numerosas aseveraciones de los sabios sobre esta práctica, son una evidencia acerca de su complejidad.

La sangría es también una propiedad de tipo hod que, al igual que la menstruación, procura remover la sangre mala como parte del proceso curativo. Que el Lupus afecte a la mujer durante sus años fértiles, puede ser una sugerencia de que si una mujer menstrúa adecuadamente, liberando así la sangre mala, no contraerá Lupus.

PARTE 44 REMISIÓN Y CURACIÓN

En muchos casos, los síntomas del Lupus pueden aparecer de forma temporal o permanente. Este fenómeno, llamado remisión, no es necesariamente el resultado de la medicación.

En hebreo, la palabra “remisión” es hafugá. Es interesante notar que el valor numérico de las dos letras de la subraíz de esta palabra –pei jet– es 83. De acuerdo con nuestro sabios, este es el número total de enfermedades que afectan al ser humano. Incluso, en su Código de Leyes, Maimónides (que además de haber sido uno de los más grandes sabios medievales también fue uno de los más grandes médicos de su época) ordena todas las leyes de la Torá en 83 secciones, implicando que la Torá provee la cura a todas las enfermedades físicas o espirituales.

La equivalencia numérica entre el número de enfermedades y el concepto de remisión nos enseña que en cada enfermedad está el potencial latente de llegar a la remisión. Toda enfermedad puede aparecer y desaparecer, lo que en la terminología de la cabalá significa que toda enfermedad puede variar entre el “mundo revelado” cuando está activa y el “mundo oculto” cuando está pasiva o latente.

En cabalá, hod es la “conexión” o “punto de contacto o inflexión” entre el “mundo revelado” (correspondiente a la sefirá de maljut) y el “mundo oculto” (correspondiente a la sefirá de biná). El “mundo revelado” (maljut) asciende hacia hod mientras que el “mundo oculto” (biná) desciende hacia hodCuando está rectificado, hod es el poder del alma que provoca que desaparezcan los fenómenos negativos y que aparezcan simultáneamente los positivos.

El mismo reconocimiento de que la enfermedad puede desaparecer en cualquier momento, refuerza grandemente la característica de hod descripta arriba “caminar simple con Di-s” (que en si es el poder rectificado de hod descripto como capaz de causar la remisión). ¿Por qué estar atribulado o preocupado por las enfermedades? En primer lugar ¿quién dice que está allí? E incluso si lo está, se puede ir tan fácilmente como vino, según el deseo de Di-s.

Lo mejor es ir con sencillez en los caminos de Di-s.

El Proceso Curativo

Entre los métodos claves de la Cabalá para curar el cuerpo y el alma está el compromiso activo en la meditación. La meditación apropiada permitirá a la persona olvidarse de si misma, creando el sentido de autonulificación o bitul, que ayudará a liberar totalmente al cuerpo de la enfermedad o al menos llegar a un estado de remisión.

Otras sugestiones que funcionarán para rectificar el poder de hod en la persona incluye el apoyo de la familia y los amigos. Se ha mostrado que esto produce una mejoría dramática en las condiciones del paciente con Lupus. Como ya mencionamos, este tipo de método de cabecera es la curación de la boca, el poder de aliento de la palabras y los pensamientos positivos.

Finalmente, el entendimiento de la enfermedad fomentará la recuperación de la persona, particularmente cuando obtiene una perspectiva cabalística (biná) de su enfermedad, ya que el entendimiento afectará positivamente el sistema inmunológico (hod), permitiéndole sobreponerse a la enfermedad, porque “biná se extiende hasta hod“.

La meditación es el tema de la próxima serie de envíos semanales gratuitos, que comprenderán una nueva sección para su aprendizaje y desarrollo. Lo invitamos a seguirnos como hasta ahora y a suscribirse a los que aún no lo han hecho.

LAS CUATRO MEDICINAS

CUATRO MÉTODOS MÉDICOS: HOMEOPATÍA, ALOPATÍA, OSTEOPATÍA, NATUROPATÍA

INTRODUCCIÓN

En la práctica médica contemporánea puede verse el empleo de cuatro métodos generales de curación: Homeopatía, Alopatía, Osteopatía y Naturopatía.

1. HOMEOPATÍA

El principio subyacente de este sistema curativo es conocido como la “ley de las similitudes”, donde se usa como remedio, paradójicamente, la enfermedad misma o algo similar a la enfermedad. Este principio largamente conocido por la humanidad, encuentra su expresión explícita en el dicho de los sabios de curación “símil por símil” 1.

Más adelante, los sabios enseñan que este es el método empleado por Dios mismo, quien “dulcifica [esto es, cura] amargura con amargura 2. “Símil por símil” implica que la cura reposa dentro de la propia enfermedad, aludiendo a que la enfermedad es una mera “cáscara” extraña del mal, conteniendo en su interior el núcleo del bien.

2. ALOPATÍA (MEDICINA CONVENCIONAL)

Este sistema curativo está basado en el razonamiento que el camino para expulsar la enfermedad es usar una fuerza opuesta que confronte el mal de directamente. La inteligencia humana entonces procede a emplear métodos científicos para extraer de la naturaleza los químicos cuyas características tienden a contrarrestar los síntomas y las manifestaciones de una enfermedad dada.

La enfermedad es considerada no más que sus manifestaciones físicas, vistas como negativas en esencia y que deben ser combatidas totalmente. (Solamente en los años más recientes esta medicina convencional comenzó a reconocer la relación entre la psique y el cuerpo y que hay más en la enfermedad de lo que los ojos perciben.

3. OSTEOPATÍA

De acuerdo con este sistema curativo, que incluye la técnica quiropráctica occidental junto con la acupuntura china y la digitopuntura, el cuerpo es rectificado sin la intervención de medicina alguna, solo con las manos (o agujas) del doctor que balancean las energías del cuerpo y lo re-alinean para que recupere su estado correcto. La Osteopatía trata los músculos y penetra al sistema nervioso actuando sobre la espina dorsal.

4. NATUROPATÍA

Este sistema curativo consistente en hierbas y otros recursos tomados directamente de la naturaleza reflejan la creencia que Dios, el Creador, seguramente proveerá la curación, en el plano natural –que es la creación de Sus manos (como se acotó antes, “crear” en hebreo es afín a “curar”)– antes de que Él produzca la enfermedad 3.

Este sistema presupone que debe haber algo en nuestro mundo que pueda servir como un remedio natural para cada enfermedad, algo que no requiera la manipulación humana para cambiar su estado. Esta sensación refleja una valoración profunda del enorme potencial latente inherente en la tierra, al que se alude en el versículo de los salmos que enuncia: “La verdad de la tierra brotará” 4

La “Verdad” es la máxima fuerza curativa en Cabalá, aplicada incluso para revivir a los muertos. La palabra “verdad” ( ??? , emet ), es leída: alef [ la primera letra del alfabeto aludiendo a Dios, ‘revive al’] met [‘muerto’]”.

Además, la efectividad del método natural de curación es sugerido por otro versículo que se halla en Deuteronomio: “el hombre es el árbol del campo” 5, que alude a nuestra conexión esencial con la naturaleza y el poder natural de curación de todos nuestros alimentos. En adición a los remedios herbales, en la naturopatía, más que en otros medios de curación, se enfatiza la importancia de una dieta y una nutrición apropiada, el ejercicio físico y un estilo de vida sana en general.

De estos cuatro métodos de curación, los tres últimos –alopatía, osteopatía y naturopatía– están bajo la dirección de la razón humana. Solo la homeopatía va más allá, con la paradoja de curar amargura con amargura y es el puente entre los otros niveles y el quinto nivel, una curación espiritual pura, empleando métodos inspirados en la Torá, que discutiremos en la próxima sección.

Los varios sistemas de curación pueden verse en concordancia con las letras del nombre esencial de dios Havaiá , como sigue:

?
kotz de la iud
Curación espiritual pura Empleo de sistemas inspirados en al Torá
?
iud
Homeopatía Aplicación de la ley de los símiles
?
hei
Alopatía Combatir la enfermedad ‘frontalmente’
?
vav
Osteopatía Alinear el cuerpo
?
hei
Naturopatía Explotar los recursos de la naturaleza

El postulado de la homeopatía, que la cura yace dentro de la propia enfermedad y que ésta es una mera “caparazón” externa de mal escondiendo en su interior un grano de bien, es una percepción de la inspiración Divina dentro de la naturaleza de la realidad en general y de la condición humana en particular. Esta visión corresponde a la sabiduría encarnada en el punto de la iud del nombre de Dios.

Alopatía, es, la práctica médica occidental convencional, basada en el patrón de la razón humana (en contraste con la visión de inspiración Divina) que corresponde en Cabalá a la primera hei del nombre de Dios.

Osteopatía, como se mencionó, trata los músculos (el sistema fisiológico que corresponde a la sefirá de belleza) y yendo más profundo, penetra en el sistema nervioso (correspondiente a la sefirá de conocimiento, el “alma” interior de belleza) al tratar la espina dorsal. Tiferet – el torso, que corresponde a la vav del nombre de Dios – significa “belleza”, refiriéndose en particular a un cuerpo bello. En las palabras del Zohar: “la belleza es el cuerpo 6”. El cuerpo “erguido” o “recto” (el trabajo de un quiropráctico) es bello. 7

Naturopatía, con su énfasis en encontrar la cura en la naturaleza, corresponde a la hei final del nombre de Dios, que se refiere al nivel de Divinidad inherente en la naturaleza misma, que es el poder sanador contenido dentro de cada ente creado, para curarse a sí mismo y a otros.

LOS CUATRO MÉTODOS COMO UNO

Los cuatro métodos descriptos arriba se corresponden con las cuatro letras del nombre esencial de Dios, Havaiá , y como “Dios es Uno”, el médico ideal es aquel que sabe cómo emplear los cuatro métodos de curación, reconociendo su origen Divino común, el poder de curar de Dios.

En general, en las instancias menos severas de la enfermedad, es una sabia actitud empezar con los medios naturales, y si no es suficiente, proceder con el método próximo superior de los cuatro. Por supuesto, el médico experto puede saber por experiencia cual método es el mejor para cada enfermedad.

Como las letras del nombre Havaiá corresponden a las sefirot , que a su vez tienen su correlato en los sistemas fisiológicos, podría deducirse de nuestro análisis anterior que:

•  Las enfermedades relacionadas con el sistema respiratorio (asociado a la corona, la punta superior de la iud del nombre Havaiá ) bien puede tratarse con la homeopatía.

•  Las enfermedades relacionadas a la sangre (asociada con el entendimiento, la primera hei del nombre Havaiáh ) puede ser tratada de la manera más eficaz con medicina la convencional.

•  Las enfermedad relacionadas con los sistemas fisiológicos que corresponde a los atributos emocionales del alma, en particular aquellos relacionados con el sistema muscular (asociado con la Belleza, el atributo central de las emociones, la vav del nombre Havaiá ) bien puede ser tratado con al osteopatía.

•  Las enfermedades del sistema digestivo (asociada con reinado, la hei final del nombre Havaiá ) ciertamente puede ser tratada de manera más eficaz, inicialmente, con métodos naturales, empezando por la dieta.

Para resumir:

Nombre de Dios sefirá método curativo enfermedades conectadas con
?
yud
sabiduría homeopatía respiración y médula ósea
?
hei
entendimiento alopatía la sangre
?
vav
de bondad a fundamento osteopatía sistema muscular
?
hei
reinado naturopatía sistema digestivo

NOTAS

1Ver Najmánides en Números 21:9.

2Bereshit Rabá 77a.

3En la palabra de los sabios, “[Dios] anticipa el remedio a la enfermedad” ( Megilá 13b).

4Salmos 85:12.

5Deuteronomio 20:19. Esto aparece como una pregunta retórica, pero en la literatura rabínica se lee como está en el texto.

6Tikunei Zohar , introducción (17a).

7Da’at es conocida en Cabalá como el alma de la belleza, indicando que el sistema nervioso (conocimiento) yace en el centro del sistema muscular (belleza), como se explicó antes. En la forma de la letra Vav ( ? ), la iud ( ? ) a la cabeza de la vav alude al conocimiento (el sistema nervioso) mientras que la extensión rectilínea hacia arriba de la vav representa la belleza (el torso y el sistema muscular).

MEDITACIÓN SOBRE LA BENDICIÓN PARA REFUÁ

“Curación completa desde los Cielos” = “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

La bendición tradicional para una persona enferma, que se dice inmediatamente después de la lectura de la Torá en Shabat y durante la semana, incluye la bien conocida descripción de lo que es la curación:1

“Curación completa desde los Cielos”

רְפוּאָה שְׁלֵמָה מִן הַשָׁמַיִם

refuá shlemá minhashamaim

רפואה שלמה מינ השמים

La siguiente es una meditación sobre esta frase que es relevante para la persona que padece y también para la que reza por ella. Lo ideal sería recordar esta meditación, entenderla con el corazón y visualizar las letras hebreas de la bendición. Así también, debe quedar claro que “amar al prójimo judío” es el precepto más importante para alcanzar la salud y el bienestar físico y espiritual.

Elevando las chispas

La guematria de esta bendición es 1152, que es el cuadrado doble de 24 (2 . 24 2). En Cabalá, el número 24 está asociado con la cualidad de juicio,2 que esta frase viene a endulzar. El doble del cuadrado de 24 se refiere a doblar el poder de dulcificación, así como la Torá es “doble en fuerza”.3

El valor promedio de las 4 palabras es de esta manera 288, referido a las 288 ( רפח ), chispas sagradas que se dispersaron en la realidad material como resultado de la ruptura de los recipientes. La realidad mundana opaca y oculta la luz de estas chispas, que es la causa inicial de la enfermedad y el sufrimiento en el mundo.

Al elevar las chispas a través de la teshuvá, “retorno” (es decir retornar uno mismo para regresarlas a Dios), traemos curación al mundo y al afligido, como dicen los sabios:4

“Grande es la teshuvá, que trae curación al mundo”

גְדוֹלָה תְּשׁוּבָה שֶׁמֵבִיאַה רְפוּאָה לַעוֹלָם

Guedolá teshuvá shemeviá refuá laolam

“Grande es la teshuvá, que trae curación al mundo”

La guematria de las palabras “Grande es la teshuvá” ( גְדוֹלָה תְּשׁוּבָה , guedolá teshuvá ) es 761, el 21 ro número inspirador (la suma de dos cuadrados consecutivos, en este caso 20 2 y 19 2). 761 es también la guematria de las 3 palabras del Pentateuco “[Que Moshé realizó] frente a los ojos de todo Israel” ( לְעֵינֵי כָל יִשְׂרָאֵל , leeinei col Israel), con que finaliza ese libro, indicando que Moshé era un experto curador, y que su profecía, la Torá, es la fuente de toda curación.

761 = “ frente a los ojos de todo Israel” = “ Grande es la teshuvá”

La guematria de la palabra “ que trae” ( שֶׁמֵבִיאָה , shemeviá ) es 358, el valor de Mashíaj ( משיח ), el secreto de la llegada del Mashíaj (“venir” y “traer” provienen de la misma raíz hebrea), que viene una vez que hicimos teshuvá.

358 = “que trae” = Mashíaj

Finalmente, la guematria de las últimas dos palabras “curación al mundo” ( רְפוּאָה לַעוֹלָם , refuá laolam ) es 468, el producto de 18 (jai, vive) y 26 (Havaiá, el Nombre esencial de Hashem).

468 = curación al mundo = vive x Havaiá

La guematria de la frase completa es 1587, o el producto de 3 y 529, donde 529 es el valor de “placer” ( תענוג , taanug).

Grande es la teshuvá, que trae curación al mundo = 1587 = triple placer

Establece el Sefer Ietzirá: “No hay bien más elevado que el placer y mal más bajo que la aflicción”. El placer es entonces lo opuesto a la aflicción, el sufrimiento y la enfermedad; es la fuente de la vida y la salud como está explicado en Jasidut en referencia al verso: “Por que en Ti está la fuente de la vida”, que se interpreta “Porque Tu eres la fuente de todo placer”.

Multiplicar 3 veces el placer alude a traer el placer Divino –recibido de contemplar a Hashem a través de la Torá y sus enseñanzas- a los 3 aspectos del alma investida dentro del cuerpo físico, el alma (neshamá), el espíritu (ruaj) y la psiquis (nefesh). Estos residen (principalmente) en el cerebro, el corazón y el hígado, respectivamente.

288 Chispas Sagradas

En la parte principal de la plegaria (amidá) de la semana la bendición para la salud termina con la descripción del Todopoderoso como “El que cura a los enfermos de Su pueblo, Israel” ( רוֹפֵא חוֹלֵי עַמוֹ יִשְׂרָאֵל , rofé jolei amó Israel). En los escritos del Arizal, hay una meditación señalando que la guematria de las iniciales de estas cuatro palabras, reish/jet/ain/iud, es 288. Entonces cuando Hashem actúa como médico, cura elevando las 288 chispas sagradas caídas, razón por la cual Su medicina es fácil de tolerar, mientras que la del médico humano en general no lo es.

Así mismo, continúa el Arizal, el valor de la palabra “Quien cura” ( רוֹפֵא , rofé ), que significa simplemente “doctor” o “médico”, más 1 (porque “Hashem es Uno”) es 288!

Las 100 Bendiciones

Volviendo a la frase “Curación completa desde los Cielos”, encontramos que el valor de sus letras finales –hei/hei/nun/mem- es 100 o 10 2. Las letras finales se refieren a los 100 recipientes rectificados creados por las 100 bendiciones que el rey David nos enseñó que digamos como escudo espiritual contra la enfermedad.

De hecho, la guematria de la palabra “recipientes” ( כֵּלִים , keilim) en hebreo es 100. El escudo de bendiciones es descripto como “cien bendiciones cada día” ( מֵאַה בְּרָכוֹת בְּכָל יוֹם , mea brajot bejol iom), cuyo valor numérico es igual a la de la frase “Y Él te dará paz” ( וְיָשֵׂם לְךָ שָׁלוֹם , veiasem lejá shalom), la conclusión (o escudo) de la Bendición Sacerdotal.

El valor de las letras iniciales de nuestra frase – ר ש מ ה , es 545, que es el 17 mo número inspirador, (17 2 más 16 2). 17 es por supuesto el valor de “bueno” ( טוֹב , tov) aludiendo a la belleza y salud natural con la que se inicia toda la creación, ya que lo primero que Hashem creó en el principio fue la luz: “Y Dios vio que la luz era buena”. Explica Jasidut que las primeras dos palabras de la Torá “En el principio [Dios] creó” ( בראשית ברא , Bereshit bará) significan “Primero, buena salud”, porque en hebreo la raíz de “crear” también significa “estar sano”.

La bondad de las letras iniciales de esta bendición aviva la frescura y la salud inherente en toda la creación.

Un Cuadro de Salud

La frase “Curación completa desde los Cielos” en hebreo tiene 16 letras por lo que puede escribirse en la forma de un cuadrado como este:

ר פ ו א
ה ש ל מ
ה מ ן ה
ש מ י ם

El valor de las letras de las cuatro esquinas ר א ש ם , es 541, el valor de “ Israel” ( יִשְׂרָאֵל ). El resto de las letras suman 611, “Torá” ( תּוֹרָה ). La alusión aquí es que la Torá fue entregada “desde los Cielos” y el alma de cada judío corresponde a cada una de sus letras. Como dice el Zohar “Israel y la Torá son uno”.

La guematria de las cuatro letras que forman el cuadrado interior, ש ל מ ן , es 420, que en Cabalá denota la unión “Iaakov” ( יַעֲקֹב ) y “Rajel” ( רָחֵל ). Como estas cuatro letras junto con las de las esquinas forman las diagonales de este cuadro, hallamos que la suma de las letras de las dos diagonales es 961, que es el cuadrado de 31, el valor del Nombre de Hashem אֵ־ל (que se pronuncia Kel). Este es el Nombre utilizado por Moshé cuando rezó por su hermana Miriam para curarla de su lepra: “Por favor Hashem [Kel], Por favor sánala”.5

Moshé utilizó este Nombre en particular porque es el conducto Divino del poder de sanar, como está explicado en los escritos del Arizal respecto a las 13 Cualidades de Misericordia Divina,6 que comienzan con este Nombre. De esto se desprende que las 8 letras restantes del cuadro suman 191, el valor de “para los miles” ( לַאֲלָפִים , laalafim ), la novena cualidad de misericordia Divina, del que fluye el poder Divino de eliminar el mal, limpiando a la persona enferma de sus pecados y posibilitando la renovación de su salud.7

Escribamos la frase en hebreo, resaltando cada tercera letra:

ר פ ו א ה ש ל מ ה מ ן ה ש מ י ם

Surge que la suma de cada tercera letra es también 611, la guematria de “Torá”, como ya vimos. Por supuesto, las letras restantes suman 541 o Israel, como también vimos, reforzando la importancia de aludir a la conexión entre el alma de cada judío y la Torá para conseguir salud desde los Cielos.

Salud y Bondad

El valor de toda la frase, 1152, es también el producto de 72 por 16, siendo 72 el valor de la palabra hebrea “bondad” ( חֶסֶד , jesed ), el nombre de una de las sefirot. A cada sefirá le corresponde un Nombre sagrado de Hashem y en este caso es justamente Kel, una relación que vemos en el verso: “La bondad de Hashem [Kel] permanece todo el día”8. Además, el valor del “relleno” de la palabra “recuperación” o “curación” ( רְפוּאָה ) , es 720 ( ריש פא וו אלף הא ), que es 10 veces 72.

Finalmente, cuando “rellenamos” toda la frase “Curación completa desde los Cielos” (ריש פא וו אלף הא שין למד מם הא מם נון הא שין מם יוד מם ), hallamos que el valor numérico total es 1972, o sea que el valor de las letras que “rellenan” la frase es 820 (1972-1152), el valor de las palabras “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”9 ( וְאָהַבְתָּ לְרֵעֲךָ כָּמוֹךָ , veahavta lereajá camoja), el acto más importante para promover la salud y la recuperación de la persona y el mundo entero.

(basado en un Dvar Torá del 9 de Tevet, 5769)

Notas

1 Sidur Tehilat Hashem

2 Zohar III, 136b. Ver Likutei Sijot, v.32, pp. 151ff ver referencias allí.

3 Iov 11:6

4 Iomá 86a.

5 Números 12:13.

6 Éxodo 34:6-7.

7 Más exactamente, las 13 cualidades tienen su contrapartida en los Profetas, en las palabras de Mijá (7:18-20): “¿Quién es un Dios como Tú, que condona el pecado y perdona la trasgresión del remanente de su herencia? No permanece enojado por siempre, porque El persigue la bondad. Nuevamente tendrá compasión por nosotros; aplastará nuestros pecados con su pisada y arrojará sus iniquidades a las profundidades del mar. Tu darás verdad a Iaakov y benevolencia a Abraham, como prometiste en el pacto con nuestros patriarcas en los días de antaño.” Esas palabras también se dividen en 13 partes, representando a las 13 Cualidades de Misericordia Divina. La novena parte, correspondiente a la palabra “para los miles” en Éxodo 34:7 es “y arrojará sus iniquidades a las profundidades del mar”

8 Salmos 52:3.

9 Levítico 19:18

MEDITACIONES JASÍDICAS

Torá y Medicina

REVALORIZACIÓN DE LOS ÉXITOS DE LA MEDICINA.

Quien conoce un poco de Jasidut y Avodat Hashem, el servicio interior a Dios, debe haber oído y saber que Amalek es de guematria duda, safek. En el alma, Amalek infunde dudas que enfrían el fervor de la fe en Dios y en todo caso debilitan la devoción a Él y la observancia de sus mandamientos. En las últimas generaciones, no pocos servidores de Hashem han identificado la ciencia moderna de esta manera: está basada en las dudas, desprecia todo lo que no sea empírico y esté sujeto a pruebas tangibles en el laboratorio, y también -a causa de sus impresionantes éxitos- enfría y debilita la fe inocente y pura en Dios y el caminar en sus caminos.

Con toda la verdad y la justicia que hay en esto, nosotros (por supuesto…) creemos que esto es solo una imagen parcial: se lo puede ver de esa manera, pero también se puede uno ocupar en la ciencia con ojos creyentes en la Torá y descubrir a Dios que también se halla también a través de ella. Pero en el ambiente del mes de Adar, en el que pregonizamos “y lo daremos vuelta” -de punta a punta- el rabino Ginsburgh nos trae la novedad de que la rectificación de la ciencia es convertirse uno mismo en el guerrero principal de Amalek!!

Muerte – la esencia de Amalek

En el significado literal de la Torá y la Halajá, Amalek es un pueblo que luchó con el pueblo de Israel. Respecto al servicio a Dios, como se dijo, Amalek es la duda que congela con su frialdad. Pero al fin de cuentas Amalek es la muerte en sí misma. A los ojos judíos y toraicos, la muerte no es otro fenómeno natural aceptado, es un producto del primer pecado y desaparecerá del mundo: “tragó a la muerte para siempre”. Mientras la muerte acecha a la vuelta de la esquina, nuestras guerras y luchas internas parecen marginales y sin sentido, y este punto de vista niega todo el sentido de la vida (como es bien sabido).

Si es así, la guerra contra Amalek es (también) la guerra contra la muerte misma. ¿Quién es el principal luchador contra la muerte hoy en día? ¡La medicina moderna! La medicina se esfuerza, y con la ayuda de Dios también logra logros considerables, en prolongar la esperanza de vida, combatir la vejez y, en última instancia, combatir la muerte. Si es así, ¡la medicina moderna es la cabeza y el primero de los guerreros contra Amalek!

Rectificación de la medicina moderna.

Pero no es tan simple. Con el debido respeto (¡verdadero y justo!) por la medicina moderna, aún no está todo lo rectificada que necesita, y esto también es perjudicial para sus logros. En primer lugar, cuando la medicina surge de una premisa materialista y pagana, pierde el componente espiritual muy importante para la salud del cuerpo. Pero peor aún: cuando la conciencia reconoce solo los logros de la humanidad y atribuye los éxitos a “mi poder y la fuerza de mi mano”, los éxitos de la medicina serán limitados: toda medicina tendrá efectos secundarios, cada vacuna tendrá sus riesgos y cada enfermedad erradicada provocará otras enfermedades. Cuando uno olvida que la salud y la curación vienen de Dios y dependen de Él, y trata de reemplazarlo con la acción del hombre y sus aparatos, las posibilidades de éxito se reducen [en esta situación, es dudoso si el médico es un guerrero de la muerte o un mensajero del ángel de la muerte…]

Para vencer verdaderamente a la muerte, se debe corregir la ciencia, y en nuestro caso la medicina que nace de ella: infundirles la humildad y el desinterés que provienen de creer en Dios. Por lo tanto, cada logro científico es un milagro Divino y una bondad de Dios, cada nuevo remedio es un regalo milagroso del cielo, y como tal se espera que beneficie y produzca un bien mucho más limpio y exitoso. Cuando la ciencia médica pertenece a tal cosmovisión creyente, es probable que logre borrar el Amalek básico: la muerte.

[Estos párrafos se basan en la lección del rabino Ginsburgh de la noche de Purim 5781: la lección se editó en hebreo y la presentaremos en español en nuestras próximas publicaciones. También cabe mencionar el Capítulo 9 del libro en inglés ‘La Unión de la Torá y la Ciencia’, en preparación en español. En el que se explica que la corrección de la ciencia en general (y también la corrección de la Torá…) es la introducción de la humildad y el desinterés.]

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