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Es costumbre contar una historia jasídica sobre el Baal Shem Tov todos los Motzaei Shabat, la salida del Shabat por la noche en una comida de Melavé Malká, acompañar a la novia (el Shabat).

Una segulá para un buen sustento, para tener hijos y tener satisfacciones de ellos, para una vida buena y larga y para salud

Cuando un judío observa la mitzvá de contar el Omer todas las noches, se produce elevación y plenitud en la persona que observa la mitzvá. Y esto tanto en la generalidad del mundo y los mundos superiores… hasta este nuestro mundo inferior.

(El Rebe, Hitvaduiot 5743 III p. 1525)

❤️❤️

En el libro “Reshit Jojmá” se trae una segula para el atributo de la ira: cuando una persona enojada se calla y no habla, así su ira será silenciada hasta desaparecer por completo.

(Libro de Maamarim 5659, p. 5)

Sueños jasídicos!!! ❤️❤️

Como es sabido, el Baal Shem Tov estaba casado con la hermana de Rabi Guershon de Kitov.

Poco después del matrimonio del Baal Shem Tov, su cuñado, el rabino Gershon de Kitov, pidió estudiar Torá con él. El Baal Shem Tov no quería eso,  Y se hizo pasar por un hombre sencillo que no entendía nada. Rav Guershon le dijo a su hermana, la esposa del Baal Shem Tov:

“Una gran vergüenza es tu marido para nosotros y no podemos soportarlo más. Si quieres divorciarte de él, mejor. Y si no, te compraré un caballo y vete de aquí con él, y vayan a vivir donde quieran”.

La esposa de Baal Shem Tov se negó a divorciarse de él, por lo tanto, el Baal Shem Tov y su esposa abandonaron la ciudad y se mudaron a otro pueblo. Allí el Baal Shem Tov organizó una residencia para su esposa y se fue a estar solo a las altas montañas. Su sustento era de la venta de arcilla excavada por Baal Shem Tov en las montañas.

Dos o tres veces por semana su esposa venía a él con el caballo y el carro, y llevaba la arcilla que había excavado a la ciudad para venderla, y así se ganaba la vida. En aquellos días, el Baal Shem Tov solía ayunar durante largos días, y cuando quería comer cavaba un hoyo en el suelo, vertía harina y agua en él y se horneaba con el calor del sol. Esa era toda la comida que se llevaba a la boca para saciar el hambre después del ayuno, y todos sus días los pasaba en soledad.

Una vez el Baal Shem Tov se sumergió en una profunda meditación, hitbonenut y así caminó sobre las montañas altas y muy empinadas entre las cuales había un profundo barranco. Al otro lado del valle, en la montaña opuesta, había bandidos. Los ladrones vieron que el Baal Shem Tov estaba cayendo al abismo mientras estaba sumido en sus pensamientos, y dijeron que seguramente caería y se rompería los huesos. Pero cuando el Baal Shem Tov se acercó al abismo, se acercó una montaña a la otra y se cerró la boca del abismo, abriéndose un camino recto. Mientras el Baal Shem Tov continuaba su camino, las dos montañas regresaron y retrocedieron a su lugar.

Después de un tiempo, Baal Shem Tov regresó al lugar y nuevamente acercó una montaña a la otra hasta que pasó al otro lado. Y así sucedió varias veces. Cuando los ladrones vieron que era un hombre de Dios, se acercaron y le contaron lo que habían visto. Los ladrones dijeron:

  • “Hemos visto con nuestros propios ojos que eres un hombre de Dios. Por lo tanto, te pedimos que ores por nosotros para que Dios nos dé éxito en nuestro camino, porque todos los días entregamos nuestras almas en nuestra labor y estamos en gran peligro”.

El Baal Shem Tov les dijo:

  • “Si me juras que no dañarás a un judío ni le robarás, haré lo que dices”.

Los ladrones le juraron. y así fue.

“El pequeño Aharon Yaakov en la estación de tren…

Una Historia de Shabat del tomim, alumno de la Ieshivá de Lubavitch, Itai Najshon.

Eran los días del gobierno comunista en la antigua Unión Soviética. En algún lugar de un pueblo de Ucrania vivía una familia Shaw. El esposo fue asesinado por santificar el nombre de Hashem, y la madre, crió sola a sus tres niños.

Allí no había una comunidad de Jabad con instituciones educativas para niños judíos. Esto molestó a la Rebetzin Shaw. En Samarcanda y Tashkent en Uzbekistán, los jabadnikim eran abundantes, la mayoría de los seguidores de Jabad llegaron allí después del terrible Holocausto. Pero justamente allí el régimen de la KGB trabajaba horas extra para tratar de borrar todo lo relacionado con la religión y Di-s.

Los seguidores de Jabad que, a pesar de todo, insistieron en guardar la Torá y las mitzvot, lo pagaron con la vida o muchos años en el exilio. Por esta razón la Rebetzin Shaw, que temía por el destino del judaísmo de sus tres hijos, soñaba constantemente con enviarlos a la lejana Uzbekistán, a pesar del gran peligro de vida. ¿Pero cómo van a criar hijos judíos sin una educación judía?

Un día, cuando la Rebetzin estaba en el mercado local, ella no lo podía creer, pero era imposible confundirse, ¡veía a un jasid de Jabad! Él le dijo que hace negocios en la ciudad. Cuando ella escuchó de él de dónde venía no se dio por vencida y le rogó que se llevara a su hijo mayor con él. ¡Se ha hecho realidad! Venía de Samarcanda.

Él le explicó que bajo ninguna circunstancia se lo llevaría, era un viaje en tren de 16 horas y si lo atrapaban sería su fin. ¡Pero ella no se dio por vencida! Ella insistió y dijo: ¿Cómo puede mi hijo vivir como judío sin una educación judía? El jabadnik de Samarcanda se rindió. Se llevó al niño grande con él. No hubo límites para su alegría.

Después de unos meses ni más ni menos, vuelve a ver al Jabadnik de Samarcanda, le preguntó cómo está su hijo mayor y le exige nuevamente: ¡Tú también te llevarás al segundo! Él se niega pero ella no se da por vencida y al final se rinde nuevamente y se lleva al segundo hijo con él.

Al cabo de unos meses lo vuelve a ver y le dice: Ahora al pequeño, el tercero. Él le dice: ¡Hasta aquí hemos llegado! ¡Qué niño tan pequeño, me acusarán de haberlo secuestrado! Y además es solo un niño, 16 horas en el tren sin mamá… ¡Ni hablar! Ella le dice ya te llevaste a dos de mis hijos, baruj Hashem, y todo salió bien, ¡con la ayuda de Hashem todo irá bien! Capitula nuevamente sin ninguna alternativa.

La madre va a acompañar a su hijo Aharon Iaakov, el pequeño, a la estación de tren, él llora y se niega a calmarse… mamá… llega el tren y llora, quiere a la mamá… El Jabadnik entra al tren y antes de que se cierren las puertas, la madre empuja dentro del tren al pequeño Iaakov y le dice ¡no te preocupes, pronto vendré, lo prometo!

Después de unos tres años la madre llega a Samarcanda. Cuando se baja del tren le no cree a sus ojos, ¿a quién ve dando la bienvenida? El pequeño Aarón Iaakov. Le pregunta: ¿Qué? ¿Cómo sabías cuándo vendría hoy? El pequeño la mira y le dice: vengo a la estación casi todos los días, me tomé en serio cuando dijiste que vendrías, ¡si mamá lo promete lo cumple!

El pequeño Aharon Yaakov se convirtió más tarde en el rabino del barrio del Rebe de Lubavitch en “Crown Heights”, Brooklyn, Nueva York.

Si el Rebe de Lubavittch dice que somos la “séptima generación”, la última generación del exilio y la primera generación de la redención, estamos seguros. ¡Al igual que el pequeño tal cual como Aharon Iaakov, si mamá promete, cumple! ¡Qué pregunta!

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