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En su borrachera la persona pierde la razón y el entendimiento y le parece que no necesita a Dios, bendecido sea.

Pero un verdadero jasid sabe tomarse un trago y decir ‘lejaim’ sin emborracharse

“Enrojecidos sus ojos de vino” [Bereshit 49:12]

El vino saca a la persona de su razonamiento ordinario y descubre los poderes ‘circundantes’ del alma

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