A partir de estos dos “sinónimos” de “educación”, jinuj y hadrajáh , se derivan dos substantivos Hebreos, mejanej y madrij , que literalmente se traducirían como “educador” y “guía”. Siguiendo nuestra nueva comprensión de estos dos términos, podríamos traducir mejanej como “iniciador” (es decir, un individuo que actúa como fuente espiritual) y madrij como “integrador”.
El Quinto Rebbe de Lubavitch, Rabí Shalom Dov Ver, dijo en una ocasión: “El Ba’al Shem Tov [el fundador del Jasidut] es el primero entre los Mejanjim; Rabí Schneur Zalman [el fundador del Jasidut de Jabad] es el primero entre los Madrijim.”
Así, el Ba’al Shem Tov se considera el inspirador por excelencia, mientras que Rabí Schneur Zalman de Liadi manifiesta la quintaesencia de la cualidad de integración. Como veremos a lo largo del nuestro libro, la identificación de estas figuras insignes del judaísmo con cada una de las dos facetas de la educación nos será inmensamente valiosa para la comprensión de la distinción entre inspiración e integración.
Otro dicho 1 del Rabí Iosef Itzjak Schneersohn, el Sexto Rebbe de Lubavitch, refleja esta relación y arroja luz sobre la misma: “El Baal Shem Tov nos mostró c ó mo deberíamos servir a D-os, y Rabí Schneur Zalman nos mostró cómo somos capaces de servir a D-os.”
A través del ejemplo personal, el Baal Shem Tov inspiró a discípulos a través de las generaciones, para mostrar que incluso en los tiempos en que la consciencia de lo Divino está distante o ausente, siempre es posible servir a D-os. Entre sus discípulos, Rabí Schneur Zalman en particular tomó sobre sí la tarea de integrar la conducta inspiradora y el mensaje a cada individuo del Baal Shem Tov 2. Podríamos reformular el dicho anterior diciendo: “El Baal Shem Tov nos inspiró para servir a D-os; Rabbí Schneur Zalman nos enseñó cómo convertirnos en siervos de D-os.” 3
La parashá de la Torá que se lee en la fecha más cercana del nacimiento de ambos personajes, el 18 de Elul, es Ki Tavo , que empieza con las palabras: “Cuando entres a la tierra…” 4. Los Sabios nos explican que siempre que la Torá nos pide “entrar” en algo –sea entrar en la Tierra de Israel, o introducir una vasija en agua para la purificación ritual- debemos hacerlo de forma total 5. El Rebe de Lubavitch explicaba 6 que lo mismo también es cierto aplicado a temas psicológicos o espirituales, especialmente cuando está involucrado un nivel más elevado de percepción. Sin una inmersión total, no se puede conseguir nada. Incluso si el cuerpo está situado físicamente en el nuevo ámbito, mientras la mente permanezca fuera, el esquema mental de su consciencia seguirá sin cambios 7.
La Torá utiliza un proceso de dos fases para describir el acto de “entrar en la Tierra”. La primera fase es el propio acto de traspasar la frontera de la tierra, mientras que el segundo se identifica con el asentamiento y la herencia de la tierra 8. Estas dos fases son un bello paralelo de la secuencia de inspiración e integración, así como del trabajo del Baal Shem Tov y Rabí Schneur Zalman, respectivamente. Juntas, la inspiración (que se origina desde arriba, en el reino espiritual) necesaria para cruzar los límites y entrar en la Tierra de Israel y el vigor (arraigado abajo, en el reino físico) requeridos para asentarse en la tierra y perdurar en ella, comprenden una experiencia de “inmersión completa”.
Explican los Sabios que la revelación de la santidad inherente a la Tierra de Israel depende del cumplimiento de los mandamientos que acompañan a las dos fases de entrar y asentarse en la tierra. Como tal, el trayecto hacia el interior de la Tierra de Israel es un trayecto hacia lo sagrado. De forma similar, cada trayecto de crecimiento espiritual debería ser entendido como un trayecto con el objetivo de aumentar la “santidad” individual del estudiante. Una bella historia, protagonizada por Rabí Menajem Mendel, el Rebe de Vitebsk, quien, junto con sus seguidores, unas doscientas personas, inmigró a la Tierra de Israel en el siglo XVIII, asentándose primero en Safed y luego en Tiberias, ilustra este tema:
“Un día, después de haber vivido en la Tierra de Israel durante muchos años, el Rebe reunió a sus discípulos y les encargó preparar una celebración. Bebieron y cantaron y bailaron con gran fervor toda la noche, sin saber por qué les había dicho que la hagan la celebración. Cuando más tarde le preguntaron el motivo, les respondió con una historia: ‘Cuando era un muchacho, anhelaba tan intensamente la Tierra Santa que cada vez que oía que un emisario de Tierra Santa estaba en la ciudad, corría hasta él y le rogaba que me hablara sobre la santidad de la tierra. Inevitablemente, me describía las ciudades Sagradas: Ierushalaim, el Muro, Hebrón y la Cueva de Majpelá, Tiberias y el Mar de Galilea, y Safed y su inspirador aire de montaña, impregnado con las almas de los místicos. Después de oír todo esto, yo les preguntaba: ‘¿Y no hay nada más? ¡Tiene que haber más!’ Un día, uno de los emisarios me dijo: ‘Veo que verdaderamente anhelas conocer los secretos de la Tierra de Israel y su santidad. Cuando cada piedra, cada brizna de hierba, se convierta en santa para ti; cuando veas cada árbol y cada manantial como emanaciones de santidad; cuando las montañas, los desiertos y los bosques revelen cada paso realizado sobre ellos y todos los pensamientos encerrados en su esencia, entonces podrás empezar a entender la santidad de la Tierra de Israel.’
‘Hoy, después de todos estos años [viviendo aquí], estaba rezando en las colinas de Safed y empecé a ver y sentir la santidad emanando de cada roca y brizna de hierba. Y entonces supe que finalmente había llegado.”
Comparar la educación con la ascensión a la Tierra de Israel nos permite adquirir una nueva comprensión del tipo de dificultades que ello comporta.
En la Torá, Moshé y Iehoshúa dirigieron juntos el proceso de ascensión. Ambos se enfrentaron, como relata la Torá, con inmensos desafíos en sus relaciones con Bnei Israel. Así como el Baal Shem Tov generaciones después 9, Moshé fue elegido para inspirar a Bnei Israel con una nueva comprensión de su identidad (a través de la transmisión de la Torá). Pero dado que el proceso de ir entrando en nuevos niveles de consciencia y la perspectiva de cambios, exige una eliminación de todas las presunciones, expectativas y hábitos previos, a Moshé se le ordenó conducir al pueblo a través de las yermas tierras del desierto 10. Limpiar totalmente lo viejo es siempre un pre-requisito para poder entrar en un nuevo nivel del ser. La imaginaria seguridad de una auto-percepción estancada forma una barrera muy real de cara al cambio 11. Los cuarenta años vagando por el desierto sirvieron precisamente para ese propósito.
Aunque Moshé condujo a Bnei Yisrael a través del desierto y los llevó a las orillas del Jordán, la mismísima frontera de la Tierra Prometida, él mismo no sería su guía en la entrada de la Tierra. Iehoshúa, el fiel discípulo de Moshé, cargó con el liderazgo del pueblo para entrar en la Tierra Prometida. Los primeros pasos de Iehoshúa como líder fueron atravesar el Jordán 12, lo cual es descrito con un lenguaje sumamente inspirador, casi poético, como en el relato de la conquista de la primera ciudad, Jericó. De todas maneras, inmediatamente a continuación, tiene lugar una seria derrota en la ciudad de Ai.
Así es todo crecimiento y cambio. Es fácil experimentar la excitación de la iniciación y sentirse inspirado para cambiar la propia vida con el propósito de acomodarse a nuevas verdades y comprensiones. Pero sin embargo, incluso esos ajustes en el estilo de vida y hábitos personales que de entrada parecen tan importantes, pueden resultar de hecho meramente superficiales. A menudo nos espera un brusco despertar, que nos “sacude” descubriendo que aún no hemos entrado totalmente en aquella “tierra” nuestra que pensábamos. La causa subyacente de este fracaso es la falta de un firme compromiso de nutrir nuestros conocimientos que acabamos de adquirir.
Por ejemplo, un padre lee un nuevo libro sobre la disciplina de los niños, e inmediatamente se ve inspirado por una nueva estrategia que funciona a través de evitar las amenazas o de alzar la voz. Prueba con sus hijos la nueva estrategia, e inicialmente –quizá porque los niños tienen un día especialmente cooperativo- efectivamente parece funcionar. Pero pese al éxito inicial, si algo parece no ir bien del todo, al primer signo de problemas, el padre se frustra, pierde la compostura y encuentra imposible usar la nueva estrategia. El fracaso en integrar en un todo cada parte del sistema, demuestra que había niveles de “paternidad” que no habían sido afectados todavía por la nueva estrategia inspiradora. Al afrontar la estrategia con ambivalencias, no se vieron afectados por el proceso de iniciación y por lo tanto no compartieron la meta común de cambiar. Estos niveles de la persona permanecieron inalterados y desmotivados, y continúan identificándose con las viejas, familiares y habituales formas de afrontar la situación. A consecuencia de que la iniciación no fue completa, la subsiguiente fase de integración no tuvo éxito.
La segunda fase de la llegada a la Tierra de Israel tiene relación con la tarea de asentarse en la tierra. Esto incluye la dura labor de construir hogares, labrar campos, plantar árboles, establecer un gobierno, etc. Esta es la fase de integración – el proceso en enraizamiento. Psicológicamente, esto exige que cada aspecto de la persona – desde el ámbito físico al espiritual – se adapte a la nueva tierra o situación.
Y es aquí donde el educador religioso o el mentor espiritual pueden ser de más ayuda al estudiante que busca un crecimiento lleno de sentido, aclarando temas y dándole ánimo. Frecuentemente, un consejo como éste está basado en la premisa de que los cambios en el carácter pueden ser facilitados estudiando lo que la Torá dice sobre el problema, así como rectificando y perfeccionando la tarea espiritual específica (mitzvá) que se relaciona con esa cualidad o cambio que el estudiante busca conseguir. La adaptación completa se hace posible combinando el estudio de la Torá con el cumplimiento de los mandamientos y la oración.
NOTAS
1 Ver Likutei Sijot , vol. 19, pp. 246, 256 del Rebe de Lubavitch; basado en Hatamim , nº 2, p. 58 y en Sefer Hamaamarim 5708, p. 292 de Rabí Iosef Izjak Schneersohn.
2 Incluyendo aquellos definidos como “intermedios” ( beinonim ) en su obra principal, el Tania.
3 Una de las más sorprendentes y novedosas explicaciones de Rabí Shneur Zalman en su obra central, el Tania , se refiere al individuo “intermedio” — el beinoni —, remite al pasuk “Y verás la diferencia entre quien sirve a D-os y aquel que no Lo sirve” (Malají 3:18); ver capítulo 15 del Tania . Esta nueva interpretación ilustra la importancia que él atribuía a integrar cualidades positivas en el carácter y la psiquis del estudiante.
4 Devarim 26:1. Para más información sobre la importancia de la parashá semanal de la Tora para cada acontecimiento de la semana, ver capítulo 4.
5 Julin 33b. Este principio sirve como principal fuente en la Torá para el tratamiento filosófico moderno de “totalidad”, cuando se interpreta como una experiencia existencial por Emmanuel Levinas, especialmente en su obra Totalidad e Infinito.
6 Ver Likut Le’jai Elul , 5737; Likutei Sijot v. 19, pp. 255 y siguientes.
7 “Esquema mental” aquí hace referencia no sólo a la comprensión de la persona, sino también a su ser emocional y psicológico. Un cambio permanente requiere intervenciones emocionales además de las intelectuales y físicas. En esta línea el Ba’al Shem Tov explicaba que de cara a entrar a rezar en una sinagoga, que veremos es la actividad clave para promover el cambio, uno debe entrar con amor y con temor, dos emociones básicas del corazón. Ver Keter Shem Tov , § 36.
8 El propósito último de entrar en la Tierra de Israel era construir “na morada aquí abajo” para D-os ( Midrash Tanjuma , Naso ). Observemos cómo la palabra traducida como “lugar de residencia” es דִירָה , dirá , la cual proviene una de las raíces secundarias de dos letras de hadrajá (ver el Ensayo Complementario A, p. XXX). Así, el hecho de que D-os entre y resida en Su “hogar”, el Templo, puede ser entendido como un proceso de inspiración e integración (ver Zohar III, 262b; Ta’anit 5a). De hecho, la palabra hebrea que describe este hecho respecto a la Presencia Divina es hashraá ( הַשְרָאָה ), que conlleva ambos significados “inspiración” y “morar”.
9 El nombre completo del Baal Shem Tov en hebreo, , יִשְרָאֵל בַּעַל שֵם טֹוב numéricamente equivale a 1000 – el número de “luces” de energía (inspiradora) entregadas a Moshé en el Monte Sinaí. 1000 es también el valor numérico de וָתִיק תַּלְמִיד , talmid vatik , “estudiante experimentado o de años”, de quien nuestros sabios ( Talmud de Ierushalaim Peiá 2:4) dicen: “todo lo que innova un estudiante antiguo ya fue dado a Moshé en el Monte Sinaí.” El Baal Shem Tov, en particular, se considera un ejemplo de “extensión de Moshé en cada generación” ( Tikunei Zohar 69 [112a y 114a]).
10 En esencia, entrar a la Tierra de Israel es una forma de teshuvá (literalmente: “retorno [a D-os]”). Las diversas formas gramaticales de teshuvá que aparecen más a menudo en el Tanaj tienen que ver con el retorno del exilio del pueblo judío a la Tierra de Israel. Así, entrar en la Tierra de Israel ( aliá ) en su sentido más profundo es la manifestación definitiva del retorno a D-os ( teshuvá ), cuando ello forma parte de una experiencia total de entrar en un estado del ser totalmente nuevo.
11 “Educación” ( jinuj ) en hebreo tiene la misma raíz de dos letras que la palabra “aplastar” o “golpear” ( naj ) debido a que una iniciación verdadera y completa debe romper con lo viejo, haciendo lugar para lo nuevo. Incluso un tzadik (una “persona santa y recta”), una vez entra en Israel, debe despojarse de sus poderes de inspiración Divina que tenía y comenzar totalmente de nuevo en Tierra Santa. Se explica en el Talmud ( Bava Metzia 85a) que Rabí Zeira ayunó hasta que olvidó la metodología de aprendizaje en las academias de Babilonia para poder ser iniciado en la metodología de las academias de la Tierra de Israel.
12 Iehoshúa 3:5 a 4:24.