Los Regalos de Abraham al Oriente

Por Rabi Shimón Bar Iojai. Traducción al inglés y comentarios de Simja Shnuel Treister 

Lo que uno persigue en este Mundo dirige el sendero de su alma a medida que asciende los reinos espirituales. 

Rabi Akiva abrió su discurso con las palabras: “¿Quién ascenderá la montaña de Dios y estará en Su lugar sagrado?” (Salmos 24:3) Vengan y vean: Las personas en el mundo no reparan en el motivo por el cual están en este mundo. Sus días pasan y se presentan ante el Santo Bendito Sea. Esto sucede con cada uno de los días que la persona vive en este mundo. Cada día es creado por Él, e incluso luego de que uno se ha ido de este mundo, sigue presente ante Dios espiritualmente. ¿De dónde aprendemos esto? Del verso: “En Tu libro todas las cosas están escritas, todos los días formados”. (Salmos 139:16) Cuando llega el momento de que la persona se vaya de este mundo, entonces todos aquellos días se acercan y suben ante el Rey en lo Alto como está escrito: “Los días del Rey David se acercan a su muerte” (Reyes I 2:1) y “Los días de Israel se acercan a su final” (Génesis 47:29). 

Todos y cada uno de los días permanecen eternamente… 

Cuando una persona está en este Mundo, no recapacita ni medita acerca de por qué está vivo ni cuál es su propósito en este Mundo. Al contrario, piensa en que todos sus días pasan carentes de significado, sin que exista otra realidad más que la percibida con sus cinco sentidos, ni que sus actos tengan consecuencias permanentes. Esto no es cierto, porque todos y cada uno de los días permanecen eternamente. Cuando el alma se va de este mundo físico, no sabe cuál es el camino por el cual será llevado, porque el sendero del Gan Eden donde brillan las almas justas no es conocido por todos. Según la manera en la cual la persona se condujo en este Mundo, determina el lugar al cual su alma será llevada luego que deje el reino material. Aquello que buscó en este Mundo determina la fuerza que atraerá a su alma a medida que asciende en los reinos espirituales. 

Rabi Aba continuó: Un día, cuando estaba viajando, estuve en una ciudad y encontré cierta gente de India. Me contaron algo acerca del conocimiento antiguo que se encuentra en sus libros de sabiduría (basado en los nombres del lado no sagrado que les fueron enviados por Abraham, en un intento de ayudarlos a superar su tendencia a la idolatría). Se me mostró un libro donde estaba escrito que la dirección hacia la cual la persona dirige su deseo en este Mundo, atrae hacia él una fuerza espiritual desde los alto. Este espíritu es semejante a su deseo de alcanzar un objetivo al cual está aferrado en este Mundo. 

La esencia de esta enseñanza es aferrarse con palabras y acciones y meditación de todo corazón al objeto deseado… 

Si su deseo está dirigido hacia algo elevado y sagrado, atrae eso desde los reinos espirituales. Si su deseo es aferrarse a las fuerzas de la impureza [es decir, los deseos provenientes del ego] y hace de esto su foco de meditación, entonces atrae eso hacia él desde lo alto. Me dijeron que la esencia de esta enseñanza es aferrarse con palabras y acciones y meditación de todo corazón al objeto deseado, y al hacer esto, atrae poder también de ese lado al que se ha aferrado. He encontrado en este libro ritos y ceremonias relacionadas con la idolatría de las estrellas y las constelaciones y los mantras que deben ser entonados en su adoración. También había instrucciones sobre cómo concentrar la voluntad de una persona en ellas para atraer esas fuerzas hacia sí. 

El mismo principio se aplica a quien quiere aferrarse al espíritu sagrado superior. Es a través de la acción acompañada de palabras y meditación ferviente dirigida hacia una cosa en particular, de tal manera que puede atraer una fuerza desde lo alto y aferrarse a ese objeto. También agregaron que en la forma en que la persona se va a dirigir en este Mundo, así será llevado luego que parta de este Mundo. La misma cosa a la que se ha aferrado en este Mundo es la que busca en ese mundo. Si a lo sagrado, entonces se aferrará a lo sagrado; si en impureza, se aferrará al lado impuro. Si es atraído por lo sagrado, entonces es conducido a ese lado, y se unirá a él en los planos espirituales. Es de hecho un sirviente entre los demás ángeles. De esta manera es agregado a los reinos espirituales y se ubica entre aquellos seres sagrados como está escrito: “entonces te haré caminar entre aquellos que están frente a Mí” [Zejariá 3:7). 

De la misma manera, si uno fue tras lo impuro en este mundo, es conducido a ese lado y se lo hace unir a ellos y ser como ellos. Estos son llamados “pestes”, causando daño y terror a la humanidad. Cuando sus espíritus dejan este Mundo es conducido al Guehinom , el lugar donde es juzgado junto con aquellos a los que se han profanado a ellos y a su espíritu. Luego se vuelve uno de ellos y dañan y aterrorizan el mundo como ellos lo hacen. 

Los hijos antiguos del Este eran sabios; heredaron la sabiduría que Abraham envió con los hijos de sus concubinas… 

Les dije: “hijos míos, estas son palabras similares a las de la Torá”. Pero deben mantenerse apartados de estos libros, para que no sean llevados por mal camino por esas formas de adoración y todas esas fuerzas negativas que son mencionadas allí, y sean desviados de adorar al Santo Bendito Sea. Estos libros confunden a la persona. Los hijos antiguos del este eran sabios; heredaron la sabiduría que Abraham envió con los hijos de sus concubinas, como está escrito: “Abraham dio regalos a los hijos de sus concubinas y los envió al oriente a India, lejos de su hijos Itzjak mientras que estuvo vivo. Con el paso del tiempo derivaron muchos caminos erróneos con esa sabiduría. 

Esto no les sucedió a los descendientes de Itzjak y los herederos de Iaakov, como está escrito: “Y Abraham le dio todo lo que tenía a Itzjak”. Esta fue la porción sagrada de fe a la cual Abraham también estaba aferrado y que dio origen a la herencia de Iaakov, de quien está escrito: “Y por cierto Dios se paró sobre él y dijo ‘Yo soy el Señor, Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Itzjak”. Y además está escrito: “Y ahora escucha, Iaakov mi sirviente, e Israel a quien he elegido” (Ishaia 44:1). Por eso es apropiado que la persona vaya tras el Santo Bendito Sea, como está ordenado: “Lo Servirás, y a Él te aferrarás”. (Deuteronomio 10:20) 

La persona que merece ascender carece de orgullo e hipocresía… 

Vengan y vean, el verso con el cual comenzamos nuestro discurso: “¿Quién ascenderá la montaña de Dios, y quién se parará en Su santo lugar?”, se está preguntando aquí quién será digno de ascender al Jardín del Edén espiritual. Luego continúa dando la respuesta: “aquel de manos limpias y corazón puro”. “Manos limpias y corazón puro” es una descripción de los esfuerzos e intentos físicos y espirituales de la persona. Tal persona se cuidó del poder de su mala inclinación y no se profanó transformándose en un vehículo de las fuerzas impuras. Ha alejado su corazón y su mente de esas causas negativas y se dirigió en cambio hacia el servicio del Santo bendito sea. 

El verso continua y agrega: “Ha envanecido su Nefesh con falcedad”. “Su Nefesh [ nafshó en hebreo]” es la forma en que está escrito el verso, pero la pronunciación tradicional de la palabra es “Mi nefesh” [ nafshí ], que significa “mi fuerza de vida”, que es la sefirá de Maljut , la manifestación de Divinidad en este Mundo por medio de aquellos tales como del rey David, quien representó al Reinado [ maljut ] en base a su fe completa en Dios. “ Nafshó ” representa la verdadera fuerza de vida [física] de cada persona. 

Entonces el verso se refiere a dos niveles de trabajo. La persona que es digna de ascender carece de orgullo y falsedad y también reconoce la manifestación de la voluntad de Dios en las cosas que suceden a su alrededor. Cuando esa persona parte de este Mundo, su Nefesh asciende acompañada por todos los trabajos y preceptos positivos que ha realizado. Esto le brinda la posibilidad de manifestarse entre las almas sagradas, como está escrito: “Caminaré ante el Señor en las tierras de la vida”. Y como resultado de no haber “envanecido su fuerza de vida con falsedades”, entonces “recibirá bendiciones del Señor” (Salmos 24:5).

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