La Vela de Janucá – Rabino Ishaiahu ben Abraham Horowitz

El rabino Ishaiahu ben Abraham Horowitz, 1555-1630, conocido como el Shlá hakadosh por su obra Shnei lujot habrit, “Las Dos Tablas del Pacto”, en la porción de la Torá de Vaieshev dice que hay una conexión entre los días festivos, las fechas especiales del año y las partes de la Torá que leemos durante o alrededor de esas fechas. Este concepto sirve como un principio básico que fue desarrollado más aun en muchas obras sagradas. En este sentido, se ha escrito mucho sobre las conexiones entre la festividad de Janucá y las porciones de la Torá que leemos durante su celebración, que se centran en Iosef y sus hermanos.

En cierto sentido, el clímax de la historia de Iosef y sus hermanos llega cuando les revela su identidad. El Zohar compara la revelación altamente dramática de Iosef a sus hermanos con la entrega espectacular de la Torá en el Monte Sinaí. Iosef abre su revelación con las palabras “Ani Iosef”, “Yo soy Iosef”, similar a cómo Dios se revela a la Nación de Israel en la Entrega de la Torá, comenzando con las palabras “Anoji Havaiá”, “Yo soy Dios”. La conmoción que los hermanos experimentaron con la revelación de Iosef, presagia realmente la tremenda reacción de los hijos de Israel en el Monte Sinaí cuando Dios se les revela, como dice el Talmud: “con asombro, con miedo, con temblor y con estremecimiento”.

La frase completa que dijo Iosef fue: “Yo soy Iosef. ¿Todavía mi padre vive?” A pesar de que Iosef ya había escuchado de sus hermanos que Iaacov estaba vivo, su pregunta expresa su conexión esencial con su padre, una conexión descrita por los sabios con las palabras: “Todo lo que sucedió con uno le sucedió al otro”. El descenso mismo de Iosef a Egipto comenzó cuando su padre lo envió a una misión (que aceptó con celeridad a pesar del peligro involucrado) y fue “la imagen del rostro de su padre” que lo protegió en sus juicios con la esposa de Potifar.

¡Y oh sorpresa! Las palabras hebreas para

“Yo soy Iosef, ¿Todavía mi padre vive?”

אֲנִי יוֹסֵף הַעוֹד אָבִי חָי, Ani Iosef, haod avi jai

Suman exactamente igual a la

“vela de Jánuca” – נֵר חֲנֻכָּה – ner Jánuca)!

Las 36 (lamed vav לו) velas de Jánuca corresponden a los 36 tzadikim, justos. Cada vela cuenta la historia de un tzadik, a quien escuchamos al contemplar la vela. (Esta es una manera de entender lo que significa “ver los sonidos” como sucede en la Entrega de la Torá). El tzadik por excelencia, la cabeza y la fuente de todos los tzadikim es Iosef, “el tzadik fundamento del mundo”. Cada vez que hacemos la bendición sobre las velas de Jánuca, podemos centrarnos en la revelación de Iosef el Tzadik.

El valor numérico idéntico de ambos, “Yo soy Iosef, mi ¿padre todavía vive?” y “la vela de Janucá”, está insinuado en otra característica de Janucá: la luz y el calor. Donde quiera que esté el Baal Shem Tov, que amaba mucho Januca, pedía que se agregara más luz. Cuando todavía era un maestro asistente de Torá para los niños pequeños del jeider, solía poner su mano sobre el corazón de cada niño y lo bendecía diciendo “Que seas un judío cálido” (שתהיה יהודי חם, shetihié iehudí jam). ¡Y otra maravilla, “judío cálido” (יְהוּדִי חַם, iehudí jam) es igual a Januca (חֲנֻכָּה)!

Las velas de Janucá solo se pueden encender desde la puesta del sol “hasta que no haya más transeúntes en el mercado” (עַד שֶׁתִּכְלֶה רֶגֶל מִן הַשּׁוּק, ad shetijlá reguel min hashuk). Según las técnicas meditativas utilizadas por el rabino Abraham Abulafia (cabalista, 1240-c. 1291), que juega con diferentes permutaciones de versos y frases de los sabios, las palabras “transeúntes del mercado” (רֶגֶל מִן הַשּׁוּק) pueden transformarse en “la nieve del frío” (שֶׁלֶג מִן הַקּוֹר).

Esta técnica revela que las velas de Janucá que encendemos en público, y que se pueden ver durante la noche, están destinadas a iluminar y calentar la oscuridad y el frío de las largas noches del mes de TevetDe hecho, “vela de Janucá” (נֵר חֲנֻכָּה, ner Jánuca) es igual a “nieve”, שֶׁלֶג, sheleg. Esto ilustra la manifestación de los 13 atributos de misericordia, el secreto de: “Sus vestiduras son como la nieve blanca” y derrite la nieve helada de las klipot jitzoniot, cáscaras externas.

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