ESTO TAMBIÉN ES PARA BIEN

¿Qué se esconde bajo el serio rostro del Mes de Av y el 9 de Av y cómo se convierte en un mes de consuelo? Un viaje tras la novena letra del alef-bet y el tesoro que en ella se esconde

En contraste con todos los meses del año que saludamos con alegría, parece que el mes de Av es un invitado no deseado, como enseñan los sabios: “Cuando llega Av, nuestra alegría disminuye”.[1] Pero, la verdad es que es en este mes en particular que nos espera una tarea fascinante que es más importante que cualquier otra: convertir nuestro duelo por la destrucción en consuelo, como prometió el Profeta: “El ayuno del cuarto [el decimoséptimo de Tamuz] y el ayuno del quinto [el Noveno de Av]… serán para la casa de Judá [un tiempo de] regocijo y felicidad y de hermosas festividades”.[2] Por eso tenemos la costumbre de nombrar este mes “Menajem Av” (“el Consuelo de Av”), para infundirlo desde el principio de un gozoso consuelo. Además, en Jasidut, el dicho mencionado anteriormente se interpreta de la siguiente manera: “¡Cuando llega Av, disminuimos – ¡en alegría!”, es decir, disminuimos nuestros problemas no deseados a través de la alegría.[3] Esta interpretación sorprendente requiere una explicación más detallada: ¿cómo lo hacemos exactamente? ¿De qué hay que alegrarse?

Como de costumbre, podemos meditar en la esencia del mes contemplando la letra con la que fue creado, como enseña la sabiduría cabalística. Este método es particularmente pertinente para este mes, ya que Av (אַב), deletreado alef-bet (א-ב) es la primera palabra significativa de dos letras creada a partir de las letras del alef bet. Esta es una clara indicación de que toda la serie de letras es significativa aquí. También es interesante advertir que el libro del Tanaj asociado con el mes de Av – el Rollo de las Lamentaciones – es el único libro del Tanaj en el que la mayoría de sus versos siguen un orden alfabético. Los sabios incluso se preocuparon por explicar este fenómeno: “¿Por qué fueron afligidos por el alef-bet ? Porque transgredieron la Torá que fue dada con el alef-bet .”[4] Además, el número de días “entre aflicciones”, es decir, entre el 17 de Tamuz y el 9 de Av (incluidos esos dos días) es veintidós, cada día correspondiente a una de las veintidós letras del alef-bet .

La buena letra

El mes de Av fue creado con la letra tet (ט). En pocas palabras, esta letra, cuyo valor numérico es 9, alude al 9 de Av, el día más significativo del mes. Pero eso no es todo. El significado interior de cualquier letra se puede deducir de su primera aparición en la Torá, ya que la Torá es el “plano” de la Creación. La letra tet aparece por primera vez en el verso, “Y Dios vio que la luz era buena” como la letra inicial de la palabra “bueno” (טוֹב). Esto prueba que la letra tet es aparentemente una muy buena letra. De hecho, el Talmud afirma que ver la letra tet en un sueño es un buen augurio porque su primera aparición en la Torá es en la palabra “bueno”.[5]

Esto también explica por qué ni la palabra “bueno” (טוֹב), ni la letra tet (ט) aparecen en el texto de los Diez Mandamientos como aparecen en Éxodo: “¿Por qué no se menciona la palabra ‘bueno’ en las primeras Tablas? Debido a que eventualmente se romperían [y luego] Dios no lo quiera, la bondad se detendría para el pueblo judío”.[6] Por el contrario, en los Diez Mandamientos tal como aparecen en Deuteronomio, la palabra “bueno” sí aparece en la frase, “Para que sea bueno para ti ”,[7] ya que esta es la versión que fue escrita en el segundo juego de tablas, que no se partieron. Esto significa que la letra tet y la palabra “bueno” son adecuadas para aparecer sobre algo que tiene una existencia continua, y no sobre algo transitorio que se romperá. Este es también el significado literal de las palabras, “Y vio Dios que era bueno”: Dios quería que la Creación existiera.

Entonces, es bastante sorprendente que el mes de Av sea el mes que se creó con la letra tet, la “buena” letra, porque el 9 de Av tuvieron lugar los eventos más severos en la historia del Pueblo Judío: el pecado de los espías, la muerte de la generación del desierto durante cuarenta años, la destrucción de ambos Templos y muchos otros pesares y problemas; incluso algunos que tuvieron lugar en nuestra generación actual. Todo está destrozado y destruido, como el primer juego de Tablas (que ya estaban destrozadas el 17 de Tamuz), y ¿qué puede haber de bueno en eso?

Bondad oculta

La explicación está oculta dentro de una expresión única en el Zohar, “Su bondad está oculta dentro de él”. Este es el significado de la forma de la letra tet (ט), que se asemeja a un recipiente que gira hacia adentro y que parece estar apuntando a un punto oculto en su interior. Este es el punto oculto de bondad, que debemos llegar a ser lo suficientemente dignos de revelar.

Entonces, algo realmente bueno se esconde dentro del mes de Av, pero necesitamos un talento especial para poder integrarlo. Aquí llegamos al talento espiritual del alma que está asociado con Av en particular – el sentido del oído. Esto contrasta con el mes de Tamuz que lo precede, que está asociado con el sentido de la vista. Además, de las doce tribus, la tribu asociada con el mes de Av es la tribu de Shimon (שִׁמְעוֹן; de la raíz ש-מ-ע, “escuchar”), quien fue llamado explícitamente por el sentido del oído, como su madre Lea dijo: “Porque Dios ha escuchado que soy menospreciada”.[8]

Cuando vemos algo, no tenemos dudas sobre su autenticidad, nos convertimos en testigos oculares para percibir instantáneamente la esencia del asunto, como se enfatiza con respecto al Éxodo de Egipto y la Entrega de la Torá, de la cual la Torá dice: “ Tú has visto”,[9] “Nos has mostrado para que sepamos”.[10] Pero, oír no es una experiencia directa; más bien, es la intercepción de un eco distante (es decir, el movimiento de las ondas de sonido que se mueven a través del aire para golpear nuestros tímpanos), como llegar a conclusiones a partir de pruebas circunstanciales en lugar de a partir de pruebas contundentes ante los propios ojos. De hecho, el Talmud afirma que “el oído no debe ser mayor que la vista”.[11] Sin embargo, la letra tet y la palabra “bueno” (טוֹב) sí aparece en el contexto de la vista, “¡Y vio Dios que la luz era buena”! Los sabios explican que el Todopoderoso vio que el mundo no era acreedor de una luz tan grande, por lo tanto, “se detuvo y la cubrió”.[12] Esto prueba que la verdadera bondad de la letra tet está oculta y ya no se puede ver. Por lo tanto, solo podemos oír hablar de ello.[13]

Cuando todo es claro y revelado, podemos ver la buena luz, como durante la era dorada cuando se entregó la Torá o durante la era cuando se construyó el Templo. Pero, cuando llegamos a los días oscuros en que las Tablas se rompen y el Templo es destruido y estamos en el exilio, entonces el sentido de la vista es bloqueado, “Él me ha puesto en tinieblas, como a los muertos del mundo”[14]. “Por esto se nublaron nuestros ojos”.[15] Pero, incluso en momentos como estos, uno puede sentir la bondad oculta, y aunque no podemos percibirla, podemos escucharla, como una voz suave que resuena desde dentro de las ruinas.

El sabio optimista

Entonces, creemos que hay algo bueno incluso en un momento de destrucción, pero ¿qué es ese bien? Para entender de qué se trata, necesitamos relatar una historia sobre un gran sabio judío, que se llamaba “Najum de Gamzu”, llamado así porque decía sobre todo lo que le sucedia, gam zu l’tová, “Esto también es para bien” (גַם זוּ לְטוֹבָה).[16] Y así cuenta la historia: una vez, hubo la necesidad de traer un regalo de apaciguamiento al emperador romano. Eligieron a Najum de Gamzu como emisario y lo enviaron con un cofre lleno de piedras preciosas y perlas. En el camino, Najum se quedó a dormir en una posada y por la noche el posadero robó el tesoro y en su lugar llenó el cofre con polvo. Cuando Najum se dio cuenta de esto, dijo: “Esto también es para bien…” Cuando llegó al emperador, el emperador vio el “regalo” que los judíos le habían enviado y quería matarlo. Una vez más, Najum dijo: “Esto también es para bien…”. Entonces intervino Elías el Profeta, que había sido enviado del Cielo bajo la apariencia de uno de los ministros, le dijo al rey: “Tal vez este es el polvo asombroso con el que que Abraham, su antepasado, lucharía contra su enemigo, y que se convertiría en espadas y flechas. El emperador probó el polvo y descubrió que efectivamente era un arma milagrosa. Entonces el emperador ordenó que llenaran el cofre con piedras preciosas y perlas y despidieron a Najum con gran respeto (el resto de la historia y lo que le sucedió al malicioso posadero se puede encontrar en el Talmud[17]).

Najum de Gamzu creía con plena fe que en el mismo momento en que todo parecía malo, realmente era lo mejor, y que a través de esta vía en particular vendría la bondad genuina. Se relata además que Najum padeció de un dolor terrible, pero se regocijó en él, porque en su alto nivel espiritual, reconoció la bondad que le otorgaba su dolor, y la bondad que en él estaba escondida. Así es también con respecto a la destrucción del Templo y todos los descensos y las catástrofes del mes de Menajem Av. El consuelo viene al ver las cosas a través del prisma de Najum (de la misma raíz que Menajem y “consuelo”; נ-ח-ם), cuando podemos decir de todo corazón que “esto también es para bien. Hay una bondad oculta en la destrucción del Templo porque viene de Dios para “despejar el escenario” para el tercer y eterno Templo, como en la definición de la ley judía que prohíbe en Shabat, “la demolición con el objetivo de reconstrucción”[18] es decir, demoler un edificio para permitir la construcción de un edificio mejor que el anterior.[19]

En terminología Jasídica, el 9 de Av alcanzamos el punto de “nada” por cuyo poder nace un nuevo nivel de realidad que, como la desintegración de una semilla antes de que comience a crecer, no puede aparecer mientras la antigua realidad permanezca en la existencia. De esto podemos entender que el servicio que se requiere de todos y cada uno de nosotros para alcanzar la bondad oculta del Noveno de Av es estar en el nivel de “nada”, es decir, adoptar completamente el atributo de bajeza positiva, como decimos al final de la oración de Amidá: “Y mi alma sea como polvo para todos”. Este es el secreto del polvo de Abraham, porque dijo de sí mismo: “Y yo soy como polvo y ceniza”,[20] y ese es el polvo que le fue revelado a Najum de Gamzu. La destrucción y muerte del Noveno de Av nos lleva a la nada tras la cual puede florecer una nueva realidad. Sin embargo, si actuamos según el atributo de humildad como el polvo, podemos ahorrarnos todos estos problemas y podremos renovarnos verdaderamente sin muerte ni dolor.[21]

Feliz cumpleaños

Podemos completar nuestra comprensión de la bondad oculta volviendo a la letra tet, cuyo valor numérico es 9. “¿Quién sabe nueve?” preguntamos en la noche del Seder y la respuesta es “Nueve meses de parto”. Por lo tanto, podemos meditar en los primeros nueve días del mes de Av como si fueran nueve meses de embarazo en los que cada mes se reduce a un día.

El momento de inicio del embarazo es el primer día de Av (Rosh Jodesh), el día conmemorativo del fallecimiento de Aharon, el Sumo Sacerdote, “En el mes quinto, el primer día del mes”[22] (el único día conmemorativo que se menciona explícitamente en la Torá). A primera vista, este fue un evento triste, ya que la Torá relata cómo todo el pueblo judío lloró después de la muerte de Aharon. Pero, en verdad, la muerte de un tzadik (individuo justo) marca el comienzo de una nueva etapa aún mayor en su influencia sobre el Pueblo Judío. Como se afirma en el Zohar que cuando un tzadik deja este mundo, se hace más presente en todos los mundos de lo que estuvo durante su vida, ya que su influencia ya no está restringida por limitaciones físicas. Es por eso que podemos ver el día de la muerte de Aharon como el día en que comienza el embarazo.[23] En este punto, la bondad oculta está presente dentro del útero de la madre en la forma de un feto en desarrollo.[24] El que nace el nueve de Av, después de nueve días de embarazo, no es otro que el mismo Mashiaj, como nos enseñan los sabios que el Mashiaj nació el día en que se destruyó el Templo.[25] Mashíaj es la bondad escondida en la propia destrucción, porque la destrucción de la imagen a la que estábamos adheridos previamente nos libera para esperar expectantes la aparición de una nueva realidad. Después de la aparente desintegración de la destrucción del Templo, Mashíaj, a quien se hace referencia como “una planta”,[26] ahora puede comenzar a florecer.

Hoy en día, todavía observamos las leyes de duelo y destrucción durante este período de nueve días, porque a nuestros ojos, todavía podemos ver solo una gran destrucción y exilio (tanto material como físico). Pero debemos hacer un esfuerzo para “escuchar” la bondad que se esconde en la amargura de la destrucción y desear “feliz cumpleaños” al Mashíaj que vendrá a consolarnos, mostrándonos cómo esto también es realmente para bien, como Najum de Gamzu. Este es el servicio de “disminuir – en alegría” – disminuimos nuestro duelo por la destrucción al revelar la bondad oculta y la alegría interna que finalmente saldrá a la luz. “E incluso en el nueve de Av, que aparece como oscuridad, aunque uno debe llorar amargamente por todo lo que nos sucedió ese día, no obstante, “E incluso en el Nueve de Av, que aparece como oscuridad, aunque uno debe llorar amargamente por todo lo que nos sucedió en ese día, no obstante, uno debe regocijar el corazón del rey con la alegría futura cuando Menajem [Mashiaj] nazca y él nos redimirá rápidamente y Dios se regocijará en sus acciones y la soberanía le será devuelta a Él como en los días de antaño.”[27]

La bondad oculta se vuelve aún más evidente en el Shabat que sigue al 9 de Av, el cual es llamado “El Shabat de Consuelo”, cuando después de leer la porción semanal de la Torá, comenzamos a leer la primera de la serie de porciones consoladoras de los Profetas, “Ciertamente sea consolado, Mi pueblo.”[28] La bondad se revela en su apogeo a la mitad del mes, el 15 de Av, cuando la luna llena nos ilumina con la “luz que es buena”. “No hay mejores días para el pueblo judío como el 15 de Av… en el que las muchachas de Jerusalén salían a bailar en los viñedos”.[29] “Entonces una doncella se regocijará en la danza [el 15 de Av] y los jóvenes y los ancianos juntos, y convertiré su luto en alegría y los consolaré y los alegraré desde su tristeza… y Mi pueblo se saciará con Mi bondad, dice Dios”. Que así sea, pronto en nuestros días. Amén.[30]


[1] Mishná Ta’anit 26:2.
[2] Zejaria 8:19.
[3] Maor Vashemesh, Parashat Vaieshev, sobre el versículo, “Y Dios estaba con Iosef”; Siaj Sarfei Kodesh ( Bein Hametzarim ) en nombre del Vidente de Lublin.
[4] Sanhedrin 104a.
[5] Baba Kama 55a.
[6] Ibíd. 54b. Véase también el comentario del Maharsha, que explica que el Talmud también se refiere a la letra tet.
[7] Deuteronomio 5:16.
[8] Génesis 29:33.
[9] Éxodo 20:19.
[10] Deuteronomio 4:35.
[11] Rosh Hashaná 25b.
[12] Jaguigá 12a.
[13] En conceptos cabalísticos, la visión pertenece a la facultad de sabiduría, que destella como un relámpago, mientras que el oído está asociado a la facultad de entendimiento.
[14] Lamentaciones 3:6.
[15] Ibid 5:17.
[16] Taanit 21a; Sanhedrín 108b (veáse la interpretación de Rabeinu Jananel de que Najum era de la ciudad de Gamzu, y veáse el Maharsha ad loc.)
[17] Taanit 21a.
[18] Veáse Shuljan Aruj HaravOraj Jaim 278:2.
[19] Para más información sobre esto y la diferencia entre el nivel de Najum de Gamzu y el de Rabí Akiva, quien diría: “Todo lo que hace el Compasivo, lo hace para bien” – véase Torat Menajem, parte 3, p. 268 y parte 6, pág. 125.
[20] Genesis 18:27.
[21] Véase Sotá 5a, cómo alguien que es semejante al polvo en su vida es digno de la resurrección de los muertos.
[22] Numbers 33:38.
[23]  “Aharon” (אהרן) y “embarazo” (הריון) comparten la misma raíz (הר).
[24] Como es explicado en el Tania, Igueret Hakodesh 26.
[25] Eijá Rabati 1:51.
[26] Zejaria 6:12.
[27] Avodat IsraelParashat Masei.
[28] Isaías 40:1.
[29] Conclusión de Mishna Ta’anit. Se podría decir que hasta el 9 de Av, es el nivel de Rabí Akiva quien dijo: “Todo lo que hace el Compasivo es para bien” (como arriba, nota 18), sin que sea revelado, solo fe a pesar de la oscuridad. Pero durante los días de consuelo que siguen al 9 de Av, alcanzamos el nivel de Najum de Gamzu, que es la revelación de la buena luz.
[30] Jeremías 31:12-13.

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