Pirkei Avot 4:3: CADA HOMBRE TIENE SU HORA

(Rabi Azai) También dijo: No desprecies a nadie y no desprecies nada.
Porque no hay hombre que no tenga su hora, ni cosa que no tenga su lugar.

Toda persona tiene oportunidades, cuando se le abre un tiempo de buena voluntad en el Cielo. “No hay hombre que no tenga su hora”, y debemos estar atentos para aprovechar esas horas. Además, cada persona tiene una hora en su vida, la hora de su boda, cuando es llamado “hombre”[1] y recibe la misión de su vida, comenzando con la primera mitzvá de la Torá, “Fructificad y multiplicaos”[2]. Cuando una persona se une con su ‘alma gemela’, ‘recalcula su ruta’ y recibe un nuevo destino para el resto de la vida en común de la pareja.

La palabra para ‘hora’, sha’a, también aparece en la Torá y significa volverse hacia otro, como “Y Dios se volvió hacia Abel y su ofrenda”[3]. La relación matrimonial se basa en que en la pareja se vuelve el uno hacia el otro. Antes de su matrimonio, cada pareja llevaba su propia vida. Ahora deben comenzar a volverse el uno hacia el otro, hasta alcanzar el estado deseable de “cara a cara”.

El estado de cara a cara y el mundo del matrimonio en genera, simboliza el “mundo de la rectificación”[4]. Los reyes edomitas que reinaron “antes de que reinara un rey para los Hijos de Israel”[5] son la principal fuente en Cabalá que describe el “mundo del caos”. El mundo del caos se “rompió” y no logró sostenerse porque cada fuerza en él actuó individualmente, sin cooperación ni inter-inclusión.

La Torá relata que siete reyes edomitas “reinaron… y murieron”. Cada uno de ellos dijo: “Yo gobernaré” con gran fuerza, pero finalmente murió sin continuación. No está escrito que los reyes edomitas se casaran,[6] hasta que la Torá habla del octavo y último rey: “Y Hadar reinó en su lugar y el nombre de su ciudad fue Pau y el nombre de su esposa Meheitavel la hija de Matred la hija de Mei Zahav.” El rey Hadar estaba casado y su muerte no está registrada en la Torá. Este es el comienzo del mundo estable de la rectificación, en el que una pareja es capaz de crear una relación cara a cara.

Otro significado de la palabra ‘sha’a‘ es oración, que se llama ‘vida de la hora’ (jaiei sha’a) en oposición a la Torá, que se llama ‘vida eterna’ (jaiei olam)[7]. La Torá desciende desde su lugar elevado bajo el Trono de Gloria de Dios hasta el mundo material. La oración funciona en la dirección opuesta. Asciende desde las estrecheces y dificultades de la realidad hasta Dios. Los hombres están más estrechamente asociados con la “vida eterna” del estudio de la Torá, mientras que las mujeres, que viven la realidad como se manifiesta aquí en la tierra, están más asociadas con la “vida de la hora” del servicio de la oración. Por ello, el esfuerzo principal en una relación matrimonial ha de invertirse en que el hombre descienda desde su estable “vida eterna” de servicio a Dios hasta el lugar movedizo de su esposa, que siente en todo momento que su vida le es entregada por “una hora”.

Finalmente, podemos explicar que el dicho, “No hay hombre que no tenga su hora” alude a la hora que está escrita más adelante en este capítulo de Pirkei Avot, “Una sola hora de arrepentimiento y buenas obras en este mundo es mayor que todo el Mundo Venidero. Y una sola hora de bienaventuranza en el Mundo Venidero es mayor que todo el mundo presente”. En otras palabras, no hay hombre que no tenga una hora de arrepentimiento y buenas obras en este mundo y también hay aquellos de quienes podemos decir: No hay hombre que no tenga una hora en este mundo de dicha que recuerda al mundo venidero, como nuestros Antepasados, de quienes está dicho que saborearon el gusto del mundo venidero.

Foto por Aron Visuals en Unsplash


[1] Ievamot 63a
[2] Génesis 1:28
[3] Génesis 4:4. Veáse Rashi allí
[4] Sifra Dtzniuta, Teruma 176B “Hasta que hubo equilibrio (el mundo de la rectificación) no se miraron cara a cara”.
[5] Génesis 36:31-39
[6] Idra Raba, Nasó, 135B
[7] Shabat 10a

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