CONSEJOS PRÁCTICOS: LA SABIDURÍA DE CREAR, LA SABIDURÍA DE REPARAR

Universidad de la Torá

PSICOLOGÍA JASÍDICA

Los Problemas de Producción

Siempre que te propongas publicar algo, ya sea un libro, un plan de negocios, un producto que hayas diseñado o cualquier cosa que quieras producir, debes saber que nunca será perfecto. La Cabalá nos enseña que cada vez que comienza una nueva creación debe incluir una etapa conocida como la Ruptura de los Recipientes después de la cual viene una etapa de rectificación. Lo que estamos diciendo ahora es fundamental y claro, cuando Dios creó la realidad quiso que ocurriera la Ruptura de los Recipientes. Esto no fue un accidente, estaba destinado que suceda, esta era la intención Divina. Pero lo que aprendemos de ello es que cualquier cosa que publiques cualquier cosa que saques a la luz necesariamente va y debe estar sin rectificar, debe estar incompleta, también tiene que experimentar algún tipo de destrucción.

Por lo tanto, hay un tipo de experiencia involucrado en la creación de algo, como producir un libro, y hay otro tipo de experiencia necesaria para arreglarlo una vez que lo hayas producido. Encontramos un concepto similar en el servicio Divino (Avodat Hashem). Considera el versículo: “No hay una persona justa en el mundo que haga el bien y no peque” (כִּי אָדָם אֵין צַדִּיק בָּאָרֶץ אֲשֶׁר יַעֲשֶׂה טּוֹב וְלֹא יֶחֱטָא). Este versículo quiere decir que por el solo hecho de que alguien hace una buena acción, una mitzvá, con ese mismo acto también se involucra en alguna incorrección [que generalmente aparece en forma de auto-engrandecimiento o búsqueda de gratificación o reconocimiento de otros por haber realizado la buena acción]. Una vez más esto lo aprendemos de Dios mismo, quien después de haber creado la realidad necesitaba volver y rectificarla y refinarla. En el Zohar la palabra “hacer” también significa “rectificar” o “refinar”, como en el verso “Tú [Dios] has hecho todo con sabiduría”, que el Zohar explica que significa: “Tú has refinado todo con sabiduría.” Se necesita sabiduría para hacer algo y se necesita sabiduría para luego refinarlo.

Dos tipos de sabiduría

Así, tenemos aquí dos formas de sabiduría. La primera forma es la sabiduría que está asociada con el proceso de evolución de la realidad (Seder Hishtalshelut) como se le conoce en el pensamiento jasídico. Se hace referencia a esta sabiduría en el sentido llano de “Todo lo has hecho con sabiduría”. Pero como dijimos, si haces entonces necesariamente algo debe ir mal y debe arreglarse. Como dijimos “No hay hombre justo en el mundo que haga el bien y no peque”. Es imposible actuar sin que haya alguna fechoría. Luego viene la segunda etapa con la segunda interpretación del verso, “Todo lo has hecho [refinado] con sabiduría”, que requiere un tipo diferente de sabiduría, la sabiduría de la Torá para refinar lo que fue hecho.

Por qué los eruditos de la Torá no suelen ser prácticos

Lo que acabamos de estudiar es que la sabiduría de la Torá está destinada a refinar, a rectificar, pero no es la sabiduría la que produce o hace las cosas. De hecho, esta es la razón por la que mucha gente argumenta que las personas que se dedican a la Torá no son prácticas, no hacen nada y no producen nada. Por eso, parece que una vida de Torá, ser observante, choca con la vida práctica, como por ejemplo la construcción de la Tierra de Israel, etc. Este es un tema que se plantea con frecuencia y está relacionado con muchos sub- asuntos. Entonces, lo que acabamos de ver es que hay una base real para este tema que plantea la gente. La base es que la Torá está destinada a rectificar y refinar la realidad. Primero, alguien necesita actuar, hacer algo, pero entonces una vez producido necesita llamar a un rabino, ¿qué hago ahora? ¿Cómo arreglo esto que he hecho?

Lo que tenemos aquí es una definición muy significativa de la diferencia entre la sabiduría de la Torá y la sabiduría habitual. La sabiduría habitual es para hacer cosas, para actuar. Pero la sabiduría de la Torá es para arreglarlas; para saber qué hacer con ellas, para refinarlas una vez producidas.

Primero Dios satisface nuestras necesidades y luego escucha nuestro clamor

Esta idea es similar a la explicación del Baal Shem Tov del versículo que decimos tres veces al día en el Salmo 145: “Él [Dios] cumple la voluntad de los que le temen, escucha su clamor y los salva”. Esta explicación aparece en Keter Shem Tov [una antología antigua de las enseñanzas del Baal Shem Tov].

El Baal Shem Tov explica que primero Dios cumple lo que desean aquellos que le temen. Le piden algo y Él procede a cumplir su deseo. Pero resulta que como lo pidieron, lo que pidieron en realidad está viciado, no es exactamente lo que realmente necesitan. Entonces, después de que se cumple su pedido se sienten muy angustiados porque Dios les dio lo que pensaban que querían o necesitaban, y vuelven a clamar a Dios. Ese es el significado de la segunda mitad del versículo: “Él [Dios] escucha el clamor de ellos y los salva”. Claman a Dios para que los salve de lo que ellos mismos pidieron. 

Y Dios les ayuda con eso también.

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