CABALÁ E INFORMÁTICA

EL IDIOMA HEBREO

UN MODELO IDEAL PARA EL PROCESAMIENTO Y ADMINISTRACIÓN DE LA INFORMACIÓN

 Claramente, el Hebreo

Uno de los enfoques principales en la ciencia informática moderna es el procesamiento de la información y la administración. Reunir y recuperar la información relevante es probablemente el punto más importante de inicio en casi todo proyecto que el profesional moderno o el profano pueden emprender y se vuelve imperativo que el proceso de recuperación rápidamente y eficientemente encuentre fuentes exactas que sirvan para sus propósitos específicos.

En la actualidad existen numerosas teorías de administración de la información disponibles.

Los profetas ya han prometido que en el futuro vendrá una era de paz sobre tierra en la que todas las naciones hablarán una sola lengua. En hebreo el término que usa el profeta es safá brurá, una lengua clara. Pero la lengua es algo más amplio que simples palabras. Como podemos ver del término “lenguaje corporal”, las acciones que llevamos a cabo y la manera en que movemos nuestras manos son todas formas de comunicación. En el futuro todas las naciones de la tierra hablarán, pensarán e interpretarán una lengua clara y rectificada. Claramente esta lengua es el idioma hebreo, que se nos enseñó en la Torá y en la Cabalá, el lenguaje que Dios usó para crear el mundo. A diferencia de otros, el hebreo, el antiguo y sagrado lenguaje de la Biblia es el único estructurado lógicamente y por eso se nos presenta como un modelo ideal para la organización y la administración de la información.

Luces y Recipientes 

En esta lengua hay 22 letras, que aunque este no es el lugar para discutir todas las razones por las que el número 22 es significativo en sí mismo, vamos a demostrar aquí una conexión entre este número en relación con el universalmente aceptado sistema decimal de contar.

Una de las relaciones más básicas entre las diez sefirot y las veintidos letras puede ser observada muy simplemente en la relación entre el área y el perímetro de un rectángulo de 1×10, que es 10 y 22 respectivamente. Más adelante exploraremos el algoritmo general de este fenómeno [2(n+1)] en más detalle.

Como el cuerpo es al alma, así las veintidós letras del alfabeto hebreo son los recipientes relativamente materiales (el perímetro, el límite que abarca) que contienen las luces espirituales de las diez sefirot (el área, el contenido del rectángulo).

Portales y Raíces

Las veintidós letras del lenguaje hebreo no tienen ningún significado lingüístico cuando se las considera aisladamente. Para poder generar unidades de lenguaje significativas en hebreo tiene que haber un mínimo de dos letras juntas. Una de las beldades del idioma hebreo es que todas las raíces de todos los verbos y sustantivos son derivadas de unidades de dos letras que en general se acoplan como parte de raíces de tres letras.

En Cabalá, las unidades de dos letras son llamadas sha’arimportales, ya que uno puede percibir cada una de las letras de la unidad como un pilar a cada lado de una puerta, se puede pasar a través de la puerta en ambas direcciones, entonces obtenemos dos diferentes permutaciones de la unidad de dos letras de cada portal.

Estas unidades son llamadas sub raíces, un portal hacia el significado y el entendimiento.

Aprendemos en Cabalá que hay 231 portales, qu epuede ser calculado matemáticamente: como en total hay 22 letras, cada una se empareja con las 21 restantes, lo que nos da como resultado 462. Esto nos da todas las posibles permutaciones de unidades de dos letras, incluyendo ambas permutaciones de cada shaar, portal. ¡Debemos dividir el número total de permutaciones por 2!, la cantidad de permutaciones en cada shaar, para obtener el número total de shaarim, 231.

Número de Portales en el idioma hebreo
 22 x 212!= 4622=231

A partir de la subraíz de dos letras llegamos a las raíces de tres letras, shorashim, en hebreo. De una manera similar en que calculamos las subraíces con dos permutaciones, lo hacemos con la raíz de tres letras que tienen 6 permutaciones (3!), obteniendo un total de 1540 raíces posibles para el idioma hebreo:

El número de raíces en el idioma hebreo
 22 x 21 x 203!= 9.2406=1,540

Esencialmente Israel

Otra cualidad única del hebreo es que cada una de las veintidós letras tiene un valor numérico, por medio del cual puede ser calculado el valor numérico de cualquier palabra. Uno de las siete disciplinas del estudio de la Torá mencionadas en el Zohar es la guematria, el estudio del valor numérico de las palabras, y los sabios muy a menudo basan sus interpretaciones de significado en el valor numérico de palabras, letras o hasta frases completas.

Para propósitos ilustrativos vamos a interpretar la palabra Israel -el nombre del pueblo judío, de la tierra de Israel, de la Torá que es llamada Torá de Israel, e incluso de Dios Mismo, que es llamado el Dios de Israel- por medio de su valor numérico, donde se pone especialmente de relieve la belleza única de nuestro lenguaje, como ya explicaremos.

Nos enseña la Cabalá que una de las interpretaciones de la palabra Israel es iesh-rala, (iud-shin, reish-lamed-alef) -que significa simplemente “hay 231 [portales]”. Pero una segunda forma de interpretar esta palabra es utilizando el valor numérico de 1.000 para la alef, siendo ahora el valor numérico de Israel 1.540, exactamente el número de raíces de tres letras derivadas del alfabeto hebreo de 22 letras. Entonces podemos ver, cómo el lenguaje hebreo es una parte esencial de todo lo que sea judío, incluyendo Dios Mismo.

Triángulos y Tetraedros 

Además de su significación en el lenguaje hebreo, matemáticamente hablando estos dos números 231 y 1540 son por si mismos muy significativos.

La forma geométrica más básica es el triángulo, más aun que el cuadrado ya que este puede ser dividido en dos triángulos. Esto es evidente también en la naturaleza, especialmente en cristalografía y otras ciencias naturales. La fórmula para un número triangular es  △n=n(n+1)/2. Cuando n = 21 esta fórmula da un resultado idéntico al que utilizamos para el número de portales, 231, de lo que deducimos que el número de portales producidos a partir de las 22 letras es entonces igual a la suma de todos los números desde 1 a 21.

Aunque podría ser previsible que el número 231 sea un número triangular considerando la manera en que fue generado en este caso, más sorprendente es que 1.540 también es un número triangular, siendo que estos  son un fenómeno raro, el triángulo de 55 (△55) , pero más sorprendente es que a su vez es también el tetraedro de 20 (#20), esto es, la suma de todos los números triangulares desde △1 a △20. Para tener una idea, la imagen física es la de una construcción tridimensional creada ubicando un triángulo encima del otro de mayor a menor. Es un fenómeno extremadamente raro encontrar un tetraedro que es también un número triangular, pero 1540 es uno de estos números singulares, como se muestra en la siguiente serie:

La serie de números triangularesque también son tetraedros
1, 10, 120 , 1,540…

Existen sólo tres palabras hebreas simples que ejemplifican este fenómeno de ser simultáneamente un triángulo bidimensional y un tetraedro tridimensional.

Para el número 10 la palabra es gad, el nombre de una de las doce tribus, compuesta de las dos letras guimel y dalet, con el respectivo valor numérico de 3 y 4, siendo que △4 y #.3 es igual a 10.

Similarmente, la palabra que alude al número 120 es jaia, que tiene una variedad de significados: Jaia es el nombre que se le hubiera dado a Javá (Eva) la primera mujer, si no hubiera pecado y también el nombre por el que será llamada en el futuro cuando sea rectificado el pecado original. Jaia también significa “ser viviente”; es también uno de los nombres de los ángeles vistos en la visión de la carroza de Ezequiel; y el significado más importante de jaiá en Cabalá es el segundo nivel superior de los cinco que tiene el alma.

Se escribe con las letras jet-iud-hei, cuyo valor numérico respectivo es 8, 10 y 5, aludiendo a 120 que es △8 y #.15.

La palabra relacionada con el total de raíces en el lenguaje hebreo es la palabra kohen, “sacerdote”, que se escribe caf-hei-nun, de valores numéricos 20, 5 y 50 respectivamente, entonces 1,540 = △20 =  #.55.

Así, como mencionamos previamente, 1540 es uno de los posibles valores numéricos de la palabra Israel, los no sacerdotes del pueblo, entonces podemos ver aquí una alusión matemática a la estrecha relación entre los dos.

Dentro del contexto de los shaarim y los shorashim de tres letras, notaremos aquí otro bello fenómeno matemático que prueba la armonía entre los dos. Como 1.540 es #20, si le sumamos el número triangular siguiente (△21) al tetraedro lo hemos elevado un nivel, produciendo #21, recordando que △21 es 231, el número de shaarim en el lenguaje hebreo, como mencionamos!

Un Canto Simple, Doble, Triple y Cuádruple

Como mencionamos previamente, existe una relación matemática entre10 y 22. El algoritmo más importante que aparece en la Cabalá y en la Torá es 2(n +1). Aplicando este algoritmo cuando n=1 genera 2(1+1)=4. Si continuamos aplicándolo al resultado n=4, 2(4+1)=10; n=10, 2(10+1)=22. Hemos generado así la siguiente serie numérica: 1, 4, 10, 22…

 Estos primeros cuatro números comparten el sistema básico de progresión

 n2 = 2(n1 + 1). Como hemos mencionado antes, la relación entre 10 y 22 es las diez sefirot o luces y las 22 letras del lenguaje hebreo, que son los diez elementos “alma” y los 22 elementos relativamente “cuerpo” de la creación. Pero si consideramos los números que preceden a estos dos, el 1 y el 4, nos daremos cuenta que 10 es la “raíz” triangular de 10 (△4). Esto alude al “canto simple, doble, triple y cuádruple” mencionado en el Sefer Ietzirá, que corresponde a la división interna de las 10 sefirot en cuatro grupos que contienen 1, 2, 3 y 4 sefirot.

En el alma, o en las sefirot, el canto simple hace referencia a la corona supraconciente, el doble a las dos facultades intelectuales básicas, sabiduría y entendimiento, conocidas en Cabalá como las figuras del padre y la madre respectivamente. El canto triple alude a los tres poderes emotivos del alma, bondad, temor y compasión, mientras que el cuádruple a las cuatro emociones que se manifiestan en acción.

Entonces el número 4 es un modelo de creación más básico aun que el número 10.

Por cierto, el Nombre inefable de Dios está compuesto por 4 letras. El Tetragrámaton que significa literalmente “el Nombre de cuatro letras”, el Nombre único y esencial de Dios, precede a las diez luces. Esta palabra de origen griego tampoco es arbitraria ya que deriva de la expresión talmúdica para el Nombre esencial de Dios que utilizaban nuestros sabios: shem ben dalet, “nombre de cuatro”. Esto significa que hay algo especial acerca del hecho de que tiene cuatro letras, de lo contrario no sería llamado de esta manera.

A pesar de que el número 4 precede al 10, de todas maneras Dios es Uno –1– precede a todo, es el comienzo o la Unicidad absoluta y esencial de Dios. Por eso el mismo hecho de que el algoritmo genera 4 de 1 y 10 de 4 y 22 de 10, produciendo tres números muy significativo, prueba que es verdaderamente esencial e importante y nos proporciona la relación entre 10 y 22.

Más Acerca de 2(n+1)

A pesar de que generalmente se cuentan 10 sefirot, a menudo se incluye una más, la sefirá de daat, conocimiento, que es el reflejo en la conciencia de la corona supraconciente y a menudo es incluida junto con jojmá, “sabiduría”, y biná, “entendimiento”, como una tercera facultad intelectual. El origen de daat proviene de un punto que trasciende la división de los dos niveles de la realidad, el intelecto y las emociones, creando un puente entre los dos extremos y conectándolos.

El algoritmo 2(n + 1) también puede ser escrito: 2n + 2, pero la primera forma es más relevante a nuestros propósitos, ya que n + 1 implica que una de las sefirot aparece en dos niveles diferentes, a nivel de la supraconciencia, como ya vimos el canto simple, y en la conciencia misma, que en el alma es daat, “conocimiento” o “unificación”. Daat no es un poder o facultad intelectual por propio derecho, es el poder de concentrar nuestra mente a fin de elevar la emoción en nuestro corazón, un puente entre el intelecto y las emociones.

Tenemos ahora once sefirot, pero sin embargo cada una de ellas posee una dimensión interior y una exterior, que nos provee directamente la plenitud, la perfección  del algoritmo, desarrollándolo desde n a n + 1 y luego 2(n + 1), de momento que cada una de las sefirot tiene dos dimensiones. En nuestro caso, cuando n = 10, n + 1 = 11  y 2(n + 1) = 22.

Un Antiguo Orden Lógico 

La procedencia original del concepto de los 231 portales del lenguaje hebreo es el Sefer Ietzirá, el “Libro de la Formación”. Como los portales dan origen a unidades de lenguaje con significado, para el propósito de la lógica de la ciencia de la computación sería conveniente si estos 231 portales fueran organizados en un sistema lógico. Esto es exactamente lo que hace en realidad este antiguo libro atribuido a nuestro patriarca Abraham, ordenando los 231 portales en un cuadrado, en el cual cada columna y cada línea corresponde a una de las 11 sefirot supremas. Uno de los ejes incorpora en si las dos facetas, la dimensión interior y la exterior, como se mencionó, generando una estructura completa de 22 x 11 (242 pares posibles), aunque once de estos pares aparece dos veces en la ordenación (estos duplicados aparecen en tipo de letra negrita), como ya explicaremos, reduciendo el número de pares diferentes a 231. Estos pares duplicados son también únicos ya que constituyen la transformación alfabética más básica llamada albam, (אלבם )..

Tabla de las Sefirot y su Dimensión Interior:

no.sefiraDimensión interior
1keter, coronafe/placer/voluntad
2jojmá, sabiduríaautoanulación
3biná, entendimientoalegría
4daat, comprensiónunión
5jesed, bondadamor
6guevurá, podertemor
7tiferet, bellezamisericordia
8netzaj, victoriaconfianza
9hod, agradecimientosinceridad
10iesod, fundaciónveracidad
11maljut, reinohumildad

Para generar cada renglón de la tabla, los pares de letras se construyen utilizando el siguiente procedimiento: se agrupan en 22 “alfabetos” diferentes, cada uno con 11 pares, de acuerdo a las siguientes instrucciones.

Se escriben las veintidos letras y se las divide en dos segmentos, cada vez invirtiendo ambas letras. Para construir la primera línea (1A), se coloca la primera letra (alef), una letra a la derecha y 21 letras a la izquierda, la segunda línea (1B) de la misma manera pero con la segunda letra (bet), dos letras a la derecha y 20 a la izquierda, y así hasta el final.

Luego se aparean las letras en cada segmento, la primera con la última, la segunda con la anteúltima, etc. Esto es llamado apareamiento reflexivo, Si los segmentos tienen un número impar de letras, las letras remanentes en (el medio) de cada segmento son apareadas con la otra.

Utilizaremos la primera línea (1A) para demostrar este proceso:

א | ב ג ד ה ו ז ח ט י כ ל מ נ ס ע פ צ ק ר ש ת

Como en este segmento la alef א no está apareada, “espera”. Ahora, las letras en el segmento izquierdo son apareadas reflexivamente, generando los pares: 

וצ, הק, דר, גש, בת כמ, ינ, טס, חע, זפ

La lamed ל sobra en el segmento derecho, entonces se aparea con la א. Así tenemos diez pares y otro duplicado (אל) que también aparece regularmente en la posición 6B1.

Este sistema de apareamiento es llamado sistema reflexivo, que es simplemente uno de los muchos sistemas de transformación de las letras hebreas que son utilizados, no sólo en los textos cabalísticos, sino que en el Talmud también. Incluso en la Biblia encontramos ejemplos de transformación de palabras que usa estos sistemas. El más importante, hallado explícitamente en la Biblia es el atbash, como en las ocasiones en que el profeta llama shishaj a bavel, Babilonia. Este es el sistema reflexivo básico según el cual la primera letra se transforma en la última, la segunda en la anteúltima, etc. Como el alef bet tiene un número par de letras puede ser dividido en dos mitades, generándose pares tanto reflexiva como paralelamente.

Apareamiento reflexivo: el sistema atbash

 א ב ג  ד ה ו  ז  ח ט י  כ

 ת ש ר ק צ פ ע ס נ  מ ל

Apareamiento reflexivo: el sistema albam 

 א ב ג  ד ה ו  ז  ח ט י  כ

 ל מ נ  ס ע פ צ ק ר ש ת

En Cabalá, esta última es llamada la transformación directa porque los pares de letras de cada mitad son apareados en forma paralela, mientras que el atbash lo son en forma reflexiva. En los textos cabalísticos posteriores, como los del Arizal, la más importante es la albam, siendo este el alef bet que aparece dos veces en el esquema de los 22 alfabetos presentados más arriba, entramado en el cuadro como una hebra de oro. La línea inferior es el alef bet atbash.

Habiendo construido esta tabla podemos ahora deducir el significado principal de cada unidad de dos letras analizando su posición en ella y así, en teoría, podemos crear un diccionario perfecto de etimología del lenguaje hebreo. Esto brindará nuevas revelaciones acerca de las ideas centrales de todas las palabras del lenguaje.

Comenzando con un Ejemplo Claro

Para poder ilustrar esta idea, vamos a analizar ahora brevemente la primera palabra de la Torá, bereshit, que significa “en el comienzo”:

ב ר א ש י ת

Esta palabra tiene una raíz de tres letras (ראש) y tres letras adicionales: un prefijo de una letra  (ב) y un sufijo de dos letras (ית). La raíz forma la palabra rosh, “cabeza” o “comienzo”. No obstante, en Cabalá, cada letra y cada combinación de letras es analizada y comprendida por si misma. Así, la primera unidad de dos letras que da inicio a toda la Torá y al proceso creativo en general es בר; las dos letras segundas  son אש, “fuego” y por fin el sufijo de dos letras (ית) también es considerado una tercera unidad por si misma.

En nuestra tabla el shaar בר aparece en el lugar 11A2, pero la primera unidad allí es אש, el shaar que le sigue en la palabra que estamos analizando. Vemos así que este alef bet en particular tiene gran significación respecto al comienzo de la creación. La división en el alef bet aquí es entre la shin y la tav. El único alefbet que le sigue a este es la “hendidura invisible”, es decir, colocando la línea divisoria en la letra final, la tav, que genera el alef bet atbash (11B), ya mencionado.

Nuestro objetivo es llegar al significado principal de los shearim, de los cuales el primero que aparece en la Torá es בר. Si examinamos su posición, vemos que es la “sabiduría interior” dentro de “reinado” (ver nota), que puede ser definido de otra manera como la experiencia de la “auto anulación”, la dimensión interior de la sabiduría, dentro de la “humildad”, la dimensión interior de reinado. En términos de almas/raíces arquetípicas es Moisés, quien dijo en un estado de completa anulación de si mismo “¿y nosotros qué somos?” dentro del rey David, quien escribió en los Salmos “Yo me veo insignificante ante mis ojos”. Aunque estos dos atributos parecerían ser similares, la auto anulación es la anulación de la conciencia de si mismo, no sentir el ego en absoluto, mientras que la humildad es un sentimiento de modestia y falta total de arrogancia, por existir muy alejado y retirado de Dios, tanto que ningún éxito obtenido es atribuido a Dios Mismo quien me dio el poder para lograrlo. Cada uno de los atributos de las sefirot poseen la propiedad de la interinclusión, que es un fenómeno tipo holograma en el cual cada una está presente en todas las demás.

Llegamos entonces al hecho de que Dios comenzó la creación con בר, con sabidur[ia dentro de reinado; reafirmado por la traducción aramea de la palabra bereshit “con sabiduría Dios creó…”. Otra ilustración de este punto es el hecho de que en el único contexto en que aparece bereshit en la Biblia es en referencia al comienzo del reinado de alguno de los reyes. La palabra reshit también aparece en los Salmos junto con sabiduría en el versículo: “el principio de la sabiduría es el temor a Dios”.

Podemos ver entonces que estas dos primeras letras son sabiduría junto con reinado y la creación fue llevada a cabo a través de la sabiduría de Dios, como lo declara el versículo: “Tu has hecho todo con sabiduría”, “beata asita et hakol bejojmá“, que el Zohar lo traduce como kulam bejojmá itberiru, “todo fue clarificado con sabiduría”. La propia palabra itberiru es una conjugación del shaar bar, trayéndonos así más próximos al significado principal de este shaar, que es “clarificación” o “purificación”.

La función de la sabiduría es clarificar la realidad, pero en su manifestación original en la esencia de la mente no puede involucrarse en esta tarea, sólo cuando se expresa a través del prisma del reinado puede activarse como una fuerza clarificadora, depuradora, purificadora de la realidad.

De hecho, podemos decir que con una purificación perfecta uno podría ser capaz de crear cosas ex-nihilo, pero no lo puede hacer porque la realidad es oscura y árida, la luz y la oscuridad están mezcladas en todos los eventos de la vida y no nos permite diferenciar y distinguir entre los diferentes fenómenos que existen en el mundo, del tal manera que no podemos manifestar y realizar verdaderamente el potencial que tenemos.

Dios nos creó a Su imagen para emularLo y así crear. Toda alma es parte de Dios y tiene el potencial de llevar a cabo su función real, de tener un efecto creativo sobre la realidad. En particular, esta es la función especial del Pueblo judío, emular a Dios y crear luz. La habilidad de crear es simplemente una función de clarificar verdaderamente y este es el significado principal de las dos primeras letras de la Torá: בר.

Habiendo llegado al significado central de una subraíz de dos letras, debemos examinar ahora todas las raíces y todos los significados completos básicos de las raíces que derivan de ella. Aquí uno puede darles un modelo cabalístico para relacionar una con otra, que está basado el el fenómeno básico de diez u once sefirot.

La primera raíz de tres letras construida a partir de בר se encuentra en la segunda palabra de la Torá, a continuación de bereshit: ברא, bará, “creó”, que es igual a la primera mitad de la primer palabra de la Torá. Las segundas tres letras forman la palabra שית, que en arameo significa “seis”. Ahora podemos entender bereshit como ברא – שית, “creó seis”, Dios creó el mundo en seis días. El cabalista Abulafia ya mencionado, dice que en realidad “seis” se refiere aquí a las seis permutaciones de las raíces de tres letras.

[Antes de continuar discutiendo las distintas raíces de tres letras que surgen de בר, debemos notar aquí un fenómeno conectado con el algoritmo de 2(n+1), que genera el número 4 de uno, el diez del 4 y el 22 del 10, como ya vimos. Otro significado del 4, aparte de las cuatro letras del Nombre inefable de Dios, se relaciona directamente a las 22 letras, ya que 4 de ellas pueden funcionar como consonantes y como vocales. Ibn Ezra, uno de los comentaristas literales de la Torá, dice que en realidad hay 26 letras en el alfabeto hebreo, siendo 26 el valor numérico del Nombre de Dios de cuatro letras, afirmando que 22 son consonantes pero que si incluimos las 4 que funcionan como vocales llegamos al total de 26. Ahora, 4 y 22 son dos números de la serie 1, 4, 10, 22 y 22 es el valor numérico total de las cuatro letras vocales. En este caso hemos salteado el 10 y relacionamos el 4 directamente con el 22.]

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