El secreto de las lágrimas

Hay varios tipos de llanto, la forma más profunda resulta de revelar un misterio

La historia de Iosef y sus hermanos alcanza su clímax en la porción de la Torá de Vaigash. Iehudá se acercó a Iosef y se entregó como siervo en lugar de Biniamín para que este pudiera regresar ileso a su padre Iaacov. Al ver la dedicación de Iehudá por proteger a Biniamín y su remordimiento por desear dañar a Iosef hacía tantos años, Iosef se llenó de emoción e incapaz de contener las lágrimas lloró ante sus hermanos diciendo: “¡Soy Iosef! ¿Mi padre sigue vivo aun? La revelación de Iosef a sus hermanos estuvo acompañada de llanto.

Esta no es la primera ni la última vez que leemos acerca de Iosef llorando. Unos versículos más adelante leemos cómo Iosef “…se echó sobre el cuello de Biniamín y lloró y Biniamín lloró sobre su cuello. Y besó a todos sus hermanos y lloró con ellos”. En total el verbo “y lloró” (וַיֵּבְךְּ) aparece siete veces en la Torá con referencia a Iosef, más que con cualquier otro personaje bíblico.

En Egipto Iosef fue famoso por su gran sabiduría. Gobernó el país y su gente con la misma moderación con que controlaba sus propias inclinaciones. Uno podría imaginar que un hombre tan sabio e influyente sería severo y antipático, pero aquí queda claro que Iosef podía ser profundamente emocional. En general, controlaba sus emociones, dirigiéndolas con moderación, pero de ninguna manera era frío o distante.

¿El llanto es simplemente una liberación de la emoción reprimida o significa algo más?

Los Primeros Llorones

Como con cualquier concepto que meditemos en profundidad, para descubrir el verdadero significado de las lágrimas necesitamos analizar cada aparición del fenómeno del llanto en la Torá comenzando por la primera instancia.

Agar la sierva de Sará fue la primera en llorar en la Torá. Expulsada de la casa de Abraham vagó por el desierto con su hijo Ismael. Después de que se agotó el suministro de agua dejó al niño debajo de un arbusto y se alejó para evitar ver su inevitable muerte. A medida que se acercaba el trágico momento “alzó la voz y lloró”. El llanto de Agar fue una expresión de su desesperación. 

La dimensión interior de la Torá explica que las cáscaras impuras prosperan en la depresión y las lágrimas, mientras que la santidad tiene afinidad con aquellos que sirven a Dios con alegría. La primera aparición de muchos fenómenos en la Torá suele ser negativa y sin refinar, y esto también es cierto en el caso del llanto de Agar.

El siguiente en llorar en la Torá fue Abraham. Él lloró cuando Sará murió, “Abraham vino y despidió a Sará y lloró por ella”. Llorar por la muerte de su esposa es una reacción adecuada, la ley judía alienta a derramar lágrimas al enterarse de que una persona virtuosa ha fallecido. Las lágrimas de los dolientes expresan respeto por el difunto y estimulan su curación emocional. Cuando fallece un ser querido no es especialmente el momento de reprimir deliberadamente las lágrimas. Si las normas sociales tienden a fomentar tal moderación deberíamos reconsiderarlas.

La tercera persona en llorar en la Torá fue Eisav cuando supo que Iaacov había recibido la bendición de Itzjak en su lugar, “Eisav alzó su voz y lloró”. Al igual que la primera aparición de la palabra llanto esta primera aparición de la palabra “y lloró” (וַיֵּבְךְּ) es también una expresión de profunda desesperación.

En su próxima aparición el llanto vuelve al lado de la santidad, cuando Iaacov se encontró con Rajel “alzó su voz y lloró”. Esta es una nueva forma de llanto. En cada uno de los tres ejemplos anteriores, el llanto estaba relacionado con algún tipo de pérdida, pero el llanto de Iaacov era una expresión de una conexión íntima. Al huir de la amenaza de muerte de Eisav, Iaacov de repente se encontró con su alma gemela, un miembro de su propia familia. Como alguien que acaba de conocer a un hermano perdido hace mucho tiempo se echó a llorar.

Los dos hermanos Iaacov y Eisav finalmente se encuentran en una reunión cargada de emociones después de años de separación y lloran juntos. “Eisav corrió hacia él [Iaacov] y lo abrazó y se echó sobre su cuello y lo besó, y lloraron”. Sin embargo, en este caso no está claro si los besos y las lágrimas de Eisav eran realmente de todo corazón, como sugiere Rashi citando el midrash: “Él no lo besó con todo su corazón”.

A partir de este momento el llanto permanece en la familia de Iaacov como si hubiera encontrado su morada natural. Iaacov lloró cuando creyó que Iosef había sido devorado por un animal salvaje, como dice el versículo “Su padre lloró por él”. Alternativamente, según Rashi fue Itzjak el padre de Iaacov (que aún vivía cuando Iosef fue vendido como esclavo) quien lloró en simpatía por el dolor de Iaacov. Aunque Itzjak sabía que Iosef estaba vivo no se le permitió revelar el secreto a Iaacov. Esto indica otro tipo de llanto: en simpatía por el dolor de otra persona.

Iosef se parecía en muchos aspectos a su padre Iaacov, incluidas sus lágrimas características. Cada uno de los encuentros de Iosef con sus hermanos en Egipto va acompañado de llanto. Al principio, Iosef oculta sus lágrimas y se aparta para llorar (dos veces en la parashá anterior). Ahora, mientras Iehudá le ruega se permite llorar en voz alta, besando a sus hermanos y llorando como Iaacov cuando conoció a Rajel por primera vez.

Lágrimas influyentes

Hasta ahora hemos identificado cuatro tipos de llanto:

• el llanto negativo de la desesperación;

• el llanto positivo del duelo;

• el llanto como expresión de conexión íntima;

• llorar en simpatía por el dolor de otra persona.

El llanto de Iosef no encaja en ninguna de estas categorías, porque es una expresión de profunda compasión. La segunda vez que Iosef llora la Torá dice explícitamente: “José se apresuró porque lo abrumaba la compasión por sus hermanos y sintió la necesidad de llorar y entró en la habitación y lloró allí”. La conexión entre la compasión y el llanto es clara: una persona sensible se emociona hasta las lágrimas cuando se despierta su misericordia.

Hay una delgada línea entre la autocompasión y la verdadera compasión. Las lágrimas de autocompasión son pasivas e inertes; solo sirven para inflar el ego del individuo con pensamientos egocéntricos sobre lo desfavorecido y desafortunado que es. Esta tendencia egoísta puede volverse tan poderosa que incluso hace que el individuo se vuelva contra los demás culpándolos de su desgracia. En última instancia la autocompasión puede degradarse más y volverse contra el Todopoderoso mismo.

La verdadera compasión motiva al individuo a influir activamente en la situación de alguna manera para que mejore, ya sea ofreciendo ayuda, orando, etc.

En Cabalá, Iosef representa la sefirá masculina de iesod (la sefirá de fundamento), que transmite todo lo que recibe a la sefirá de maljut femenina (la sefirá del reinado), su destinataria. Desde esta perspectiva las lágrimas de Iosef son una forma de influencia. Tales lágrimas son una emanación positiva del interior que transmite un inmenso potencial a quien las recibe. Iosef es el conducto final de tal influencia positiva, como vemos por su capacidad para alimentar a la multitud egipcia y proveerles en su momento de necesidad.

Leá la esposa de Iaacov también lloró, tanto que sus ojos estaban “ablandados” por el llanto. Desde una perspectiva literal lloró por su propio destino pensando que estaba destinada a casarse con Eisav. La Cabalá nos enseña que las lágrimas de Leá representan el mundo oculto de los pensamientos, a diferencia de Rajel que por lo general era un alma feliz y adoptó el atributo del llanto positivo, “Rajel llora por sus hijos”. Así, Iosef heredó su tendencia a llorar tanto de su padre Iaacov como de su madre Rajel. 

Rajel y sus dos hijos Iosef y Biniamín representan el mundo revelado. Su tarea es darse cuenta de la abundancia oculta en la realidad mundana.

Sin embargo, el paso entre el mundo oculto y el mundo revelado a veces está bloqueado, y el hecho de derramar lágrimas sinceras libera el bloqueo para permitirnos navegar por el estrecho canal y darnos cuenta de la presencia de esa abundancia en el mundo físico. Como se mencionó anteriormente, Iosef y Biniamín lloraron uno sobre el cuello del otro. El cuello se relaciona con el estrecho canal de abundancia que conecta la mente (los pensamientos ocultos) con el corazón (las emociones reveladas).

Lágrimas Alojadas en el Corazón

Hasta ahora hemos relacionado las lágrimas de pena y tristeza como algo negativo siguiendo la directriz de que debemos “servir a Dios con alegría”, sin embargo, la tristeza a veces puede ser constructiva. Hay muchas referencias positivas al llanto en la Biblia y en las enseñanzas de los sabios, incluso cuando se relacionan con las circunstancias desafortunadas de un individuo. En el libro de los Salmos, por ejemplo, el rey David a menudo se refiere a sus lágrimas.

Refinar nuestros sentimientos de tristeza es uno de los temas principales que trata en el Tania el Rebe Shneur Zalman de Liadi, el Alter Rebe. Distingue entre la tristeza negativa en el sentido de una depresión mórbida y la tristeza positiva a la que se refiere como “amargura”. La tristeza positiva refleja nuestro corazón quebrantado a causa de darnos cuenta de cuán distantes estamos de Dios. El llanto con el corazón quebrantado de este tipo no es una señal de abatimiento y desesperación, en cambio purifica el corazón y conduce al refinamiento constante a través del arrepentimiento.

Paradójicamente, este tipo de tristeza amarga no contradice nuestra sensación de alegría, como se afirma en el Zohar (y está citado en Tania): “El llanto se aloja en un lado de mi corazón y la alegría se aloja en el otro”. El corazón puede soportar estas dos emociones contradictorias a la vez, y como resultado el individuo rectificado puede llorar por su lamentable estado, mientras que al mismo tiempo se regocija de que Dios está siempre con él.

Lágrimas de Revelación

Darnos cuenta de que las lágrimas y la alegría residen juntas en nuestros corazones nos lleva a una comprensión nueva y más profunda de nuestras emociones. ¿Alguna vez has visto a los padres acompañar a sus hijos a la jupá (el palio nupcial)? En esos momentos de alegría a veces sentimos que se nos llenan los ojos de lágrimas. En tales ocasiones, surge algo que está más allá de nuestra comprensión y nuestro corazón se desborda de emoción, tanto que las lágrimas se derraman de nuestros ojos. Junto con una sensación de alegría y anhelo la revelación enfatiza mi propia distancia de la belleza y la pureza de este nuevo nivel. 

Este tipo paradójico de lágrimas brota del nivel supra consciente más elevado del alma, Iejidá (“singular”), donde se unen todos los opuestos. A esto se alude en el valor numérico de Iejidá (יְחִידָה), 37, que también es el valor numérico de “llanto” (בְּכִיָה). De manera similar, el valor numérico de “el viviente” (חַיָה), el segundo nivel supra consciente del alma, es 23, que es el valor numérico de “gozo” (חֶדְוָה). En el alma, la Iejidá, la raíz del llanto es más alta que Jaiá la raíz de la alegría.

Llorar se relaciona con revelar un secreto escondido en el futuro. Esto se hace evidente en el Zohar que explica que cuando Iosef besó a todos sus hermanos y lloró, lloraba por la destrucción y el exilio de las diez tribus que luego serían dispersadas por todos los confines de la tierra. De manera similar, cuando Iosef y Biniamín lloraron sobre el cuello del otro, Iosef lloró por los dos Templos que estaban destinados a ser construidos y luego destruidos en la herencia de la tierra de Biniamín, como interpreta Rashi. Biniamín también lloró por el Mishkán (Tabernáculo) que estaba destinado a ser construido en la herencia de la tierra de Iosef y también sería destruido. Su llanto era una expresión de un profundo dolor.

Sin embargo, continúa el Zohar, aunque Iosef y Biniamín lloraron sus hermanos no lo hicieron. Iosef y Biniamín fueron bendecidos con “una chispa de inspiración Divina” que sus hermanos no merecieron. De manera similar el Zohar relata que cuando Rabí Akiva escuchó los secretos ocultos del Cantar de los Cantares de boca de su maestro, Rabí Eliezer el Grande, “sus ojos se llenaron de agua”. Tal llanto resulta de la revelación de la raíz de la propia alma, el nivel “singular” del alma donde se esconden los secretos más profundos de la Torá. Este es el tipo de llanto que anunciará la redención rápidamente en nuestros días, como profetiza Irmiahu (en la misma profecía en la que describe el llanto de Rajel por sus hijos y su regreso final a sus fronteras):

He aquí yo los traigo de la tierra del norte y los recojo de los lomos de la tierra; entre ellos están los ciegos y los cojos, la [mujer] encinta junto con la [mujer] que da a luz; una gran compañía, juntos regresarán aquí. Vendrán llorando, y con súplicas los guiaré, los conduciré por ríos de aguas, por camino recto en el cual no tropezarán, porque he llegado a ser un Padre para Israel, y Efraím es mi primogénito.Las lágrimas de la redención futura son las lágrimas del reencuentro entre el Pueblo Judío y su Padre en el Cielo, lágrimas de intimidad y despertar de una gran compasión, lágrimas influyentes, lágrimas de la revelación de los secretos más íntimos. Los sabios enseñan: “Así como Iosef apaciguó a sus hermanos solo llorando, así también el Todopoderoso redimirá al Pueblo Judío llorando, como dice el versículo, ‘Llegarán llorando, y con súplicas los guiaré’”

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