EL JUDAISMO COMIENZA POR CASA

La genealogía judía se ha convertido en un arte. Hay muchos sitios de Internet que pueden ayudarte a trazar tu historia familiar y descubrir parientes perdidos hace mucho tiempo que no sabía de su existencia. Quizás, esta inclinación por la historia de la familia comienza con la lista de nombres de familias judías que aparece en Parashat Pinjas.

Después de una epidemia mortal que hirió al pueblo como castigo por sus pecados, Dios le ordenó a Moshé hacer un censo de cada tribu, enumerarlos por las familias. Las tres divisiones que definen la estirpe judía son los tres Patriarcas, Abraham, Itzjak y Iaacov, las doce tribus (los hijos de Iaacov), y las familias, el nombre de los nietos y bisnietos de Iaacov.

Aunque podría parecer que el pedigree judío dependa únicamente de una asociación paternal-masculina, una pequeña contemplación demuestra que las mujeres juegan un papel muy importante también, empezando por el hecho de que ser judío depende de tener una madre judía.

A nivel de los Patriarcas, las Matriarcas Sará, Rebeca, Leá y Rajel se mencionan en la Torá junto con sus maridos, y cada una tomó un papel activo en el nacimiento del pueblo judío. De hecho, un sinónimo de “pueblo” (אוּמָה, umá) es conjugado a partir de “madre” (אִמָא, ima).

A nivel de las doce tribus, los hombres obviamente se destacan más, y de hecho se sabe muy poco acerca de sus esposas.

A nivel de las familias, aunque cada nombre familiar se deriva del nombre de uno de los nietos o bisnietos de Iaacov, cada nombre recibe un prefijo y un sufijo, que como veremos más adelante, muestra que el toque femenino en el hogar establece el espíritu.

El Nombre de Dios

Hay una enseñanza de la Torá bien conocida que: “Cuando un hombre y una mujer lo ameritan, la Shejiná (la Presencia Divina) mora entre ellos, pero si no, el fuego los consume.” Esta idea está ilustrada por el hecho de que “hombre” (אִישׁ, ish) y “mujer” (אִשָּׁה, ishá), contienen las letras de “fuego” (אֵשׁ, esh), pero “hombre” tiene iud (י) adicional y “mujer”, tiene una hei (ה) adicional. Estas dos letras forman el nombre de Dios que se pronuncia “Kah” (יָ-ה).

Estas mismas dos cartas son las que aparecen como prefijo y sufijo de los nombres de las familias mencionadas en Parashat Pinjas. Por ejemplo, la familia de Janoj (חֲנוֹךְ) se llama “Hajanojí” (הַחֲנֹכִי). Aquí vemos que la letra hei (ה), la letra adicional en “esposa” viene primero, y la iud (י) de “hombre” aparece como el sufijo. Esto indica que la mujer es, en efecto, el pilar de la familia judía.

Los efectos espirituales de los matrimonios mixtos

La peste que azotó al pueblo judío fue causada por las relaciones prohibidas, que comenzó en el desierto entre hombres judíos y mujeres no judías.

Con respecto a este pecado, Maimónides escribe:

Aunque con este pecado no se incurre en la pena de muerte, no debe tomarse a la ligera. De hecho, tiene el inconveniente de que no hay otra relación ilícita que tenga sus consecuencias. Debido a que un niño de una relación ilícita [con una mujer judía] es su hijo [del hombre] en todas las circunstancias, y es considerado como judío a pesar de que el niño es un mamzer. Pero un niño de una mujer no judía no es considero su hijo, como dice el versículo: “[No os llegaréis a ellas…] Porque desviará a tu hijo se seguirme”, esto lo aleja de seguir a Dios.

Por eso el consejo de alguien que nació de esta relación es que se convierta al judaísmo, redimiendo así la chispa perdida de su padre.

El celo de Pinjas expió por el pueblo judío, poniendo fin a la plaga y revelando la verdadera chispa de espiritualidad en la familia judía, una madre judía, un padre judío y un apellido judío.

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