LA PELICULA VIVIENTE

Visión instantánea


Los sabios nos enseñan que Bilaam pudo capturar ese instante del día en que Dios está enojado. Si Bilaam lograba maldecir a una nación en ese instante podría lograr derribarla.

A diferencia de nuestra hora normal de sesenta minutos la Torá divide una hora en 1080 partes y cada parte de una hora en setenta y seis instantes. Por lo tanto, cada instante es de aproximadamente 1/23 de un segundo.

En nuestra experiencia subjetiva, un instante se relaciona con nuestra capacidad de visualizar un solo momento en el tiempo. En efecto, para que el cerebro humano pueda registrar la proyección de fotogramas de una película como un movimiento continuo, los cuadros deben ser proyectados más rápido que veintitrés cuadros por segundo. La persistencia de la visión fusiona los cuadros, produciendo la ilusión de una imagen en movimiento. En concordancia con esto, en hebreo, un sinónimo de “instante” (רֶגַע, rega) es “un parpadeo” (הֶרֶף עַיִן, heref ain). A partir de aquí, la distancia no es tan lejana de una teoría de los cuantos discretos de tiempo discreto…

¡Corten!

Una innovación jasídica respecto al tiempo es que en su gran misericordia, Dios reproduce la creación en cada momento. Como los actores y el público en la “película” continua de Dios, las cosas se mueven demasiado rápido para que notemos cada fotograma individual y experimentamos la creación como un flujo continuo. Si pudiéramos capturar el espacio entre los cuadros individuales de la película de la vida, descubriríamos la “nada” que se encuentra escondida en el trasfondo y podríamos ver literalmente la creación llegando a ser en cada momento.

Bilaam se jactaba de que podía ver los espacios vacíos entre los cuadros, diciendo: “Yo soy el hombre con el ojo abierto.” De hecho, los sabios nos enseñan que tenía un extraordino mal ojo. Fue el maestro visionario que podría observar cualquier nación o individuo, congelar la película de su existencia, y concentrarse en sus elementos más oscuros. Bilaam fue así capaz de encontrar el defecto, la peor parte de todo lo que miraba, enfatizándolo desproporcionadamente hasta que todo lo demás desaparecía a la vista.

La enseñanza profunda de que “Dios está airado todos los días”, implica que todo tiene sus puntos malos. Sin embargo, Dios ha limitado su ira a no más de un instante y, como tal, por lo general permanece indiscernible. Sin embargo, con su único ojo malvado supersensible, Bilaam fue capaz de discernirlo.

¡Luz, cámara, acción!

Pero cuando llegó al pueblo judío, Bilaam se encontró con una [des]agradable sorpresa. Cuando aumentó el zoom entre los cuadros, no pudo ver ninguna oscuridad, ninguna connivencia siniestra, ¡nada negativo en absoluto! En cambio, se enfrentó en varias ocasiones con el hecho de que Dios ama al pueblo judío bajo todas las circunstancias y (para molestia de Balaam) hace caso omiso de todos nuestros defectos.

La Cabalá nos enseña que Dios creó el mundo contrayendo primero Su Luz Infinita que llenó por completo el universo. Bilaam era capaz de sintonizar esta mancha oscura que precedió a la realidad. Sin embargo, el Jasidismo nos enseña que la contracción de la luz de Dios no debe ser tomada literalmente, y la verdad es que no hay espacios oscuros entre los cuadros del film. Al menos en lo que el pueblo judío se refiere, el intento de Bilaam demostró que siempre ellos siempre están en contacto con la luz infinita de Dios Misma.

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