LAS MONEDAS DE ABRAHAM Y LA UNIFICACIÓN DE LA LUZ Y LA OSCURIDAD

“Ella se río de sí misma diciendo: ‘¡¿Ahora que estoy marchita, mi piel se volverá suave?! Además, mi marido es mayor”.

Los primeros cinco parashot de la Torá corresponden a los primeros cinco versos de la Torá, que componen el relato del primer día de la creación:

  • “En el principio…” corresponde con la parashá Bereshit.
  • “Y la tierra estaba caótica y vacía” para Noé y el diluvio. Se alude al arca de Noé navegando por las aguas del diluvio con las palabras: “el espíritu de Dios se cernía sobre las aguas”.
  • En el tercer verso se crea una luz alusiva a Abraham y su fe en Dios, la cual se relata en Lej Lejá .
  • El cuarto verso, que corresponde a la parashat Vaiera, describe cómo “Dios separó entre la luz y las tinieblas”, una clara referencia a la separación entre Sará y su hijo Itzjak y Hagar y su hijo Ishmael.
  • El quinto y último versículo del primer día, “Dios llamó a la luz ‘día’ y a la oscuridad llamó ‘noche’; fue la tarde y fue la mañana, un día” corresponde a nuestra parashá Jaie Sará.

Profundicemos en esta quinta correspondencia.

Monedas soberanas

A vista de pájaro, la parashá Jaie Sará describe cómo la corona real es transferida de Abraham y Sará, los dos ancianos, a Itzjak y Rivka. Uno de los rasgos de un rey legítimo es que acuña monedas que son aceptadas y utilizadas por el pueblo sobre el que es soberano.[1] Como el primer rey legítimo aceptado por el pueblo de su entorno,[2] Abraham acuñó una moneda. En la moneda de Abraham había en un lado las figuras de un hombre y una mujer ancianos y en el otro lado aparecía la forma de un hombre y una mujer jóvenes (quizás sugiriendo que las monedas son buenas para shidujim, para la búsqueda de pareja). La pareja de ancianos representaba a Abraham y Sará, quienes se describen en la Torá como: “Y Abraham y Sara eran viejos”[3] (וְאַבְרָהָם וְשָׂרָה זְקֵנִים בָּאִים בַּיָּמִי). El joven y la joven debían representar a Itzjak y Rivka, quienes heredaron a Abraham y Sará.

En la primera lectura de Jaie Sará, aprendemos que Abraham usó sus monedas soberanas para comprar el campo de Majpela y la cueva en él a Efrón el hitita. Abraham pagó la cantidad de 400 unidades de plata (que fueron acuñadas en 4 monedas, cada una de las cuales pesaba 100 unidades de plata) a Efrón. Lo novedoso de estas monedas era que se confiaba en que contendrían la cantidad de plata. Esta es la señal de un verdadero soberano que puede asegurarse de que sus monedas contengan el peso exacto que denominan. La Torá describe estas monedas soberanas como “transferibles por los comerciantes”, oved lasojer (עוֹבֵר לַסּוֹחֵר).[4]

La buena parte

Al situarse a sí mismo y a Sará en un lado de sus monedas e Itzjak y Rivka en el otro, Abraham estaba declarando que a ellos les pasaría la corona y el cetro de su soberanía. En el quinto verso de la Torá, se alude a este pasaje con las palabras: “Fue la tarde y fue la mañana; un día.” El mismo Abraham es llamado “uno”: “Abraham fue uno”, (אֶחָד הָיָה אַבְרָהָם). A Itzjak se le llama “el singular”: “Toma tu hijo, tu hijo singular, a quien amas” (קַח אֶת בִּנְךָ אֶת יְחִידְךָ אֲשֶׁר אָהַבְתָּ).[5] El uno es traído hacia el singular. Abraham es uno, pero Itzjak es “singular”, tu único hijo, como se le llama.

Esta transferencia de soberanía de una cara de la moneda a la otra es paralela al quinto versículo de la Torá, que une la luz y la oscuridad. En el cuarto versículo, Dios separó las tinieblas de la luz porque vio que la luz era buena, implicando que las tinieblas no lo eran. Pero en el quinto versículo, la luz no se describe como buena y, por lo tanto, ya no hay una implicación de que la oscuridad sea completamente negativa, sino que Dios simplemente le da nombres a la luz y a la oscuridad: día y noche. El quinto verso implica que tanto la luz como las tinieblas son necesarias y que deben estar unidas. Esta unificación alude al cambio de guardia entre generaciones al que a menudo se alude con el versículo, “Y el sol se puso y salió el sol”[6] (וּבָא הַשֶּׁמֶשׁ וְזָרַח הַשָּׁמֶשׁ).

(Extraído de una conferencia dada por el rabino Ginsburgh el 21 de Jeshván de 5772)


[1]Hiljot Gezeilá 5:18. Véase también Gra sobre Joshen Mishpat 369:2, quien cita Meguilá 14b como fuente de esta halajá.

[2] Rashi sobre Génesis 14:17 (basado en Midrash Rabá 43:5).

[3] . Génesis 18:11. El valor de esta frase es el mismo que (Zejaria 14:9) “En aquel día, Dios será uno y Su Nombre será uno”.

[4] Las dos palabras “transferible” y “comerciante” aluden a la corona en el alma, o la iejidá, el singular, que es el nivel más alto del alma. Ambas palabras se refieren a algo que está por encima y más allá. Transferible (עוֹבֵר) es una clara alusión a lo que hay más allá. La palabra hebrea para comerciante (סוֹחֵר) significa literalmente “alguien que da vueltas y vueltas”, en alusión a la luz circundante que está por encima y más allá de los poderes conscientes del alma. Los dos niveles superiores del alma, jaiá y iejidá, son luces o poderes circundantes. La jaiá se conoce como la luz circundante cercana y la iejidá, también conocida como la corona, se encuentra más allá de jaiá y se llama la luz circundante distante.

[5] Esta es también la primera mención del amor en la Torá y todos los amores posteriores surgen de él. De Abraham e Itzjak, el amor viaja luego de Itzjak a su esposa Rivka. En total, el amor realiza 42 viajes en la Torá, correspondientes a los 42 viajes de los israelitas a través del desierto, un tema analizado en nuestro artículo, “42 viajes de amor” en Sha’arei Ahava VeRatzon .

[6] Eclesiastés 1:5.

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