UN AMOR DE MADRE

El 11 de Jeshvan conmemoramos el día del fallecimiento de nuestra matriarca, Rajel. Este día nos invita a conectarnos con su persona, conocerla y transitar en su camino. Podemos decir que este día es el Día de la Madre Judía, dedicado a la madre judía. También es el día 41 del año, que es el valor numérico de eim (madre).

La Madre de todos

Rajel es la madre de todos. Todos somos sus hijos, incluso es considerada la “madre” de los descendientes de Lea. Rajel porta un mensaje profundo de la unidad de Israel. Todos los judíos, a pesar de nuestras diferencias y la singularidad de todos y cada uno de nosotros, estamos arropados por su luz abarcadora. Todos nos agrupamos bajo su delantal, como una gran familia feliz. En las enseñanzas de la Cabalá, Rajel está asociada con el concepto denominado Kneset Israel (la Congregación de Israel), que es la raíz y fuente de todas las almas de Israel.

Rajel está particularmente conectada con la Tierra de Israel. Está enterrada en el camino, en la senda que tomaron sus descendientes cuando fueron desterrados de la Tierra. Desde su posición, llora por sus hijos perdidos: “Se escucha una voz en Ramá, un lamento y llanto amargo, Rajel llora por sus hijos, se niega a ser consolada por sus hijos porque no están”[1]. La fuerza interior de Rajel, como un gran imán, nos mantiene conectados con la Nación de Israel y la Tierra de Israel. Rajel persevera y en su mérito, regresamos a casa. “Así dice Dios: Refrena tu voz del llanto y tus ojos de las lágrimas, porque tu trabajo será recompensado… y volverán de la tierra del enemigo… y los hijos volverán a su territorio”.[2]

La naturaleza judía

Iaacov se enamoró de Rajel, literalmente un amor a primera vista, un amor tan grande que endulzó todas las dificultades del camino. La conexión entre Iaacov y Rajel no estaba en el ámbito de lo oculto u oscuro. Fue expresado abiertamente, una conexión natural y fluida, una vida de amor.

Los Patriarcas y Matriarcas son las raíces de las almas judías y su conexión con Dios. Rajel representa la naturaleza judía. Uno puede percibir el mundo del judaísmo, la Torá y los mandamientos, la oración y el servicio a Dios como algo coercitivo y artificioso – un esfuerzo consciente y artificial por comportarse de la manera prescrita. La verdad, sin embargo, es que los judíos tienen una naturaleza interior que, cuando se descubre, hace que la conexión con Dios sea la más natural y simple de las relaciones, fluida e implícita. Oramos y realizamos las mitzvot, aprendemos Torá y hacemos buenas obras con un flujo y una conciencia natural. Es como respirar aire, la fuerza de la vida misma, con alegría y tranquilidad. Esta es nuestra naturaleza judía.

La naturaleza judía solo puede revelarse plenamente en la Tierra de Israel. El amor de Iaacov por Rajel refleja su amor por la Tierra de Israel, la conexión natural de todo judío con la Tierra Santa. Rajel era hermosa y la Tierra de Israel también es hermosa. El valor numérico de Rajel es 238, mientras que el valor numérico de Eretz Israel (la Tierra de Israel) es 832, los mismos números a la inversa. Cuando Iaacov mira a Rajel ve la Tierra de Israel, las escenas de su infancia reflejándose en ella. Cuando Rajel observa su propio reflejo también ve la amada Tierra de Israel.

La Madre Rajel todavía espera a sus hijos, y la Tierra de Israel todavía espera a sus hijos – por el regreso de la totalidad de la Nación a toda la Tierra. La verdadera conexión entre ellos se completará con la redención completa, cuando nuestra naturaleza judía se revelará desde lo más profundo y nuestras vidas se llenarán de amor a Dios, como el amor de Iaacov y Rajel.


[1] Jeremias 31:14

[2] Jeremias 31:15

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