Rabí Abahu dijo en nombre de Rabí Elazar:
¿Por qué se castigó a Abraham con la esclavitud de su descendencia en Egipto durante 210 años?
Porque usó eruditos para hacer la guerra, como está dicho: “Reunió a sus discípulos que habían sido criados en su casa”.
Shmuel dijo: Porque le pidió demasiado al Todopoderoso, como está dicho [que Abraham le pidió a Dios]: “¿Cómo sabré que heredaré [la tierra de Canaán]?”
Rabí Iojanán dijo: Porque impidió que la gente entrara bajo las alas de la Shejiná, como está dicho [que el rey de Shalem le dijo a Abraham]: “Dame las almas y toma las posesiones”.
Talmud, Tratado de Nedarim 32a
De las tres razones, la más sorprendente es la tercera. El exilio en Egipto fue el resultado de que Abraham había renunciado a la oportunidad de enseñar a los no judíos los caminos de la verdadera fe, la creencia en un solo Dios, y de animarlos a convertirse. Abraham había salvado a personas y posesiones de los Cuatro Reyes, y Malkitzedek, el rey de Shalem le ofreció a Abraham las posesiones que se salvaron si tan solo Abraham permitiera que las personas salvas permanecieran bajo su tutela. Rabi Iojanán entiende que al estar de acuerdo (con la primera mitad), Abraham había cometido un error que le costó tanto sufrimiento a su descendencia. De hecho, los comentaristas explican que esas mismas almas que Abraham le dio a Malkitzedek fueron posteriormente las almas de los mismos egipcios que acabarían esclavizando a la descendencia de Abraham.
¿Qué se suponía que debía hacer Abraham? Debería haberse mantenido firme frente a Malkitzedek y haber tomado bajo su protección estas almas liberadas. Entonces habría podido enseñarles los caminos de Dios y tal vez se habrían convertido. Estos nuevos discípulos habrían esparcido las enseñanzas de Abraham por todo el mundo, trayendo a toda la humanidad a Dios y entonces no habría sido necesario que la descendencia de Abraham descendiera a Egipto.
Curiosamente, difundir la fe en Dios fue la misión más preciosa en la vida de Abraham. Dedicó toda su vida a este fin, convirtiendo a las personas a la fe en Dios. Y, sin embargo, esta vez falló en su misión y, como resultado, fue castigado con un exilio que no se rectificará hasta la época del Mashíaj. Aparentemente, esta fue una oportunidad de oro que Abraham perdió. Si pierdes la oportunidad de cumplir tu misión en la vida, lo que se suponía que debías cuidar, regresa y se convierte en tu ruina, como lo hicieron estas almas a quienes Abraham no convirtió.
Esta es la esencia de lo que llamamos la Cuarta Revolución en el Aprendizaje de Torá: enseñar Torá a las naciones del mundo. Vemos que el mundo de hoy está listo y ansioso por escuchar la Torá, por aprender la verdad sobre el significado de la vida y la necesidad de servir a Dios juntos. Debemos tener confianza y seriedad en nuestra búsqueda de compartir la luz de Dios, la Torá, con el mundo entero, sabiendo que la verdadera y completa redención depende de ello.
(Extraído de una lección del rabino Ginsburgh, Rosh Jodesh Shevat 5778)