EL BAAL SHEM TOV: PELIGROS EN EL CAMINO

Traducido de la trilogía de historias de Rabi Ginsburgh sobre el Ba’al Shem Tov, Or Israel, vol. III pág. 131.

Una vez, cuando viajaba con su grupo sagrado de discípulos, el Baal Shem Tov dijo de repente: “Oren y arrepiéntanse, porque el incircunciso (Alexei, el conductor del carro del Baal Shem Tov) quiere matarnos.

Los discípulos se sorprendieron, porque Alexei había trabajado lealmente para el Baal Shem Tov durante años, pero luego el Baal Shem Tov repitió su advertencia. Los discípulos hicieron lo mismo y continuaron montados en la carreta hasta que llegaron a un lugar determinado.

El Baal Shem Tov luego llamó a Alexei y le dijo: “Dime la verdad, ¿en qué estabas pensando cuando pasamos por ese lugar en particular?”

Alexei inmediatamente cayó al suelo y respondió: “En verdad, pensé en matarlos a todos”.

“Sabes que lo percibo todo y que no puedes ocultarme nada”, respondió el Baal Shem Tov. “¿Por qué pensaste en hacer tal cosa?”

“No sé. Me picó un espíritu maligno”, dijo Alexei, pidiendo perdón.

Más tarde, el Baal Shem Tov explicó que años atrás en ese lugar habían sido asesinados varios judíos. La impresión del asesinato permaneció allí, y por eso cuando Alexei llegó a ese lugar, un espíritu de asesinato se apoderó de él. Pero ahora, continuó el Baal Shem Tov, cuando pasamos por aquí y oramos y nos arrepentimos, ese espíritu fue anulado, y a partir de ahora este lugar ya no será dañino para los judíos.

(Likutei Sipurim p. 15)

En el camino

Estudiamos que la maldad deja una impresión, un remanente de la cáscara impura (la kelipá) permanece en el lugar donde se cometió el pecado y yace al acecho, a la espera de materializarse. El bien también deja una impresión y su impresión seguramente es aún más pronunciada, porque como dicen los sabios: “una cantidad de bien tiene más influencia que la misma cantidad de desdicha”.[1] La impresión que dejan tanto el bien como el mal puede estar mezclada y los que pasan por allí son los más vulnerables a su influencia.[2]

El viajar tiene una propensión a ser un tiempo de peligro[3], porque la persona está abandonando su propio territorio, el espacio seguro que ha construido para sí con su arduo trabajo y debe enfrentarse a los espíritus desenfrenados que se mueven por el mundo.[4] Hay espíritus que pueden invadir e influir en el cansado viajero. Si una persona cuenta con méritos, puede ser influenciada por un buen espíritu, por la impresión positiva de una mitzvá o que fue dejada después de que un tzadik estuvo presente en el lugar por el que está pasando. Si no lo merece y si su naturaleza es tropezar en la vida, el espíritu maligno de una cáscara impura que permanece en ese espacio podría penetrar en su mente e influir en él. Todo esto sigue el dicho de los sabios “En el camino que una persona desea seguir, será conducida”.[5]

Los viajeros son los rectificadores del mundo, porque la contienda es por el dominio público. Es allí donde se refuerzan o se debilitan las impresiones de las acciones de la humanidad, tanto las buenas como las malas, que llenan el aire del mundo. Cuando una persona emprende un viaje debe estar preparada para dejar atrás su privacidad y entrar en el ámbito público no como individuo, sino como representante de su pueblo. A partir de ahora tiene un papel, le guste o no; un papel en la lucha universal encaminada a redimir al mundo, todo en virtud del hecho de que se ha embarcado en un viaje y es un viajero. Su postura con respecto a lo que ve, oye y siente, potenciará o debilitará esas cosas, todo de acuerdo con su naturaleza y su voluntad.

Al Baal Shem Tov le gustaba el camino y viajaba con frecuencia. Su costumbre aparentemente salvaje y tosca era no guiar a los caballos, como se relata en muchas historias. Parecían trotar libremente siguiendo su propio camino. Es cierto que sus caballos no necesitaban que les dijeran a dónde ir porque de alguna manera ya sabían hacia dónde se dirigía el Baal Shem Tov. Aun así, es posible que dondequiera que sus caballos lo llevaran era bueno a los ojos del Baal Shem Tov, porque donde fuera que llegara el Baal Shem Tov tenía mucho trabajo por delante. Podría ser un espíritu maligno contra el que necesitaba luchar, o un espíritu bueno que necesitaba ser liberado de su prisión. 

Como dicen los sabios, siempre hay una novedad: “Es imposible que haya un estudio que no produzca una idea nueva”[6]y no hay camino que no conduzca al refinamiento de la realidad. De hecho, dondequiera que fuese el Baal Shem Tov iba con el verso: “ConóceLe [a Dios] en todos tus caminos”.[7] Dios era su destino dondequiera que viajara.

El Baal Shem Tov no temía los lugares peligrosos. No temía a nada más que a Dios. Además, tenía un interés especial en traer a sus discípulos a estos lugares. No hay mejor lugar para el arrepentimiento que un lugar donde los judíos han santificado el Nombre del Cielo. Entonces podemos suponer directamente que el Baal Shem Tov llevaba a sus discípulos a un lugar donde la santidad había dejado una impresión profundamente grabada para alentarlos a tener pensamientos de verdadera teshuvá: un regreso profundo y sin trabas a la verdadera conexión de uno con Dios.[8]

Estar alerta

Alexei el cochero era como un recipiente abierto de par en par, propenso a albergar toda la energía negativa del pasado que flotaba alrededor. Y correctamente se dio cuenta de que era un espíritu maligno que lo había molestado cuando pasó por ese lugar y le hizo desear asesinar al grupo sagrado. Por el contrario, los discípulos del Baal Shem Tov no sintieron la impronta que quedó de la santificación del Nombre de Dios hecha por los judíos asesinados y el Baal Shem Tov tuvo que hacérselo saber. ¿Por qué esta diferencia? ¿Era Alexei más sensible que los discípulos del Ba’al Shem Tov?

La explicación es que la voluntad y el deseo juegan un papel en la intensidad de la huella o impresión que deja un acto. El asesinato constituye lo más profundo de la impureza. Para asesinar una persona debe revelar el quinto y más alto nivel de sitra ajra (el otro lado de la santidad). En efecto, este nivel más alto del otro lado es paralelo al nivel más elevado del alma de santidad conocida como iejidá, singular. 

Por el contrario, santificar el Nombre de Dios por los judíos que fueron asesinados fue un acto pasivo, porque fueron asesinados en contra y a pesar de su voluntad. En efecto, su voluntad no estaba activa en este caso, por esa razón, aunque su autosacrificio reveló el nivel más alto de sus almas, su iejidá, porque sucedió en contra de su voluntad, dejaron una huella mucho más débil en el espacio físico. Por decirlo de una manera un poco diferente, con respecto a la santidad, la experiencia de la iejidá es de una completa anulación y sumisión a Dios. Pero la iejidá, por así decirlo, del “otro lado”, es la amplificación del yo y su intensificación hasta el punto de que la existencia del asesino se vuelve capaz de destruir la existencia de otra persona.

El resultado fue que Alexei pudo sentir la huella dejada por el asesinato mucho más claramente de lo que los discípulos de Baal Shem Tov pudieron sentir la huella dejada por los judíos asesinados.

De esto aprendemos una regla importante: un visitante debe agudizar sus sentidos, debe ser lo más vital y activo posible para aprovechar al máximo sus viajes. Es mejor dejar los caminos peligrosos solo para los viajeros más experimentados, aquellos que son lo suficientemente sensibles como para identificar las huellas positivas y actuar en consecuencia. No se recomienda deambular sin sentido. Si un judío está en el camino y no vigila cuidadosamente sus pasos, es probable que sea influenciado por las huellas espirituales dejadas a lo largo de su ruta en lugar de influenciarlas.

Por su propia esencia, el tzadik es alguien que se esfuerza por afectar su entorno y no dejar que lo influencien. Todo su ser es de vitalidad activa y consciente. Recorre los caminos del mundo con un claro objetivo: recoger cada chispa que se cruce en su camino, por eso sus sentidos están alerta. Hay muchas historias de tzadikim que de repente se detuvieron en su camino, diciendo que olían algo bueno o sentían santidad en ese lugar, luego se descubría que años antes un tzadikdiferente se había hospedado en ese lugar. Los tzadikim podían percibir la impronta grabada en ese lugar.

Imagen por C. Birkholz  pixabay.com


[1] Tosefta Sotá 4:1

[2] El primer asesinato en el mundo fue el asesinato de Abel a manos de su hermano, Caín. Los espíritus del asesino y de la víctima envuelven a las personas en el camino. Un espíritu de muerte asesino impregna a aquellos que pertenecen a la raíz del alma de Caín, mientras que un espíritu centrado en la oración impregna a aquellos que pertenecen a la raíz del alma de Abel.

[3] “Todos los caminos son potencialmente peligrosos” (כָּל הַדְּרָכִים בְּחֶזְקַת סַכָּנָה), de Kohelet Rabá 3:2. Las letras de esta frase de los sabios se pueden permutar para leer: “La novia de Mordejai es fuerte frente al peligro (כַּלַּת מָרְדְּכַי חֲזָקָה בְּסַכָּנָה). La novia de Mordejai, por supuesto, se refiere a la reina Ester, quien dejó su zona de confort, la casa de Mordejai, por un entorno extranjero que era el polo opuesto a su esencia, hasta que incluso dijo: “Y si perezco, perezco” (Ester 4:16). Precisamente bajo esas condiciones sus poderes fueron revelados y activados para traer la salvación a todo el pueblo judío.

[4] En palabras de la Mishná (Avot 3:4) “Rabí Janina hijo de Jajinai decía: Aquel que se queda despierto por la noche, o viaja solo en el camino, y vuelve su corazón a la ociosidad es responsable (culpable) por (la pérdida de) su alma.” El Maharal (Derej Jaim sobre esta mishná) explica esto detalladamente:

Porque Dios bendito hizo al hombre para vivir con otras personas, y el que no lo hace es considerado fuera del orden natural… Porque cuando una persona se separa de la convivencia con los demás no tiene lugar alguno. Una persona está mucho más segura cuando habita en su propio lugar, que le proporciona su espacio. Por eso la palabra para “lugar” [en hebreo] significa “sostener” ya que sostiene y guarda su existencia…. Además, una persona está a salvo cuando está entre otras personas… y puesto en peligro su vida cuando sale del orden natural. Porque, cuando está en el lugar que le corresponde la persona está protegida por Dios bendito, que protege al mundo…

Aun así, por grandes que sean los peligros al abandonar el límite de su lugar de residencia, hay grandes recompensas para la persona dedicada que sabe cómo conducirse. Este fue el razonamiento utilizado por el Rebe Najman de Breslov, quien envió a todos sus discípulos, hasta el día de hoy, a recluirse en los campos y bosques (Likutei Moharan 1:52):

Sabe que la forma primaria de auto anulación que una persona puede alcanzar en cuanto a su conciencia de ser, convirtiéndose así en nada y ser incluido en la Unidad del Dios bendito, es sólo por medio de la oración solitaria (hitbodedut). Uno necesita un lugar y tiempo especiales para no distraerse. El momento es la noche, (como en la mishná que dice:) “El que permanece despierto en la noche”, porque entonces todos están dormidos. El lugar está en un camino aislado; no uno que sea frecuentado por el público, para que los viajeros no lo interrumpan. Debe ser específicamente en un lugar donde la gente no vaya; ahí es donde debe ir y recluirse, como describe la mishná: “el que viaja solo en el camino”. Y luego puede limpiar su corazón de todo, y puede anular todo su sentido de ser, como continúa la mishná: “Él convierte su corazón en nada [es decir, anulación de sí mismo ante Dios]”. Y luego, cuando está completamente anulado, entonces es incluido en la Unidad del Dios bendito, y luego llega a al “necesario”, que la mishná describe con las palabras, “él es culpable” [que también significa “necesario”] porque Dios es la existencia necesaria absoluta de toda realidad, y todo lo demás es sólo una parte posible de la realidad. Cuando está anulado e incluido en Su Unidad, entonces su propia existencia deja de ser una mera posibilidad y se incluye en la necesaria existencia del Absoluto. A esto alude la mishná con las palabras: “Él también es culpable” [es decir, “Su yo ahora tiene una existencia necesaria”].

[5] Macot 10:2

[6] Jaguigá 3ª

[7] Proverbios 3:6

[8] Este razonamiento puede usarse para explicar la reacción natural de los judíos fieles en la Tierra de Israel que actúan para construir un asentamiento judío en lugares donde los judíos fueron asesinados o heridos. La santificación del Nombre de Dios lograda mientras se cumple la mitzvá de conquistar y colonizar la Tierra de Israel es el fundamento y el secreto de la existencia del nuevo asentamiento. Además, la raíz hebrea para “asesinato” (רצח) es una permutación de la palabra “confianza” (רחץ), en arameo, lo que sugiere que un lugar donde un judío fue asesinado tiene la capacidad de fortalecer aún más nuestra confianza en Dios.

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