DULCES SUEÑOS

“…Cuando Dios traiga de vuelta a los exiliados de Tzión,

seremos como si hubiéramos soñado.”[1]

¿Qué significa “seremos como soñadores”? Hay al menos tres explicaciones para esta frase:

La primera explicación lógica es que cuando se produzca la redención (el Regreso a Tzión simboliza la redención completa, en la que el mundo entero se perfecciona a la luz de Dios) nos costará creerles a nuestros ojos y sentiremos que estaremos soñando, lo que veremos será cierto, pero será tan incomprensible que parecerá un sueño.

Jasidut ofrece una segunda explicación más sorprendente: cuando se produzca el Regreso a Tzión comprenderemos que hasta entonces hubiéramos estado soñando. ¡Ahora mismo estoy durmiendo! Solo cuando llegue la redención nos despertaremos y veremos la realidad como realmente es. Esto no significa que la realidad presente sea una ilusión, sino que la vemos a través de una pantalla de una conciencia borrosa. Este es el mal sueño del que debemos despertar.

La tercera explicación es la más interesante. ¡Dice que tanto la primera como la segunda explicación son verdaderas! Nuestra realidad actual es una especie de mal sueño, y la redención será una especie de buen sueño. Lo que tenemos que hacer es cambiar los sueños. Nuestra tarea no es simplemente despertar sino dar vuelta a nuestro sueño, transformar nuestras pesadillas en una vida revitalizada y llena de grandes sueños de rectificar el mundo.

Soñar despierto

Entrar en el sentido del alma del mes de Kislev: el sentido del sueño.

Aunque dormimos cerca de un tercio de nuestras vidas el sueño sigue siendo un fenómeno muy extraño. El sueño es el vaciamiento de la conciencia, abandonar el control de nuestra voluntad en cuerpo y alma y una inmersión profunda en un mar de inconsciencia. Más concretamente, el sueño nos sumerge en una conciencia diferente que vislumbramos a través de nuestros sueños. Es una conciencia ilógica, no deseada.

Aquí funciona una interesante doble ecuación: por un lado, nuestra autoconciencia es la encarnación de nuestra humanidad. Es la imagen de Dios que está en nosotros. Por otro lado, parece que sin su habitual desintegración por medio del sueño no seríamos en absoluto personas. Abandonar nuestro aferramiento a lo familiar y lo conocido es una parte inherente de nuestra capacidad de retener nuestra comprensión y conocimiento.

El primer sueño mencionado en la Torá es el sueño que Dios trajo sobre Adam para poder quitarle la costilla y formar a Javá. El encuentro entre Adam y Javá fue el primer encuentro interpersonal, el primer encuentro del “yo” con el “otro”. De esto podemos concluir que el sueño es un paso crítico en estos encuentros. Para conocer realmente a la otra persona tenemos que poner nuestro yo a dormir, por así decirlo, y liberar lo que creemos saber sobre nosotros mismos y sobre todo lo demás. Sin este paso no podemos estar verdaderamente abiertos a otra persona.

Este es el objetivo del sueño: la capacidad de dejar ir lo familiar y abrirnos a una perspectiva diferente. El propósito del sueño no es simplemente la capacidad de quedarse dormido, lo cual no es un logro importante para la mayoría, pero es la salud mental. Es la capacidad de canalizar un poco de sueño y relajación específicamente en los momentos que estamos despiertos, saber soñar sin dormir, y con esa inspiración, atreverse a pensar y hacer cosas nuevas. Esta es la razón por la que el sentido del sueño es un requisito para alcanzar un estado de “éramos como soñadores”, en el que somos capaces de precipitar cambios de gran alcance en nuestro mundo.

Kislev y el sueño

La conexión entre el sentido del sueño y el mes de Kislev se presenta en varias dimensiones. Primero, Kislev es el mes con las noches más largas del año. Segundo, de los diez sueños descritos en la Torá, nueve de ellos aparecen en las porciones de la Torá que leemos en Kislev. (Los sueños de Iosef, el Faraón y sus ministros en las porciones de la Torá de Vaieitze, Vaieshev y Miketz). Por último, el triunfo de los macabeos sobre los griegos, que celebramos en Janucá en el mes de Kislev, es el triunfo por excelencia de los “soñadores” que enfrentan un reto sin esperanza. No hay mes del año más repleto de sueño y sueños que Kislev.

La tribu de Benjamín que está asociada con Kislev también está conectada con el sentido del sueño. Los descendientes de Benjamín fueron famosos como francotiradores con sus arcos y flechas. El arco es el signo astrológico del mes de Kislev. Disparar la flecha – que consiste en tirar del arco hacia atrás y luego soltarlo – es un ejemplo perfecto de la energía creativa de liberación que viene después de la tensión, la principal característica del sentido del sueño.

Sonambulismo

Se puede considerar que los sentidos de los primeros seis meses del año (Nisan a Elul) allanan el camino para los sentidos de la segunda mitad del año (Tishrei a Adar), respectivamente. El mes que corresponde a Kislev en la primera mitad del año es Sivan, cuyo sentido es caminar. Caminar y dormir son exactamente opuestos. La motivación detrás de caminar es acostumbrarse al movimiento, al progreso y al ascenso constantes. La motivación detrás de dormir es detenerse y dejarse llevar e imbuir movimiento con descanso.

Podemos ver fácilmente cómo el sentido de caminar allana el camino para el sentido del sueño. Liberar la conciencia (permitiéndole fluir, o no pensar o simplemente “ser”, u otros métodos) fuera de un marco dirigido a un objetivo solo puede conducir al deterioro y la pasividad. El método judío es comenzar con Lej-Lejá (ve por ti), una vida de responsabilidad, progreso cargado de esfuerzo, aspiración constante por mejorar, e infundirle el componente de liberación. Si se logra de esta manera, el componente de liberación se transforma de una energía que debilita el caminar, a una energía que empodera y energiza. El sentido del sueño permite saltar a nuevos caminos, lugares donde el caminar mesurado conscientemente, no puede llegar por sí solo.


[1] Salmos 126:1

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