QUÉ QUIERO VERDADERAMENTE

El mes de Adar es el último mes del calendario judío. Es el mes en el que termina la historia de nuestro año y también el mes en el que volvemos al principio.

La festividad de Purim, que celebramos en el mes de Adar es también el “fin de la historia”. El comienzo de la Nación Judía como nación es el Éxodo de Egipto en Nisan el primer mes del año, y a partir del Éxodo continúa toda la historia que se relata en la Biblia: la entrega de la Torá y la entrada de la Nación de Israel en la Tierra de Israel, luego la época de los Jueces, los días del Primer Templo y su destrucción, hasta la edificación del Segundo Templo. Es precisamente aquí en el punto final donde tiene lugar la historia relatada en el Rollo de Ester que leemos en Purim. Como lo expresaron los sabios “Ester es el final de todos los milagros”.[1]

Son embargo, como dicen nuestros sabios el final regresa con un movimiento circular al principio: “Su final está ligado a su principio”.[2] Hasta que llegamos a Purim faltaba algo muy importante… nuestra voluntad. En el Éxodo de Egipto y la entrega de la Torá fue Dios Quien actuó, los eventos que sucedieron descendieron a la tierra desde lo alto y más o menos nos dejamos llevar. Por lo tanto, los sabios dicen que en la entrega de la Torá en el Monte Sinaí Dios “impuso la montaña sobre ellos como un tazón”.[3] En realidad no teníamos más remedio que aceptar la Torá. Es verdad, estuvimos de acuerdo e incluso dijimos: “Haremos y escucharemos”,[4] pero eso fue después de la oferta Divina que no pudimos rechazar. ¿Cómo podríamos declinar después de que Dios nos había envuelto con una nube de amor?

Pero en el Rollo de Ester Dios está escondido. En lugar de los milagros de alto perfil que realizó en Egipto el pergamino está repleto de política, intrigas palaciegas y, de repente…  la Solución Final. Esta es una gran prueba. ¿Se aferrarán los judíos a su fe? ¿O intentarán asimilarse? Esto requiere de un sacrificio personal que revela la voluntad más íntima de los judíos. A pesar de todas las dificultades y cuando todo esté dicho y hecho queremos ser judíos como Mordejai el ‘Ish Iehudi’ (hombre judío) cuyo valor numérico es igual al de ratzón (voluntad) en guematria.

Después de que todo saliera bien la respuesta judía fue agregar mitzvot, todas las mitzvot de Purim, y esta vez con nuestra total acuerdo y voluntad. Como lo expresaron los sabios: “Retornaron y la aceptaron (la Torá) en los días de Ajashverosh”[5]. Esta vez no había ninguna montaña sobre nuestras cabezas, los judíos aceptamos la Torá por plena voluntad. Aquí es donde el final de la historia vuelve al principio. Después de que verdaderamente deseemos aceptar la Torá podremos revivir el Éxodo de Egipto y la Entrega de la Torá bajo una nueva luz.

La Voluntad en la corona

La voluntad es el poder del alma del mes de Adar. ¿Dónde está la voluntad en el mapa de nuestras almas? Podríamos pensar que la voluntad está por debajo de nuestras facultades intelectuales. Si un vendedor me convence de comprar un producto, eso significa que lo quiero. Mi reconocimiento intelectual de que este producto vale la pena/útil/agradable despierta mi voluntad, y mi voluntad motiva mis acciones. Esto también puede aplicarse a asuntos espirituales. Por ejemplo, escuché una clase maravillosa sobre Shabat, así que quiero guardar Shabat.

La fuente de nuestra voluntad, sin embargo, es mucho más elevada, muy por encima del intelecto. Está en la Corona del alma. Esta es la razón por la que, a veces, podemos desear algo – no por alguna información o pensamiento que tuviéramos – sino por un inexplicable despertar de una fuerte y contundente voluntad. Más concretamente, podemos identificar dos niveles dentro de la elevada voluntad de la Corona: Voluntad que no tiene una razón aparente. No está claro por qué de repente deseamos esto, pero pensándolo bien, podemos suponer (quizás con la guía de un consejero espiritual) que hay alguna razón profundamente arraigada que nos motiva a desear esto. El nivel más elevado es que no hay razón para la voluntad. Realmente no hay ninguna razón intelectual por la que deseemos ciertas cosas. Entonces, ¿por qué los queremos? ¡Porque sí! (En hebreo, la palabra para “¡Porque sí!” es ככה, “caja”, que es un acrónimo de, כתר כל הכתרים la Corona de todas las Coronas). Esta voluntad elevada se llama “la voluntad del corazón”. Es la voluntad del corazón que anhela a Dios, la fuente del autosacrificio de Purim, la verdadera corona sobre la cabeza de la reina Ester y sobre la cabeza de todos nosotros.

Ve con Mordejai

¿Cómo sabemos lo que queremos? Nos encontramos con esta pregunta a menudo. Llegamos a una encrucijada, tenemos que tomar una decisión y empezamos a pensar: “¿Qué es lo que realmente quiero?”. El Rebe de Lubavitch les decía a las personas que le pedían consejo que “mediten lo que realmente quiere”. Después de haber reflexionado en que se fundamenta nuestra voluntad, ¡es el momento de hacerlo! Este es el mejor camino que podemos tomar.

Sin embargo, nuestra pregunta sigue en pie. ¿Cómo se supone que vamos a saber lo que realmente queremos? Después de todo tenemos muchos intereses en conflicto en nuestro interior. ¿Cuál es nuestra verdadera voluntad interior y cuál es nuestra engañosa voluntad exterior?

Adar viene a responder a esta pregunta. Este es el mes en el que se entrelazan “maldito Hamán” y “bendito sea Mordejai”. Todos tenemos un pequeño Hamán-Amalek dentro, una inclinación al mal que busca nuestro detrimento. aunque se ponga una máscara sonriente. No es una tarea sencilla encontrar el camino exacto, pero en el mes de Adar tenemos el poder de derrotar al malvado Hamán en nuestro interior y permanecer únicamente con el justo Mordejai, para descubrir nuestra buena voluntad interior positiva.


[1] Iomá 29a

[2] Libro de la Formación 1:7

[3] Shabat 88a

[4] Éxodo 24:7

[5] Meguilá 7a

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