con el rabino Jaim Frim
AUDIO: https://t.me/galeinai_audios_es/852
Fluir con las Ondas de la Providencia
Uno de los maravillosos temas que trata la mecánica cuántica es la dualidad de onda y partícula: ciertos fenómenos a veces actúan como ondas y a veces como partículas. Una de las diferencias entre una onda y una partícula es la cuestión de qué sucede cuando dos de ellas se encuentran: cuando las partículas se encuentran, ocurre un ‘choque’: cada partícula es empujada hacia atrás o hacia un lado, se rompe, etc. Por el otro lado, el encuentro de las ondas no les hace daño: si son compatibles entre sí, de modo que ambas son ‘altas’ o ambas son ‘bajas’ en el punto de encuentro se reforzarán entre sí (serán más altas/más bajas que cada una por sí misma), y si son opuestas entre sí, una ‘alta’ y la otra ‘baja’, se cancelarán y anularán entre sí en el momento del encuentro. De cualquier manera, después de su integración e interferencia entre sí, cada uno continúa en su propia dirección.
Es costumbre llamar a los encuentros de las ondas con la expresión ‘interferencia’, las ondas se perturban entre sí en su interferencia. Hay perturbaciones ‘positivas’, cuando las ondas coinciden, que amplifican a ambas, y hay perturbaciones ‘negativas’, cuando las ondas son inversas, que las anulan.
Transformar de una partícula a una onda
¿Qué se puede aprender de esto para servir a Dios?
Las interferencias son algo muy común en nuestras vidas. El judío trata de estudiar, rezar, concentrarse, y de repente lo perturban factores externos, hijos, teléfonos, cónyuge… ¿Cómo se trata esto?
La respuesta depende de si estamos experimentando como una partícula o una onda. Cuando el hombre se experimenta a sí mismo como un ser cierto y separado, “iesh”, una parte que se vale por sí misma, su encuentro con el entorno puede provocarle un accidente y una colisión… queda dañado y desgastado por el roce con la realidad circundante, y pierde energía…
La experiencia de una onda es una experiencia de ‘ain’ (también en la ciencia, los fenómenos se comportan como una onda antes de materializarse, etc.) – el hombre es parte de una gran onda general, y no tiene masa ni realidad propia. Lo mismo ocurre con el entorno, también son ‘olas’ y movimientos que la Providencia Divina envía y convoca para intensificar o cancelar ciertos movimientos. En esta situación, las reuniones se convierten en una reunión con supervisión privada, un encuentro fluido y natural de diferentes ondas.
Esta idea explica de manera profunda y maravillosa una historia fundamental acerca de nuestro maestro el Besh”t: se dice que el Besh”t le preguntó a su maestro, Ajiá HaShiloni, que aun estando en piadosa devoción y con el alma elevada sería capaz de responder y responder a un judío que se dirigiría a él. Esta realidad, en la que es posible un encuentro con el otro mientras se adhiere, está bien ilustrada por el comportamiento de las ondas: cuando te ‘hallas’ puedes encontrarte por Providencia Divina incluso durante otra experiencia y combinarlas de manera natural y fluida.
De un seminario sobre mecánica cuántica, estaba escrito en el libro ‘Una selección de lecciones de observación’ parte 16
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Deuteronomio Capítulo 34
12 ni ninguno de los actos poderosos ni grandes visiones
que Moshé manifestó ante los ojos de todo Israel.
יב וּלְכֹל֙ הַיָּ֣ד הַֽחֲזָקָ֔ה וּלְכֹ֖ל הַמּוֹרָ֣א הַגָּד֑וֹל אֲשֶׁר֙ עָשָׂ֣ה משֶׁ֔ה
לְעֵינֵ֖י כָּל־יִשְׂרָאֵֽל
Genesis Capítulo 1
1 En el principio creó Dios el cielo y la tierra.
א בְּרֵאשִׁית בָּרָ֣א אֱלֹהִ֑ים אֵ֥ת הַשּׁמַ֖יִם וְאֵ֥ת הָאָֽרֶץ:
2 La tierra estaba sin forma y vacía, con oscuridad sobre la faz del abismo,
y el espíritu de Dios sobrevolaba sobre la superficie del agua.
ב וְהָאָ֗רֶץ הָֽיְתָ֥ה תֹ֨הוּ֙ וָבֹ֔הוּ וְח֖שֶׁךְ עַל־פְּנֵ֣י תְה֑וֹם וְר֣וּחַ אֱלֹהִ֔ים מְרַחֶ֖פֶת עַל־פְּנֵ֥י הַמָּיִם:
3 Dijo Dios: “Haya luz”, y fue la luz.
ג וַיּ֥אמֶר אֱלֹהִ֖ים יְהִי־א֑וֹר וַֽיְהִי־אֽוֹר
4 Dios vio que la luz era buena, y Dios dividió entre la luz y la oscuridad.
ד וַיַּרְא אֱלֹהִ֛ים אֶת־הָא֖וֹר כִּי־ט֑וֹב וַיַּבְדֵּל אֱלֹהִ֔ים בֵּין הָא֖וֹר וּבֵ֥ין הַחֽשֶׁךְ:
5 Dios llamó a la luz “Día”, y a la oscuridad llamó “Noche”. Fue la tarde y fue la mañana, un día.
ה וַיִּקְרָ֨א אֱלֹהִ֤ים | לָאוֹר֙ י֔וֹם וְלַח֖שֶׁךְ קָ֣רָא לָ֑יְלָה וַֽיְהִי־עֶ֥רֶב וַֽיְהִי־בֹ֖קֶר י֥וֹם אֶחָֽד:
6 Dijo Dios: “Haya un firmamento en medio del agua, y divida entre agua y agua”.
ו וַיּ֣אמֶר אֱלֹהִ֔ים יְהִ֥י רָקִ֖יעַ בְּת֣וֹךְ הַמָּיִם וִיהִ֣י מַבְדִּיל בֵּין מַ֖יִם לָמָֽיִם:
7 Dios [de este modo] hizo el firmamento, y éste separó el agua debajo del firmamento del agua arriba del firmamento. Permaneció de ese modo.
ז וַיַּעַשׂ אֱלֹהִים֘ אֶת־הָֽרָקִיעַ֒ וַיַּבְדֵּל בֵּין הַמַּיִם֙ אֲשֶׁר֙ מִתַּחַת לָֽרָקִ֔יעַ וּבֵ֣ין הַמַּיִם אֲשֶׁר מֵעַ֣ל לָֽרָקִ֑יעַ וַֽיְהִי־כֵֽן:
8 Dios llamó al firmamento “Cielo”. Fue la tarde y fue la mañana, un segundo día.
ח וַיִּקְרָ֧א אֱלֹהִ֛ים לָֽרָקִ֖יעַ שָׁמָ֑יִם וַֽיְהִי־עֶ֥רֶב וַֽיְהִי־בֹ֖קֶר י֥וֹם שֵׁנִֽי:
9 Dijo Dios: “Júntense las aguas debajo del cielo en un lugar, y véase suelo seco”. Aconteció.
ט וַיּ֣אמֶר אֱלֹהִ֗ים יִקָּו֨וּ הַמַּיִם מִתַּחַת הַשּׁמַ֨יִם֙ אֶל־מָק֣וֹם אֶחָ֔ד וְתֵֽרָאֶ֖ה הַיַּבָּשָׁה וַֽיְהִי־כֵֽן:
10 Dios llamó al suelo seco “Tierra”, y a las acumulaciones de agua llamó “Mares”. Dios vio que era bueno.
י וַיִּקְרָ֨א אֱלֹהִ֤ים | לַיַּבָּשָׁה֙ אֶ֔רֶץ וּלְמִקְוֵ֥ה הַמַּיִם קָרָ֣א יַמִּים וַיַּרְא אֱלֹהִ֖ים כִּי־טֽוֹב:
11 Dijo Dios: “Dé la tierra vegetación. Plantas que den semilla y árboles frutales que produzcan sus propias clases de frutos con semillas estén sobre la tierra”. Y así fue.
יא וַיּ֣אמֶר אֱלֹהִ֗ים תַּדְשֵׁא הָאָ֨רֶץ֙ דֶּשֶׁא עֵ֚שֶׂב מַזְרִ֣יעַ זֶ֔רַע עֵ֣ץ פְּרִ֞י עֹ֤שֶׂה פְּרִי֙ לְמִינ֔וֹ אֲשֶׁר זַרְעוֹ־ב֖וֹ עַל־הָאָ֑רֶץ וַֽיְהִי־כֵֽן:
12 La tierra dio vegetación, plantas que producían sus propias clases de semillas, y árboles que producían frutos que contenían sus propias clases de semillas. Dios vio que era bueno.
יב וַתּוֹצֵ֨א הָאָ֜רֶץ דֶּשֶׁא עֵ֣שֶׂב מַזְרִ֤יעַ זֶ֨רַע֙ לְמִינֵ֔הוּ וְעֵ֧ץ עֹֽשֶׂה־פְּרִ֛י אֲשֶׁר זַרְעוֹ־ב֖וֹ לְמִינֵ֑הוּ וַיַּרְא אֱלֹהִ֖ים כִּי־טֽוֹב:
13 Fue la tarde y fue la mañana, un tercer día.
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Parashá Emor Behar: