La fase de la terapia denominada separación es aquella en la que la persona ignora sus ansiedades, problemas y malos pensamientos que lo asedian y los reemplaza con pensamientos positivos. Esta fase es necesaria para que ocurra la fase final, que es la verbalización y discución del problema, con el fin de que este pueda ser curado o rectificado completamente.
Para poder referirse al tema en cuestión objetivamente y analizarlo en forma veraz, la persona debe deshacerse de las ataduras subjetivas que lo unen a él. Cuando el judío se concentra en un concepto de la Torá, incluyendo temas teológicos como la naturaleza de Di-s, etc., está creando un punto de ventaja abstracto desde el que puede asumir una relación imparcial con sus problemas y complejos.
En el pensamiento jasídico es explicado extensamente que la habilidad del judío de rectificar el mundo y transformarlo en una morada para Di-s depende de su habilidad de sentir que el mismo no está sujeto a las restricciones y limitaciones inherentes del mundo. El desapego es un prerrequisito para influenciar. Cuando una persona se siente distanciada de este mundo de esta forma, algo así como un extranjero en una tierra extraña, puede ver el mundo objetivamente y ver qué necesita ser arreglado y, en mayor o menor medida, cómo arreglarlo. Sin esta separación, es atrapada por las leyes naturales e impiadosas de este mundo. Por lo tanto, antes de ingresar a la etapa de endulzar, donde el ocultamiento de la Divinidad que deforma este mundo se transforma definitivamente en la revelación de Divinidad que debería ser, debemos pasar primero por la etapa de la separación.
Es tentador pensar que esta fase de separación en la psiquis se inicia sólo cuando una persona comienza a estudiar Torá. Es entonces cuando llena el vacío de su mente con aguas vivificantes como describimos anteriormente, y aprende cómo distinguir entre el bien y el mal. Sin embargo, la verdad es que la fase de separación se inicia mucho antes que esto, virtualmente desde el nacimiento.
La Torá ordena que cada varón judío sea circuncidado ritualmente ocho días después de su nacimiento. La mujer es considerada circuncisa de nacimiento, o sea que posee de entrada cierta perfección espiritual que el hombre sólo adquiere a través de la circuncisión.
Este acto implica que el prepucio, que se interpone entre las terminaciones nerviosas del hombre y el mundo exterior, es un defecto espiritual que debe ser removido. Este engrosamiento de autoaislación frente a los sentimientos de los demás es la manifestación física del egocentrismo innato que, si se deja en su lugar, ser volverá la raíz de todos los males que pueden plagar a la persona en la vida. La circuncisión es el acto de sensibilizar a la persona a los sentimientos de los otros y neutralizar su ego.
Por supuesto, esto no quiere decir que un hombre circuncidado o una mujer es inmune al ego y las afecciones que lo acompañan. La persona puede readquirir su egocentrismo tanto a través de influencias externas o por identificarse con su naturaleza animal. Esto se denomina mancillar o dañar el pacto de la circunsición (pegam habrit). El hecho de que la persona fue circuncidada cuando niño (o de nacimiento en el caso de la mujer) le da la capacidad a lo largo de su vida de rectificar y dulcificar fundamentalmente su subconciente con sólo hacer el esfuerzo necesario. Su circuncisión es su poder de revelar las profundidades oscuras y ocultas de su alma en una confesión sincera a un confidente adecuado. Eliminando la caparazón del egocentrismo se le hace posible adquirir una visión objetiva de sus problemas.
Dentro de la fase de separación de la terapia, podemos identificar tres subfases tal como lo hicimos en la fase de sumisión.
La primera etapa de la separación es cuando el individuo admite su incapacidad para atacar directamente los múltiples problemas, ansiedades, neurosis y psicosis que identificó dentro de si en la fase de sumisión. Simultáneamente a la comprensión de su bajeza y degradación existencial, está la asumsión de la imposibilidad de confrontar y desafiar la plétora de problemas por si mismo. Su primer recurso es, entonces, ignorarlos. Esta admisión de inaptitud es la subfase de sumisión dentro de separación.
La percepción y el efecto subconciente de la circuncisión en la psiquis de la persona es que sabe que es esencialmente bueno, y existencialmente separado de los problemas y ansiedades que asedian a su mente. En cualquier momento puede beneficiarse con la ayuda de Di-s, de momento que El está siempre a su lado, como si fuera, listo para salvarlo de la embestida de los pensamientos malos y oscuros que lo atacan constantemente. En este sentido, siempre se puede considerar a si mismo por encima de las miserias de este mundo. Esta es la subfase de separación dentro de separación.La subfase de endulzar dentro de separación es cuando la persona llena activamente el espacio vacío de su mente con pensamientos positivos de Torá y/o optimismo.