Se enseña en el jasidismo que cada judío contiene dentro de si una chispa o elemento del Mashiaj. Esta es la capacidad que hay en cada uno de actuar como una fuerza redentora de si mismo, de aquellos que conoce, y en definitiva, de todas las cosas de este mundo con las que entra en contacto.
Así como la revelación del Mashiaj general depende de que la humanidad esté ansiosa por su retraso, la realización de la chispa que hay dentro de cada individuo requiere primero que este ansioso por el hecho de que esa misma chispa todavia no ha aflorado y se ha manifestado. El más profundo complejo en la psiquis de un individuo es la frustración que siente por no ser capaz de realizar en forma completa sus potenciales, de vivir de acuerdo a como siente que es capaz de llegar a ser. Sabe en lo más íntimo de su ser que su alma Divina es una parte de Di-s, y por su intermedio es capaz de revelar la presencia de Di-s en el mundo, por lo que el hecho de que está impedido de hacerlo lo aflige profundamente. Esta frustración es equivalente a la de no ser capaz de revelar su chispa de Mashiaj interior. De esto se desprende que es la chispa de Mashiaj en cada individuo que produce esta ansiedad existencial.
La ansiedad se vuelve más intensa cuando nos ponemos a pensar acerca del propósito de la vida, de nuestra propia vida, y la urgencia por rectificar la realidad. Como hemos apuntado, esta ansiedad sensibiliza a la persona hacia lo profundo y apasionante de la dimension interior de la Torá, y lo faculta a comprenderla más y más. El estudio de la dimensión inde la Torá no sólo sirve para elevar la comprensión de la persona acerca del propósito de la vida y la urgencia por la redención, lo que intensifica su deseo por el Mashiaj, sino que también refuerza su convicción y optimismo en cuanto a la inminencia de la redención. Esto sirve para apartar la amargura de la ansiedad por Mashiaj, sin mitigar su intensidad. Esta intensidad acelera su llegada, y la ansiedad por la revelación de su chispa de Mashiaj cataliza su revelación.
Esta revelación no es un asunto de una sola etapa; por cuanto que el alma Divina contiene infinitos estratos de potencial, tan pronto como la persona consigue llegar a un nivel y agota sus posibilidades, cae en la cuenta de que puede acceder a un nuevo nivel más profundo y poderoso.
Así, una persona que busca desarrollarse y orientada espiritualmente vive en una dinámica progresiva de tensión y realización, que se eleva continuamente en espiral hacia más elevados niveles de revelación de su chispa de Mashiaj, su habilidad de redimir el mundo. Cuanto más grande es su ansiedad, se siente más inspirado a revelar esa chispa, profundizar su relación con Di-s y ahondar en los secretos de la Torá. Cuanto más lleva a la realidad su potencial de redimir el mundo, profundiza su relación con Di-s y aprende de la dimensión interior de la Torá, siente más intensamente la urgencia por la redención y la ansiedad por su demora.
Cada respuesta que brinda la Torá acerca de las anomalías de la vida inspira una nueva pregunta más profunda, ya que la Torá es infinita y por lo tanto también lo es la comprensión de la vida que brinda al que la estudia. Así, cada nivel de entendimiento es rebatido y reemplazado por un sucesivo nivel más profundo.
Esta corriente dinámica de tensión y resolución es necesaria para el continuo crecimiento espiritual del individuo. Cada respuesta, cada nueva comprensión global que se consigue viene acompañada de un sentimiento de satisfacción por haberla logrado. Esta satisfacción naturalmente produce complacencia: el problema es resuelto, tenemos la respuesta. Nada agranda más el ego que el sentimiento de tener todas las respuestas, por lo que es necesario prevenir este engrandecimiento mediante la percepción de una nueva y más profunda pregunta inmediatamente luego de la resolución de la cuestión anterior.
Por supuesto que lo infinito de este proceso no significa que nunca se llega a una conclusión. Se explica en jasidismo que la revelación de una cierta masa crítica de chispas espirituales de Mashiaj, causará que se revele el Mashiaj general y ocurrirá la Redención verdadera y definitiva.
De esta explicación hemos entendido el concepto de la chispa de Mashiaj dentro de cada individuo como un proceso evolutivo de crecimiento espiritual, por lo que es lógico asumir que presentará la misma estructura triple que tipifica todo proceso de este tipo.
La fase de “sumisión” de la chispa de Mashiaj es la ansiedad por la demora en la llegada de Mashiaj, el sentimiento de desamparo frente a la enormidad de la incomplesión del mundo.
Nuestros sabios nos enseñan que Mashiaj vendrá cuando no se lo espere. A pesar de que esta declaración implica que la mejor manera de acelerar su llegada es ignorando el tema, obviamente esta no puede ser la intención de esta enseñanza, ya que ellos han declarado que la constante espectativa por la era mesiánica es uno de los dogmas fundamentales del judaísmo. En las palabras de los profetas (Habakuk 2:3): “Si se demora, esperalo, porque seguramente vendrá, sin tardanza”.
El significado es más bien que debemos creer en el inminente arribo del Mashiaj a pesar de que el mundo no parezca preparado y digno de él. Hay muchos signos de que nuestra era está madura para la Redención, pero en muchos aspectos no parece estar muy preparada. Nuestros sabios nos enseñaron que debemos creer con fe completa que Mashiaj puede venir en cada minuto, no importa cuán improbable parezca. Incluso cuando la situación del mundo es tal que nadie puede pensar que pueda venir ahora, no obstante debemos confiar que su llegada es inminente.
Esta es la fase de separación del proceso de revelación del Mashiaj, en el cual debemos liberarnos de todas las nociones preconcebidas en cuanto a que debe ser para que llegue el Mashiaj.La fase en la que brilla la chispa individual de Mashiaj y estamos comprometidos en la redención de nuestro rincón del mundo, es la fase de dulcificación.