La primera y más básica instrucción que formula el versículo de Proverbios: “Si hay ansiedad en el corazón del hombre déjenlo que la anule, y la transforme en alegría con una buena palabra”, es anular la ansiedad que mortifica el corazón, o sea desinflarla o disminuir su envergadura.
Esto puede ser realizado de dos maneras: la primera es através de la auto abnegación. Cuando una persona es afligida por algún motivo, su tendencia natural es centrar su atención en él hasta que la ansiedad comienza a dominar todo su ser. Su problema le preocupa día y noche, lo acosa incesantemente y, eventualmente, comienza a definirse a si mismo en los términos de su miedo. En su imaginación el pánico comienza a asumir proporciones apocalípticas, stá convencido que nadie puede penetrar en la profundidad de sus problemas. De esta manera su ansiedad sirve inflar su ego, que ahora se fundamenta e identifica con su miedo.
Sin embargo, si se detiene por un momento para contemplar la infinita grandeza de Di-s y la insignificancia del hombre comparado con El, su ego se va a desinflar inmediatamente. Entonces, cuando una persona renuncia a su ego, sus preocupaciones sufren una pérdida de magnitud similar: si él no es nada, también sus problemas serán seguramente nada. No estamos sugiriendo que una persona desinfle su ego disminuyendo negativamente su autoimagen. Hacer incapié en faltas y defectos sólo lleva a la depresión y la desesperanza. La humildad que una persona debe pretender cultivar es la de naturaleza existencial, una conclusión natural que proviene de su apreciación de la naturaleza de su existencia, y ver cómo son las cosas exactamente sin culparse a si mismo. Di-s es infinito y el hombre finito, e incluso el número finito más grande que se pueda imaginar, es nada comparado con el infinito.
El segundo método para aplastar la ansiedad es con la plegaria sincera. Cuando alguien está asediado por un problema, y seguramente por alguna clase de ansiedad, debe implorar a Di-s para que se lo resuelva. Creer en la omnipotencia y misericordia de Di-s implica que sólo El puede y va a proveer la solución efectiva a todo problema. Tanto con las inspiradoras palabras de la liturgia o del libro de los Salmos, o por la verbalización espontánea e informal de los anhelos del corazón, una persona siempre puede beneficiarse con el benevolente interés que tiene Di-s por su vida. No debe caer en la trampa de pensar que por cuanto que Di-s es compasivo por naturaleza no tiene necesidad de rezar, o que si Di-s lo hace sufrir a pesar de Su compasión significa que es por su propio bien. Aunque esto es seguramente verdadero, es sólo parte del cuadro general. Di-s quiere que reconozcamos nuestra impotencia ante El, y seamos concientes de que podemos y debemos dirigirnos hacia El para todo.
Entonces, incluso si los padecimientos de la persona se deben a sus pecados o a la rectificación de una encarnación previa, la sentencia siempre puede ser conmutada con la plegaria. El acto de rezar sirve para desinflar el ego, ya que al invocar la misericordia Divina, la persona está admitiendo que algunas cosas en la vida son simplemente tan grandes que él no tiene necesariamente todas las llaves para su salvación. Y como dijeramos, tan pronto como su ego se desinfla, sus ansiedades se desvanecen junto con él. El viento los deja fuera de combate, y ya no plantean la amenaza ominosa de antes.Tanto si se logra con la contemplación o la plegaria, el resultado de anular la ansiedad es ese sentimiento liberador de que no todo está perdido. El problema posiblemente siga estando allí, pero ha sido reducido a su verdadera magnitud, y ya no amenaza aplastar a la persona bajo su peso como lo hacía antes. Ahora que ha sido liberado de esta opresión, puede proseguir con la fase siguiente de su terapia.