Universidad de la Torá Torat Hanefesh, Psicología en la Cabalá y el Jasidut
(audio de la clase con diapositivas, salvo el final con video)
Dictado por Zoom por el rabino Jaim Frim basado en las enseñanzas del rabino Itzjak Ginsburgh en el marco de la Academia de Psicología de la Torá: Torat Hanefesh
RECONSTRUIR LAS MURALLAS DEL TEMPLO
Los mecanismos de defensa del alma-psiquis
Aquí vienen de nuevo las tres semanas. Una vez más se nos exige que practiquemos costumbres de duelo, y una vez más nos disuade el sentimiento pesado que coincide en estos días. ¿Debemos permitirnos “zambullirnos” en la destrucción y el dolor, o simplemente dejar pasar estos días con el menor sufrimiento posible? De hecho, esta pregunta existe todo el año, y no solo en relación con la destrucción del Templo, sino en relación con todos los lugares dañados en nuestras almas: ¿Debemos permitirnos encontrarlos en toda su bajeza y fealdad, o está más allá de nuestras fuerzas? Por lo general, la mente prefiere protegerse de los sentimientos negativos. Crea una variedad de mecanismos de defensa, los principales de los cuales son la negación, la proyección y la represión. Pero para lidiar con el mal dentro del cual una persona debe aceptar “mirarlo a los ojos”. Él debe retirar los escudos.
En las clases que siguen, aprenderemos cuál es el sustituto modificado que ofrece la psicología para cada uno de los tres Dichos mecanismos. Descubriremos cómo convertir las defensas negativas en un trabajo mental activo y vivo, que tiene el poder de permitir que la persona se encuentre con los lados negativos dentro de sí desde una posición de fuerza y fe. Desde esta perspectiva, las tres semanas se convierten en un período de rara oportunidad para encontrarse con el dolor de la destrucción privada y nacional en todos sus alcances. Nos queda claro que para aumentar la exposición al dolor primero debemos sentir la misericordia de Dios que está sobre nosotros.
Cuando estamos concientes de Su amor infinito, ya no sentimos la necesidad de negar, proyectar o reprimir. Estamos dispuestos a reconocer incluso nuestra responsabilidad por la destrucción. Pero este reconocimiento, en lugar de llenarnos de sentimientos debilitantes de culpa, nos da fuertes poderes de construcción y reparación. Así, el duelo mismo se convierte en una palanca para una gran respuesta.