Pirkei Avot 5: 19:
ל מִי שֶׁיֶּשׁ בּוֹ שְׁלֹשָׁה דְבָרִים הַלָּלוּ, הוּא מִתַּלְמִידָיו שֶׁל אַבְרָהָם אָבִֽינוּ, וּשְׁלֹשָׁה דְבָרִים אֲחֵרִים, הוּא מִתַּלְמִידָיו שֶׁל בִּלְעָם הָרָשָׁע. תַּלְמִידָיו שֶׁל אַבְרָהָם אָבִֽינוּ: עַֽיִן טוֹבָה, וְרֽוּחַ נְמוּכָה, וְנֶֽפֶשׁ שְׁפָלָה. תַּלְמִידָיו שֶׁל בִּלְעָם הָרָשָׁע: עַֽיִן רָעָה, וְרֽוּחַ גְּבוֹהָה, וְנֶֽפֶשׁ רְחָבָה.
“Quien posea los siguientes tres rasgos es de los discípulos de nuestro padre Abraham, y quien posea los tres rasgos opuestos es de los discípulos del malvado Balaam. Los discípulos de nuestro padre Abraham tienen buen ojo, espíritu manso y alma humilde. Los discípulos del malvado Bilaam tienen un mal ojo, espíritu altivo y alma tosca. (Pirkei Avot 5:19)
Bilam es la serpiente de la cáscara impura. Esta mishná se refiere a tres rasgos: ayin (ojo), ruaj (espíritu) y nefesh (alma). Las letras finales de estas tres palabras en hebreo deletrean najash (serpiente o hechicería). Bilam trató con la hechicería y se vio obligado a admitir que “No hay hechicería en Iaacov”. Abraham es el Mashíaj, el mismo valor numérico que najash, la serpiente sagrada.
Rashi explica que “un buen ojo” significa que una persona no tiene envidia de su prójimo y que el honor de su prójimo le agrada tanto como su propio honor. Un espíritu manso significa que una persona es humilde y está dispuesta a arrodillarse ante los demás. Un alma humilde significa que una persona está dispuesta a rebajarse ante los demás, tiene buenas relaciones con los demás y no es tosca de espíritu. El malvado Bilam, por otro lado, tenía un mal de ojo, (como está escrito “Y Bilam alzó sus ojos”) un espíritu altivo (como está escrito “Dios se niega a dejarme ir contigo”) y un alma tosca (como está escrito “Si Balak me diere toda su casa llena de plata y oro”).
Un mal ojo es envidia, un espíritu altivo se expresa en la arrogancia y la búsqueda del honor y un alma tosca es lujuria. De acuerdo con esto, los tres atributos malignos de Bilam son los mismos que los de la mishná del capítulo 4 de Pirkei Avot: “La envidia, la lujuria y el honor expulsan al hombre del mundo”. En nuestra mishná, el orden está cambiado: envidia, honor, lujuria.
Estos tres rasgos son paralelos a las tres facultades primarias del alma: Inteligencia, Emoción y Comportamiento. El honor, un espíritu altivo frente a un espíritu humilde, es paralelo a la rectificación de las facultades de la inteligencia (sabiduría, entendimiento y conocimiento). La arrogancia es una mancha en las facultades de la inteligencia. El valor numérico de ga’avá (arrogancia) es 15, iud hei, que representa la sabiduría y la comprensión, respectivamente.
La lujuria, un espíritu altivo como opuesto a un espíritu humilde es paralelo a la rectificación de las facultades emocionales (misericordia, poder y belleza). La envidia, mal ojo en vez de ojo benévolo, es paralela a la rectificación de las facultades de conducta (victoria, reconocimiento y fundamento). Es un impulso oscuro de la envidia que provoca las malas acciones.
De hecho, la raíz de las facultades conductuales está en la corona. Así, todo comienza con un mal ojo o un ojo benévolo, que es el orden en nuestra mishná. Comienza con la rectificación del ojo (corona y las facultades conductuales), continúa con la rectificación del espíritu (las facultades intelectuales) y de ahí a la rectificación del alma (las facultades emocionales).La expresión “discípulos de” aparece en otro lugar en Pirkei Avot: “Sed de los discípulos de Aarón”. Así tenemos un arquetipo negativo y dos arquetipos positivos. Esto sigue el orden arquetípico de cualquier proceso: jash-mal-mal: Sumisión, separación y endulzamiento. Debemos silenciar la cáscara de Bilam con sumisión (jash) y tener cuidado de no ser su discípulo. Abraham forjó el pacto de separación (brit milá – mal) y Aarón el Sumo Sacerdote es el endulzante, el segundo mal; él “ama la paz y persigue la paz, ama las criaturas y las acerca a la Torá”.