EL PASTOR

Rabi Israel Baal Shem Tov caminaba con sus discípulos por el campo, y vio a un pastor parado tocando su flauta, él también se paró y se puso a escuchar con admiración la melodía.

Cuando el pastor terminó de tocar,  el Baal Shem Tov le dio un centavo y le pidió que repitiera la melodía. El pastor repitió la melodía con ansias y fogosidad.

Cuando terminó, el Baal Shem Tov volvió a darle un centavo y le pidió repetir la melodía. La tercera vez, el pastor se dio cuenta de repente que se había olvidado la melodía. El Baal Shem Tov dijo a sus discípulos:

– “Bendito sea Dios, he guardado el mandamiento de redimir a los cautivos.

Esta melodía era cantada por los levitas en el Templo Sagrado, pero después de la destrucción la melodía se fue al exilio y fue entonada entre los gentiles, hasta que llegó el pastor que guardaba la melodía.

Ahora lo he quitado de las manos extrañas y la he elevado hasta su raíz sagrada”.

(de “Todas las historias de Baal Shem Tov” – Vol. II)

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