El rabino Iehuda Leiv, conocido como el “Predicador de Polana”, ocupó ese cargo antes de acercarse a la corte de Baal Shem Tov. Cuando se encontró con el Baal Shem Tov lo llamaba por su nombre de pila ‘Israel’ sin el título de “harav”, ‘Rabino’. Porque durante este período el Baal Shem Tov todavía era un hombre justo oculto, tzadik nistar.
Por otro lado, el Baal Shem Tov lo llamaba agregando el título “harav”, ‘Rabino’. El Baal Shem Tov solía pasar el Shabat con el rabino Iehuda Leib algunas veces. En uno de los Shabatot, según el Kidush de Shabat, comenzó a cantar “Shalom Aleijem…” “Bienvenidos ángeles servidores’. Mientras cantaba, el Baal Shem Tov caminaba por la casa y gritó:
‘Vete ya, vete ya vete ya…’.
El predicador opinó que el Baal Shem Tov estaba loco, Dios no lo quiera. Así que no prestó atención a sus extraños movimientos y habla. Pero en ese Shabat, había llegado el momento de que se revele el Baal Shem Tov. Por eso se le ocurrió al rabino Iehuda Leib preguntarle sobre sus ‘extrañas’ acciones. Se volvió hacia él y le preguntó:
¿Por qué haces movimientos extraños? ¿Y por qué gritaste ‘vete ya’ varias veces?
El Baal Shem Tov no quiso responder a sus preguntas.
Durante todo el Shabat, las preguntas surgieron en la mente del rabino Iehuda Leib. Hasta decidió implorar a Rabi Israel Baal Shem Tov que le respondiera. Después de muchas súplicas, el Baal Shem Tov respondió. Y dijo así:
¡Sabe que el en Cielo han decretado su muerte! Pero una vez oraste y te entregaste tu vida por todo Israel. Este mérito inclinó la balanza para salvarte de esta sentencia. Y como prueba, tú y los miembros de tu familia cayeron enfermos, y cuando tu juicio fue resuelto y saliste inocente, regresaron a estar saludables. Cuando te preparaste para Shabat y recibiste Shabat con honor y alegría, y cantaste ‘Shalom Aleijem ángeles servidores’. Los ángeles vinieron a bendecirte y el ángel de la muerte también estaba con ellos.
Cuando los ángeles te bendijeron, el ángel de la muerte también respondió amén a regañadientes. Cuando terminó de responder amén, le ordené que se fuera.
Cuando el rabino Iehuda Leib escuchó esto se asustó mucho. Le dolía pensar que lo había considerado loco y le prestó atención. Porque nadie sabía que él, el rabino Iehuda Leib, dio su vida por el pueblo de Israel. Porque solo lo había considerado en su mente.
El rabino Iehuda Leib comprendió de inmediato que el Ruaj Hakodesh reposa sobre el Baal Shem Tov. Desde ese día lo llamó harav, ‘Rabino Israel’. Y, por otro lado, a partir de ese día, el Baal Shem Tov lo llamó ‘Leib’ sin el título de “harav. Porque desde ese día se acercó al Baal Shem Tov y se convirtió en uno de sus discípulos.