En una de las comunidades judías había un kitrug, una acusación de aniquilación en la Corte Celestial, Hashem se apiade. El santo Baal Shem Tov vio esto, y aumentó en oración y súplicas en Rosh Hashaná y Iom Kipur. Durante la oración de Neilá, la oración de cierre del día de Iom Kipur, el Santo Baal Shem Tov vio que el kitrug aún no había sido cancelado. Los discípulos del santo Baal Shem Tov también reconocieron que el kitrug había prevalecido y se esforzaron mucho en oraciones, súplicas y un inmenso llanto desde lo profundo del corazón. Los hombre y mujeres que rezaban allí escucharon al santo Baal Shem Tov y a sus discípulos con sus clamores lágrimas y súplicas, sus corazones se rompieron dentro de ellos y también lloraron en sus oraciones.
Llegó la hora de la oración de la noche, el santo Baal Shem Tov y sus santos discípulos se esforzaban en su oración, todos se dieron cuenta de que la situación era terrible y el llanto aumentó. Un muchacho campesino que pastoreaba ganado, que acostumbraba durante varios años venir en los Días Temibles a orar en la sinagoga del santo Baal Shem Tov, llegó a la oración de Neilá, y como no sabía nada de la oración, se paraba y escuchaba la voz del jazán, el cantor, y lo mira a la cara sin decir una palabra.
Como aldeano, estaba acostumbrado a los sonidos que hacían las vacas, las cabras y las ovejas, las aves de corral y los pájaros. La voz que para él era la más importante de todas las voces, era la voz del gallo cuando cantaba. Cuando el muchacho vio la gran excitación que había en la sinagoga, y escuchó los clamores del lado de los hombres y en el sector de las mujeres. Su corazón se quebró dentro de él, y gritó en voz alta:
‘Kokoricóooo, hon got hav rajmanes‘, que significa: Gallo Kokoriko, Dios ten misericordia.
Pasaron unos pocos instantes y he aquí, se escuchó la voz del santo Baal Shem Tov, y sus santos discípulos se apresuraron a terminar la oración de Neilá, y el santo rostro del santo Baal Shum Tov se iluminó. Al terminar Iom Kipur, cuando el santo Baal Shem Tov se sentó con sus discípulos a comer, les contó los detalles del Kitrug, y cuánto se esforzó en su oración. Pero cuando en las Alturas se escuchó la voz del simple aldeano:
‘Kokoricóooo, hon got hav rajmanes’ este ingenuo clamor, causó alboroto en las alturas hasta los niveles más elevados, y todos los severos decretos sobre la comunidad del Baal Shem Tov fueron abolidos, sea su alma en el Edén, y hubo un año de bendición de hijos, salud y sustento
(De las epístolas sagradas del Rebe HaRaiatz, Rabi Iosef Itzjak Shneersohn.)