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Los Jasidim del Baal Shem Tov estaban alegres y bailaban y bebían mucho vino. La justa esposa del Baal Shem Tov vio lo que pasaba, y temió que no quede vino para el Kidush y la Havdalá. Entró a lo del Baal Shem Tov y le dijo:

– Diles que dejen de bailar y beber, porque no quedará vino para el Kidush y la Havdalá.

El Baal Shem Tov sonrió y respondió:

– Ve y diles que se detengan y se vayan a sus casas.

La rabanit abrió la puerta, y vio que estaban bailando en círculo, y un fuego ardía a su alrededor de ellos, que los protegía como una jupá, el dosel nupcial. Inmediatamente tomó las vasijas, fue al sótano y les trajo todo el vino que quisieran.

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