Lo sobrenatural en lo natural
La parashá de esta semana, parashá Trumá, discute la construcción del tabernáculo en el desierto. Es la primera morada de HaKadosh Baruj Hu, Hashem [Dios] en nuestro mundo físico. Después se convirtió en el Templo Sagrado de Ierushalaim, pero la morada original era el Tabernáculo, que se describe y se ordena en la porción de la lectura de la Torá para esta semana.
En el comienzo de la parashá dice: Veasu li mikdash veshajanti betojam . Deberán construir para Mí un santuario sagrado y entonces habitaré dentro de ellos. La palabra escrita betojam es “dentro de ellos”, no “dentro del santuario mismo, los sabios remarcan vetojó lo neemar , no dice que “la presencia Divina moraría en el santuario físico”, aunque obviamente esa sea la intención. Pero dice betojam , dentro de ellos, implicando que el propósito final del Templo, el santuario, el Tabernáculo, es que la presencia de Hashem [Dios] more dentro nuestro, en el pueblo judío, en el corazón de cada judío y de cada ser humano que va a adorar a Dios en el santuario, en Su santuario, veasu li mikdash veshajanti betojam .
Una manera de explicar que la presencia de Dios… ¿qué significa que experimentamos la presencia de Dios en el Templo físico, en nuestros corazones, en nuestras almas, en nuestro ser? El mundo fue creado con su orden natural, Bereshit bará Elokim et hashamaim veet haaretz , “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” y el Nombre de Dios que se utiliza es Elokim =86. Su guematria [valor numérico] equivale a “la naturaleza” =86. Significando que Dios creó la naturaleza, Dios creó las leyes de la naturaleza, y Dios desea que las leyes de la naturaleza se mantengan intactas y que gobiernen la realidad tal como la conocemos.
Pero al mismo tiempo, así como existe un orden natural, existe también un orden sobrenatural. El orden sobrenatural no debe negar a la naturaleza necesariamente. A veces lo hace pero en general no, es sólo que tenemos que saber que existe algo que transciende nuestra consciencia normal de la naturaleza per se. Y esto es lo sobrenatural, lo llamamos “milagros”. El principio de la creencia, de la fe en Dios, es creer en la existencia, la presencia, la posibilidad de los milagros, no tan sólo la posibilidad, es un hecho que continuamente experimentamos milagros todos los días de nuestras vidas.
Experimentar la presencia de Dios es experimentar el milagro de Dios. En el Templo, en el santuario, en el Tabernáculo, había tres niveles diferentes de milagros que ocurrían continuamente, y este es el significado simple de crear un santuario para Dios y que su presencia more en él y en nosotros. Es ser capaz de experimentar la dimensión milagrosa del mundo, del universo.
El primero, más grande y elevado milagro ocurrió en el Sagrado de los Sagrados, la cámara más interior del Templo, del Tabernáculo. Allí se encontraba el arca sagrada con los kerubim encima del arca. Y aunque midamos las medidas del arca de ambos lados dentro del sagrado de los sagrados, de la manera en que las medidas han sido mencionadas y especificadas exactamente en la Torá, de todas maneras, la experiencia fue tal que el arca misma con los kerubim arriba de ésta no ocupaban lugar [espacio], no ocupaban espacio físico.
De cierta manera estaban allí, presente, les podías ver, pero si toda la anchura del sagrado de los sagrados del Tabernáculo era de 10 codos, 5 codos de una pared a un costado del arca y 5 codos de la otra pared al otro costado del arca y el arca estaba allí 2.5 codos en el centro, pero ya tomamos los 10 codos, así que, esos 2.5 codos no estaban en el espacio. Estaba allí pero no estaban allí, a esto se le conoce como “makom ha’aron eino min hamidá”, que el lugar del Arón [el arca] con los kerubim arriba del arca no era parte de la medición física. Este era un milagro totalmente supra-racional, supra-lógico, irracional, ilógico que constantemente ocurría continuamente, un estado continuo dentro del Sagrado de los Sagrados.
Luego en el altar exterior del tabernáculo llevábamos fuego desde abajo llamado min haediot, nuestro fuego mundano, que traíamos para quemar los sacrificios en el altar. Pero al mismo tiempo que llevábamos fuego (al altar), el fuego Divino descendía del Cielo. Un fuego baja cuando cumplimos la voluntad de Hashem, ese fuego aparece en la forma de un león que baja para consumir nuestros sacrificios. Y esto era algo visible, que el fuego descendía desde el Cielo al tiempo que el fuego que trajimos asciende desde la tierra, sobre el altar.
Luego, en la Ética de Nuestros Padres, Pirkei Avot, se nos enseña que tuvieron lugar 10 milagros continuos. Estos fueron milagros como la lluvia que no apagaba el fuego del altar, serpientes y escorpiones no dañaron a nadie en la ciudad de Ierushalaim, nadie dijo que no tenía donde dormir en Ierushalaim. Este es un nivel diferente milagros.
¿Cómo entendemos estos tres niveles de milagros que son tres maneras diferentes de experimentar la presencia Divina de Hashem morando dentro de nosotros en el templo? Éstas corresponden a los entendimientos más básicos que conocemos como “el modelo del Baal Shem Tov;” la realidad tiene tres dimensiones generales, llamados MUNDOS, ALMAS Y DIVINIDAD, la esencia de la Divinidad.
El hecho de que la naturaleza, diríamos “se doblega” de cierta manera, y se adapta a quien muestre una cara placentera, luminosa, feliz y amigable con aquellas personas que vengan a celebrar y adorar a Hashem en el Templo, esos eran los diez milagros que tuvieron lugar.
Esto es lo sobrenatural que se vuelve parte de la propia naturaleza. La misma naturaleza auxiliaba, ayudaba, una vez más, por así decirlo, era amigable hacia todo lo que estaba ocurriendo en el contexto de la adoración a Hashem en el Templo.
El hecho de que nuestro fuego se dirige hacia arriba y luego un fuego Divino desciende, esa es la experiencia de lo sobrenatural, del milagro en nuestro servicio interior de nuestra alma. Que venimos a Dios con nuestro deseo y después sentimos que Dios desciende a nosotros con Su…, lo que es llamado “el sello de la verdad”, que si amamos a Dios, Él nos dará la verdad, Su amor esencial, pero que desciende desde arriba en nuestro intento de amarle desde abajo. Esta es la manera descripta en Jasidut.
Pero finalmente la experiencia del Sagrado de los Sagrados, de que algo está en el espacio pero no está en el espacio, significa que estamos por encima de eso, es una experiencia por encima del tiempo y el espacio. Ese es un milagro a nivel de Divinidad pura.
Una vez más, se dice que Hashem quiere morar dentro de nosotros, y no sólo en el Templo, significa estos tres niveles de milagros sobrenaturales debemos experimentarlos en nuestras vidas. ¿Cómo lo experimentamos? Lo experimentamos en Torá, que es el estudio de la Torá y en la tefilá, nuestras oraciones a Hashem y en nuestro cumplimiento de mitzvot, de sus preceptos.
En Torá, la persona que es realmente devota y conectada en el estudio de la Torá y en la contemplación de los secretos de la Torá, está por encima del tiempo y del espacio; está en el nivel del arca, de las tablas del pacto, que son el origen de la Torá. En el arca también estaba el Sefer Torá [el Rollo de la Torá] que escribió Moshé Rabeinu. Entonces, el nivel de la Torá es la experiencia de trascender las limitaciones de espacio y tiempo, que es el milagro al nivel de la Divinidad pura, no esta al nivel del alma. La Torá y Hashem son Uno, y cuando nos volvemos uno con la Torá, nos volvemos Uno con Hashem.
El altar del sacrificio es nuestra plegaria a Hashem, como dijimos antes, en nuestra plegaria a Hashem encendemos el fuego de nuestra alma, en nuestro amor, en nuestra pasión por HaKadosh Baruj Hu [Dios], y Hashem nos responde haciendo esa pasión verdadera, ese es el fuego que desciende del Cielo. Esa es la experiencia de la plegaria.
Pero el hecho de que la propia naturaleza muestra su propia cara amistosa para ayudarnos en todo lo que hacemos en nuestras vidas, especialmente en nuestra voluntad de cumplir más mitzvot, buenas obras en nuestras vidas, este es el servicio de tariag, los 613 preceptos de la Torá, que nos fueron dadas para servir a HaKadosh Baruj Hu cada momento de nuestras vidas, y la Torá nos promete que si servimos a Hashem, Im Bejukotai teleju, [“Si seguirás Mis leyes…] vendrá la lluvia y todas las cosas físicas, todas las cosas de la naturaleza servirán, nos servirán para el propósito y la meta de servir a Hashem.
Y así, estos son los tres niveles de los milagros, de lo sobrenatural que traemos a nuestro interior al construir el santuario para HaKadosh Baruj Hu en la tierra.