Un Remedio Singular para los Accidentes Trágicos
Antes de que el Pueblo Judío entre a la Tierra de Israel, Di-s le ordenó a Moisés que designe seis ciudades de refugio. Las leyes de la Torá de las ciudades de refugio son singulares. Si una persona mata a otra accidentalmente debe huir a una de estas ciudades, tres a cada lado del río Jordán. Mientras se encuentre dentro de los límites de la ciudad, ningún pariente del difunto tiene permitido dañarlo. Si quiere estar a salvo, el perpetrador de ese crimen involuntario debe permanecer en la ciudad de refugio sin abandonar sus límites hasta la muerte del Sumo Sacerdote.
La Vida y la Muerte en Manos de la Lengua
Enseñan nuestros sabios que cuando decimos algo malo acerca de otra persona, tres personas han sido asesinadas: el que habla, el que escucha y el sujeto de quien se habla.Aunque la mayoría de las personas no asesinarían intencionalmente a nadie, casi todos somos culpables de matar involuntariamente a otra persona a través del habla, tanto diciéndole directamente cosas hirientes como hablando mal de él, a pesar de no tener ninguna intención de herirlo. El Baal Shem Tov enseño que la Torá es aplicable a toda persona en todo tiempo y lugar. Como tal, todos necesitamos huir a una ciudad de refugio, donde podamos protegernos y rectificar este trágico pecado.
El Refugio de la Torá
Espiritualmente, la máxima ciudad de refugio es la Torá, como Di-s le ordenó a Ioshúa: “y la estudiarás día y noche”. Cuando corremos hacia la Torá, (en hebreo ratz, semejante a la palabra “voluntad”, ratzón. Cuando una persona corre hacia algún objetivo, está activando una voluntad muy fuerte.) estamos expresando un deseo muy fuerte de sumergirnos completamente en sus profundidades, refugiándonos en sus palabras reparadoras. Cuando nuestra conciencia está completamente alineada con la Torá, ya no somos vulnerables a los daños y más importante aún, ya no estamos en una situación mental que nos posibilite o de cabida a herir a otro, incluso involuntariamente.
El Modelo Abstracto
La cabalá analiza los fenómenos descriptos en la Torá relacionándolos entre si. La palabra hebrea para “refugio”, miklat, aparece 10 veces en esta sección de la Torá en dos grupos de cinco. El primer concepto comparable que viene inmediatamente a la mente es el de los Diez Mandamientos, que también fueron entregados en dos tablas de 5. El hecho que la palabra miklat aparezca 10 veces asocia a las ciudades de refugio con la esencia del número 10. Este número perfecto corresponde a las diez sefirot, las emanaciones Divinas a través de las cuales Di-s creó el mundo, y a los diez poderes del alma, que debemos rectificar e iluminar con la luz Divina de nuestras almas. Debemos activar los diez poderes de nuestra alma para correr hacia la ciudad de refugio e incorporar su mensaje.
Un Refugio Personal y Otro Impersonal
Como ya se mencionó, la palabra miklat aparece en dos grupos de cinco. El primero de estos grupos aparece al comienzo de la discusión de los asesinatos involuntarios. En este grupo, la palabra miklat aparece tres veces vinculada a la palabra hebrea ir, “ciudad”, y dos veces como lemiklat, que significa “al refugio”. Todas estas referencias son impersonales. A continuación de esta discusión inicial del asesinato accidental, la Torá continúa relatando las leyes de la persona que mató intencionalmente, retomando luego nuevamente la discusión de las muertes accidentales. Pero esta segunda vez miklat aparece en un contexto personal, utilizando la forma miklató, “su refugio”.
La Ruta de Dos Manos
Además de refugio, la raíz de miklat, kuf- lamed-tet, tiene otros dos significados: absorción e integración. Ambos están incluidos en nuestra comprensión de la función de la ciudad de refugio. El proceso de absorción comienza cuando una persona ingresa a una nueva realidad absorbido por el nuevo ambiente que lo rodea. Lentamente se va familiarizando con sus nuevos vecindarios, comienza a amarlos y aprende cómo funcionar alegre y efectivamente en ellos. Ha sido absorbido dentro de la luz abarcadora de su nueva realidad. Esta absorción es relativamente impersonal, correspondiente al primer grupo de las 5 palabras de “refugio” ya mencionado. El proceso de integración es una dinámica diferente e incluso opuesta. Integrar una nueva realidad es absorberla dentro de uno, dejándola penetrar y pernear nuestro ser. La integración es totalmente personal, ingresando dentro de la psique de la persona y cambiando su forma de vida. Esto, por supuesto, corresponde al segundo grupo de 5.
La Misteriosa Señal de Tránsito
En el Talmud estudiamos que en los tiempos bíblicos había señales de tránsito esparcidas literalmente por toda la Tierra de Israel señalando hacia la ciudad de refugio más cercana. Cada cartel tenía dos palabras: Miklat Miklat. Su valor numérico es 179, un número primo, que al estar dos veces suma 358, la guematria de “Mashíaj“. Vemos así que la señal del camino apuntando hacia la ciudad de refugio, en realidad apunta a una nueva conciencia, Mesiánica. Cuando una persona huye a la ciudad de refugio –una nueva conciencia de Torá y particularmente su dimensión interior, la mesiánica- primero debe ser absorbida completamente y enamorarse de ella, sin querer irse jamás. En este estado inicial, la Torá rodea todo su ser y su conciencia y no es de una importancia crítica que entienda todo lo que estudia. El sentimiento interior más importante que debe desarrollar es que se le ha brindado luz y sabiduría Divinas infinitas como un regalo inmerecido. Cuanto más desarrolla este sentimiento, más se va absorbiendo dentro de la conciencia mesiánica de la Torá. Para que su nueva conciencia mesiánica permanezca eternamente como parte de su ser, protegiéndolo de dañarse y de dañar a los demás, la persona debe redirigir su experiencia, integrándola conscientemente dentro de su ser. (El deseo de integrar el objeto que amamos y deseamos dentro de nuestro ser es la lógica segunda etapa de este proceso.) El texto clásico de Jasidut, el Tania, explica que sólo la Torá puede rodear completamente a una persona y simultáneamente encontrarse totalmente dentro de ella misma. Esto es porque la sabiduría de la Torá es infinita. No es así el caso de la sabiduría finita mundana que la persona puede no entenderla, en cuyo caso la sabiduría lo rodea por fuera, o si por el contrario la comprende totalmente la sabiduría está sólo dentro suyo. Como es limitada, no puede rodear a la persona y a la vez estar adentro simultáneamente. Sólo la sabiduría infinita incluye ambas dinámicas de absorción e integración. Este pensamiento está reflejado en los Salmos, 1:2, que describe a la persona feliz que se conduce en los senderos de la Torá. La primera parte del versículo reza: “…su deseo está puesto solamente en la Torá de Di-s”. Esta es la etapa de la absorción. La Torá es de Di-s y el único deseo de la persona es ser absorbida dentro de ella. La segunda parte del versículo dice: “y en su Torá se sumergirá día y noche”. En este punto la Torá ya ha sido integrada en el alma de la persona, más todavía cuando es llamada “su Torá”, del propio estudiante.
Cinco Manifestaciones Mesiánicas
Existen cinco niveles del alma. El Mashíaj asciende de nivel en nivel, hasta alcanzar la cumbre de su misión mesiánica. Cada uno de los grupos de cinco niveles de absorción e integración en la ciudad de refugio apunta a uno de estos niveles. Cuando corremos hacia la dimensión interior mesiánica de la Torá, somos absorbidos en ella y la integramos dentro de nuestras almas, ingresamos a un estado de conciencia mesiánica, que rectifica nuestras almas y trae la verdadera redención al mundo entero.