Así como la raíz de dos letras zain vav de la palabra zeev (lobo) significa “flujo” (zav), la raíz de dos letras ar de ari (león) significa “recolectar” o “cosechar” (ará) (que aparece en la Torá con el sentido de recolectar o cosechar vegetales, frutas o especias aromáticas) o “luz” (or). Como la palabra “luz” es también usada en la Torá para significar “vegetales”, el significado integral de la raíz ar se considera como una alusión a la capacidad de recolectar o “cosechar” chispas potentes o viables (“luces” que como en el proceso de la fotosíntesis producen alimento en forma de carbohidratos).
La capacidad de recolectar chispas sagradas, referido en la Torá como el poder de purificar o depurar la realidad, es el poder del corazón, del león. El león ataca a su presa, que en cabalá simboliza la acción de identificar y redimir las chispas caídas que al consumir a su presa las eleva a su origen en la santidad.
En el cuerpo, el corazón está en un constante estado de guerra, así encontramos en el Sefer Ietzirá: “el corazón en el cuerpo viviente es como un rey en guerra”. El león es el rey del reino animal, está en un estado constante de guerra para capturar las chispas atrapadas en su enemigo y elevarlas a su fuente; este es el león de santidad. El león profano, que es el foco de temor del síndrome del león descripto arriba, captura las chispas humanas y al consumirlas las derriba un nivel inferior de la realidad.
La raíz de la palabra najash, “serpiente”, significa “adivinar”, práctica prohibida de acuerdo con la Torá, considerada una forma de brujería. “Adivinar” es una distorsión de la mente, como está explicado arriba respecto del veneno de la serpiente que va directo a la mente.
La serpiente de santidad, el “adivino” sagrado, posee el espíritu santo para intuir siempre la verdad y así dijo de si mismo Iosef el justo: “Porque un hombre como yo seguramente adivinará [correctamente]”.
Como ya se explicó, la imagen de la serpiente retorna a la del lobo a tal grado que ambos manifiestan impulsos sexuales. Iosef el justo encarna en la Torá la rectificación de la conducta sexual, es la serpiente sagrada y por lo tanto el adivino de santidad.
En una línea de pensamiento supletoria, podemos agregar que, según vimos antes, así como el lobo se asocia con el “anochecer” ( y el “amanecer”) el león se relaciona con el día, ya que su nombre es análogo a “luz”, como en el principio de la creación cuando: “Di-s llamó a la luz, día”. Las raíz de dos letras jet shin (jash) de najash (serpiente), es la misma que la de joshej (“oscuridad”), por lo que este animal se asocia con la noche (“…y la oscuridad la llamó noche”). Vemos aquí nuevamente cómo el lobo une el león con la serpiente, así como las dos “zonas de penumbra” transicionales de la mañana y el atardecer hacen de puente y acoplan el día con la noche.
El miedo al león o a la muerte es un temor diurno, el miedo a la serpiente o a la demencia (como en la expresión lunático, un fenómeno asociado a la luna) es nocturno y al lobo o miedo a la violación es un miedo de la penumbra.