del Rabino Itzjak Ginsburgh
Con la ayuda de Dios, 18 de sivan 5774
“Todos los judíos son responsables uno del otro”, y cuando los judíos son secuestrados por un enemigo cruel es un “tiempo de angustia para Iaacov”, es decir, para todo el Pueblo de Israel, y con la ayuda de Dios pronto seremos redimidos de ella. En un momento como este, se despierta la naturaleza judía del amor a Israel junto con plegarias de corazón suplicando a Dios. Todos nos asociamos en nuestro clamor de que Dios cuide y proteja a los cautivos y los traiga de vuelta a casa sanos y salvos, como dice el verso “Y volverán los hijos a sus fronteras.”
“Arrepentimiento, oración y caridad, elimina el mal decreto.” Cada uno de nosotros debemos aumentar en caridad y buenas acciones, rezando por el bienestar de los cautivos y el éxito de aquellos que se ocupan de rescatarlos, arrepintiéndose de aquello que tienen que rectificar. Pero, cada uno de nosotros somos también parte del Pueblo de Israel en general, y por lo tanto también debemos arrepentirnos a nivel público, comenzando por poner en claro la opinión de la Torá acerca de los asuntos públicos y manifestarla con claridad, hasta establecer un liderazgo rectificado que actúe de acuerdo con la Torá. Nuestras plegarias también tienen que estar acompañadas de arrepentimiento y haciendo esfuerzos para rectificar la situación a nivel pactico.
La rectificación fundamental de la seguridad del pueblo de Israel en la Tierra Sagrada comienza reconociendo nuestro derecho a la Tierra. Un gobierno judío rectificado tiene que, ante todo, aplicar la total soberanía judía sobre los territorios de la Tierra Sagrada que están actualmente en nuestras manos. Proclamar nuestro derecho a la Tierra es la expresión más profunda de amor al Pueblo de Israel y de amor a la Tierra de Israel, y además expresa nuestra gratitud a Dios por la buena tierra que nos ha dado. La proclamación de la soberanía nos permitirá mantenernos erguidos, junto con nuestro sentido de la justicia y resolución mientras luchamos contra los enemigos del pueblo judío. Esta debe ser una guerra decidida e intransigente contra los terroristas y contra los que los envían, de acuerdo con la moralidad judía, con todo el poder que Dios nos ha dado para disolver las falsas esperanzas del enemigo por completo, esperanzas que alientan el terrorismo.
Duele decir esto, pero no podemos permanecer en silencio: la política de defensa israelí gravemente defectuosa, como la liberación imprudente de los terroristas o las negociaciones con tendencia a rendirnos o entregarnos a nuestros enemigos, debilitando nuestra capacidad para luchar con éxito contra cada terrorista blandiendo un cuchillo. Estos terroristas actúan con el estímulo y como agentes de los líderes enemigos con los que el gobierno lleva a cabo las negociaciones; dejándonos con la dolorosa sensación de que nuestras oraciones son elevadas contra un muro de hierro, Dios no lo quiera. Por el contrario, en los momentos en que el pueblo judío se mantuvo firme contra el enemigo y no se sometió a los líderes terroristas, fuimos bendecidos con una asistencia increíble del cielo, y Dios ha respondido a nuestras oraciones y llevado al éxito a nuestros esfuerzos.
Que Dios permita que el espíritu de fortaleza y auto-sacrificio que late en el corazón de la nación se incremente y se vuelva cada vez más fuerte, y entonces veremos el cumplimiento del verso: “Porque Havaiá tu Dios, te acompaña para pelear por ti contra tus enemigos para redimirte”. Amén.
En estos momentos, es bueno añadir los siguientes capítulos de Salmos a nuestras oraciones: 17, 20, 23, 113, 121, 130 y 150.
MALJUT ISRAEL – EL REINO DE ISRAEL