LA VISIÓN INTERIOR DE LA GUERRA DEL SUR
ISRAEL, Kislev 5773
Un momento de crisis es una oportunidad para la rectificación. Pero la verdadera unión sólo es posible si está basada sobre nuestro común denominador: ser judíos. El Rabino Ginsburgh medita acerca de la guerra en el sur de Israel y nos invita a meditar en ella a los ojos de la Torá y la fe.
בְּעַמּוּד עָנָן יְדַבֵּר אֲלֵיהֶם, שָׁמְרוּ עֵדֹתָיו וְחֹק נָתַן לָמוֹ
“[Dios] Les hablaba desde una columna de nube;
ellos observaron Sus testimonios y los decretos que Él les dio” [Tehilim 99:7]
Estamos viviendo pordías para nada fáciles, de bombardeos y guerra, de alarmas y corridas a los refugios. Muchas familias en Israel se ven obligadas a correr a los refugios y espacios protegidos varias veces por día, otras más huyeron de sus casas viéndose obligadas a vivir con sus familiares. Muchos niños se quedan sin estudiar, viven con el temor constante de que una bomba caiga sobre sus cabezas, y estamos estresados por la posibilidad de que nuestros hijos y hermanos sean reclutados para la guerra.
Pero los momentos de crisis son también una oportunidad para la rectificación. La crisis nos lleva a unirnos. Todos sentimos en este momento esa necesidad, pero hay que recordar que la verdadera unidad sólo es posible sobre la base de un común denominador verdadero. Nuestro común denominador básico y profundo, que es también el motivo de que nos encontremos una y otra vez bajo el ataque de diferentes enemigos, es que somos judíos. En la situación actual, siete años después de haber retirado nuestras fuerzas de la franja de Gaza y a pesar que desde entonces continuamos ayudando a sus habitantes con electricidad, alimento y medicinas, ya no hay ninguna duda de que el motivo de los recientes ataques no son la ocupación de Gaza, sino simple y llanamente nuestra presencia como judíos aquí en la Tierra de Israel.
La hora de crisis es entonces un momento para meditar en el eterno interrogante ¿cuál es el significado de nuestra identidad judía, y por qué es tan importante para nosotros ser judíos? Es como si la realidad exterior nos arrinconara para recordarnos nuestro judaísmo y obligarnos a elegir de nuevo.
No podemos conformarnos con la simple vivencia de que tenemos un destino que nos ata. Si fuera así, nuestro judaísmo se definiría por el lado negativo, por tener enemigos en común. La identificación con nuestro judaísmo debe venir desde adentro. Encontramos una definición del ser judío expresada de manera concisa por Rabi Saadia Gaón, quien dijo: “No es nuestra nación una nación sino por su Torá”. El significado de nuestra vida yace en la sabiduría Divina que se nos concedió desde el Cielo y que seguimos desarrollando hasta el día de hoy, y de ella podemos también extraer la fuerza para hacer frente a cualquier adversidad que se nos pueda presentar.
De hecho, la Torá es la expresión de algo esencial de nuestro judaísmo, nuestra fe en el Santo bendito es, el dador de la Torá. Ser judío significa recordar que hay alguien detrás de todo lo que sucede a nuestro alrededor, hay un motivo y una razón para todo. Esta creencia significa por un lado que tenemos a quién recurrir al rezar por salvación, por protección para nosotros y nuestros hijos, para nuestros soldados y para todo nuestro pueblo todo. Y por otro lado, tenemos que enrolarnos –en virtud de nuestra fe y con confianza en Dios- para hacer nuestro mejor esfuerzo para lograr la victoria completa en nuestra guerra y así garantizar la seguridad de nuestro pueblo y por extensión lograr la paz en la región.
La victoria para todos
Lo principal que tenemos que reforzar en nosotros es a aprender de los errores pasados, y no dar por terminada con éxito la campaña en curso sin haber destruido completamente el gobierno de Hamas y haber eliminado permanentemente su capacidad para atacarnos, incluyendo el bloqueo de su capacidad de rearme. Debemos tener en mente las palabras del rey David: “Perseguiré a mis enemigos y los alcanzaré, y no regresaré hasta eliminarlos” (Tehilim 18:38).
Además tenemos que hacerlo con suma rapidez, cuidando al mismo tiempo al máximo las vidas de nuestros soldados y de nuestros ciudadanos. Por habernos alejado tanto de la Torá de Israel como más básico sentido común, tenemos una confusión de cuál es el orden de preferencias en tiempo de guerra, y las prioridades en nuestras responsabilidades. Eso nos lleva a confundimos imaginando que cuidar la integridad de los ciudadanos del enemigo es prioritario a preservar la integridad de nuestros soldados, por no decir de nuestros propios ciudadanos.
Este concepto conocido como “pureza de las armas” [ética de guerra] está completamente deformado no sólo de acuerdo a la Torá sino a toda lógica moral de la guerra. Esto ya nos ha costado un precio sumamente elevado en soldados y civiles que murieron por causas que podían haber sido evitadas, por actos que deberían llamarse más bien “impureza de armas”.
El uso verdaderamente puro de las armas significa utilizarlas para terminar eficiente y rápidamente la guerra, protegiendo al máximo la vida de nuestros hombres, hacia quienes estamos obligados en primera instancia, y el acelerar la finalización del derramamiento de sangre beneficia también a la población del enemigo.
Esta conducta, cabe destacar, no reniega en absoluto del aprecio por la vida humana del enemigo, sólo establece correctamente nuestro grado de responsabilidad por su integridad en relación a la nuestra. Le da importancia a la protección de la vida de la población civil enemiga, pero esto siempre es secundario a la importancia de salvaguardar las vidas de nuestra gente.
Por ejemplo, sin duda hay que seguir advirtiendo a la población civil del enemigo de los bombardeos que los pongan en peligro, y así darles la posibilidad de escapar. Esto se deduce directamente de un precepto de nuestra Torá, que nos ordena ofrecerle al enemigo la oportunidad de rendirse antes de atacarlos, y si la respuesta es negativa darles la posibilidad de escapar (ver Rambam, Leyes de Reyes y sus Guerras 6, 5-7).
Nuestra naturaleza piadosa hace que muchos de nosotros eludan expresar esta clase argumentos severos. Pero debemos tratar de que la mente domine a nuestro corazón y recordar que justamente esta posibilidad es la más piadosa a largo plazo, no sólo respecto a nosotros sino incluso a los propios árabes que soportan un gobierno beligerante y brutal que los arrastra a guerras y derramamientos de sangre innecesarios. Todo el mundo se beneficiará del derrocamiento del gobierno de Hamás, y toda posible opción de paz verdadera podrá llegar a surgir sólo cuando el Hamás y todos los generadores de violencia como ellos sean derrotados.
La Revelación de la Columna de Nube, Rectificación del Color Rojo
El sagrado Baal Shem Tov, el primer maestro del jasidut, nos enseña que cada detalle de la realidad se produce por Providencia Divina, y por lo tanto tenemos que observar todo -incluso si aparentemente no se relaciona con el terreno de lo sagrado- a través de los ojos de la fe y la Torá. Por lo tanto, concluiremos con una breve meditación sobre un par de expresiones que por Providencia Divina nos acompañan en esta época, Amud Anán, “Columna de Nube”, nombre que se le dio a la operación de ataque, y tzeva adom, “color rojo”, el grado máximo de precaución asociada a la alarma por la caída de un cohete.
La Columna de Nube nos guio en nuestra salida de Egipto, y luego se posó sobre el Tabernáculo y Dios habló en ella a Moshé. La columna de nube simboliza claridad y señala un camino, y por otro lado la nube es siempre un símbolo de oscuridad y ocultamiento. La columna de nube simboliza entonces hallar un rumbo firme dentro de una situación nebulosa y confusa. La actual situación de guerra nos deprime con tremendas dificultades como una nube espesa sobre nuestras cabezas, pero tenemos que verla como un potenciador para elevarnos como una columna. Es decir, si gracias a ella nos despertamos, significa que será para nosotros una indicación del camino por donde debemos avanzar.
Este enfoque concuerda con el espíritu de la interpretación jasídica del verso: “Un tiempo de adversidad para Iaacov, y de ella se salvará”. [Irmiahu 30:7]”, donde las palabras “y de ella se salvara”, significa que la salvación vendrá de la propia adversidad, que la adversidad, צרה , se transformará en el צהר , un resplandor que nos iluminará.
La palabra nube nos recuerda también el mazal, el signo del zodíaco del mes de Kislev, el arco iris en la nube (recordado en nuestro estudio del mes kislev: el secreto del arco). El arco que arroja la flecha de lejos simboliza siempre la guerra contra un enemigo desconocido. Aprestarse a luchar contra un enemigo sin ver su cara, cosa que requiere una especial valentía, simboliza la rectificación de la “pureza de las armas” que mencionamos.
El color rojo está identificado en la Torá con dos imágenes opuestas, por un lado Eisav el hermano de Iaacov, “colorado, cubierto de pelo”, y por otro lado el rey David, “colorado con bellos ojos”. El color rojo simboliza en la psiquis la cualidad de guevurá, rigor y valentía, que se expresa de una manera negativa en Eisav y de una manera positiva en David. La diferencia entre Eisav y David es que este utiliza una guevurá llena de humildad y con suavidad interior, como un instrumento dirigido a establecer un reino de bondad y fe. David mereció el apodo de “delicado como árbol”, porque pudo combinar la delicadeza de un estilo de vida de Torá, con la firmeza del árbol en los momentos de guerra.
La expresión “color rojo” nos recuerda que se nos invita a no rechazar la cualidad de rigor o identificarla como perteneciente sólo a los descendientes de Eisav y similares, sino a utilizarla de una manera rectificada.Por un lado, el rojo es el color que indica עצירה , atzirá, “detenerse”, como el rojo en el semáforo. Así el tzeva adom, la alarma “color rojo” nos obliga a detener inmediatamente nuestra rutina diaria y buscar refugio inmediatamente. Sin embargo, hay una expresión bíblica que difiere sutilmente: עצירת כח , atzirat coaj, “parada de fuerzas”, significando reunir fuerzas, en especial en el contexto de las fuerzas del reinado en el poder, como en el verso “reunir fuerza para el reino” [Crónicas II 22:9]. Cuando juntamos ambos significados aprendemos que parar nuestra vida a causa de los bombardeos debe motivarnos a reunir fuerzas para establecer un reino y un gobierno fuertes y rectificados, que sepan utilizar el rojo de la guevurá al estilo del Rey David.